MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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jueves, 10 de mayo de 2012

ESTREMECEDOR RELATO DE LA CURACIÓN DE UN NIÑO PARALÍTICO POR LA MEDIACIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA


JESÚS PREDICANDO LA PALABRA DE DIOS



Discurso lleno de enseñanzas en cuanto a la Doctrina de Jesús, que se puede resumir en estas breves palabras: “Amad con gratitud al Señor y no tengáis miedo. Dios da el ciento por uno a quien le ama”. Lección que nos enseña como una oración hecha a Dios por la intercesión de La Virgen María, tiene una respuesta positiva, ya que Jesús nunca rechaza algo que puede hacer feliz a su Madre.

Aquí están explicadas tantas dudas y consideraciones que tienen los creyentes de hoy:
     
-¿Qué será de los que no atienden a la Ley de Dios?
-¿Qué será de los que conociendo la Ley, reniegan de ella?
-¿Qué será de los que parecen gozar en esta vida de una gran     prosperidad, a pesar de que viven una vida disoluta.
-Como da Jesús la bendición que le pide el pueblo.
-Estremecedor relato de como intercede la Virgen María para obtener la inmediata curación de un niño paralítico.







DISCURSO DE JESÚS A LOS VENDIMIADORES
 Y CURACIÓN DEL NIÑO PARALÍTICO
(Del Poema del Hombre-Dios de María Valtorta)




(…) Jesús sube por la pequeña escalera que da a un ala: una galería de arcos bajo la cual se conservan sacos de  productos agrícolas y herramientas ¡Como sonríe Jesús subiendo esos pocos peldaños! Le veo sonreír entre el ondear de sus esponjosos cabellos agitados por una brisa vespertina. Y quisiera saber porque sonríe de una forma tan luminosa. La alegría de esa sonrisa entra en mi corazón (…)

Se vuelve. Se sienta en el último peldaño, en el punto más alto de la escalera, que se transforma en una tribuna para los más afortunados  oyentes, es decir, para los dueños de la casa, para los Apóstoles y para María, la cual, siempre humilde, ni siquiera había tratado de subir a ese puesto de honor, sino que la había conducido a él la señora. Está sentada justamente un peldaño más abajo de Jesús, de manera que su cabeza está a la altura de las rodillas de su Hijo y, estando sentada de lado, Ella le puede mirar a la cara, con su mirada de paloma enamorada. El delicado perfil de María destaca nítido como un mármol contra el muro oscuro de la rústica galería.

Más abajo están los Apóstoles y los dueños de la casa. En el patio, todos los aldeanos: unos en pié, otros sentados en el suelo, otros encaramados en los lagares o en las higueras que hay en los cuatro ángulos del patio.

Jesús habla lentamente, hundiendo la mano en un amplio saco de trigo colocado detrás de las espaldas de María; parece como si estuviera jugando con esos granos o los estuviera acariciando con gusto, mientras con la derecha gesticula sosegadamente.

Me han dicho: "Ven, Jesús a bendecir el trabajo del hombre". Heme aquí. En nombre de Dios lo bendigo. Efectivamente, todo trabajo, si es honesto, merece bendición por parte del Señor eterno. Pero he dicho esto: la primera condición para obtener de Dios bendición es ser honestos en todas las acciones.

Veamos juntos cuando y como las acciones son honestas. Lo son cuando se cumplen teniendo presente en el espíritu el eterno Dios. ¿Puede uno acoso pecar uno que diga: “Dios me está mirando. Dios tiene sus ojos puestos en mí, y no pierde ni un detalle de mis acciones?”  No, No puede. Porque pensar en Dios es un pensamiento saludable y le impide al hombre pecar más que cualquier amenaza humana.

¿Pero al eterno Dios se le debe solo temer? No. Escuchad. Os fue dicho: “Teme al Señor tu Dios”. Y los Patriarcas temblaron, y temblaron los Profetas cuando el Rostro de Dios o el de un Ángel del Señor se apareció a sus espíritus justos. Y ciertamente es verdad que en tiempo de cólera divina la aparición de lo sobrenatural debe de hacer temblar el corazón. ¿Quién, aún siendo puro como un párvulo, no tiembla ante el Poderoso, ante cuyo fulgor eterno están en actitud de adoración los Ángeles, rostro en tierra en el Aleluya paradisíaco?

Dios atenúa con un piadoso velo el insostenible fulgor de un Ángel, para concederle al ojo humano poder mirarle sin que le queden abrasadas pupila y mente. ¿Qué será entonces ver a Dios?

Pero esto es así, mientras dura la ira. Cuando esta es substituida por la Paz y el Dios de Israel dice: “He jurado y mantengo mi pacto. He ahí a quien envío, y soy Yo, aún no siendo Yo sino mi Palabra que se hace Carne para ser Redención”, entonces el amor debe suceder al temor, y solo amor debe dárselo al eterno Dios, con alegría, porque el tiempo de Paz ha llegado para la Tierra; la Paz ha llegado entre Dios y el hombre. Cuando los primeros vientos de la primavera esparcen el polen de la flor de la vid, el agricultor debe temer aún, dado que la intemperie y los insectos pueden tenderle al fruto muchas insidias, mas cuando llega la feliz hora de la vendimia, ¡Ah!, entonces cesa todo temor y el corazón se regocija por la certeza de la cosecha.

