MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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viernes, 19 de julio de 2024

ÚNICAMENTE LA CARIDAD RESUCITA A LOS MUERTOS PORQUE SIN CARIDAD ESTAMOS MUERTOS. LA CARIDAD HECHA CARNE HA VENIDO A ENSEÑAR EL AMOR COMO SALUD.

EL HOMBRE TIENE QUE ESCOGER ENTRE EL AMOR Y EL ODIO
Bella imagen del ángel tenebroso, teniendo en sus manos un dragón,
que es el odio; y el ángel de Dios, teniendo en su mano
 una preciosa ave, que es el Amor



         Este discurso del Ángel Azarías, ángel de la guardia de María Valtorta, es para mí - aparte de la Biblia, y sobre todo de las Palabras de Jesús en el Evangelio, con las Epístolas de los Apóstoles -, el más sublime de los que se han pronunciado, y que han sido oídos por un ser humano. Estas palabras son una verdad que "muerde" a toda la retahíla de progresistas que predican insistentemente la Doctrina "descafeínada" de los teólogos progresistas tipo Hans Kung, Massiá, Queiruga y tantos otros que son los abanderados de la teología de la secularización, del relativismo, y del inmovilismo con sus discursos anestesistas: "Dios te quiere como eres, hagas lo que hagas, Dios siempre te querrá, ¡hay que estar a gusto con sus pecados!".

          El Ángel explica claramente que cuando se odia, se corta como con un cuchillo la unión con Dios, y el alma muere y se vuelve putrefacta, solo el arrepentimiento profundo y sincero opera el Milagro de Dios, que resucita el alma, hecho que solo es posible en esta Tierra cuando el trigo aún no ha madurado y está mezclado con la cizaña sembrada por Satanás, como lo dice el Evangelio.

    Y quiero aquí añadir unas observaciones personal: el mono dicen que comparte el 99% de los genes del ser humano, pero el mono que es un cuadrumano, está declarado en la Biblia como animal impuro, y al no tener alma, es un ser virtual es decir un espejismo, porque para Dios que es eterno, lo importante es solo lo que es también eterno, ya que está escrito que Dios hizo el hombre a su imagen y semejanza, naturalmente la mayoría de los antropólogos obcecados y soberbios, que siendo finitos quieren explicar la Creación que es infinita, consideran el mono como un ser humano y algunos están empeñados en clasificarlos en esa categoría. 

           El alma humana puede morir por el pecado que siempre es odio, pero en este mundo gracias a la Comunión de los Santos, gracias a las oraciones de los hermanos, puede lograr en esa alma abrir un resquicio para que penetre en ella la Luz divina, y lograr el arrepentimiento que es la sublimidad del amor, en ese caso Dios puede resucitar al alma muerta y devolverle la Vida, hecho que será imposible a la muerte de la persona, porque la mies estando segada no puede volver a crecer, y el trigo irá en los graneros de Dios y la cizaña al fuego eterno, como así lo explica Jesús.


PALABRAS DEL ÁNGEL AZARÍAS A MARÍA VALTORTA (23-6-1.946)


           [...] El temor de Dios preserva de las culpas y dota de vista segura al espíritu del hombre, y el espíritu que "ve" no puede dejar de creer en Dios y en sus Palabras y, de esta suerte salvarse de la muerte espiritual. Juan, el Precursor, predicaba el temor de Dios para descombrar los caminos al Cristo que venía a salvar a su pueblo. Jesús, el Salvador, predicó el amor por los caminos de la Salvación.

             El temor precede siempre al amor; y diré así, la incubación del amor es la metamorfosis del sentimiento en un grado más elevado. El temor es todavía del hombre mientras que el amor es ya del espíritu. El hombre que teme a Dios se halla, a no dudar en el buen camino siempre que su temor a Dios sea justo, es decir, que no sea un ignorante e irracional miedo de Dios, más con todo, es siempre un camino trillado por quien no han desplegado las alas para volar a un desconocimiento más alto de lo que es Dios, esto es: Misericordia y Amor. El hombre que teme sigue sintiéndose el castigado por la culpa antigua y las suyas actuales. En cambio el hombre que ama, se siente el "perdonado" por los méritos de Cristo y revestido con ellos, de modo que el Padre ya no lo ve como súbdito, sino como hijo. El temor es bueno para tener sofrenada con las riendas a la materia; más el Amor es óptimo para dotar de calor de santidad al espíritu.

       Con solo el temor, el culpable se arrepiente; más su arrepentimiento es todavía mudo y oscuro al estar sofocado, cual llama bajo el celemín, por el temor al Dios Juez. El culpable que al temor añade el Amor, suspira y su alma se encuentra ya en una luz que le ayuda a hablar al Padre y a ver su estado espiritual porque, no ya las culpas graves, pero también las veniales e imperfecciones se le presentan cual pobre capa de hierba bajo árboles altísimos y, a su vista, puede, no solo talar los árboles, más también arrancar los brotes, limpiando así el terreno para sembrar en él las virtudes gratas a Dios.

               Por tanto el culpable cuya fortaleza estriba en el amor, no solo posee el arrepentimiento perfecto - porque se arrepiente, no ya por temor al castigo, pero por la pena de haber causado pena a su Dios amado - sino que en el mismo amor tiene su absolución primera. Y en verdad, pocas veces aquel que ama con todo lo que esto es, llega a las culpas mortales. Solo un asalto imprevisto y feroz de Satanás y de la carne podrán abatirle momentáneamente. Más en general, el amor preserva de caer y cuanto más fuerte es, tanto más débil será el pecar, lo mismo en número que en gravedad, hasta ir menguando el pecado, quedan solo imperfecciones apenas aparentes en aquellos que alcanzaron el perfecto amor, es decir la Santidad.

               El Apóstol Juan, el bendito y amoroso Juan, os da en la Epístola la medida de lo que puede la caridad y las cumbres que alcanza. Y, en contraposición, os hace ver el abismo en que se precipita quien no tiene la caridad:

"Nosotros sabemos haber sido transportados de la muerte a la Vida porque amamos a los hermanos"-

                ¡De la muerte a la Vida! María, ¡que frase tan lapidaria!  El hombre, si no ama, ha muerto, es un muerto. Y si ama, el hombre, tras haber sido muerto, resucita y adquiere la Vida. ¿Cómo puede ser? ¡Esto es un verdadero milagro! Los pobres, los verdaderos pobres del mundo, es decir aquellos que no conocen a Dios, no pueden asimilar esa verdad y se ríen de ella, como palabras de locos. Más el que cree, el que realmente cree la comprende perfectamente.

              Dios es caridad, por eso el que ama está en Dios ¿Quién es el que da y devuelve la vida? Dios. Sea que traiga al hombre del barro y lo vivifique con el aliento divino espirando sobre la forma de creta, sea que coopere a la formación de los hombres creando un alma para el embrión animal que fue concebido en un seno, el alma: la vida del hombre que no es un bruto y que, sin esta vida de su existencia, no estaría ni materialmente vivo porque a él para estarlo, no le basta tener como los animales, la respiración en las narices sino que debe poseer esta alhaja espiritual, esta vena espiritual que le mantiene unido al Seno Santísimo de su Creador y nutrido por el que es Espíritu, Luz, Sabiduría y Amor. Y sea por fin a aquel que entregó su alma, el que la vuelva a infundir resucitándolo, es siempre el "Quiero" Divino el que hace vivir a la criatura.

