MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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viernes, 18 de diciembre de 2020

LA MASACRE DE LOS SANTOS INOCENTES Y SU ANALOGÍA CON LA LEY DEL ABORTO Y DE LA EUTANASIA.



Encuentran a Jesús los que ofrecen el oro: la Fe,
el incienso: la Esperanza y la mirra: el Amor




  • Dice San Juan de la Cruz que Satanás nunca tienta directamente bajo el aspecto del pecado, porque sabe que el mal conocido nunca será aceptado, entonces introduce primero la aguja de alguna verdad, para poder introducir el hilo de la mentira.
  • Esto es lo que ha hecho para introducir el aborto, se ha dicho que solo se aceptaría para casos de violación de la mujer, de la malformación del feto o de la incapacidad psicológica de la mujer. Una vez aprobada la ley, se ha abierto el aborto para todo el mundo.
  • Lo mismo ha ocurrido con la ley de la eutanasia, primero se dice que solo se hará cuando existan sufrimientos atroces, y cuando no haya posibilidad de curación; luego se aplicará para todos los indefensos, y para incrementar las ganancias de los "verdugos" y el ahorro de los gastos de los cuidados paliativos, se eliminarán entonces todos los discapacitados.

Todo el mundo sabe lo de la matanza de los Santos Inocentes: El rey Herodes, avisado por los  tres Reyes Magos del nacimiento inminente del Futuro Rey de Israel, se apresuró a aconsejarles que siguieran la estrella para ir a adorarle y luego, volver para decirle el lugar exacto de su nacimiento para ir el también a adorarle.

Pero su verdadera intención era otra: exterminarlo para poner a salvo su reinado y el de sus descendientes, ya que creía que Cristo sería un futuro rey que iba a usurpar su trono. Nunca le podía pasar por la mente ni a el, ni a los futuros discípulos de Cristo, que su Reino no era de este mundo.

La matanza que ordenó en Belén de los niños que según creía, podían ser los usurpadores de su reino, según las revelaciones de Dios a Mª Valtorta, se limitaron a varios niños y por error a unas pocas niñas. También se relata que su actuación fue criticada duramente por muchos de sus súbditos e incluso por Roma, cuando tuvo conocimiento de los acontecimientos.

Pues bien, hagamos una analogía con lo que está ocurriendo en nuestros días: la matanza de los santos inocentes en los abortos, y la eutanasia, no criticado por ninguna autoridad sino alentado por los gobiernos para así recabar los votos de los hedonistas. Herodes tenía miedo de perder su Reino, los abortistas tienen miedo de perder el suyo: el reino de la comodidad, de la libertad y de la falta absoluta de preocupaciones inherentes a la labor y a la responsabilidad de cuidar, criar, sacar adelante a sus hijos, o los incapacitados, lo que les coarta la libertad y la comodidad y les exige sacrificios.

Herodes se quería enterar donde se encontraba el niño, los abortistas lo saben muy bien porqué el niño fue procreado por sus padres, y está en el vientre de la madre. Los secuaces de Herodes obedecieron a las órdenes de su rey. Ciertos médicos obedecen las órdenes de los padres, haciendo de su profesión un medio lucrativo, demostrando una vez más que el dinero, el dios de este mundo, es capaz de acallar las conciencias, pero nunca ahogarla, porque está puesta por Dios, y clamará en su conciencia día y noche hasta el juicio Final, como también clamará de la misma manera en la conciencia de los padres.

Personalmente, creo que Herodes tenía menos culpa que los abortistas, no conocía el mensaje de Jesús: El sacrificio, la entrega a los demás, y creía que iba a perder su reino. Los Abortistas conocen el mensaje de Jesús, saben que la Vida eterna se consigue con la obediencia a la Ley divina y el sacrificio. Saben de sobra que si no pueden cuidar de sus hijos, porque no tienen los recursos necesarios o porque el niño puede nacer con deformidades, hay mucha gente que está dispuesta a adoptar a esos hijos, y me pregunto entonces. ¿Por qué los  matan?

 Los gobiernos están pendientes de las encuestas para hacer leyes que les reporten votos para perpetuarse en el poder. Si mañana, las encuestas indicaran que hay que eliminar a los viejos o a los discapacitados, no tendrían ningún reparo en promulgar las leyes pertinentes que les darían esos votos. Si las encuestas reflejaran que la mayoría estaba disconforme con el aborto, el matrimonio homosexual, o el ostracismo de los homosexuales, las leyes estarían adecuadas a los deseos de la mayoría.

Convocada la Madre Teresa de Calcuta a la O.N.U., para dar un discurso de Paz al mundo, dijo que no lo podía dar, mientras había tantos abortos en el mundo, recibió aplausos en el auditorio, pero no logró evitar o condenar ese crimen tan atroz.

Y lo que es peor, si la mayoría dijera que hay que eliminar a los discapacitados físicos o mentales, se aplicaría sin reparo ese crimen abyecto, eso es lo que ocurría en la Alemania Nazi, que además tenía todos los Medias para adoctrinar a las masas.

Existe otro razonamiento absurdo de los partidarios del aborto, dicen a los que no comparten sus ideas: ¿Cómo es que sois partidarios de la pena de muerte, y estáis en contra del aborto?, ¡Queriendo llegar a la aberración de igualar por ejemplo a un violador que luego tortura y asesina a un niño, y que para colmo lo publica en Internet, con un pobre abortado inocente que está libre de toda culpa!

En otras palabras, no quieren hacer ninguna diferencia entre el vicioso y el virtuoso, entre el ladrón y el honrado, entre el borracho y el continente, entre el criminal y el inocente (Como así pasa con las víctimas del terrorismo), o entre el trabajador y el holgazán. Tampoco, no ven diferencia alguna entre Abel y Caín, y creen que tiene el mismo valor, o aún más para ellos, el pecado que la virtud. Es el razonamiento de Satán, que ha instigado o creado todo el mal del mundo, consecuencia del pecado, y muchos culpan a Dios porque no interviene ante las injusticias y las desgracias del mundo.

¡¡¡¡Se calcula que en el año 2.012 había más de 120.000 abortos al año en España, y desde la ley de despenalización del aborto se han eliminado más de 2.000.000 criaturas inocentes descuartizándolas vivas en el vientre de su madre!!!!

Enel año 2.012 en una entrevista en televisión, el Presidente de los médicos católicos de Europa, un español, dijo que esas cifras son las declaradas, pero que en realidad son más del doble ya que la mayoría abortan de una manera anónima, para que nadie se entere del asunto.