El Vástago de la estirpe de Jesé, habiendo sido previamente anunciado por las palabras de los Profetas, ha venido; ahora está entre vosotros. Él es Racimo óptimo que os trae el zumo de la Sabiduría eterna y no pide sino ser tomado y exprimido y ser así vino para los hombres. El es vino de alegría sin fin para aquellos que se nutran con Él.

Pero ¡Ay de aquellos que habiendo tenido a su alcance este vino lo hayan rechazado, y tres veces desdichados aquellos que, después de haberse nutrido con Él lo hayan rechazado o mezclado en su interior con la comida de Satanás!

(…) Hay personas que trabajan como acémilas, pero sin otra religión aparte de la de aumentar sus riquezas. ¿Qué se muere de aprietos y cansancio delante de él el compañero que ha sido menos favorecido por la suerte? ¿Qué se mueren de hambre los hijos de este miserable? ¿Y que le importa al ávido acumulador de riquezas? Hay otros todavía más duros, que no trabajan pero obligan a trabajar, y atesoran con el sudor ajeno. Y hay otros que dilapidan lo que avaramente arrebatan al esfuerzo ajeno. En verdad, en esto el trabajo no es honesto.

Y no digáis: “Y a pesar de todo Dios los protege”. No. No los protege. Hoy gozarán de una hora de triunfo pero no pasará mucho tiempo sin que les alcance la severidad divina que, en el tiempo y la eternidad, les recordará este precepto: “Yo soy el Señor tu Dios, ámame sobre todas las cosas y ama a tu prójimo como a ti mismo”. ¡Oh, entonces verdaderamente, si esas palabras resuenan eternamente, serán más tremendas que los rayos del Sinaí! 

Muchas, demasiadas son las palabras que se os dicen. Yo os digo solo éstas: “Amad a Dios. Amad al prójimo”. Son como el trabajo que hace fecundo al sarmiento, realizado con la vid en primavera. El amor a Dios y al prójimo es como la grada que limpia el suelo de las hierbas nocivas del egoísmo y de las malas pasiones; es como la azada que excava un círculo en torno a la cepa para que quede aislada del contacto de las hierbas parásitas y nutrida con frescas aguas de riego; es como cizalla que elimina lo superfluo para condensar la energía y dirigirla hacia donde dará fruto; es lazo que aprieta y sostiene junto al robusto palo; es, finalmente, sol que madura los frutos de la buena voluntad haciendo de ellos frutos de Vida Eterna.

Exultáis ahora porque el año ha sido bueno, ricas las mieses y ópima la vendimia. Pero en verdad os digo que este  júbilo vuestro es menos que un diminuto grano de arena en relación con el júbilo sin medida que será vuestro cuando el Eterno Padre os diga: “Venid, fecundos sarmientos míos insertados en la verdadera Vid. Vosotros os prestasteis a toda operación, aunque fuera penosa, con tal de dar abundante fruto, y ahora venid a Mí, cuajados con los zumos dulces del amor a Mí y al prójimo. Floreced en mis jardines durante toda la eternidad”.

Tended a este eterno goce. Perseguid con fidelidad este bien. Agradecidos, bendecid al Eterno, que os ayuda a alcanzarlo. Bendecidle por la gracia de su Palabra, bendecidle por la gracia de la buena cosecha. Amad con gratitud al Señor y no tengáis miedo. Dios da el ciento por uno a quien le ama.”

Jesús había terminado, pero todos gritan: “¡Bendícenos, bendícenos! ¡Danos tu bendición!”.

Jesús se levanta, extiende los brazos y dice con voz de trueno: “Que el Señor os bendiga y guarde, os muestre su Faz y tenga piedad de vosotros. Que el Señor vuelva a vosotros su Rostro y os dé su Paz. Que el nombre del Señor esté en vuestros corazones, en vuestras casas y en vuestros campos”.

La multitud, la pequeña multitud reunida prorrumpe en un grito de alegría y de aclamaciones al Mesías, más luego calla y se abre para dejar pasar a una madre que lleva en sus brazos a un niño paralítico de unos diez años. Ella lo coloca echado a los pies de la escalera, como si se lo ofreciera a Jesús.

“Es una criada mía. Su hijo varón se cayó el año pasado desde la terraza y se partió la columna. Toda la vida tendrá que yacer sobre la espalda” explica el dueño de la casa.
“Ha esperado en Ti todos estos meses…”, añade la dueña.

“Dile que se acerque”.

Pero la pobre mujer está tan emocionada que parece como si tuviera ella la parálisis. Tiembla toda y se le enredan los pies en el largo vestir al subir los altos escalones con su hijo en brazos.

María, piadosa, se pone en pie y baja hacia ella. “Ven. No temas. Mi Hijo te quiere. Dame a tu niño. Así podrás subir mejor. Ven, hija. Yo también soy Madre” (y le coge al niño, el cual sonríe dulcemente). Y sube con el peso de esta conmovedora carga sobre sus brazos. La madre del niño la sigue, llorando.

Ya está María ante Jesús. Se arrodilla y dice: “¡Hijo! ¡Por esta madre!” No dice nada más.

Jesús ni siquiera solicita su consabido “¿Qué deseas que te haga? ¿Crees que pudo hacerlo?”. No. Hoy sonríe y dice: “Mujer, ven aquí”.

La mujer se coloca justo junto a María. Jesús le pone una mano sobre la cabeza y se limita a decir: “Alégrate”. Aún no ha terminado de decir esta palabra y el niño, que hasta ahora había estado extendido como un cuerpo muerto, colgándole las piernas en brazos de María, se sienta como impulsado por un resorte y prorrumpe en un grito de alegría: “¡Mamá!” y corre a refugiarse en el pecho materno.