Mas la criatura  tiene una vida en su vida: su alma, y esta que, al ser inmortal, no muere por la muerte física, puede muy bien morir si, como antes he dicho, se separa del seno de su Señor. El odio, cualquiera que sea su forma y testimonio, es el cuchillo que corta la ligadura que une el Señor con el alma, una vez separada del Señor, muere. 

Por eso únicamente la caridad es la que de los muertos hace vivos. Porque sin Caridad estáis muertos. Y muertos estaban muchos, y más antes que la Caridad hecha Carne viniera a enseñar el Amor como Salud.

        Por eso puede muy bien decir el Apóstol Juan, que los verdaderos cristianos han sido trasladados de la muerte a la Vida por la Caridad que tiene su mandamiento de amar a los hermanos hasta el holocausto, dando así el ejemplo del Amor perfecto. El mandamiento del Amor, que los buenos acogen, es como el soplo de Vida inspirado al barro para hacer de él a Adán, o el Fiat que se repite en cada infusión del alma en un germen de hombre y, sobre todo, como el grito del Resucitador: "¡Yo te lo digo: levántate!" y el "¡Lázaro, ven afuera!" a los resucitados de Palestina.

              Dios, que vuelve a entrar con el Amor, devuelve la Vida a los muertos mediante el Amor. Más el que no ama continúa en la muerte, esto es en el pecado, porque el pecado en todas sus formas es odio. El hijo que no respeta a sus padres y los oprime con exigencias y egoísmos, el que daña a su prójimo con la violencia, el hurto, la calumnia y el adulterio es un homicida. Lo es igualmente al que hace morir de vergüenza o de dolor, lo mismo que quien lleva las almas a la desesperación con actos que le arrebatan la paz, la fe, el honor, la estima y el medio de trabajar, de vivir y de procurar la vida a sus familiares, como también el que con su ferocidad sanguinaria o sutiles persecuciones morales lleva a hacer desesperar de Dios y a morir odiándole, son homicidas de sus hermanos y es como si tratasen de matar a Dios en una nueva crucifixión, porque Dios está en vuestros hermanos y vuestros hermanos en Dios del que son hijos, y el homicida de sus hermanos, aquel que, material, moral o espiritualmente odia a sus hermanos, no hiere tan solo a estos sino que, a través de ellos, hiere también a Dios y, como todos los deicidas, está muerto. 

               En el Reino de Dios, no entran los muertos. El Reino de Dios se inicia en el espíritu del hombre sobre la Tierra mediante la unión de Dios y se completa en el Cielo con su plena posesión. Aquí en la Tierra, Dios en vosotros; y en el Cielo vosotros en Dios. Más Dios no entra en la putrefacción de muerte y la putrefacción de muerte no entra en el Cielo.

 En la Jerusalén Eterna, como no habrá Templos "Porque su Templo es el Señor en el que todos estaremos"; como no habrá necesidad de sol ni de luna porque su esplendor es Dios y su luminaria el Cordero; como no habrá puertas por no ser necesarias para Ella, ni Tiniebla para odiarla; así tampoco habrá en ella nada impuro y corrompido, nada muerto sino que tan solo estarán quienes hayan escrito sus nombres en el libro de la Vida, o sea en la Caridad que es la Vida. "En eso conocemos la Caridad de Dios: en que dio su Vida por nosotros".

               

               

domingo, 14 de julio de 2024

ALEGORÍA DE LA VEJEZ. BELLÍSIMA ANTIGUA IMAGEN FRANCESA DE UN RETIRO ESPIRITUAL, CON ORACIÓN DE SAN AGUSTÍN

Temed a Dios para no retroceder, para avanzar,
amadlo (S. Agustín)



INTERPRETACIÓN MÍSTICA DE LA ALEGORÍA
 DE LA VEJEZ (Sirac 11, 9-10. 12, 1-8)


Alégrate, muchacho, mientras eres joven, y que tu corazón sea feliz en tus años juveniles. Sigue los impulsos de tu corazón y lo que es un incentivo para tus ojos; pero ten presente que por todo eso Dios te llamará a juicio.

Es el momento de seguir los impulsos que te incitan a conocer y aprender, para que puedas adquirir experiencia en la lucha que tendrás que mantener para lograr tu subsistencia, mundo lleno de oportunistas, que está plagado de mentiras, y de gente que siempre se aprovecha y abusa de los indefensos. Se trata de disfrutar decentemente de la vida, siguiendo las Leyes de Dios. Pero existe siempre una limitación al disfrute de los deseos, por eso dice el libro de Sirac de tener cuidado, porque Dios, que aborrece el pecado, pedirá cuenta de todos tus actos.

Aparta de tu corazón la tristeza y aleja de tu carne el dolor, porque la juventud y la aurora de la vida pasan fugazmente.

Consejos muy acertados: la Juventud es para vivirla con alegría, ya que un joven triste será toda su vida un amargado, Por eso no solo en los humanos y también en los animales, el Creador ha puesto el poderoso instinto que los empuja al Juego, que es como “cargar las baterías” de la vida para así poder afrontar todas las dificultades venideras.

Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días penosos y vengan los años en los que dirás: "No encuentro en ellos ningún placer"; antes que se oscurezcan el sol y la luz, la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes cargadas de lluvia.

La juventud es como una primavera, donde todo sonríe, esto lo vemos en la alegría de los niños, que siempre están felices, pero luego vendrá el verano y el otoño de la vida, donde los cinco sentidos corporales, que comunican al alma los sentimientos, empezarán a “desgastarse”, haciendo perder al hombre sus facultades, perdiendo poco a poco la intensidad del sentido del gusto, de la vista, del oído y del olfato, y debilitando sus fuerzas, lo que se traduce en las nubes cargadas de lluvia, preludio del Invierno, que es el final de la existencia humana.

En aquel día temblarán los guardianes de la casa y se encorvarán los hombres vigorosos; se detendrán las moledoras, que ya serán pocas, y se oscurecerán las que miran por las ventanas; se cerrarán las puertas de la calle, mientras declina el ruido del molino; cesará el canto de los pájaros y enmudecerán las que entonan canciones.

Los guardianes de la casa que son las tres potencias del alma, la memoria, el entendimiento y la voluntad, se debilitarán, eso es lo que le ocurrirá hasta los hombres más vigorosos, las moledoras que son los dientes, serán pocos, los ojos que son las que miran por las ventanas, perderán su acuidad visual, las puertas de la calle cerradas, son el impedimento de los ancianos para desenvolverse en este mundo; no se percibirán los sonidos que es el declinar el ruido de los molinos, ya no se oirán por eso el canto de los pájaros, ni se podrán oír las canciones.

Entonces se temerán las cuestas empinadas y los terrores acecharán por el camino. El almendro estará florecido, se pondrá pesada la langosta y la alcaparra perderá su eficacia. Porque el hombre se va a su morada eterna, mientras las plañideras rondan por la calle.