No podrá nunca haber paz en el mundo, mientras sigan esas leyes perversas, antinaturales y contrarias a la Ley de Dios, por eso seguirán habiendo atentados, habrán catástrofes climáticas, sequías (atribuidas al cambio climático), nuevas epidemias, matrimonios rotos, con cada vez más asesinatos de mujeres por sus compañeros, aumentará la pederastia, verdadera bestialidad infernal, habrá crisis económica con sus secuelas: paro y miseria. Se destruirá cada vez más la familia, que al final será tutelada por un estado ateo, para imponerle sus leyes, perdiendo toda autoridad los padres, consecuencia todo ello del espantoso pecado del aborto, y del abandono de las leyes eternas promulgadas por Dios a Moisés en el Sinaí, y reafirmadas y perfeccionadas por Jesús en su Pasión y muerte en la Cruz.

Bienaventurados los que tengan hambre de sed y Justicia, porque ellos serán hartos


 GLORIA PATER; ET FILIO ET SPIRITU SANCTI, SICUT ERAT IN PRINCIPIO  ET  NUNC ET SEMPER ET IN SAECULA SAECULORUM. AMEN


jueves, 17 de diciembre de 2020






TRADUCCIÓN: QUE EL DIVINO NIÑO DEL PESEBRE SEA TODA NUESTRA ESPERANZA Y TODO NUESTRO AMOR.

NAVIDAD, EL ACONTECIMIENTO MÁS IMPORTANTE DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD.

Dios Todopoderoso, Eterno e Infinito, que ha creado de la nada a todo el Universo visible e invisible, y que está presente en cada una de sus criaturas, se ha encarnado en el seno de la Criatura más perfecta, la Virgen María, la obra maestra de la Santísima Trinidad. Para mí este es uno de los más grandes misterios, ¿Cómo el infinito se puede haberse hecho finito, para ser Jesús verdadero Dios y verdadero hombre?

"Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad" (Juan 1, 14)

Hace ya mucho tiempo me enteré de que un Arquitecto había calculado el espacio necesario para contener en el arca de Noé, a todas las criaturas terrestres que tenían que caber en ella, y al ver que no podían caber todas, ¡había dejado de creer! 

Hace unos días, vi en un programa de televisión las hazañas de un mago, cogía un teléfono celular, lo reducía y lo metía dentro de una botella de cuello estrecho, una vez dentro, lo devolvía a su estado normal, dentro de la botella, luego, para sacarlo lo volvía a reducir y se lo entregaba a su dueño, agrandándolo otra vez.

Hace también poco tiempo, ante el fabuloso milagro de la danza del sol en las apariciones de Fátima, que vieron miles y miles de personas, y que apareció en todos los periódicos de la época, unos ateos empedernidos se mofaban descaradamente de esta realidad, afirmando que ¿Cómo el sistema solar iba a funcionar, con el sol que se precipitaba a Tierra?, como si Dios Todopoderoso no pudiera realizar esta obra solo con un pensamiento suyo.

Una vez más se cumple la profecía: tienen ojos y no ven, y oídos y no oyen, pero esos discapacitados espirituales, lo son porque no quieren admitir las realidades, para huir de la Luz de Dios, que alumbraría sus malas acciones, como está escrito en el Evangelio de San Juan: "La Luz luce en las tinieblas, pero las tinieblas no la acogieron" (Juan 1, 5)

Como es natural, toda la serie de relativistas, de contestatarios, de iluminados que son siempre los soberbios que nunca se pueden dejar llevar por ningún criterio que no sea el suyo, son los que quieren interpretar a su manera todas las verdades reveladas por Dios en las escrituras, adaptándolas  a sus criterios personales o a las modas cambiantes de cada época.
Esas verdades tienen que estar interpretadas por la Santa Iglesia fundada por Jesús, y que tiene su promesa de invencibilidad, porque cuando se carece de la Gracia de Dios, que nunca se comunica con los soberbios, aunque sean doctores en Teología, y que sepan griego, hebreo o latín, nunca llegarán a comprender la palabra de Dios.

Por eso está escrito en Mateo 11, 25-30: 
En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

De estas palabras de Jesús, se deduce que la fe es un don de Dios, y no depende de los conocimientos, ya que  Dios solo se comunica con los humildes, por eso nacieron toda esa multitud innumerable de sectas protestantes, fundadas por Lutero, el padre de la soberbia e hijo de Lucifer, que a ejemplo de su padre Dijo: "No serviré".




SOBRECOGEDORA DESCRIPCIÓN DE MARÍA VALTORTA SOBRE EL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS EL CREADOR DEL UNIVERSO VISIBLE E INVISIBLE.


EL TESORO MÁS GRANDE DE DIOS ES LA
ADMIRACIÓN DE LOS ÁNGELES 





HA NACIDO NUESTRO REDENTOR Y NUESTRO SUPREMO JUEZ, EL QUE TIENE LAS LLAVES DEL CIELO Y DEL HADES, EL QUE DARÁ PREMIO Y CASTIGO A LOS HOMBRES DE TODA CONDICIÓN.


Sublime relato literario y místico de María Valtorta sobre el nacimiento del Hijo de Dios, nunca relatado en la historia de la cristiandad, con la descripción de la gruta sombría, que se iluminó poco a poco primero por la luz de un rayo de luna, y después por la Luz emanada de María y amplificada por Jesús, Luz del mundo. Luz que transformó la bóveda de la cueva en un techo de plata de un Palacio, los murciélagos aletargados en una magnífica lámpara de ónice, y una salamandra en el collar de esmeralda de una Reina. La paja del pesebre en hilos de plata, el suelo de la gruta en una alfombra con vasos de flores y un aroma celestial.  

Fabuloso discurso de María que explica cómo con sus virtudes de humildad, pobreza y resignación, redimió a la mujer, poniendo bajo sus pies el pecado de Eva que era soberbia, avaricia, lujuria y rebelión, lo que era también poner bajo sus pies a Lucifer vencedor de la mujer, que ahora era vencido por otra mujer: María la Madre de Dios y Madre de la Humanidad, la cual ha restituido a la mujer su primera nobleza, que tenía antes del pecado original. Por esa razón, los que dicen que María no es la Corredentora sino una simple discípula, están tremendamente equivocados.


Del Poema del Hombre-Dios de María Valtorta


Continúa mi visión del interior de este pobre refugio de piedra en que han encontrado amparo, unidos María y José en la suerte, a unos animales.

El fueguecillo se adormila junto a su guardián. María levanta lentamente la cabeza de su yacija y mira. Ve que José tiene la cabeza reclinada sobre el pecho como si estuviera meditando… será – piensa – que el cansancio ha sobrepujado su buena voluntad de permanecer despierto, y sonríe bondadosa; luego con menos ruido del que puede hacer una mariposa posándose en una rosa, se sienta, para después arrodillarse. Ora con una sonrisa beata en su rostro. Ora con los brazos extendidos casi en cruz, con las palmas hacia arriba y hacia delante… y no parece cansarse en esa posición violenta. Luego se postra con el rostro contra el heno, adentrándose aún más en su oración; y la oración es larga.