Los gritos de hosanna parece como si quisieran penetrar en el cielo completamente rojo del atardecer.

La mujer, con su hijo apretado contra el corazón, no sabiendo que decir, le pregunta: “¿Qué…que tengo que hacer para decirte que soy feliz?”. A lo que Jesús, que sigue acariciándola, contesta: “Ser buena, amar a Dios y a tu prójimo, educar en este amor a tu hijo”.

Pero la mujer no se muestra todavía satisfecha. Quisiera…quisiera…y, por fin pide: “Dadle un beso Tu y tu Madre a mi niño”.

Jesús se inclina y le besa, y María también. Y mientras la mujer se marcha feliz, entre las aclamaciones de un cortejo de amigos, Jesús le explica a la dueña de la casa: “No ha hecho falta más. Él estaba en los brazos de mi Madre. Incluso sin mediar palabra alguna le hubiera curado, porque Ella se siente feliz cuando puede consolar una aflicción. Y Yo deseo hacerla feliz”.
Entonces Jesús y María se intercambian una de esas miradas cuyo significado es tan profundo, que solo quien las ha visto las puede entender.



 








miércoles, 9 de mayo de 2012

EMOCIONANTE Y SUBLIME DIÁLAGO DE JESÚS CON LOS ROMANOS QUE OCUPABAN PALESTINA






Entrevista de Jesús con los Romanos que ocupaban Palestina, maravilloso discurso, en donde se ve claramente la gran diferencia que existe entre los dioses del Olimpo, verdadera creación humana, y la auténtica Divinidad, que triunfó del panteísmo romano a pesar de una cruenta persecución y que culminará con el triunfo de Jesús con el Emperador Constantino, que declarará el Cristianismo Religión oficial del Imperio Romano.

Vemos igualmente que se ha cumplido la Profecía de Jesús: “Las puertas del Infierno no prevalecerán”. Todos los intentos de acabar con el Cristianismo han fracasado estrepitosamente: Las terribles persecuciones del Imperio romano, los ataques a la verdadera fe de parte de los herejes, secuaces de Satanás. El marxismo que creía que iba a acabar con la religiosidad del Pueblo, con sus persecuciones y su adoctrinamiento incesante, en vez de conseguir su objetivo, ha sido un abono para el renacer de la fe que se creía muerta: y así vemos en Rusia el jefe del Estado Vladimir Putin, acompañado de la Jerarquía ortodoxa en las grandes ceremonias estatales.




DIALOGO DE JESÚS CON LOS ROMANOS
(Del Evangelio como me ha sido revelado de María Valtorta)



  
Dice Jesús, dirigiéndose a las Romanas:

(…) “Paz a ti, Juana como ves, he venido”.
“Y yo me alegro de ello. También mis amigas han venido. Pero ahora tengo la impresión de que he actuado mal haciéndolo. ¿Cómo vais a poder entenderos? ¡Son completamente paganas!”. Juana está un poco turbada.
Jesús sonríe. Le pone una mano sobre la cabeza y dice: “No temas. Nos entenderemos muy bien. Has actuado muy bien haciéndolo. El encuentro abundará en bienes, como tu jardín en rosas. Recoge ahora estas pobres flores que has dejado caer y vamos adonde tus amigas”.

"Rosas hay muchas” Lo hacía para pasar el tiempo y también porque esas amigas son muy… voluptuosas…Les gustan las flores como si fueran…no sé…”.
¡A Mí, también me gustan! Fíjate, ya hemos encontrado un tema para entendernos con ellas. (…)

Caminan hacia una pequeña pérgola hecha de un trenzado multicolor de rosas. A la entrada hay tres romanas, mirando de hito en hito. Son Plautina, Valeria y Lidia. La primera y la última permanecen quietas, pero Valeria se hecha a correr y, en llegar a la altura de Jesús, se inclina y dice: “¡Salve, Salvador de mi pequeña Fausta!”.

“¡Paz y Luz a ti y a tus amigas!”.
Las amigas se inclinan sin decir nada.

A Plautina la conocemos ya. Es alta, majestuosa; sus ojos negros son espléndidos, un poco imperiosos; su nariz, bajo una frente lisa y blanquísima, es recta, perfecta; boca bien dibujada, aunque un poco túmida; el mentón, redondeado y marcado: me recuerda a ciertas bellísimas estatuas de emperatrices romanas. Gruesos anillos lucen en sus preciosas manos; anchos brazaletes ciñen sus brazos, en las muñecas y por encima de los codos, brazos verdaderamente estatuarios, que, bajo la corta manga drapeada, aparecen blanco-rosados, lisos, perfectos.

Lidia, por el contrario, es rubia, más delgada y joven, Su belleza no es majestuosa como la de Plautina, pero tiene toda la gracia de una juventud femenil aún un poco inmadura. Bueno, dado que estamos en tema pagano, podría decir que si Plautina parece la estatua de una emperatriz, Lidia podría ser una Diana o una ninfa de gentil y dulce aspecto.

Valeria, ahora que ha superado la desesperación de cuando la vimos en Cesárea, se presenta en su belleza de joven madre, de formas llenas aunque todavía muy juveniles, de mirada serena, propia de una madre que se siente feliz de poder alactar a su hijo, y verle crecer alimentado con su leche; de tez rosada y pelo castaño, tiene una sonrisa plácida y muy dulce.
(…)

Plautina dice: “Nuestra buena y sabia amiga, una de las pocas que no se desdeña de tratar con nosotras y que, al mismo tiempo, no se corrompe con nosotras, te habrá dicho que nuestro deseo era verte y oírte para juzgarte por lo que eres, porque Roma no cree en fábulas… ¿Porqué sonríes, Maestro?”.
“Después te lo digo. Prosigue”.