Las fuerzas que han declinado por la vejez, hacen temer subir por las cuestas empinadas, y causarán miedo para enfrentarse a cualquier imprevisto, ante la falta de las fuerzas, el pelo se volverá blanco, como un almendro en flor, los ruidos en los oídos, que son como el sonido de las cigarras, se oirán en los oídos que son las alcaparras. Es la vida humana que se apaga, con los sufrimientos y las molestias de la vejez, comparadas a plañideras que rondan la calle.

Sí, acuérdate de él antes que se corte la hebra de plata y se quiebre la ampolla de oro, antes que se haga pedazos el cántaro en la fuente y se rompa la cuerda del aljibe; antes que el polvo vuelva a la tierra, como lo que es, y el aliento vuelva a Dios, porque es él quien lo dio.

Es entonces cuando el hombre tiene que prepararse para el encuentro con Dios, antes que sobrevenga la muerte que es la hebra de plata que se corta por mandato de Dios, liberando el alma que está contenida en esa ampolla de oro, que al romperse, retorna a su Creador, cuando se haga pedazos el cántaro que es el cuerpo mortal, al romperse la cuerda del aljibe, que es la que la mantenía con vida.

¡Vanidad, pura vanidad!, dice Cohélet. ¡Nada más que vanidad!



miércoles, 10 de julio de 2024

EL AMOR A DIOS NOS ABRE LAS PUERTAS DEL CIELO, LOS QUE NO LO CONSIGUEN EN LA TIERRA TENDRÁN QUE APRENDER A AMARLO EN EL PURGATORIO.



Dios ha entregado su bien más preciado que es su Hijo
para evitarnos los horrores del Infierno a cambio.
Dios solo nos pide nuestro amor incondicional.



El famoso lema que dice que Amor con amor se paga se aplica para la relación espiritual entre el alma y su Creador. A Él le debemos todo lo que poseemos, nuestro cuerpo con sus 5 sentidos, nuestra comida, nuestro vestido y nuestro trabajo, solo por eso Dios merece nuestro más profundo agradecimiento,
Pero, al ser hijos de Adán, este nos trasmitió una enfermedad hereditaria, fruto del grave pecado de Soberbia que arraigó en su espíritu y en el de sus descendientes, pecado que es el causante de todos los sufrimientos de la humanidad, ya que deformó el espíritu de inocencia, impulsándole al egoísmo, al desprecio y al odio de su prójimo, que es lo que ocurrió con Caín que mató por envidia a su hermano Abel, fue el primer asesino de la Humanidad. 
Dios Todopoderoso y Misericordioso, sabiendo que este pecado de falta de amor, que se transformó en odio por el veneno de Satanás, imposibilitaba a las almas entrar en su Santo Reino, mandó a su Hijo como víctima expiatoria, para devolver al ser humano su dignidad perdida y hacerlo apto para ser un morador del Paraíso perdido. 
Por esa razón, como lo dice San Juan de la Cruz, además del agradecimiento que le debemos por habernos creado, le debemos también correspondencia con la sublimidad del Amor que es la Adoración y la entrega absoluta a sus mandamientos, ya que eramos esclavos de Satanás, y hemos sido redimidos por Él. Para entrar en los Cielos tenemos que recobrar la Inocencia perdida, que es una tarea harta difícil, por eso Dios da toda una vida para conseguirlo, los que no lo consiguen tendrán que aprender a amar en la escuela del Purgatorio.





DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(21 de Octubre de 1.943)


Dice Jesús:


"Vuelvo a reanudar el tema de las almas acogidas en el Purgatorio... He dicho que las almas purgantes solo sufren por amor y expían con amor. Estas son las razones de este modo de expiación.
Si vosotros, hombres inconscientes, consideráis atentamente mi Ley en sus consejos y mandamientos, veis que gira totalmente alrededor del Amor, a Dios y al prójimo. Es el primer mandamiento, Yo Dios, me impongo a vuestro amor reverencial con toda la solemnidad digna de mi Naturaleza respecto a vuestra nada: "Yo soy el Señor tu Dios".

Os olvidáis de ello demasiadas veces, hombres que os creéis dioses y, si no tuvierais en vosotros un espíritu vivificado por la Gracia, solo seríais polvo y podredumbre, alimañas que unís a la animalidad la astucia de la inteligencia poseída por la Bestia, que os hace cometer obras de animales, peor que de animales: de demonios.

Decíoslo  mañana y noche, a medio día y a media noche, cuando coméis, cuando bebéis, cuando vais a dormir, cuando os despertáis, cuando trabajáis, cuando descansáis, decíoslo cuando amáis, cuando contraéis amistades, cuando mandáis y cuando obedecéis, decíoslo siempre:  "Yo no soy Dios. La comida, la bebida, el sueño, no son Dios. El trabajo, el descanso, las ocupaciones. las obras de genio, no son Dios. La mujer, o peor las mujeres no son Dios. Las amistades no son Dios. Los superiores no son Dios. Uno solo es mi Señor que me ha dado esta vida para que con ella merezca la Vida eterna, que me ha dado vestidos, alimentos, moradas, que me ha dado el trabajo para que me gane la vida, la genialidad para que de muestra de ser rey de la Tierra, que me ha dado capacidad de amar y criaturas para amar "con santidad" y no con concupiscencia, que me ha dado el poder, la autoridad para que los convierta en medios de santidad y no de condenación.

Yo puedo hacerme semejante a Él porque Él lo ha dicho: "Dioses  soy", pero solo si vivo su Vida, esto es: su Ley, pero solo si vivo su Vida, esto es su Amor. Uno solo es Dios; Él, yo soy su hijo y súbdito, el heredero de su Reino. Pero si desierto y traiciono, si me creo un reino mío en el que quiero ser Dios humanamente, entonces pierdo el verdadero Reino y mi condición de hijo de Dios decae y se degrada al de hijo de Satanás, porque no se puede servir  a la vez el egoísmo  y el Amor, y quien sirve al primero sigue al enemigo de Dios y pierde el Amor,  o sea, pierde a Dios.

Quitad de vuestra mente y de vuestro corazón todos los falsos dioses que os habéis colocado, comenzando por el dios de barro que sois vosotros mismos cuando no vivís en Mí Acordáis de cuanto me debéis  por cuanto os he dado - y más os habría dado si no hubierais atado las manos a vuestro Dios con vuestra forma de vida - lo que os he dado para cada día y para la vida eterna.

 Para esta, Dios os ha dado a su Hijo, para que fuera inmolado como cordero sin mancha y lavase vuestras deudas con su Sangre, y no hiciera así como en los tiempos Mosaicos, recaer la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la cuarta generación de los pecadores, que son "quienes me odian" porque el pecado es ofensa a Dios y quien ofende odia.

No alcéis otros altares a dioses no verdaderos. Tened sólo y exclusivamente al Señor Dios vuestro, y no en altares de piedra, sino sobre el altar vivo de vuestro corazón. Servirle a Él y ofrecerle verdadero culto de Amor, de Amor, de Amor, hijos que no sabéis amar, que decís, decís, decís palabras de oración, solo palabras, pero que no hacéis del amor vuestra oración, la única que agrada a Dios.