José sale bruscamente de su sueño; ve mortecino el fuego y casi oscuro el establo. Echa un puñado de tamujo muy fino. La llama vuelve a chispear. Y va añadiendo ramitas cada vez más gruesas; en efecto, el frío debe de ser punzante, el frío de esa noche invernal, serena, que penetra por todas las partes de esas ruinas. El pobre José, estando como está cerca de la puerta - llamemos así a la abertura a la que hace de cortina su manto -, debe estar congelado. Acerca las manos a la llama, se quita las sandalias, acerca también los pies; así se calienta. Luego, cuando el fuego ha adquirido ya viveza y su luz es segura, se vuelve; no ve nada, ni siquiera la blancura del velo de María  que antes dibujaba una línea clara obre el heno oscuro. Se pone en pie y se acerca despacio a la yacija.

“¿No duermes, María?” pregunta.
Lo pregunta tres veces, hasta que Ella torna en sí y responde: “Estoy orando”.
“¿No necesitas nada?”.
“No, José”
“Trata de dormir un poco, de descansar al menos”.
“Lo intentaré, pero la oración no me cansa”.
“Hasta luego, María”.
“Hasta luego, José”.

María vuelve a su posición de antes. José, para no ceder otra vez al sueño, se pone de rodillas junto al fuego, y ora. Ora con las manos caídas en el rostro; de vez en cuando las separa para alimentar el fuego, y luego vuelve a su ferviente oración. Menos el ruido del crepitar de la leña y el del asno, que de tanto en tanto pega con una pezuña en el suelo, no se oye nada.

Un inicio de Luna se insinúa a través de una grieta de la techumbre, parece un hilo de incorpórea plata que buscase a María. Se alarga a medida que la Luna va elevándose en el cielo y, por fin, la alcanza. Ya está sobre la cabeza de la orante, nimbándosela de candor.

María levanta la cabeza como por una llamada celeste  y se yergue hasta quedar de nuevo de rodillas. ¡Oh, qué hermoso es este momento! Ella levanta la cabeza, que parece resplandecer bajo la luz blanca de la Luna, y una sonrisa no humana la transfigura. ¿Qué ve? ¿Qué oye? ¿Qué siente? Solo Ella podría decir lo que vio, oyó y sintió en la hora fúlgida de su Maternidad. Yo solo veo que en torno a Ella la luz aumente, aumenta, aumenta; parece descender del Cielo, parece provenir de las pobres cosas que están a su alrededor, parece, sobre todo, que proviene de Ella.

Su vestido, azul oscuro, parece ahora de un delicado celeste de miosota; sus manos, su rostro, parecen volverse azulinas, como los de uno que estuviera puesto en el foco de un inmenso zafiro pálido. Este color, que me recuerda, a pesar de ser más tenue, el que veo en las visiones del santo Paraíso, y también el que vi en la visión de la venida de los Magos, se va extendiendo progresivamente sobre las cosas, y las viste, las purifica, las hace espléndidas.

El cuerpo de María despide cada vez más luz, absorbe la de la Luna, parece como si Ella atrajera hacia sí la que le puede venir del Cielo. Ahora es Ella la depositaria de la Luz, la que debe dar esa Luz al mundo. Y esta beatífica, incontenible, inmensurable, eterna, divina Luz que de un momento a otro va a ser dada, se anuncia con un alba, un lucero de la mañana, un oro de átomos de Luz que aumenta, aumenta como una marea, sube, sube como incienso, baja como una riada, se extiende como un velo…

La techumbre, llena de grietas, de telas de araña, de cascotes que sobresalen y están en equilibrio por un milagro de estática, esa techumbre negra, ahumada repelente, parece la bóveda de una sala regia. Los pedruscos son bloques de plata; las grietas, reflejos de ópalo; las telas de araña, preciosísimos baldaquines engastados de plata y diamantes. Un voluminoso lagarto, aletargado entre dos bloques de piedra, parece un collar de esmeraldas olvidado allí por una reina; y un racimo de murciélagos en letargo, una lámpara de ónice de gran valor. Ya no es hierba el heno que pende del pesebre más alto, es una multitud de hilos de plata pura que oscilan temblorosos en el aire con la gracia de una cabellera suelta.

La madera oscura del pesebre de abajo parece un bloque de plata bruñida. Las paredes están recubiertas por un brocado en que el recamo perlino del relieve oculta el candor de las seda. Y el suelo… ¿Qué es ahora el suelo? Es un cristal encendido por una luz blanca; los salientes parecen rosas de luz arrojadas al suelo como obsequio; los hoyos, cálices valiosos de cuyo interior ascenderían aromas y perfumes.

La Luz aumenta cada vez más. El ojo no la resiste. En ella desaparece, como absorbida por una cortina de incandescencia, la Virgen… y emerge la Madre.

Sí. Cuando mi vista de nuevo puede resistir la Luz, veo a María con su Hijo recién nacido en los brazos. Es un Niñito rosado y regordete, que gesticula, con unas manitas del tamaño de un capullo de rosa; que menea sus piececitos, tan pequeños que cabrían en el corazón de una rosa; que emite vagidos con su vocecita trémula, de corderito recién nacido, abriendo una boquita que parece una menuda fresa del bosque, y mostrando una lengüecita temblorosa contra el rosado paladar; que menea su cabecita, tan rubia que parece casi desprovista de cabellos, una cabecita redonda, que su Mamá sostiene en la cavidad de una de sus manos, mirando a su Niño, adorándole, llorando y riendo al mismo tiempo… 

Y se inclina para besarlo, no en la inocente cabeza, sino en el centro del pecho, sobre ese corazoncito que palpita, que palpita por nosotros… en donde un día se abrirá la Herida. Su Mamá se la está curando anticipadamente, con su beso inmaculado.

El buey se ha despertado por el resplandor, se levanta haciendo mucho ruido con las pezuñas, y muge. El asno vuelve la cabeza y rebuzna. Es la Luz la que los saca del sueño, pero me seduce la idea de pensar que hayan querido saludar a su Creador, por ellos mismos y por todos los animales.

Y José, que casi en rapto, estaba orando tan intensamente que era ajeno a cuanto le rodeaba, también torna en sí, y por entre los dedos apretados contra el rostro, ve filtrarse la extraña Luz. Se descubre el rostro, levanta la cabeza, se vuelve. El buey, que está en pié, oculta a María, pero ella llama: “José, ven”.

José acude. Cuando ve, se detiene, como fulminado de reverencia, y está casi para caer de rodillas en ese mismo lugar; pero María insiste: “Ven, José” y, apoyando la mano izquierda en el heno y teniendo con la derecha estrechado contra su corazón al Infante, se alza y se dirige hacia José, quien, por su parte, se mueve azarado por el contraste entre su deseo de ir y el temor a ser irreverente.
Cerca de la cama para el ganado, los dos esposos se encuentran, y se miran llorando con beatitud.

