NO SE PUEDE ACALLAR A LA CONCIENCIA |
Lecciones sobre la Epístola de San Pablo a los Romanos
Cap.4º
Cap.4º
Abrahám fue el Padre de todos los creyentes, es decir, de aquellos que por su justicia, no solo merecen oír resonar en su espíritu la Voz espiritual y Santísima de de Dios, sino que saben comprender las palabras de esta Voz inefable y creer y obedecer tanto a ella como a sus mandatos.
Esta Voz, no hubo ni habrá quien, en un momento fugaz y único o por repetidas veces y por largo espacio, no la sienta resonar dentro de sí. Es la llamada misteriosa del Señor único y Santo, del Creador universal. Como rayo de sol, cual onda sonora viene y penetra, unas veces dulce, otra severa y otras más, terrible.
No importa que pertenezca el hombre a la Religión escogida para recibir esta llamada. Dios es el Creador de los hijos de su pueblo lo mismo que del salvaje que desconoce su Nombre Santísimo, y su llamada, al igual que resuena en las Iglesias católicas, en las naciones Católicas y civilizadas, en las otras civilizadas pero no Católicas y en los pueblos de otras religiones reveladas, llena también de si las soledades salvajes y heladas, las zonas aún inexploradas, las islas perdidas, los archipiélagos en donde el hombre se encuentra a nivel muy semejante al de las fieras –hecho de instintos y a menudo de instintos desenfrenados – las cálidas e intrincadas selvas, todavía inexploradas, a las que la civilización no llegó con su progreso y su refinada corrupción.
Doquiera habla Dios por ser el creador de todos los hombres.
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