Recordad que un verdadero latido de amor, que suba como una nube de incienso de las llamas de vuestro corazón enamorado de Mí, tiene para Mí un valor infinitas veces mayor que miles y miles de oraciones y ceremonias realizadas con el corazón tibio o frío. Atraed mi Misericordia con vuestro amor. ¡Si supierais que activa y grande es mi Misericordia hacia quien me ama! es una ola que pasa y lava cuanto constituye mancha en vosotros. Os da una estola cándida para entrar en la Ciudad santa del Cielo, en la que la Caridad del Cordero que se ha dejado inmolar por vosotros resplandece como el sol.

[...] El amor que no habéis sabido profesarme en la Tierra me lo tenéis que dar en el Purgatorio. Por eso os digo que el Purgatorio solo es sufrimiento de amor.
Durante toda la vida habéis amado poco a Dios en su Ley. Os habéis echado a la espalda la idea de Él, habéis vivido amando a todos y amado poco a Él. Es justo que, no habiendo merecido el Infierno y no habiendo merecido el Paraíso, os lo merezcáis ahora encendidos de caridad, ardiendo por cuanto habéis sido tibios en la Tierra. Es justo que suspiréis durante miles y miles de horas de expiación de amor, lo que no habéis suspirado  miles y miles de veces en la Tierra por Dios, finalidad suprema de las inteligencias creadas. A cada vez que habéis vuelto las espaldas al Amor, corresponden años y siglos de nostalgia amorosa. Años y siglos según la gravedad de vuestra culpa.

Estando ya seguros de Dios, conocedores de su suprema belleza por el fugaz encuentro del primer juicio, cuyo recuerdo tenéis con vosotros para haceros aún más viva el ansia de Amor, suspiráis por Él, lloráis su lejanía, os lamentáis y arrepentís de haber sido vosotros la causa de tal lejanía y os hacéis cada vez más permeables a ese fuego encendido de la caridad a ese supremo bien.
Cuando, por las oraciones de los vivientes que os aman, los méritos de Cristo son lanzados como esencia de ardor en el fuego santo del Purgatorio, la incandescencia de amor os penetra más fuerte y más adentro, y entre el resplandor de las llamas, cada vez se hace más lúcido en vosotros el recuerdo del Dios visto en aquel instante.

Así como en la vida de la Tierra cuanto más crece el amor, más sutil se hace el velo que cela al viviente de la Divinidad, del mismo modo en el segundo reino cuanto más crece la purificación, y por ello el amor, más cercano y visible se hace el rostro de Dios. Ya trasluce y sonríe entre el centelleo del santo fuego. Es como un sol que cada vez se acerca más, cuya luz y calor anulan cada vez más la luz y el calor del fuego purificante, hasta que, pasado del merecido y bendito tormento del fuego al conquistado y bienaventurado alivio de la posesión pasáis de llama a Llama, de luz a Luz, salís para ser luz y llama en Él, Sol eterno, como chispa absorbida por una hoguera y como un candelero arrojado en un incendio.

¡Oh! gozo de los gozos cuando os encontréis elevados a mi Gloria, pasados de ese reino de espera al Reino del Triunfo, ¡Oh, conocimiento perfecto del Perfecto Amor!

Ese conocimiento, María, es misterio que la mente puede conocer por voluntad de Dios, pero que no se puede describir con palabras humanas. Cree que merece la pena sufrir toda una vida para poseerla desde el momento de la muerte, Cree que no hay caridad mayor que  procurarla con las oraciones a quienes amaste en la Tierra y que ahora comienzan su purificación en el amor, a quienes en vida tantas y tantas veces cerraron las puertas del corazón. Ánimo, bendita a quien son desveladas las verdades escondidas. Actúa, obra y sube. Por ti misma y por quienes amas en el más allá. Deja consumar en el amor el estambre de tu vida. Vierte tu amor en el Purgatorio para abrir las puertas del Cielo a quienes amas. Serás bienaventurada si sabes amar hasta la incineración de cuanto es débil y pecó.

 Los Serafines salen al encuentro del espíritu purificado con la inmolación del amor y le enseñan el "Sanctus" eterno para cantar al pie de mi Trono".
                             






lunes, 24 de junio de 2024

UNO DE LOS MILAGROS MÁS PORTENTOSOS DE JESÚS: LA TEMPESTAD CALMADA


Imagen relacionada
Uno de los milagros más grandes de Jesús
La tempestad calmada




Este es uno de los milagros más extraordinarios y estremecedores de Jesús, que da testimonio de su Divinidad, porque solo Dios puede con su poder infinito mandar callar al viento para que enmudezca, y aplacar al mar enfurecido por la tormenta que iba a engullir la embarcación donde estaban Jesús con sus discípulos.

Este relato contiene una extraordinaria enseñanza: Jesús, aunque parezca dormido ante los peligros de la Vida, y las acechanzas de Satán, está perfectamente enterado de todos los acontecimientos, y solo espera nuestra llamada suplicante para defendernos del peligro, por grave y grave que sea. Como Dios, Jesús es invencible y puede hacer posible, para los que tienen fe en Él, los problemas que parecen insolubles.

 Y aquí me permito otra opinión personal: siempre me pregunté: ¿Por qué el hombre solo se acuerda de Dios cuando tiene necesidades?, cumpliendo así el famoso proverbio castellano, que dice: “Solo se acuerdan de santa Bárbara cuando truena”. ¿Por qué el hombre no se acuerda de Dios, cuando es feliz y dichoso, dándole constantes gracias por ser tan bueno, con él?

 Sobre todo ¿Por qué no se da constantemente gracias a Dios, en este mundo en donde se ve tanta desdicha, sabiendo que lo que se tiene en la tierra es un bien perecedero, que no tiene nada que ver con el Bien eterno, que solo se encuentra en el Santo Reino de Dios? A ese respecto, Adán y Eva eran en eso menos culpables, ya que antes del pecado, estaban en un mundo donde no existía aún el sufrimiento, debido a las desgracias, al hambre, a la injusticia y la muerte, y al ser inocentes no podían saber la terrible consecuencia de sus actos, creo que por eso merecieron un Redentor.

Al contrario de Lucifer y sus ángeles, eran seres mucho más inteligentes y por eso conocían las consecuencias del mal, pero al estar cegados por la Soberbia, cuyo fruto es el odio, y al querer ser semejantes a Dios, no merecieron  un posible Redentor.







PARA EL EVANGELIO COMO ME HA SIDO REVELADO
DE MARÍA VALTORTA


          Ahora que todos duermen les voy a expresar mi alegría. He “visto” el Evangelio de hoy.

          Tenga en cuenta que esta mañana, mientras lo leía, me he dicho a mí misma: “Este es un episodio evangélico que no veré nunca porque se presta poco a una visión”. Sin embargo, cuando menos me lo esperaba, ha venido a llenarme de alegría.

               Cuanto sigue es lo que he visto.
        Una barca de vela, ni demasiado grande ni demasiado pequeña, una barca de pesca en la que se pueden mover cómodamente cinco o seis personas, surca las aguas de un hermoso lago de color azul intenso.
           Jesús duerme en la popa. Va vestido de blanco, como de costumbre. Tiene la cabeza reclinada sobre el brazo izquierdo; debajo del brazo y la cabeza, ha colocado su manto azul-gris doblado varias veces. Está sentado, no echado, en el fondo de la barca; su cabeza apoya sobre esa porción de entablado que está en el extremo de la popa (no sé como la llaman los marineros). Duerme plácidamente. Se le ve cansado. Está sereno.