“Ven, que ofrecemos a Jesús al Padre” dice María. José se pone de rodillas. Ella, erguida, entre dos troncos sustentantes, alza a su criatura en sus brazos y dice: “Heme aquí – por Él, ¡Oh Dios!, te digo esto - , heme aquí para hacer tu Voluntad. Y con Él Yo, María, y José, mi Esposo. He aquí a tus Siervos, Señor, para hacer siempre, en todo momento y en todo lo que suceda, Tu voluntad, para gloria tuya y por amor a Ti”.

Luego, María se inclina hacia José y, ofreciéndole el Infante le dice: “Toma, José”.
“¿Yo? ¿A mí? ¡Oh, no! ¡No soy digno!”. José se siente profundamente turbado, anonadado ante la idea de deber tocar a Dios.
Pero María insiste sonriendo: “Bien digno de ello eres tú, y nadie lo es más que tú, y por eso el Altísimo te ha elegido. Toma José, tenlo mientras yo busco su ropita”.

José, rojo como una púrpura, alarga los brazos y toma ese copito de carne que grita de frío; una vez que lo tiene entre sus brazos, no persiste en la intención de mantenerlo separado de sí por respeto, sino que lo estrecha contra su corazón rompiendo a llorar fuertemente: “¡Oh! ¡Señor! ¡Dios mío!”; y se inclina para besar los piececitos. 

Los siente fríos y entonces se sienta en el suelo y le recoge en su regazo, y con su indumento marrón y con las manos, trata de cubrirle, calentarle, defenderlo del frío de la noche. Quisiera acercarse al fuego, pero allí se siente esa corriente de aire que entra por la puerta. Mejor quedarse donde está o, mejor todavía, entre los dos animales, que hacen de escudo al aire y dan calor. Y se pone entre el buey y el asno dando espalda a la puerta, con su cuerpo hacia el Recién Nacido  para hacer de su pecho una hornacina, cuyas paredes laterales son: una cabeza gris, con largas orejas, un hocico grande, blanco, con unos ojos húmedos, buenos y un morro que exhala vapor.

María ha abierto el baulillo, y ha sacado unos pañales y unas fajas, ha ido al fuego y las ha calentado. Ahora se acerca a José y envuelve al Niño en esos pañales calentitos, y con un velo, le cubre la cabeza. “¿Dónde le ponemos ahora?”, pregunta.

José mira a su alrededor, piensa… “Mira – dice - , corremos un poco más para acá los dos animales y la paja, y bajamos ese heno de allí arriba, y le ponemos a Él allí dentro. La madera del borde le resguardará del aire, el heno será su almohada, el buey con su aliento le calentará un poquito. Mejor el buey. Es más paciente y tranquilo”. Y se pone manos a la obra, mientras María acuna al Niño estrechándolo contra su corazón, con su carrillo sobre la cabecita para darle calor.

José reaviva el fuego, sin ahorrar leña, para hacer una buena hoguera, y se pone a calentar el heno, de forma que, según lo va secando, para que no se enfríe, se lo va metiendo en el pecho; luego, cuando ya tiene suficiente para un colchoncito para el Infante, va al pesebre y lo dispone como una cunita. “Ya está” dice. “Ahora sería necesario una manta, porque el heno pica; y además para taparle…”.

“Coge mi manto” dice María.
“Vas a tener frío”.
“¡Oh, no tiene importancia! La manta es demasiado áspera; el manto, sin embargo, es suave y caliente. Yo no tengo frío en absoluto. ¡Lo importante es que Él  no sufra más!”.

José coge el amplio manto de suave lana azul oscura y lo dispone doblado encima de la paja, y deja un borde colgando fuera del pesebre. El primer lecho del Salvador está preparado.

Su Madre, con dulce paso ondeante, le lleva al pesebre, en él le coloca, y le tapa con la parte del manto que había quedado fuera y con ella arropa también la cabecita desnuda, que se hunde en el heno, protegida apenas por el fino velo de María. Queda solo destapada la carita, del tamaño de un puño de hombre, y los Dos, inclinados hacia el pesebre le miran con beatitud mientras duerme su primer sueño; en efecto, el calorcito de los paños y de la paja le ha calmado el llanto y le ha hecho conciliar el sueño al dulce Jesús.

Dice María:

“Te había prometido que Él vendrá a traerte su paz. ¿Te acuerdas de la paz que tenías durante los días de Navidad, cuando me veías con mi Niño? Entonces era tu tiempo de paz, ahora es tu tiempo de sufrimiento. Pera ya sabes que es en el sufrimiento donde se conquista la paz y toda la gracia para nosotros y para el prójimo. Jesús-Hombre tornó a ser Jesús-Dios después del tremendo sufrimiento de la Pasión; tornó a ser Paz, Paz en el Cielo del que había venido y desde el cual, ahora, derrama su Paz sobre aquellos que en el mundo le aman. Más durante las horas de la Pasión, Él, Paz del mundo, fue privado de esta paz. No habría sufrido si la hubiera tenido, y debía sufrir plenamente.

Yo, María, redimí a la mujer con mi Maternidad divina, más se trataba solo del comienzo de la redención de la mujer. Negándome, con el voto de virginidad, al desposorio humano, había rechazado toda satisfacción concupiscente, mereciendo gracia de parte de Dios. Pero no bastaba, porqué el pecado de Eva era árbol de cuatro ramas: soberbia, avaricia, glotonería, lujuria. Y había que quebrar las cuatro antes de hacerle estéril en sus raíces.

Vencí la soberbia humillándome hasta el fondo.

Me humillé delante de todos. No hablo ahora de mi humildad respeto a Dios; ésta  deben tributársela al Altísimo todas las Criaturas. La tuvo su Verbo. Yo, mujer debía también tenerla. ¿Has reflexionado, más bien, alguna vez, en qué tipo de humillaciones tuve que sufrir de parte de los hombres y sin defenderme de manera alguna? Incluso José que era justo, me había acusado en su corazón. Los demás, que no eran justos, habían pecado de murmuración sobre mi estado, y el rumor de sus palabras, había venido, como ola amarga, a estrellarse contra mi humanidad.

Y estas fueron sólo las primeras de las infinitas humillaciones que mi vida de Madre de Jesús  y del género humano me procuraron. Humillaciones de pobreza; la humillación de quien debe abandonar su tierra; humillaciones a causa de las reprensiones de los familiares y de las amistades que, desconociendo la verdad, juzgaban débil mi forma de ser madre respeto a mi Jesús, cuando empezaba a ser ya un Hombre; humillaciones durante los tres años de su Ministerio; crueles humillaciones en el momento del Calvario; humillaciones hasta en el tener que reconocer que no tenía con qué comprar ni sitio ni perfumes para enterrar a mi Hijo.

Vencí la avaricia de los Progenitores renunciando con antelación a mi hijo.