“Porqué Roma no cree en fábulas y quiere juzgar con ciencia y con conciencia antes de condenar o exaltar. Tu pueblo te exalta y te calumnia en igual medida. Tus obras mueven a exaltarte; las palabras de muchos hebreos, a creerte poco menos que un delincuente. Tus palabras son solemnes y sabias como las de un filósofo. Roma se siente muy atraída por las doctrinas filosóficas, aunque reconozco que nuestros actuales filósofos no poseen una doctrina satisfactoria, incluso porque su forma de vivir no está en consonancia con la doctrina”.

“No pueden vivir en consonancia con su doctrina”.
“¿porqué son paganos, no es cierto?”.
“No. Porque son ateos”.
“¿Ateos? ¡Pero si tienen sus dioses!...”.

“Ya ni siquiera esos, mujer. Te recuerdo a los antiguos filósofos, a los más grandes. También eran paganos, y, a pesar de todo, ¡fíjate que noble fue su vida!: a pesar de convivir con el  error – porque el hombre gravita hacia el error - , cuando se encontraron frente a los misterios más grandes, la vida y la muerte, cuando fueron puestos ante el dilema honestidad o deshonestidad, virtud o vicio, heroísmo o cobardía, y vieron que si se volvían al mal sería en perjuicio de su Patria y de los ciudadanos, entonces, con voluntad de gigante, se deshicieron de los tentáculos de los nefastos pulpos y, libres y santos, supieron querer el Bien a costa de cualquier cosa, este bien que no es sino Dios”.

“Se dice que eres Dios, ¿Es verdad?”.
“Yo soy el Hijo del verdadero Dios, hecho carne sin dejar de ser Dios”.
“Pero, ¿que es Dios? A juzgar por Ti, el mayor de los Maestros”.

“Dios es mucho más que un maestro. No rebajéis la idea sublime de la Divinidad encerrándola en los límites de la sabiduría”.
“La sabiduría es una divinidad. Nosotros tenemos a Minerva, que es la diosa del saber”.

“También a Venus, la diosa del placer. ¿Cómo podéis pensar que un dios, o sea un ser superior a los mortales, tenga en grado perfecto todos los aspectos denigrantes de los mortales? ¿Cómo podéis pensar que un ser eterno tenga eternamente esos pequeños, mezquinos, humillantes placeres de quien tiene una hora de tiempo, y que a ello reduzca la finalidad de su vida? ¿No pensáis en lo sucio que es ese cielo que llamáis Olimpo, donde fermentan los más acerbos extractos de la humanidad? 

Si miráis a vuestro Cielo, ¿Qué veis?: lujuria, delitos, odios, guerras, robos, crápula, celadas, venganzas. ¿Qué hacéis para celebrar las fiestas de vuestros dioses?: orgías. ¿Qué culto les dais? ¿Dónde está la verdadera castidad de las consagradas a Vesta? ¿En que código divino se basan vuestros pontífices para juzgar? ¿Qué palabras pueden leer vuestros augures en el vuelo de las aves o en el fragor del trueno? ¿Qué respuestas pueden dar a vuestros arúspices las sangrantes entrañas de los animales sacrificados? 

Me acabas de decir hace un momento: “Roma no cree en las historietas”. Y entonces, ¿Porqué creéis que doce pobres hombres, haciendo dar una vuelta en torno a los campos a un cerdo, una oveja y un toro, e inmolándolos después, pueden atraerse a Ceres, si tenéis infinitas deidades, que si se odian entre sí, y además vengativas, según creéis? No. Dios es muy distinto de eso, es eterno, único y espiritual”.

“Pero Tú dices ser Dios, y eres carne”.
“Hay un altar sin dios en la patria de los dioses. La sabiduría humana lo ha dedicado al Dios desconocido, porque los sabios, los verdaderos filósofos, intuyeron que había algo más detrás del escenario historiado producido por esos eternos niños que son los hombres cuyo espíritu está fajado por el error. Ahora bien, si esos sabios – que intuyeron que tras el engañoso escenario había algo más, algo verdaderamente sublime y divino que había hecho todo cuanto existe y de quien procede todo lo que de bueno hay en el mundo -, si esos sabios quisieron un altar para el Dios desconocido, sentido por ellos como el verdadero Dios, ¿Cómo es que vosotros llamáis dioses a lo que no es dios, y afirmáis saber lo que en realidad no sabéis? Sabed pues, lo que es Dios, para poderle conocer y honorar.

Dios es Aquel que con su pensamiento ha hecho de la Nada el Todo. ¿Tiene poder persuasivo para vosotros la fábula de las piedras que se transforman en hombres?, ¿Os satisface? En verdad hay hombres más duros y malos que una piedra y piedras más útiles que ciertos hombres. Valeria, ¿Qué te resulta más dulce, mirando a esta hijita tuya, pensar: “Es un deseo de Dios hecho vida, creado y formado por Él, dotado por Él de una segunda vida imperecedera  - de forma que seguiré teniendo a mi pequeña Fausta, y además para toda la Eternidad, si creo en el Dios verdadero”, en vez de decir: “Esta carne de rosa, estos cabellos más sutiles que hilo de araña, estas pupilas serenas proceden de una piedra; o pensar: “ Soy semejante en todo a la loba o a la yegua; me uno carnalmente como los animales, animalescamente engendro y crío; esta hija mía es fruto de mi instinto animalesco y es un animal como yo, y mañana, muerta ella y muerta yo, seremos dos cadáveres que habrán de descomponerse y oler, y que nunca jamás se habrán de volver a ver”? Dime, tu corazón de madre, ¿Cuál de los dos razonamientos elegiría?”.