          Pedro guía el timón. Andrés se ocupa de las velas. Juan con otros dos que no conozco está poniendo en orden maromas y redes en el fondo de la barca, como si tuvieran ocasión de prepararse para la pesca (quizás nocturna). Yo diría que el día se encamina al atardecer, pues el sol desciende ya hacia occidente. Todos los discípulos se han subido las túnicas, de forma que, sujetas con el cinturón, están abolsadas a la altura de la cintura, para así estar más libres de movimientos y poder desplazarse mejor sobre la barca, salvando remos, cestas y redes, sin que las túnicas estorben; todos se han quitado el manto.

          Veo que el cielo se oscurece y el sol se esconde detrás de unos nubarrones de tormenta que han aparecido de improviso detrás del pináculo de una colina. El viento les empuja velozmente hacia el lago. Por el momento, el viento está alto y el barco se mantiene sereno; eso sí, adquiere una tonalidad más oscura y su superficie se frunce: no son todavía olas, pero empieza a agitarse el agua.

          Pedro y Andrés observan el cielo y el lago, y organizan las maniobras para acercarse a la orilla. Pero, he aquí que el viento se abate sobre el lago y en pocos minutos todo bulle y espuma. Olas que se embisten mutuamente, que chocan contra la barquilla, levantándola, bajándola, girándola en todas las direcciones, impidiendo las maniobras del timón, como el viento la de la vela, que ha de ser arriada.

          Jesús sigue durmiendo. No le despiertan ni los pasos, ni las azogadas voces de los discípulos, ni el silbar del viento; ni siquiera los latigazos de las olas contra los costados y la proa. Sus cabellos ondean al viento. Le alcanza alguna salpicadura del agua. Pero Él duerme. Juan saca de debajo de un entablado su manto y, desde la proa corre a la popa, y le tapa; le cubre con delicado amor.

          La tempestad se hace cada vez más amenazadora. El lago está tan negro, que parece que en él se haya derramado tinta; estriado por la espuma de las olas. La barca traga agua. El viento la va empujando cada vez más mar adentro. Los discípulos ya sudan haciendo las maniobras y achicando por la borda el agua vertida adentro por las olas. Pero no sirve de nada; se ven chapoteando ya en el agua, hasta la mitad de las piernas, y la barca se hace cada vez más pesada.
          Pedro pierde la calma y la paciencia. Deja a su hermano el timón, y bamboleándose, se llega a Jesús y le menea vigorosamente.
                     Jesús se despierta y levanta la cabeza.

Me permito aquí hacer un inciso, para explicar cómo se debe obrar ante una situación de gravísimo peligro: Primero es necesario arropar a Jesús, como lo ha hecho Juan, lo que significa darle amor, y adorarle más que nunca cuando hay peligro. Luego hay que pedir insistentemente con la oración y mucha humildad ayuda a Jesús, porque Él siempre responde, es lo que hace Pedro, cabeza de la Iglesia, meneando y despertando a Jesús que estaba aparentemente dormido.

            “¡Sálvanos, Maestro que perecemos!” grita Pedro (tiene que gritar para ser oído). Jesús mira a su discípulo fijamente, mira a los demás y luego al lago. “¿Tenéis fe en que os puedo salvar?”.

          “Rápido, Maestro” grita Pedro, mientras una verdadera montaña de agua originada en el centro del lago, se precipita contra la pequeña barca; tan alta y espantosa que parece una verdadera tromba de agua. Los discípulos, que la ven venir se arrodillan y se agarran dónde pueden y como pueden, convencidos que ha llegado el final.

          Jesús se alza. Está erguido sobre el entablado de la barca: figura blanca sobre el color lívido de la tempestad. Extiende los brazos sobre la enfurecida ola y dice al viento: “¡Detente y calla!”, y al agua: “¡Cálmate, lo quiero!”.

          Y la tromba se disuelve en espuma, que cae inocua: un último bramido que se transforma en susurro; y también el viento, transformándose en suspiro su último silbido. Sobre el lago pacificado vuelve el cielo despejado, la esperanza y la fe, al corazón de los discípulos.

          Es imposible describir con palabras la Majestad de Jesús: hay que verla par entenderla. Me deleito con ella en mi interior, pues todavía tengo su presencia, y pienso en cuán plácido era el sueño de Jesús y tan potente su imperio sobre el viento y las olas.

             Jesús dice luego:

          “No te voy a comentar el Evangelio en el sentido en que lo hacen todos. Voy a ilustrarte los preliminares del pasaje evangélico.
           ¿Por qué dormía Yo? ¿No sabía acaso que la borrasca estaba llegando? Sí, lo sabía. Yo solo lo sabía. Y entonces ¿Por qué dormía?

          Los apóstoles eran hombres, María; animados sí de buena voluntad, pero todavía muy “hombres”.  El hombre se cree siempre capaz de todo. Y si se da el caso de que realmente sea hábil, se envanece y se llena de apego por su “habilidad”.

          Pedro, Andrés, Santiago y Juan eran buenos pescadores y, por tanto, se creían insuperables en las maniobras marineras. Yo, para ellos, era un gran “rabí”, pero no valía nada como marinero. Por ello, me creían incapaz de ayudarles, y cuando subían a la barca para atravesar el Mar de Galilea, me rogaban que estuviera sentado porque no era capaz de nada más. También lo hacían por afecto, porque no querían darme trabajos físicos, si bien el apego a sus capacidades era el elemento más importante.

          María, Yo solo me manifiesto en casos excepcionales. Generalmente os dejo libres y espero. Aquel día, cansado como estaba y habiéndome solicitado que descansara, o sea que les dejase actuar a ellos – a ellos que tan duchos eran – me puse a dormir… y a constatar como el hombre “es hombre” y quiere actuar por sí solo, y no percibe que Dios solo quiere ayudarle. Veía en esos “sordos espirituales”, a todos los sordos y ciegos del espíritu que durante siglos y siglos acarrearían su propia ruina por querer “actuar por sí solos”, teniéndome a Mí, abierto a sus necesidades, en espera de su llamada pidiendo ayuda.

          Cuando Pedro gritó “¡Sálvanos!”, mi amargura se disipó como una piedra por su propio peso.

          Yo no soy “hombre”, soy el Dios-Hombre. No actúo como vosotros, que, cuando uno ha rechazado vuestro consejo o ayuda, y luego le veis en problemas, aunque no seáis tan malos que os alegréis de ello, si lo sois siempre en cuanto que os lo quedáis mirando desdeñosamente y con indiferencia – y no os conmovéis ante su grito que pide ayuda – con grave ademán que significa: “¿No me has aceptado cuando te quería ayudar? ¡Pues ahora arréglatelas solo!”. No, Yo soy Jesús, soy Salvador, y salvo, María, salvo siempre, en cuanto se me invoca.

           Más vosotros, bienquistos hombres, podríais objetar: “¿Y por qué permites que se formen tempestades en el individuo o en la colectividad?”.

          Si con mi poder destruyese el Mal (del tipo que fuera), acabaríais creyéndoos autores del Bien – que en realidad es un don Mío – y no os volveríais a acordar jamás de Mí, jamás.