Una madre no renuncia nunca a su hijo, si no se ve obligada a ello. Ya sea la Patria, o el amor de una esposa, o el mismo Dios quienes piden al hijo a su corazón, ella se resiste a la separación. Es natural que sea así. El hijo crece dentro de nosotros, y el vínculo de su persona con la nuestra jamás queda completamente roto. A pesar de que el conducto del vital ombligo haya sido cortado, siempre permanece un nervio que nace en el corazón de la madre (un nervio espiritual, más vivo y sensible que un nervio físico) y arraiga en el corazón del hijo, y que siente como si le estiraran hasta el límite de lo soportable, si el amor de Dios o de una criatura, o las exigencias de la Patria alejan al hijo de la madre; y que se rompe, lacerando el corazón, si la muerte arranca el hijo a su madre.

Yo renuncié desde el momento que lo tuve, a mi Hijo. A Dios se lo dí, a vosotros os lo dí. Me despojé del Fruto de mi vientre para dar reparación al hurto de Eva del fruto de Dios.

Vencí la glotonería, tanto del saber como del gozar, aceptando saber únicamente lo que Dios quería que supiera, sin preguntarme a mí misma, sin preguntarle a Él, más de cuanto se me dijera.

Creí sin indagar. Vencí la gula del gustar porqué me negué todo deleite del sentido. Mi carne la puse debajo de las plantas de mis pies. Puse la carne, instrumento de Satanás, y con ella el mismísimo Satanás, bajo mi calcañar para hacerme así un escalón para acercarme al Cielo. ¡El Cielo!... Mi meta. Donde estaba Dios. Mi única hambre. Hambre que no es gula sino necesidad bendecida por Dios, por este Dios que quiere que sintamos apetito de Él.

Vencí la lujuria, que es la gula llevada a la exacerbación.

En efecto, todo vicio no refrenado conduce a un vicio mayor. Y la gula de Eva, ya de por sí, digna de condena, la condujo a la lujuria; efectivamente, no le bastó ya el satisfacerse sola sino que quiso portar su delito a una refinada intensidad; así conoció la lujuria y se hizo maestra de ella para su compañero. Yo invertí los términos y, en vez de descender, siempre subí; en vez de hacer bajar, atraí siempre hacia arriba; y de mi compañero, que era un hombre honesto, hice un ángel.

Es ese momento en que poseía a Dios, y con Él sus riquezas infinitas, me apresuré a despojarme de todo ello, diciendo: “Que por Él se haga tu voluntad y que Él la haga”. Casto es aquel que controla no sólo su carne, sino también los afectos y los pensamientos. Yo tenía que ser la Casta para anular a la impudicia de la carne, del corazón y de la mente. Me mantuve comedida sin decir ni siquiera de mi Hijo, que en la Tierra era sólo Mío, como en el Cielo era solo de Dios: “Es Mío y para Mí lo quiero”.

Y a pesar de todo no era suficiente  para que la mujer pudiera poseer la Paz  que Eva había perdido. Esa Paz os la procuré al pié de la Cruz, viendo morir a Aquel que tú has visto nacer. Y, cuando me sentí arrancar las entrañas ante el grito de mi hijo, quedé vacía de toda feminidad de connotación humana: ya no carne, sino Ángel. María la virgen desposada con el Espíritu, murió en ese momento; quedó la Madre de la Gracia, la que os generó la Gracia desde su tormento y os la dio. La hembra, a la que había vuelto a consagrar mujer la noche de Navidad, a los pies de la Cruz conquistó los medios para venir a ser Criatura del Cielo.

Esto hice Yo por vosotras, negándome toda satisfacción, incluso las satisfacciones santas. De vosotras, reducidas por Eva a hembras no superioras a las compañeras de los animales, he hecho – basta con que lo queráis – las santas de Dios. Por vosotras subí y, como a José os elevé. La roca del Calvario es mi Monte de los Olivos. Ese fue mi impulso para llevar al Cielo, santificada de nuevo, el alma de la mujer, junto con mi carne, glorificada por haber llevado al Verbo de Dios y anulado en Mí hasta el último vestigio de Eva, la última raíz de aquel árbol de las cuatro ramas venenosas, aquel árbol que tenía hincada su raíz en el sentido y que había arrastrado a la humanidad a la caída, y que hasta el final de los siglos y hasta la última mujer os morderá las entrañas. 

Desde allí, donde ahora resplandezco, envuelta en el rayo del Amor, os llamo y os indico cual es la Medicina para venceros a vosotras mismas: La Gracia de mi Señor y la sangre de mi Hijo.

Y tú, voz Mía, haz descansar a tu alma con la Luz de esta alborada de Jesús para tener fuerza en las futuras crucifixiones que no te van a ser evitadas, porque te queremos aquí, y aquí se viene a través del dolor; porque te queremos aquí, y más alto se viene cuanto mayor ha sido la pena sobrellevada para obtener Gracia para el mundo.

Ve en Paz, Yo estoy contigo”.


  

  

lunes, 14 de diciembre de 2020

LA EFICACIA DE LOS PREDICADORES ES PROPORCIONAL AL AMOR QUE LE PROFESAN A JESUCRISTO.

María Valtorta era con la Biblia la lectura de la Madre Teresa de Calcuta, y la del Padre Pío de Pietrelcina que la recomendaba a sus fieles, diciéndoles que debían leer sus escritos.






Las monjas carmelitas del Carmelo de Lisieux,
me confirmaron que del tiempo de Sta. Teresita
había  una estatua de S. Juan de la Cruz idéntica,
, que aún conservan





Jesús les dice a los 72 discípulos que había mandado a Evangelizar en Israel, como está escrito en el Poema como me ha sido revelado de María Valtorta, publicado el 26-12-2.019.

"Veía a Satanás caer del Cielo como un rayo por vuestro mérito unido a mi Nombre. Porque he visto también a vuestros sacrificios, vuestras oraciones, el amor con que ibais a los desdichados para cumplir lo que Yo había indicado. Habéis obrado con amor y Dios os ha bendecido. Otros harán lo mismo que hacéis vosotros, pero sin amor, y no obtendrán conversiones… mas no os alegréis de haber dominado a los espíritus, alegraos porque vuestros nombres están escritos en el cielo. No los borréis jamás de allí…”.

De ahí la importancia del Amor a Dios, que es el primer mandamiento de la Ley, por eso ya no se hacen milagros de conversiones, de sanaciones, que no se pueden producir sin amor a Dios cuya imagen es el mismo Jesús. Y por eso está escrito en la Biblia, que sin esa virtud todo trabajo es no solo vano, pero además nunca dará frutos, y por eso puede ser hasta contraproducente.

   "Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si el Señor no guarda la Ciudad, en vano vela la Guardia"(Sal 127, 1).

   "...Y nuestras fuerzas se consumirán en vano, porque vuestra tierra no dará su producto y los árboles de la tierra no darán su fruto"(Lev. 26, 20).

San Juan de la Cruz
          "A la tarde te examinarán en el amor, aprende a amar como Dios quiere ser amado, y deja tu condición" (Dichos 64).



San Juan María Vianney, el cura de Ars. 