“Desde luego, el segundo no, Señor. Si hubiera sabido que Fausta no podía corromperse para siempre, mi dolor ante su agonía habría sido menos cruel, porqué habría pensado: “He perdido una perla, pero sigue existiendo y la encontraré”. (…)

Volved vuestro pensamiento (a la belleza de estas rosas) hacia esa realidad, pensad: ¿Quién lo ha hecho?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?; ¿Qué era este lugar en la noche de los tiempos? No era nada. Era una agitación informe de elementos. Dios dijo primero: “Quiero”, y los elementos se separaron para reunirse con familias. Luego tronó otro “quiero”, y se dispusieron con orden: uno en otro (el agua entre las tierras); uno sobre otro (el aire y la luz sobre el planeta ya ordenado). Otro “quiero”, y comenzaron a existir las plantas, y luego las estrellas y los animales, y luego el hombre. Dios donó sin tacañería las flores y los astros, cual espléndidos juguetes, para gozo del hombre, su predilecto, y por último le otorgó la alegría de procrear, no algo que muriese, sino algo que sobreviviese a la muerte por el don de Dios que es alma. Estas cosas son expresión de otros tantos deseos del Padre: su infinito poder se despliega en infinidad de bellezas.

El flujo de mi palabra encuentra impedimento al chocar contra el compacto bronce de vuestra creencia. De todas formas, espero que, para ser éste nuestro primer encuentro, ya algo nos hayamos entendido. Ahora es vuestra alma la que debe trabajar con cuanto os he dicho. ¿Tenéis alguna pregunta que hacer? Si es así, hacedlas, estoy aquí para aclarar las cosas. La ignorancia no es motivo de vergüenza; lo es, si, el persistir en la ignorancia cuando se tiene alguien para aclarar las dudas”.

(…)
Maestro… no he entendido porqué has dicho que nuestros maestros no pueden conducir formas de vida buenas, siendo ateos, creen en un Olimpo, pero creen”.
“Ese creer suyo no es sino una forma externa. Mientras han creído verdaderamente, como los verdaderos sabios creyeron en aquel Desconocido de que os he hablado, en aquel Dios que satisfacía su alma aunque no tuviera nombre, incluso sin conciencia de la voluntad; mientras han dirigido su pensamiento a este Ente, muy superior, muy superior a los pobres dioses llenos de humanidad, de baja humanidad que el paganismo se ha procurado; mientras se han hecho esto, necesariamente han reflejado algo de Dios; el alma es espejo que refleja, eco que repite”.

“¿Qué, Maestro?”.
“A Dios”.
“¡Gran palabra es esa!”.
“Es una gran verdad”.

“Valeria, seducida por el pensamiento de la Inmortalidad, pregunta: “Maestro, explícame donde está el alma de mi hija; besaré ese lugar como a un sagrario; la adoraré, dado que es parte de Dios”.

“¡El alma! Es como esa luz que tu Faustina quiere coger y no puedes porque es incorpórea, pero que está ahí, como podemos ver Yo, tú y tus amigas. De la misma forma, el alma es visible en todo aquello que diferencia el hombre del animal. Cuando tu hijita te diga sus primeros pensamientos, piensa que esa inteligencia es su alma que se revela; cuando te quiera, no ya con su instinto sino con su razón, piensa que ese amor es su alma. Cuando crezca a tu lado, hermosa, no tanto de cuerpo como de virtud, piensa que esa belleza es su alma. Y no adores el alma, sino a Dios, que es el Creador del alma, a Dios, que de toda alma buena quiere hacerse un trono”.

“¿Dónde está esa cosa sublime? ¿En el corazón?, ¿en el cerebro?”.
“Está en el todo que es el hombre. Os contiene y está en vosotros contenida. Cuando os deja, sois cadáveres; cuando cae muerta (por un delito del hombre contra él mismo), sois réprobos, estáis separados para siempre de Dios”.

“¿Entonces, admites que el filósofo que dijo que éramos inmortales a pesar de ser pagano, tenía razón?”, pregunta Plautina.
“No es que lo admita. Voy más allá. Digo que es un artículo de fe.
La inmortalidad del alma, o sea, la inmortalidad de la parte superior del hombre, es el misterio más cierto y consolador del acto de creer; es el que nos asegura de donde venimos, a donde vamos, de quien somos, y disuelve en nosotros la amargura de cualquier tipo de separación”.

“Plautina piensa profundamente – Jesús la observa, pero guarda silencio – y al final pregunta: “¿Tú tienes alma?”.
Jesús responde: “Sí, ciertamente”.
“Pero, ¿eres o no Dios?”.

“Soy Dios, ya te lo he dicho, pero ahora he tomado naturaleza de Hombre. Y, ¿Sabes por qué? Porque sólo con este sacrificio mío podía resolver los puntos que para vosotros son inalcanzables; y, tras haber abatido el error, liberado el pensamiento, liberar también el alma de una esclavitud que por ahora no te puedo explicar. Por ello, Yo he introducido la Sabiduría en un cuerpo, la Santidad en un cuerpo: Yo esparzo por la tierra como una semilla la Sabiduría, como polen al viento; la Santidad se desparramará por el mundo en la hora de la Gracia – como si fuera quebrada la preciosa ánfora que la contenía  - y santificará a los hombres. Entonces, el Dios desconocido será conocido”.