           Tenéis necesidad, bienquistos hijos, del dolor para acordaros de que tenéis un padre, como el hijo pródigo, que se acordó de que lo tenía cuando pasó hambre. Las desventuras sirven para convenceros de vuestra nada, de vuestra insipiencia – causa de tantos errores – y de vuestra maldad – causa de tantos lutos y dolores -, de vuestras culpas - causa de castigo que vosotros mismos os proporcionáis – y de mi existencia, potencia y bondad.

        Eso es lo que os dice el evangelio de hoy, “vuestro” evangelio de la hora presente, pobres hijos míos. Llamadme. Jesús duerme sólo porque está angustiado de ver vuestro desamor hacia Él. Llamadme y acudiré”.

        

miércoles, 19 de junio de 2024

ATRAED MI MISERICORDIA CON VUESTRO AMOR, ¡SI SUPIERAIS. QUE ACTIVA Y GRANDE ES MI MISERICORDIA HACIA QUIEN ME AMA!

NO HAY MAYOR AMOR QUE DAR SU VIDA POR LOS DEMÁS


Dice Jesús a María Valtorta:

Recordad que un verdadero latido de amor, que suba como una nube de incienso de las llamas de vuestro corazón enamorado de Mí, tiene para Mí un valor infinitamente veces mayor que miles y miles de oraciones y de ceremonias realizadas con el corazón tibio o frío.



AMOR CON AMOR SE PAGA

Jesús nos amó con la mayor intensidad que se puede imaginar, una intensidad que no es humana, que solo puede realizar una persona con una naturaleza sobrenatural, es decir que solo es capaz de llevar a cabo el Hombre-Dios, Jesús el sublime Redentor, que estaba asistido en todo momento por el Espíritu Santo, que es la mayor fuerza espiritual que se puede concebir, ya que es el motor que sostiene y mueve el Universo visible e invisible.

Esa era la única posibilidad que existía para salvar a una Humanidad caída bajo el poder de Satanás, y lograr rescatarla del pecado de Adán y Eva, que habían transmitido sus genes espirituales de pecado a todos sus descendientes, como así ocurre con una enfermedad hereditaria. Y si fue Satanás el Príncipe negro, movido por la envidia, cuyo fruto es el odio, lo que había logrado la caída y la corrupción de la Creación de Dios, tenía que ser el Amor de Jesús, el Hijo de Dios, movido por la Misericordia, que es fruto de ese Amor, lo que ha logrado el renacer y la sanación de esa Creación.

Para que esa recreación de Dios, llevada a cabo por el tremendo Sacrificio de Cristo pueda realizarse,  necesita la colaboración de las almas, las cuales son libres de aceptarla o rechazarla. Para lograrlo, Jesús nos asiste de una manera visible a través de su Embajada plenipotenciaria en la Tierra, la Santa Iglesia Católica y Apostólica, y de una manera mística a través de la Gracia Santificante, que se tiene que pedir insistentemente a Dios.

Y es que de la misma manera que el alma participó en su perdición, oyendo y aceptando la voz del tentador, obrando con soberbia, queriendo ser como Dios, de la misma manera, la Justicia exige que, para ser redimida, esa alma escuche la voz del Salvador, obrando con humildad, para así heredar y no robar la Divinidad.

Esta posibilidad de ser dioses por participación, que es la herencia de Dios, necesita su ayuda, ya que como lo dijo Jesús, contestando a sus discípulos, asustados por la dificultad de alcanzar el Reino de los Cielos, lo que es imposible al hombre es posible a Dios. Tenemos pues que solicitar esa ayuda si queremos lograr la felicidad eterna.

Muchísima gente se cree que recitando oraciones largas y repetidas, que "aburren hasta su ángel de la Guardia", participando a misas diarias, largas peregrinaciones y confesiones generales, van a alcanzar la Vida eterna, pero si no tienen  amor, que es la Fuerza de Dios, seguirán con sus defectos e imperfecciones, faltando a la caridad con su prójimo, y al verdadero Amor hacia Dios, incumpliendo el primer mandamiento que está antes del mandamiento que dice: no matarás.



A cambio de su Amor incondicionado, Dios solo nos pide correspondencia con ese Amor, lo que es incompresible es que todo lo que ha obrado Jesús primero con la creación, y luego después del pecado de Adán con la Redención, que son dones gratuitos, dones que el hombre no solo no ha sabido agradecer, pero además tampoco ha sabido arrepentirse, y para colmo quiso ponerse a la altura del mismo Dios cuando escuchó la voz de Satanás que le dijo: "si coméis del fruto prohibido seréis como dioses" (Gen 3, 5 ).


¿Como es posible que haya gente que no ame a Jesús, que solo vino para borrar nuestros pecados y para ofrecernos el Paraíso perdido por nuestra culpa, como es posible que después de haber venido y vivido pobre, curando leprosos, paralíticos, ciegos, y predicando la doctrina del Amor, lo hayan detenido como un asesino, azotado, burlado y clavado en una cruz con una terrible agonía en presencia de su santa Madre, que soportó esa terrible pasión con dolor y angustia tremendos?


En el relato de la Pasión de Jesús de la gran mística María Valtorta, se describe como Jesús se desmayó en cierto momento en la Cruz, y como lo despertaron con una lluvia de pedradas y de insultos a Él y a su Madre. ¿Como puede haber gente así? y me pregunto ¿Como Dios no los fulminó en ese momento como hizo Moisés al bajar del Sinaí con las tablas de la Ley, al enterarse de que estaban adorando el becerro de oro?


COMO HA DE SER LA VERDADERA ORACIÓN
Dice Santa Teresa de Jesús:
(Libro de la Vida)

"No es otra cosa la oración, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama". 

Dice San Juan de la Cruz
(Llama de amor viva)


Y esta es la operación del Espíritu Santo en el alma transformada en amor, que los actos que hacen interiores es llamear, que son inflamaciones de amor, en qué, unida la voluntad del alma, ama subidísimamente, hecha un amor con aquella llama.

Y así, estos actos de amor del alma, son preciosísimos, y merece más en uno y vale más que cuanto había hecho en toda su vida sin esta transformación, por más que esto fuese, etc.


De los cuadernos de María Valtorta
(21-10-1.943)

Dice Jesús:
Recordad que un verdadero latido de amor, que suba como una nube de incienso de las llamas de vuestro corazón enamorado de Mí, tiene para Mí un valor infinitamente veces mayor que miles y miles de oraciones y de ceremonias realizadas con el corazón tibio o frío.

Atraed mi Misericordia con vuestro amor. ¡Si supierais que activa y grande es mi Misericordia hacia quien me ama! Es una ola que pasa y lava cuanto constituye mancha en vosotros. Os da una estola cándida para entrar en la Ciudad Santa del Cielo, en la que la Caridad del Cordero que se ha dejado inmolar por vosotros resplandece como el sol.

El Evangelio recuerda y confirma esas afirmaciones tan sublimes: en el episodio de la pecadora arrepentida: la conversación de Jesús con Simón el Fariseo, cuando este se quejaba de que Jesús se dejaba lavar los píes con sus lágrimas, y secarlos con su cabello, pecadora que amaba de tal manera a Jesús que no le importó lo más mínimo la presencia de tanta gente en el convite, le dijo al Fariseo: 

"Por lo cual te digo que le son perdonados sus muchos pecados, porque amó mucho". (Luc 7, 47) 

  

martes, 11 de junio de 2024

PROFUNDA REFLEXIÓN DE JESÚS SOBRE LA MENTALIDAD ACTUAL DE LOS ESPOSOS QUE SOLO BUSCAN LA SEXUALIDAD Y RECHAZAN LA PROLE.