        “Te amo, oh mi Dios, y mi solo deseo es amarte hasta el último respiro de mi vida. Te amo, oh Dios infinitamente amable, y prefiero morir amándote antes que vivir un solo instante sin amarte. Te amo, Señor, y la única gracia que te pido es aquella de amarte eternamente. Dios mío, si mi lengua no pudiera decir que te amo en cada instante, quiero que mi corazón te lo repita tantas veces cuantas respiro. Te amo, oh mi Dios Salvador, porque has sido crucificado por mí, y me tienes acá crucificado por Ti, Dios mío, dame la gracia de morir amándote y sabiendo que te amo. Amén. 

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Inmediatamente después de la muerte tiene lugar el juicio particular en el cual la sentencia divina decide la suerte eterna de cada hombre. 


Apocalipsis 20:15; 21:8 

"Y todo el que no fue hallado escrito en el libro de la vida fue arrojado en el estanque de fuego. Pero los cobardes, los infieles, los abominables, los homicidas, los fornicadores, los hechiceros, los idólatras y todos los embusteros tendrán su parte en el estanque, que arde con fuego y azufre, que es la segunda muerte”.

        Esto refleja de una manera clara e indiscutible, lo que para mí es la terrible y profunda crisis que atraviesa la Iglesia, y que siempre he denunciado con contundencia en este Blog: la predicación del dios "caramelo" y de una doctrina descafeinada, donde ya no se predica nunca sobre los Novísimos, y sobre todo no solo no se quiere hablar ni del infierno ni del demonio, pero incluso se llega a negar su existencia, que es el mayor logro de Satanás. 
            El olvido de la catequesis sobre el infierno y el demonio, es de muchos pastores, la negación, de esas verdades DOGMÁTICAS, como lo explica tan bien este libro, es de los que se atreven abiertamente a negar y a no predicar la existencia del demonio, del infierno, de su eternidad, estos individuos entre los cuales además de sacerdotes, hay obispos y hasta cardenales, como lo relata el celebre exorcista Gabriele Amorth, en su entrevista con un Cardenal vaticano, son HEREJES Y APÓSTATAS, ya que niegan un DOGMA de la Iglesia Católica, están pues sin duda alguna en pecado mortal, y por eso se puede afirmar que si no se arrepienten, y mueren con ese convencimiento, serán réprobos para toda la eternidad.
          La mejor y más sencilla de la demostración de estos hechos, la encontramos en las palabras de Jesús cuando le dijo a Nicodemo: 
          "Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Dios no envío a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo por medio de Él. El que cree en Él no será condenado; por el contrario, el que no cree en Él ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios.

      El motivo de esta condena, está en que la Luz vino al mundo y los hombres prefirieron las tinieblas a la Luz, porque hacían el mal. Todo el que obra el mal detesta la Luz y la rehuye por miedo a que su conducta quede al descubierto. Sin embargo, aquel que actúa conforme a la Verdad, se acerca a la Luz, para que se vea que todo lo que él hace está inspirado por Dios" (Jn 3, 16-21)



sábado, 12 de diciembre de 2020

TERRIBLES PALABRAS DE JESÚS DIRIGIDAS A LOS IMPÍOS QUE SE HAN OLVIDADO DE DIOS Y DE SU PRÓJIMO



En el día del Juicio Jesús escudriñará a Jerusalén
con "LÁMPARAS ENCENDIDAS"


Dios es perfecto, y quiere de nosotros la perfección que Él mismo nos enseñó, con su Doctrina y sobre todo con su ejemplo, y a través de sus santos, que aún pecadores, supieron corregirse y alcanzar la perfección con la Gracia de Dios. Hace poco, vino a verme un amigo que se hizo protestante y me dijo: "Yo no me dejo guiar por un hombre porque es pecador, y le contesté: los pecadores arrepentidos fuimos perdonados por la Sangre de Cristo y lavados por el Agua que salió de su sagrado Corazón, y además tenemos nuestra alma alimentada por el cuerpo y la Sangre de Jesús, que son los que nutren el alma para hacerla apta para renacer a la Vida eterna. 

Dice San Juan de la Cruz, que en el día del Juicio, Dios pedirá cuenta de hasta las palabras vanas que hemos pronunciado, y que a los pocos que hayan tenido trato directo con Él, les reprochará esos defectos que tenían, y que Él mismo no se los advirtió, porque tenían conocimientos perfectos de ellos, gracias a su conciencia y a las escrituras y de su doctrina. Dios no quiere en su Santo Reino, almas con defectos como envidias, desobediencia, rencores, pereza o con algún resto de soberbia.
Es por eso que Jesús dijo de San Juan Bautista que era el más grande de los hijos nacidos de mujer, (ya que en la visitación de María a su prima Isabel, saltó de alegría en el vientre de su madre, al borrarse el pecado original), y que el más pequeño en el Reino de los Cielos era más grande que él. 
Esto demuestra que todos los bienaventurados en el Reino de Dios, han entrado completamente purificados en la Tierra o en el Purgatorio.




De los Cuadernos de María Valtorta
 (12-11-1.943)

Isaías 4, 2-6.
Dice Jesús:

“Cuando llegue el momento de mi Reino pacífico – y llegará porque lo he prometido y Yo no falto a mis promesas – todos los buenos que están en la Tierra vendrán a Mí, será el periodo del que te hablé, el periodo en que el espíritu habrá alcanzado esa evolución por la que espontáneamente os separaréis en dos partes. Los que vivan fuera del espíritu yacerán en sus tinieblas a la espera de ser tropa para el Príncipe del mal. Los vivientes en el espíritu vendrán al séquito del Hijo santo de Dios, del Retoño del Señor, amado y bendecido por los hombres en gracia, que entonces comprenderán cuál sea mi Gloria y la suya de hijos de Dios.

PALABRAS PARA LOS HIJOS DE DIOS

Reuniré a mis santos, porque es santo quien me ama y sigue obediente y fiel. Los reuniré desde los cuatro rincones de la Tierra, y por su amor perdonaré las iniquidades de los hombres. La bondad de los santos apagará el rigor de la Justicia, mi amor y la de los santos apagará el fuego de la Tierra. La Tierra será como un gran altar, pacificada consigo misma y con Dios, y sobre este altar, el Maestro instruirá a los hombres en el conocimiento exacto de la Verdad, para que los buenos no vacilen cuando satanás furioso, al ver a Cristo adorado por la humanidad, se desate para su última batalla.

Lucha de espíritu contra espíritu, Satanás opondrá a mi Reino espiritual y a mi instrucción, su satánica guerra a los espíritus para extraviar a quien más pueda, los más débiles, y sacará de sus reservas, de sus fortalezas, donde están los que han permanecido fieles a la Bestia aún después de la derrota de la Bestia y de su ministro, a los agentes de seducción para destruir por última vez la obra de Dios, cuya destrucción inició al pié del árbol del Bien y del Mal.