“Pero si ya eres conocido… El que pone en duda tu poder y sabiduría es malo o falso”.
“Soy conocido, pero es como si fuera solo un amanecer; a la meridiana habrá plena cognición de mí”.
“¿Cómo será Tu mediodía? ¿Un triunfo? ¿Lo veré yo?”.

“Verdaderamente, será un triunfo, y tú lo presenciarás porque sientes náusea de lo que conoces y apetito de lo que desconoces; tu alma tiene hambre”.

“¡Es verdad! Es de verdad que tengo hambre”.
“Yo soy la Verdad”.
“Date entonces a la hambrienta”.
“Basta con que vengas a mi mesa. Mi palabra es pan hecho con verdad”.
“¿Qué dirán nuestros dioses si los abandonamos? ¿No se vengarán de nosotros?”, pregunta Lidia asustada.

“Mujer, ¿has visto alguna vez una mañana neblinosa? Los prados se pierden detrás del vapor que los oculta. Viene el sol, y el vapor desaparece, y los prados resplandecen más hermosos. Pues vuestros dioses no son sino niebla del pobre pensamiento humano, que ignorando a Dios, pero al mismo tiempo, necesitando creer – la fe es el estado permanente y necesario del hombre - , se ha creado este Olimpo, verdadera fábula sin fundamento alguno; vuestros dioses, de la misma forma, cuando salga el sol, Dios verdadero, desparecerán de vuestros corazones sin poder causar mal alguno, porque no tienen existencia”.

“Tendremos que escucharte todavía mucho. Nos encontramos totalmente ante lo desconocido. Todo lo que dices es nuevo”.
“¿Te da repulsa?, ¿Te es imposible aceptarlo?”.
Plautina responde con seguridad: “No. Me siento más orgullosa de lo poquísimo que ahora sé, y que César no sabe, que de mi nombre”.

“Pues persevera, os dejo con mi Paz”.








martes, 8 de mayo de 2012

CONSIDERACIONES SOBRE LAS MISERIAS HUMANAS






A mi querido amigo Eduardo:


Me has remitido imágenes verdaderamente impactantes, terribles y pareciendo salidas de una horrible pesadilla. Me refiero a las escenas del hambre y de la miseria de los niños del Sahel y de la India. Sería largo comentar las causas de ese estado de cosas, pero estoy seguro de que llegaríamos a la conclusión de que provienen siempre del egoísmo humano, o lo que es lo mismo, de la falta absoluta de caridad. Por esa razón, son completamente absurdas las reflexiones de algunos, que quieren culpar a Dios de este estado de cosas, olvidando que muy a pesar suyo, Dios no puede intervenir, ya que tiene las manos y los pies clavados en la Cruz y que de otra manera, sería coartar el libre albedrío, que es la ley que impera en el mundo en que vivimos.

Como lo sabemos por las Escrituras, el egoísmo humano es la consecuencia del pecado Original, cuyo instigador es Satán, que transmitió a Adán y Eva el veneno de la soberbia al querer ser semejantes a Dios, es decir estar por encima de los demás y por eso, aprovecharse de los pobres e inocentes. Y los hombres actuales siguen comiendo del fruto del árbol maldito y olvidan el fruto del árbol de la Vida que es Jesús.

Pero el colmo de ese estado de cosas, son los que saben que todas las desgracias son debidas al egoísmo humano, creado por Satán y sus ángeles tenebrosos, que también están viviendo entre nosotros: son los que dicen que Satán no existe y no lo ven porqué lo tienen tras la retina muy dentro de ellos.

También preguntan ¿Porqué Dios no interviene? :No lo hace por la sencilla razón de que a pesar de que es Dueño y Señor del mundo, tiene que respetar ciertas reglas, y tiene que dejar que el bien y el mal se manifiesten con todo su “esplendor” y su “horror”, para así dar a cada cual en el día del Juicio su merecido, y para que la gente vea cuales son las consecuencias que tienen los que practican el bien: la ley de Dios y de los que practican el mal: la ley de Satán. Y para avisar al mundo de las desgracias que les van a sobrevenir si no quieren convertirse, lo que es una realidad ocultada por los que predican una doctrina “descafeinada”, y al dios “caramelo”.

Esto es lo que dijo Jesús en Lucas 13-1,5:

En aquel momento llegaron unos a contarle lo de aquellos galileos, a quienes Pilatos había hecho matar, mezclando su sangre con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les dijo:

-"¿Creéis que aquellos galileos murieron así por ser más pecadores que los demás? Os digo que no; más aún, si no os convertís, también vosotros pereceréis del mismo modo. Y aquellos dieciocho que murieron al desplomarse sobre ellos la torre de Siloé, ¿creéis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y si no os convertís, todos pereceréis igualmente".

Naturalmente, para los Hijos de Dios, los que honran a su Padre y le piden sus gracias existe la providencia divina, por eso para los católicos, la oración es y seguirá siendo la fuente de todas las gracias, porqué los acontecimientos suelen discurrir por sus cauces legales, pero en cualquier momento, cuando él quiere, el sumo Creador, Dueño y Señor, puede intervenir e interviene, para arrancar de las garras de Satanás a los que le imploran arrepentidos, porque los ha rescatado con su muerte en la Cruz, y el Señor da su vida y la toma cuando quiere, como así está escrito en el Evangelio, y aquí están los poderes instituidos por Él a su Iglesia que son los santos Sacramentos, que pueden hacer que una alma quede poseída por Dios, o liberada por el exorcismo del poder de Satán.

