JESÚS NOS AMÓ HASTA LA MUERTE |
Jesús ha venido a la Tierra para redimir al Género Humano,
esa era su Sagrada Misión, para eso ha nacido como pobre en un establo, ha
vivido una vida de privaciones y de Sacrificios: Hasta las fieras tienen su
madriguera, él no tenía donde reclinar su Cabeza.
Para dar a entender cuál era su misión en la Tierra se
dedicó a predicar el Evangelio, que es el medio más eficaz para alcanzar la
Vida Eterna. Para dar testimonio de su poder, curaba a los enfermos, y
resucitaba a los muertos, como él decía, si no me creéis a Mí, creed por lo
menos en el Poder de mis Milagros.
Para ello, tuvo que denunciar los errores de los Fariseos,
que se dedicaban a predicar una doctrina adulterada, porque habían falsificado
para provecho suyo la misión que les había encomendado Yahveh. Esa denuncia le
valió el odio y el desprecio de la Jerarquía religiosa, que cegada por la soberbia,
veía en Él un enemigo para sus creencias personales, y soñaban con un Mesías
que aplastaría a los romanos.
Decretaron su suplicio y su muerte en la Cruz, entregándolo
a la justicia humana ejercida en esa época por los romanos. Como casi siempre
ocurre, esa justicia se adaptó a los deseos de las masas, que pedían su muerte. Masa que como siempre, solo
quería el triunfo material, y el nacionalismo exacerbado, que en la historia de
la Humanidad ha causado tantas guerras y desgracias, y que hoy sigue siendo la
causa de tantos males, y no le interesaba el triunfo espiritual, es decir que el
Pueblo judío, el elegido de Dios, vendió su derecho de primogenitura por un
plato de lentejas.
Como se ha dicho, Jesús solo buscaba restablecer la
Justicia, y salvar a los pecadores, para apartarlos de la condena, pecadores
que aún tenían las huellas del pecado original, que Él deseaba redimir con su
dolorosa Pasión y su muerte en la Cruz.
Pero como el remedio más eficaz para convertir a un pecador
es la fuerza del Amor, que es el arma de Dios, contraria al odio que es el arma
de Satanás, se puede decir que, en esta Tierra Jesús amó más a los pecadores,
que a los justos, ya que esa era su misión, y para eso había venido.
Por
esa razón se puede afirmar que el Apóstol a quien más amó es a Judas.
Personalmente yo también creía que era a Juan, pero me di cuenta de ello,
cuando leí que esa pregunta la había hecho
Jesús a María Valtorta, la cual creía también que era Juan, pero Jesús contestó que
fue Judas al quien más amó. He buscado
ese pasaje en los 10 tomos del Evangelio como me ha sido revelado, de unas 400
páginas cada uno, así como en los 3 tomos de unas 700 páginas de los Cuadernos, y no lo he hallado.
Sin embargo, en el tomo 6 del Evangelio como me ha sido
revelado de María Valtorta, he caído sobre este pasaje de un diálogo de Jesús con
Judas Iscariote:
AQUÍ ESTÁ DESCRITO EL MISTERIO DEL AMOR INSONDABLE DE DIOS, Y TAMBIÉN EL MISTERIO DE INIQUIDAD DEL APÓSTOL TRAIDOR
Dice Jesús a Judas Iscariote:
[…] “Y no te ruego por mí, sino por ti y nadie más. Yo, aunque sea blanco de la iniquidad, seré siempre el Señor. Podrán torturar la carne, matarla; más no. ¡Pero tú! ¡pero tú! A ti te matarán el alma… ¡Evita la tentación, amigo mío! ¡Dime que vas a evitarla! ¡Da a tu pobre Maestro perseguido, afligido, esta palabra de paz!"
Le tiene ahora
tomado ente sus brazos y le está hablando junto al oído, su cara arrimada a la
de Judas, y sus cabellos de oro oscuro se mezclan con los espesos rizos morenos
de Judas.
“Yo sé que tengo
que padecer y morir. Sé que mi única corona será la del Mártir. Sé que mi única
púrpura será la de mi Sangre. Para esto he venido. Porque por este martirio
redimiré a la Humanidad, y el Amor me impulsa desde un tiempo sin límites a
esta acción. Pero quisiera que ninguno de los míos se perdiera. ¡Oh, amo a
todos los hombres, porque llevan en sí la imagen y semejanza de mi Padre, el
alma inmortal que él ha creado! Pero vosotros, vosotros amados con
predilección, vosotros sangre de mi Sangre, la niña de mis ojos, ¿perdedores?, ¡no,
no!
¡Qué no habrá tortura semejante a esta – ni Satanás que clavara en mí sus
garras ardientes de azufres infernales, y me mordiera, me estrujara, él el
Pecado, el Horror, la Repugnancia - no
habrá tortura semejante a esta para Mí: la de un elegido mío que se pierda…
¡Judas, Judas, Judas mío! ¿Quieras que pida al Padre sufrir tres veces mi horrenda Pasión, y que de esas tres, dos sean solo para salvarte a ti? Dímelo, dímelo y lo haré. Diré que se multipliquen hasta el infinito mis sufrimientos para esto.
Te amo Judas, mucho te amo. Y querría, querría darte a mí mismo, hacerte ser yo mismo, hacerte Yo mismo, para que te salvaras por ti mismo…”
¡Judas, Judas, Judas mío! ¿Quieras que pida al Padre sufrir tres veces mi horrenda Pasión, y que de esas tres, dos sean solo para salvarte a ti? Dímelo, dímelo y lo haré. Diré que se multipliquen hasta el infinito mis sufrimientos para esto.
Te amo Judas, mucho te amo. Y querría, querría darte a mí mismo, hacerte ser yo mismo, hacerte Yo mismo, para que te salvaras por ti mismo…”
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