La época satánica, será tres veces más feroz que la época anticristiana. Pero será breve porque para los vivientes de esta hora rezará toda la Iglesia triunfante entre las luces del Cielo, rezará la Iglesia purgante entre las llamas purificadoras del amor, rezará la Iglesia militante con la sangre de los últimos mártires.
Se salvarán quienes, mientras que las tinieblas y el ardor, las tempestades y los fulgores de Satanás trastornen el mundo, sepan estar a la sombra del tabernáculo de donde sale toda fuerza, porque Yo soy la Fuerza de los vivientes, y quien se alimenta de Mí con fe y amor se hace uno con mi Fuerza. Y los que se salven serán pocos, porque tras siglos y siglos de mi amor hacia el hombre, el hombre no ha aprendido a amar.

Pero nadie podrá acusarme de perderse. ¿Qué más podría hacer por vosotros, ¡Oh hijos de Dios, que habéis preferido ir lejos de la casa del Padre, y a veces vender vuestro linaje divino al enemigo de Dios? No digáis que Yo, poderoso, podía impedir que el Mal os acechase y podía haceros buenos con mi autoridad. Entonces, hubierais tenido menos mérito que el tallito de hierba que el pie pisa sin sentirlo, porque la hierba nace con semilla obedeciendo el decreto de Dios. Nace y crece por sí misma. Y recibe una mínima parte de cuidados del Altísimo en relación con los que vosotros recibís, El tallo recibe de Dios sol, rocío y un terrón de tierra. Vosotros tenéis la inteligencia para guiaros, tenéis la Gracia para iluminaros. La Ley para conduciros, a Mí por Maestro, mi Sangre por Salvación.

Os he dado todo y vosotros me habéis dado tan poco, ¡cada vez menos! Os he cuidado con paciencia de Dios y os habéis sublevado contra Mí. Incluso los menos culpables fueron siempre indolentes. Siempre habéis temido hacer demasiado por vuestro Dios,  que lo ha hecho todo por vosotros.
Por esto os vienen los castigos. Son aún llamadas de Amor para convenceros que existe Dios, y que los otros dioses que servís en la finalidad que a Mí me negáis, solo pueden daros engañosas promesas y mal seguro. De castigo en castigo, aumentando en la medida en que vosotros aumentáis la idolatría y la fornicación, llego a los grandes castigos, y este es uno de ésos en que no ya una hilera de mi viña, sino toda la viña está abierta e invadida, devastada y revuelta por aquel que servís y que Yo dejo que os persuada con sus dones de muerte.

Por eso os digo: “Venid a Mí, llamad a Dios con verdad de pensamiento y de corazón, y Dios se asomará al horizonte ensangrentado y Satanás torturador huirá dejándoos libres.

PALABRAS PARA LOS HIJOS DE LAS TINIEBLAS

Pero no llamáis a Dios. Os basta con pensar hacer del mal común un bien propio: aumentar vuestras riquezas, arrebatar poderes cada vez más altos, gozar y gozar. No os cuidáis de quienes – los mejores – sufren. De Dios, menos aún. Al contrario, os alzáis con desafío. Osando llamarle, oh blasfemadores, para ratificar vuestros actos y pensamientos satánicos. Lo desafiáis para que se muestre porque decís: “Dios no existe. Dios somos nosotros”. Sobre vuestra lengua maldita y vuestra alma vendida, ya Satanás acumula las brasas infernales y Yo las enciendo con mi furor.

Os maldigo desde ahora, serpientes con aspecto de hombre, y si recibís los anatemas de mis santos y las imprecaciones de mis buenos, como si fuera pluma de pájaro que si os cae encima no hace daño – porque poseéis un corazón de granito -, mi maldición penetrará para atormentaros  porque Yo soy quien abre los valles, quiebra los montes, separo los mares, sacudo la Tierra con el deseo de mi pensamiento, y puedo penetrar en el pedernal de vuestro corazón y hacerlo añicos como si fuera una frágil bola de cristal.

Profanadores, mentirosos, inicuos, malditos seáis por todo el mal que hacéis, por todas las almas que me arrojáis en la desesperación de la bondad de Dios, que me corrompéis con vuestros ejemplos y que me robáis dañándolas de todas las maneras. Pero no teméis. Del mismo modo que seré justo y piadoso hacia los débiles que con vuestra fuerza habéis doblegado al mal, así seré justo e inexorable con vosotros.

Ya, desde la Tierra, vuestro poder, vuestras riquezas robadas, destiladas por el dolor de miles de hombres, se esfumarán de vuestras manos como el humo de la paja que se quema, porque está demasiado sucia para conservarla. No habrá defensa que valga contra vosotros  que habéis pasado la medida.
Quien tenga oídos para entender, que entienda. No se extiende la mano sucia sobre el candor del santo que habla en nombre del santo de los Santos y en contra del Santuario más elegido que el templo de Jerusalén, porque sus cimientos fueron bautizados, aún antes de ser iniciados, por la sangre de mis héroes, y sus piedras han tenido por rocío el purpúreo baño de infinitos mártires. Allí está el lecho donde descansa, en espera de resurgir al lado de su Maestro, la carne de mi Piedra elegida.

Y Yo os juro que ese lugar es mucho más santo de cuanto lo fuera el Templo de Salomón, y a los profanadores de ese lugar, que ya es Paraíso – entended vosotros el por qué – sucederá lo que sucedió a todos cuantos desafiaron la Gloria del Señor”.








miércoles, 9 de diciembre de 2020

DIOS DA EL DON DE LA FE, A LOS QUE TIENEN EL CORAZÓN PREPARADO PARA RECIBIRLO

La ofrenda de Abel y de Cain


Es a la luz de la Santa Fe, que podemos encontrarle un sentido al mundo en que vivimos: ¿para que hemos nacido?, ¿qué sentido tiene el sufrimiento? ¿qué hay más allá de la muerte? Pero la Fe es un don de Dios, y podemos preguntarnos: ¿Por qué Dios se la da a algunos y a otros no?, ¿cual es ese misterio de la predestinación?
Esta pregunta que se han hecho tantos creyentes en el transcurso de su vida es de una complejidad tal que quedará sin respuesta hasta el final de los tiempos, cuando si Dios lo quiere, estemos en su Santo Reino, y es tan compleja, como lo es para los científicos, querer explicar la creación del Universo, sin mencionar para nada a Dios, por eso a la predestinación, se le llama misterio.

Naturalmente, los enemigos de Dios al ver por ejemplo, como Dios aceptaba la ofrenda de Abel, y no le era agradable la de Caín, claman contra la injusticia de Dios, ignorando que Dios ve el corazón de los hombres, es decir que el Supremo Creador del universo, es juzgado y criticado por unos individuos, que le deben a Dios, hasta el aire que respiran, la mente con la cual razonan y la lengua con la que hablan.

Sin embargo, por analogía con el amor humano, ya que Dios es amor, y fue el creador de ese amor humano creo que se puede vislumbrar alguna luz.