La Sagrada Familia, el modelo de los Esposos
que se resume en Paz y Obediencia, y
huida del lujo y de la riqueza.




Estas palabras tan crudas y verdaderas no se oirán nunca de la boca de ningún Predicador por muy alto Jerarca que sea, ya que la Verdad "muerde" y provocan rechazo y odio hacia los que las proclaman; describen de una manera real la mentalidad de la gran mayoría de los matrimonios actuales. Conociendo la mayoría de los que se quieren casar, lo que exige la Santa Iglesia fundada por Cristo, prefieren unirse fuera de la Iglesia, así se imaginan que no tienen que seguir sus preceptos. Pero existen toda una colección de Obispos alemanes, y muchos de otros Países, verdaderos hijos de Lutero que quieren que se celebre la unión matrimonial, y que se les pueda dar la bendición a las parejas del mismo sexo, creo sinceramente que esos jerarcas que se dicen católicos se colocan ipso facto fuera de esa Iglesia, ya que no están guiados por la Gracia de Dios, sino directamente por Satanás.

El día 5 de diciembre de 2.017, ha aparecido en los medios de comunicación españoles, que en el año 2.050, este País será el más envejecido del mundo después de Japón, y que habrá cerca de 70 jubilados por cada 100 personas que estén trabajando. La Comunidad europea, advierte que este País tendrá que tomar medidas para remediar esta situación insostenible para la economía, con entrada de emigrantes, o con aumento de la natalidad.

Tal como está España, y conociendo la mentalidad actual de mis compatriotas y sobre todo la de los políticos, que solo están interesados en asegurarse su puesto, esta última solución me parece irrealizable, por culpa de los políticos que están obsesionados de votar leyes que van en contra de la natalidad, como el aborto libre y gratuito, la píldora del día después, el divorcio exprés, suprimiendo toda la burocracia que antes era  necesaria para separarse, bastando en que ambos cónyuges estén de acuerdo para que sea automática.

Del punto de vista religioso, esta mentalidad actual es un pecado, cuya gravedad solo Dios puede valorar, ya que el matrimonio, que antes de la venida de Cristo era un simple contrato, ha sido transformado en un Sacramento indisoluble, y sobre todo abierto a la procreación.



DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(22 de marzo de 1.944)


Dice Jesús:

“Las familias en las que no domina Dios,  sino la sensualidad y el interés y, por lo tanto, las derivaciones de Satanás, no son familias, ellas son el origen de grandes desgracias que, desde el interior de la célula familiar, se irradian y arruinan los grupos nacionales y, a partir de estos, también la paz mundial. Sucede así porque están creados sobre una base de sensualidad e interés, y por lo tanto, no se elevan hacia lo que es santo; por el contrario, como hierbas malsanas nacidas en el barro, se arrastran siempre por el suelo.
Dice el ángel a Tobías: “Te mostraré quienes son esos sobre los  cuales tiene poder el demonio”.

¡Oh, en verdad hay cónyuges que desde la primera hora de su unión están bajo el poder demoniaco! Es más, lo están ya antes de ser cónyuges. Lo están desde que toman la decisión de buscar un compañero o una compañera, pero no lo hacen con un recto fin, sino con solapados cálculos en los que imperan de forma soberano el egoísmo y la sensualidad.
Nada hay más sano y más santo que dos seres que se aman honestamente y se unen para perpetuar la raza humana y ofrendar almas al Cielo.

La dignidad del hombre y la mujer que se convierten en padres es la segunda dignidad, después de la de Dios. Ni siquiera la dignidad real es semejante a ella, porque aún el más sabio de los reyes no hace más que gobernar a sus súbditos. En cambio, los padres atraen sobre sí la mirada de Dios y raptan a esa mirada una nueva alma, que encierran en la envoltura de la carne nacida de ellos. Casi diría que en ese momento tienen a Dios como súbdito, porque Dios crea inmediatamente una nueva alma, para el honrado amor de ambos, que se une para dar a la Tierra y al Cielo un nuevo ciudadano.

¡Oh, si pensaran en el poder que tienen y al que Dios asiente inmediatamente! Los ángeles no tienen tanto poder. Pero los ángeles, a igual que Dios están dispuestos a adherir de inmediato al acto de los esposos fecundos y a convertirse en custodios de la nueva criatura. Más como dice Rafael, son muchos los que abrazan el estado conyugal, de modo tal que ahuyentan a Dios de sí y de su propia mente y se abandonan a la libido. Sobre estos, el demonio ejerce su poder.

[...] ¿Qué diferencia hay entre el lecho del pecado y el lecho de dos cónyuges que no rechazan el placer, pero rechazan la prole? No hagamos acrobacias de palabras y de razonamientos embusteros. La diferencia es pues muy pequeña, si por enfermedades o imperfecciones, es aconsejable o no se concede tener hijos, en estos casos, es necesario saber ser continentes y vedarse esas satisfacciones estériles, que no son más que la satisfacción de los sentidos. En cambio, si nada se opone a la creación, ¿por  qué transformáis una ley natural y sobrenatural en un acto inmoral, que falsifica su finalidad?

Cuando cualquier satisfacción honesta os aconseja no aumentar la prole, sabed vivir como esposos castos y no como simios lujuriosos. ¿Cómo pretendéis que el ángel de Dios vele sobre vuestra casa, cuando la convertís en una cueva de pecado? ¿Cómo queréis que Dios os proteja, si le obligáis a apartar con disgusto la mirada de vuestro nido mancillado?

 ¡Oh, que míseras son las familias que se forman sin una preparación a lo sobrenatural, las familias de que se ha desterrado a priori toda la busca de la Verdad y donde, aún peor, se burla la palabra de la Verdad que enseña qué es y porque existe el Matrimonio! ¡Qué míseras son las familias que se forman sin elevar ningún pensamiento hacia las alturas, que se forman estimuladas únicamente por el aguijón de un apetito sexual y de una consideración financiera!
¡Cuántos cónyuges aceptan la inevitable costumbre de la ceremonia religiosa! He dicho costumbre, y lo repito, porque para la mayor parte no es más que una costumbre y no una aspiración del alma a tener a Dios en ese momento.

 Más después de la ceremonia, ¡no piensan más en Dios, y hacen del Sacramento un festín, y del festín un desahogo de bestialidad! 

Pero, según mi pensamiento, el Sacramento no termina después de la ceremonia religiosa; al contrario, comienza con ella y dura tanto como la vida de los cónyuges, así como el acto de procesar no dura cuanto la ceremonia religiosa, sino tanto como la vida del religioso o la religiosa.

El ángel le enseña a Tobías que, si antepone el acto de plegaria, el acto será un acto santo, bendito, fecundo de júbilos verdaderos y de prole.

