Santa Teresa de Jesús cantó este cántico y se le apareció un ángel que le traspasó el corazón con un dardo de fuego, la Santa no supo decir que tipo de ángel era, y dice que le movió el corazón inflamado de amor como el que mueve un montón de ascuas ardiendo que se han quedado mortecinas, causándole un deleite celestial que se trasmitió del espíritu al cuerpo material.
Este fenómeno místico tan raro, fue plasmado por el gran escultor italiano Bernini en una magistral obra en Roma. San Juan de la Cruz lo describe como si fuera un hecho corriente, aclarando que el ángel era un Serafín, que son los ángeles más altos de la Jerarquía angélica, cuya característica principal es el amor a la Divinidad, dice que es común que esto ocurra cuando el alma experimenta un éxtasis místico, y que lo que hace el ángel es "trabucar" el corazón que está ardiendo de amor, para atizar ese fuego que está como adormecido.
Cuando después de muerta, se observó el corazón de la Santa, se pudo ver la herida del corazón producida por el dardo de fuego del Serafín.
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