¿Por qué una persona se enamora de otra? La respuesta del enamorado es siempre la misma: porque me gusta y soy feliz a su lado, porque tiene muchas cosas en común conmigo, por lo menos eso cree, ya que el amor humano, mientras no se apaga, ciega e impide ver los defectos del otro, e iguala la persona amada con su pareja. En realidad, reconociendo que el amor de Dios y el de las criaturas (amor de pareja me refiero), son amores muy distintos, sobre todo porque en el amor de las personas hay siempre en más o menos cuantía, algo de egoísmo, lo que no es el caso del amor de Dios, en realidad digo existe cierta analogía.

Para el asunto de la fe, creo que ocurre algo parecido, Dios ve en ciertas personas, aún imperfectas ciertos rasgos de humildad, de bondad, de generosidad, que hacen que esta persona le sea más agradable que otra y por eso le infunde ese maravilloso don, que da sus frutos si esa persona corresponde, y espera, ya que su ojo lo ve todo, hasta el más mínimo detalle, para que otra persona tenga esos mismos rasgos para infundirle a ellas también ese maravilloso don.

Pero ¿Cuales son esos rasgos en los cuales más se fija Dios? Sin duda alguna, el rasgo que prefiere Dios es la humildad que es la fuente de todas las demás virtudes, Dios se sentirá siempre atraído por la humildad, y es difícil que una persona que sea verdaderamente humilde no tenga el amor de Dios y si es cristiano le comunique el don de la fe, y si es pagano la gracia necesaria para su Salvación.

Por el contrario el orgullo, fuente de todos los vicios es el defecto que más desagrada a Dios, y eso lo vimos en su vida, en sus numerosos encuentros con los Fariseos, los Doctores de la Ley, que hoy son los que quieren saber más de lo que enseña la Iglesia de Jesús, que critican sus enseñanzas tradicionales y que quieren que se adapten a sus gustos y a su manera de pensar, son los herejes, discípulos de Satanás que siempre han existido y existirán hasta el final de los tiempos.

El manso y humilde Jesús, no titubeó en llamar a ese tipo de gente “Sepulcros blanqueados, llenos de podredumbre por dentro y por fuera limpios y aseados”, también les llamó “hijos de Satanás” cuando se jactaban de ser de la estirpe de Israel, como así aparece en el Evangelio.

La humildad y el orgullo, se presenta hoy día bajo formas múltiples, y hay que ser muy espiritual para no confundir a veces el uno con el otro, ya que Satán, el eterno y astuto enemigo de Dios sabe muy bien ocultar el orgullo con apariencias de humildad, y sobre todo de bondad y de misericordia, es el lobo disfrazado de oveja.

Satán sigue tentando como lo hizo con Jesús en el desierto: Quiere que nuestro pan, es decir nuestro deseo sea solo para las cosas materiales, en esa tentación han caído hoy día una infinidad cada vez mayor de personas, ya conocemos las palabras de Jesús: “No solo de pan vive el hombre pero también de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

Satán nos enseña también la gloria de este mundo y nos dice: "si te prosternas ante mí, te daré todos estos Reinos porque son míos, y yo se los doy a quien quiero". ¡Hoy día, cuantos se prosternan ante Satanás para obtener riquezas! Son los “chaqueteros”, que para obtener cargos importantes en la Sociedad, se prosternan ante los políticos de turno adorándoles, es decir comulgando con todas sus actuaciones, incluso las que van en contra de la ley natural y la ley divina, sirviendo vilmente todos sus mandamientos y recomendaciones, a pesar de la Voz de Dios que clama siempre en su conciencia y que ellos quieren apagar, pero no pueden, son los eternos enemigos de Dios y de sus discípulos, a los cuales les tienen un odio irrefrenable y que no pueden disimular.

Satán el astuto, tiene también hoy día otra forma de actuar, y ahí han caído no solo fieles, pero también muchos pastores y Jerarquía, y todo por no haber querido seguir con su deber de obediencia hacia los mandamientos de Dios, transmitidos por las enseñanzas de los Santos Padres y la Tradición.

Todos somos hijos de Dios, como me dijo en una ocasión cierto Prelado, Dios no puede mandar al Infierno a un hijo suyo, y me pregunto ¿Cómo le han dado a ese personaje el "permiso de conducir?", como puede permitir la Iglesia que existan pastores con esas ideas? ¿Como pueden existir Obispos como Milingo que se casó por el rito de la siniestra secta Moon con una coreana? Comprendo que la gente se puede desviar pero ¿Como es posible que pueda ser hasta ese extremo?

¿Porque se nombran Obispos y Sacerdotes tan poco preparados? Estos tienen una responsabilidad mucho mayor que la de los más famosos profesionales, ya que se trata del negocio de la Salvación de las almas, negocio que algunos ni creen en él, como lo hemos visto más arriba. ¿Por qué Roma no los examina y los escudriña con rigor, por qué no los controla en el transcurso de su apostolado, para ver si se han desviado de la doctrina y en ese caso, apartarlos de su Sede, como así se hace en la enseñanza, en donde se manda inspectores que asisten a las clases para ver como ejercen su profesión los profesores?

No se trata de restablecer la Inquisición, pero sí de restablecer el orden, me argumentarán que entonces la Iglesia se quedaría casi vacía, eso es lo que he leído que dijo el Papa Benedicto XVI, cuando era Cardenal, quejándose de la situación de la Iglesia: había dicho algo así como “Quizá sería conveniente que en la iglesia permanezcan solo unos pocos ante la desastrosa situación actual”.

Unos pocos, que siendo auténticamente hijos de Dios y seguidores de Jesús, serían el fermento y la levadura que podría restablecer la situación, barriendo de la escena religiosa toda la jauría de sacerdotes y religiosos renegados, de “teólogos de la liberación”, de progresistas, que aparecen tan a menudo en la prensa anticatólica y que son las huestes de Satán que están intentando en vano derribar a la Iglesia, y digo en vano, porque la verdadera Iglesia de Jesús es invencible, aunque pueda entrar en crisis.

Otro logro de Satán es hacer creer en el Relativismo y el Bonismo: ya nada es pecado, todo es fruto de una infancia desgraciada, y de una situación que obliga a la gente a llegar a extremos de irregularidades, que ya por eso no son pecado, además no existe ni el Purgatorio ni el Infierno, que han sido un invento de la Iglesia para atemorizar y así poder dominar a la gente.

Se puede uno meter en ocasiones de peligro, ya que Dios es tan bueno que no ocurrirá nada, como así lo dicen los famosos “quietistas”, esa es la segunda tentación de Jesús; “Tírate del alero del Templo porque está escrito: Dios mandará a sus ángeles para que tu pie no tropiece con la piedra”. A lo cual Jesús respondió con palabras que quieren decir: “No me puedo poner en situación de peligro porqué eso sería tentar a Dios” (No tentarás al Señor tu Dios).


¡Gloria al Padre; al Hijo y al Espíritu Santo!
¡Gloria a María Santísima la Madre de Dios!
¡Gloria a San José, su castísimo Esposo!