Igualmente, por razones de Justicia, los que invocan a Satanás, y siguen sus mandamientos quedan poseídos por el maligno, y no me refiero solo a los que se contorsionan y echan espumarajos por la boca, pero también los hijos suyos que siguen sus mandamientos e incansablemente “tienen piel de cordero, pero son lobos rapaces”.

Pero permíteme hacer algunas consideraciones sobre las referidas imágenes: Lo primero te diré que es absolutamente seguro que a la muerte de esos niños desgraciados, estos serán llevados por los Ángeles al seno de Abrahán, como ocurrió con el pobre Lázaro. También es absolutamente seguro que los culpables de esa situación, serán sepultados en el Infierno, como el desalmado Epulón. Y ahora, dime ¿Quién es el más desgraciado, los que han sufrido en una corta vida, o los que sufrirán de una manera atroz, día y noche por toda la eternidad?

Por esa razón, me he dado cuenta de que hay que rezar por los grandes pecadores ya que esos son los verdaderos miserables, mucho más dignos de compasión que esos pobres niños de las fotografías.

Déjame sin embargo comentar esas imágenes de una manera espiritual.

 En la primera imagen, se ve a un pobre niño revolviendo en unos desperdicios para poder comer algo, ya que carece absolutamente de todo. Pues esta imagen me recuerda los que están completamente sumidos en el vicio, cuya alma completamente desnutrida está hambrienta de las cosas de Dios para las cuales fue creada y al no tener el verdadero alimento: el Cuerpo de Cristo, se dedican a comer las basuras de este mundo para poder subsistir, pero su fin es la muerte, porque su alma no es capaz de nutrirse con ese inmundo alimento.

La segunda imagen muestra otra fotografía horrible: un niño tratando, con relamidos de que la vaca le suministre leche, es verdaderamente aterrador. Pero es igual o mucho más aterrador, ver como los drogadictos, los borrachos, los lujuriosos y un largo sinfín de humanos entregados a sus apetitos desordenados, intentan buscar cada vez más satisfacción de las cosas que no les pueden colmar, y no teniendo la libertad de los Hijos de Dios, son esclavos de sus pecados, como así lo dijo Jesús.

La tercera imagen es la terrorífica escena de un niño que, al no tener agua, recoge  la orina que expele la vaca. Igual ocurre con los que han despreciado las aguas vivas que nacen del costado del Salvador, su alma bebe de las deposiciones de lo que le aporta el mundo en que vivimos: todos los vicios y las aberraciones tanto materiales como espirituales con las cuales quieren saciarse y no pueden, ya que como lo enseña San Juan de la Cruz, el vicio es como el fuego que cuanto más leña se le echa, más arde, y aún peor que el fuego ya que, como él también dice, el fuego cuando se deja de alimentar, se extingue mientras que el apetito, cuando no se le alimenta, crece aún más.

Por fin, quiero comentar la última imagen, que es la más aterradora, y es la que ha obtenido el Premio Publisher: es la de un niño abandonado arrastrándose por un lodazal, y un buitre esperando su muerte para comerse el cadáver. ¿Cómo el fotógrafo grabó la imagen, se fue y no lo socorrió? ¡No me extraña que se haya suicidado!

Imagen terrible, pero mucho más terrible sería si pudiésemos ver el alma de muchos que no carecen materialmente de nada, pero que están completamente desnutridos y desfallecidos por la falta absoluta de la Gracia de Dios que ellos rechazaron y que están agonizando, arrastrándose por los lodazales del vicio y de la corrupción. Satanás los está observando como un buitre, para apoderarse de ellos a su muerte y llevarlos a su reino.

 Quiero también lamentarme de lo que enseñan otras religiones: Que ese estado de cosas son debidas a una herencia pasada, es decir que en una vida anterior, habían sido grandes pecadores y que por esa razón, debido a su Karma, ahora están expiando sus culpas. Son los que desprecian a su prójimo y veneran a las vacas y a las ratas.

Gloria al Padre; al Hijo y al Espíritu Santo
Gloria a la excelsa Madre de Dios María Santísima
Gloria a San José su castísimo esposo.

ET EXPECTO RESURRECTIONEM MORTUORUM ET VITAM VENTURI SAECULI, AMEN.






lunes, 7 de mayo de 2012

SALMO 44: EL LAMENTO DE LOS ABORTADOS, EL MAYOR GENOCIDIO AUTORIZADO EN LOS PAÍSES QUE SE LLAMAN DEMÓCRATAS, COMO UN DERECHO DE LA MUJER

DIOS SIEMPRE PAGA CON LA MISMA MONEDA: EL QUE HA NEGADO LA VIDA A UN HIJO,
SE LE NEGARÁ A ÉL TAMBIÉN LA ENTRADA EN EL REINO DE LOS CIELOS


Los católicos sabemos que Dios Todopoderoso infunde, desde el primer momento de la concepción, en cada criatura que nace a la vida un alma inmortal, el alma del abortado vuelve a Dios, y se lamenta porque había sido destinada a unirse a un cuerpo material, para tener la posibilidad de desarrollarse para, en el mundo, y en contacto con sus hermanos, poder conseguir los medios necesarios para ser merecedora de poder alcanzar la felicidad eterna en el Reino de Dios.