Esto es lo que habría que hacer: ir al matrimonio impulsados por el deseo de tener prole, pues esa es la finalidad de la unión humana, además de tener presente a Dios en toda hora. Cualquier otra finalidad es una culpa deshonrosa para el hombre en cuanto ser, con uso de razón, y ofensiva para el espíritu, que es templo de Dios y huye indignado. Dios no es un carcelero opresivo. Dios es un Padre bueno, que se alegra con la honrada alegría de los hijos y que responde a los santos abrazos de los mismos con bendiciones celestiales y con la aprobación evidenciada de la creación de un alma nueva.

Más, ¿Quién comprenderá esta página? La leeréis sin advertir su sabor santo, como si hubiera empleado el idioma de un planeta desconocido. Os parecerá un tema trillado y es, en cambio, una doctrina celestial. Os mofaréis de ella vosotros, los sabios del momento. Y no sabéis que Satanás se ríe de vuestra estupidez, pues ha logrado convertir en condena lo que Dios ha creado para vuestro bien, o sea el matrimonio como unión humana y Sacramento. Y esto ha sido culpa de vuestra incontinencia, de vuestra bestialidad.

Os repito las palabras de Tobías a su mujer, para que las recordéis y las tengáis como ejemplo, si aún podéis hacerlo porque sobrevive en vosotros un resto de dignidad humana. Las palabras son estas:
“Nosotros somos hijos de Santos y no podemos unirnos como los gentiles que no conocen a Dios”.

Que estas palabras sean vuestra norma, pues aunque habéis nacido donde la santidad ya había muerto, el Bautismo hizo siempre de vosotros hijos de Dios, que es el Santo de los santos y, por eso, podéis decir siempre que sois hijos de santos, del Santo, y podéis comportaros de acuerdo con ello. Entonces, tendréis “una descendencia en la que se bendecirá el nombre del Señor” y se vivirá en su Ley.

Y cuando los hijos viven en la Ley divina, se benefician los padres, porque dicha Ley enseña virtud, respeto, amor, y los primeros que se benefician, después de Dios, son los afortunados progenitores, los cónyuges santos, que han sabido hacer de su unión un rito perpetuo y no un vergonzante vicio”.








jueves, 30 de mayo de 2024

COMENTARIOS SOBRE LAS LECTURAS DE LA MISA CON EL EVANGELIO DE SAN MATEO 9, 9-13.

ESTAS FLORES PREDICAN DE UNA MANERA ELOCUENTE LA BELLEZA, LA GRACIA,
LA CIENCIA Y LA SABIDURÍA DE SU CREADOR.






San Pablo a los Efesios 4,1-7.1
Hermanos: 

Yo, que estoy preso por el Señor, los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido. 

Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos. 


Sin embargo, cada uno de nosotros ha recibido su propio don, en la medida que Cristo los ha distribuido. El comunicó a unos el don de ser apóstoles, a otros profetas, a otros predicadores del Evangelio, a otros pastores o maestros. Así organizó a los santos para la obra del ministerio, en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto y a la madurez que corresponde a la plenitud de Cristo.


Soberbio discurso del gran Apóstol San Pablo, que con San Pedro son los dos pilares de la Iglesia Católica. viene a aconsejar como tiene que ser la actitud del creyente en el mundo en que vivimos.
En este discurso se ve claro que hay una sola Religión, ya que hay un solo Señor, un solo bautismo y una sola fe, que solo se trasmite por la Santa Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa, que fundó Jesús al salir agua de su Sagrado costado, y no se puede transmitir por las multitudes de sectas cuyo padre es Lutero y que se creen que solo ellas son depositarias de la verdad, porque han sido elegidas por Dios. 

Recuerdo que hace muchos años vino a verme un representante de una de esas sectas, y le pregunté que por qué hay que creer en ellos, porque también están los mormones, los Episcopales y un enjambre incontable de sectas, y que pruebas aportaban, ya que para trasmitir lo que era una nueva creencia, en un mundo que no conocía la verdadera religión, Jesús había dado a sus ministros el don de hacer milagros. Naturalmente no supieron argumentar una respuesta, uno salió con una mentira diciendo que en la Biblia, no recordaba donde, está escrito que desaparecerán los dones de milagros, que es uno de los dones del espíritu Santo.

San Pablo da un discurso contrario al que tienen los hijos de las tinieblas, que cuando están encarcelados, viven y aconsejan el odio y la venganza. Estos dos puntos de vista antagónicos tienen una explicación bien lógica: los que han recibido el maravilloso don de la Fe, saben que este mundo es un espejismo, cuya duración es un instante si se compara con la eternidad, los que no tienen fe viven en una utopía, los primeros vivirán en paz y felicidad, que perdurará por toda la eternidad, los otros una vida pasajera, llena de odio, y de rencor es decir de desgracia en esta tierra, que continuará también por toda la eternidad.





Salmo 19 (18), 2-3.4-5.

El cielo proclama la gloria de Dios 
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje 

y las noches se van dando la noticia.
Sin hablar, sin pronunciar palabras, 
sin que se escuche su voz,

resuena su eco por toda la tierra 
y su lenguaje, hasta los confines del mundo. 
Allí puso una carpa para el sol.


El día transmite la noticia al día y las noches se dan la noticia, quiere decir que sin tregua alguna, la naturaleza día y noche, van transmitiendo continuamente a los que saben ver, que Dios existe, ya que toda la naturaleza animal, vegetal y humana solo con su presencia, y con todas sus actuaciones analizadas, muestran su perfección y continúan sin descanso diciendo: Si, Dios existe, es él que me ha creado y que me ha dado el instinto necesario para sobrevivir, procrear, y cumplir con los mandamientos que Dios nos ha transmitido.
y para los humanos, a pesar de que se puso una carpa para el sol, es decir que Dios permanece escondido, la Gloria de Dios resuena en toda la Creación, que es la música callada y la soledad sonora de la poesía de San Juan de la Cruz.



Mateo 9, 9-13.

Jesús, al pasar, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: "Sígueme". El se levantó y lo siguió. 
Mientras Jesús estaba comiendo en la casa, acudieron muchos publicanos y pecadores, y se sentaron a comer con él y sus discípulos. 
Al ver esto, los fariseos dijeron a los discípulos: "¿Por qué su Maestro come con publicanos y pecadores?". 
Jesús, que había oído, respondió: "No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. 
Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores". 


Mateo era recaudador de impuestos, y convivía con los Fariseos y los Publicanos, había visto como estos vivían con soberbia, arrebatando los bienes a las viudas y los huérfanos, respetando solo a los poderosos, para obtener de ellos beneficios y prebendas.
A pesar de ser él también un usurero, hizo caso a su Conciencia que le reprochaba su conducta y veía también reprobable la conducta de los que se llamaban elegidos y que se creían los santos de Israel.

Un día oyó hablar de Jesús, de su Vida tan austera, que se dedicaba a hacer el bien y de socorrer a los pobres, los enfermos y los despreciados por esa clase de individuos que no tenían compasión. Se sentía admirado y tocado por la Gracia de Dios, que se comunica siempre a los que aborrecen la explotación de los indefensos, y aman a la Virtud.

Quiso ver a Jesús, y se subió al sicomoro para verlo mejor, por su conducta Jesús entró en su corazón y creyó, restituyendo todo lo que había robado y compensando a los que había engañado. Es la antítesis del hijo de las tinieblas que no tiene compasión por los desgraciados y se aprovecha de que son indefensos par explotarlos cada vez más.