Marie Curie premios Nobel de Física y Química mirada de persona insatisfecha y triste porque le falta a Dios |
LAS CRIATURAS HUMANAMENTE PERFECTAS
Reflexiones sobre los grandes científicos que
llevan una vida de trabajo ejemplar en cuanto a la dedicación y que ponen su
inteligencia y su saber al servicio de la investigación, pero que no se ocupan de la salvación de sus almas y que no quieren ver a Dios en las leyes de la ciencia, que existe en todas las disciplinas del conocimiento humano.
Es el caso de la famosa parábola de las
vírgenes locas y las sabias que esperaban la venida del Esposo, que es el
encuentro con Dios a la hora de la muerte. Las sabias habían pensado en Dios, que era guardar el aceite para recibir el Esposo, las locas son los
científicos que no quieren saber nada de Dios, que en las leyes que descubren
en sus investigaciones tendrían que admirar la insondable y perfecta obra de
Dios, y sin embargo son locas porque las ignoran, al contrario de las vírgenes
sabias que saben ver en toda la Creación la mano de Dios.
De los Cuadernos de María Valtorta 24-8-1.943
Sobre Marie Curie
Dice Jesús:
“Son criaturas humanamente perfectas. En ellas todo ha alcanzado la
perfección, excepto su espíritu que ha
retrocedido cada vez más hasta hacerse un embrión de espíritu. Tienen un
genio perfecto, una seriedad perfecta, una honestidad perfecta, una humildad
perfecta. Todo humanamente perfecto. Su
virtud es llama que no calienta. Es fuego frío. No tiene valor para Mí. Prefiero una
espiritualidad imperfecta a una humanidad perfecta.
Tanto fulgor de perfección humana es como la luminosidad de 100, de
1000 lámparas de arco. Dan luz, es innegable, pero es luz artificial que, si un
pequeño mecanismo se estropea, muere enseguida y no queda nada de ella. Mientras que el espíritu, aunque sea
imperfecto, es siempre un pequeño sol viviente con luz propia que brota de la
Gracia que está en él. Hablo del espíritu vivo, es decir, viviente en Mí, vivificado por la Gracia.
El haber poseído una inteligencia superior que les ha permitido
adentrarse en los misterios de la naturaleza, también tendría que haberles
llevado a ver la potencia de Dios y su existencia cuyo ser está escrito en
todas las cosas creadas. En cambio, nada de esto. Son seres llenos de ciencia, pero faltos del hilo que lleva al
conocimiento de cuanto existe. Inventores de lo nuevo pero negadores de lo eterno. Descubridores de
fuerzas secretas, pero indiferentes a la
Fuerza de las fuerzas: Dios. Esto no lo buscan, mejor dicho voluntariamente
lo niegan. O por lo menos lo descuidan.
Y por eso, la Ciencia humana, innegablemente avanzada, no da frutos
buenos, sino envenenados. Falta en el corazón y en la mente de los científicos
el fuego de amor que hace respetar y amar a Dios, que hace respetar y amar al
prójimo. En este caso concreto, la mujer no dañó, más bien benefició a los
hermanos. Es ya mucho. Pero reflexiona sobre el impulso que hubiera impreso a
su escuela, a sus discípulos y a los discípulos de sus discípulos, si al encanto
de su yo hubiera unido una religiosidad profunda.
Cree también, alma mía que, en la hora del Juicio aparecerán más
grandes pequeñas criaturas iletradas que no lumbreras de la Ciencia. Las
primeras, encendidas por las lumbreras del amor, serán vivas estrellas en mi
Cielo. Las demás, aun que no las condenaré, por el bien que humanamente han
cumplido, serán simplemente nebulosas en mi Paraíso. Serán los salvados por mi
Misericordia sin ningún mérito por su parte, salvados más que por ellos mismos,
por las oraciones de los beneficiados por ellos.
(Nota del que transcribe: Y aquí descubrimos otra vez
el poder de la Oración, como una Criatura aunque sea atea, si ha sido benéfica para su prójimo, por las oraciones de éste, lleva su alma a la Salvación, como dijo
la santísima Virgen María en Fátima: “¡Cuanta gente se condena porque no hay nadie
que rece por ellos!”)
Ahora dime: ¿prefieres ser una pequeña nada en el campo del saber y ser
mía, muy mía en esta y en la otra vida, o te hubiera gustado ser astro aquí
abajo y opaca nebulosa allí arriba? Sé ya tu respuesta y por eso te digo: “Has
respondido sabiamente. Ve en paz”.
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