Pero los Padres que estaban destinados para asegurar su desarrollo material y espiritual, y para procurarle esa dicha, después de haber cobrado por adelantado el premio dado por Dios para ese fin, matándolo en el seno de su madre, devuelven ese regalo de Dios, y le dicen como Lucifer: "No serviré".  



 Al maestro de coro. Oda de los hijos de Coré
(Lamento de los niños abortados)


Oh Dios, hemos oído lo que nuestros antepasados
nos contaron: La obra que realizaste en sus días,
en los tiempos antiguos.
Para plantarlos a ellos expulsaste naciones,
para hacerlos crecer, exterminaste pueblos;
no conquistaron la tierra con su espada,
ni su brazo les dio la victoria:
Fue tu diestra y tu brazo, y la luz de tu rostro,
Porque Tú los amabas.
Eras Tú, Rey mío y Dios mío,
Quien lograba las victorias de Jacob;
Contigo, abatíamos a nuestros adversarios,
En tu nombre aplastábamos a nuestros agresores.
No confiaba yo en mi arco, ni mi espada me dio
la victoria: Tú nos hacías vencer a nuestros adversarios
Tú dejabas confusos a nuestros enemigos;
en Dios nos gloriábamos siempre,
dando gracias a tu nombre sin cesar.


Los hijos de Coré, representan a los hijos abortados, que en su venida al mundo, recuerdan a su sublime Creador, todas las dificultades que pasaron sus antepasados, para poder tomar posesión de la Tierra en la que habían nacido, debido a la oposición de sus enemigos que querían impedir su venida a este mundo (comodidad, huida del sacrificio, egoísmo).

Esos enemigos, están simbolizados por las huestes, que se oponían a la voluntad de Dios, en tiempos de la implantación de los israelitas en Palestina, y combatían para impedir su toma de posesión en el País escogido por Yahveh para su Pueblo elegido.

Solo la religiosidad del Pueblo, con el poder de Dios, era la que hacía vencer todas las dificultades, que se oponían a la venida al mundo de sus antepasados.


Pero ahora nos rechazas y permites que se burlen de nosotros,
 ya no sales con nuestras tropas.
Nos haces retroceder ante nuestros adversarios,
y nuestros enemigos nos han saqueado.
Nos entregas como ovejas destinadas al matadero,
y nos has dispersado entre las naciones;
Vendes tu pueblo a bajo precio; 
bien poco ganas con su venta.
Nos haces la irrisión de nuestros vecinos,
burla y escarnio de cuantos nos rodean;
nos has hecho refrán de las naciones,
ante nosotros los pueblos menean la cabeza.
Tengo siempre presente mi oprobio,
y la vergüenza cubre mi rostro,
ante los gritos de insulto y escarnio,
ante los enemigos y rivales.


       
Impactante lamento de los abortados, cuya sangre derramada clama a su Hacedor, ante el martirio de millones de seres inocentes, que se quejan también de ser asesinados por sus mismos padres y gobiernos, como ovejas destinadas al matadero, para enriquecer a todas las clínicas abortistas y los laboratorios de cosmética, y beneficiar a gente sin escrúpulos, que adoran ídolos, como así lo hacían los habitantes de Palestina, antes de la venida de Israel. En este caso, los ídolos son el dinero y la comodidad, que es el triunfo del egoísmo sobre el amor. 

Actitud que es objeto de escándalo de las personas creyentes anti abortistas, que se quedan atónitas ante la masacre de esos inocentes, que son tratadas mucho peor que los animales y plantas, como así lo afirma la Iglesia y el santo Padre, y que tienen que soportar los gritos y los ladridos de insulto y escarnio de los eternos enemigos de Dios y de su Santa Iglesia, como así lo dice el Salmo.




Todo esto nos ha sucedido sin habernos
olvidado de ti, sin haber violado tu alianza.
Sin que nuestro corazón se volviera atrás,
Ni se desviaran de tu senda nuestros pasos;
Pero nos has triturado, nos has desolado,
Nos has cubierto de tinieblas.
Si hubiéramos olvidado el nombre de nuestro Dios,
O alzado nuestras manos a otros dioses,
¿No lo habría descubierto Dios,
Que penetra los secretos del corazón?


Estremecedora queja de los abortados, que se han limitado a obedecer la ley natural y divina, que los ha traído al mundo, siguiendo los pasos puestos por Dios para conseguirlo, y que han sido descuartizados y triturados sin consuelo ni amparo alguno, causándoles la desolación y las tinieblas a unas criaturas inocentes e indefensas.


Por tu causa, estamos en peligro de muerte 
cada día, somos tratados como ovejas 
destinadas al matadero.
¡Despierta! ¿Por qué duermes, Señor mío?
¡Levántate, no nos rechaces para siempre!
¿Por qué escondes tu rostro,
y olvidas nuestra miseria y opresión?
Estamos hundidos en el polvo
con el vientre pegado a la tierra.
¡Álzate en nuestra ayuda,
por tu amor, rescátanos!



Sublime y emocionante llamamiento de ayuda a Dios, de parte de los indefensos, de unas criaturas puras e inocentes exterminadas sin piedad por sus padres-verdugo, y sus sicarios, apoyados por los gobernantes, para recaudar el voto de los hedonismo.

Esta llamada, tendrá una respuesta segura de Dios, que castigará a los culpables y a los encubridores de esos crímenes abominables, mucho peores que los de los Nazis, que exterminaban gaseando a sus victimas, mientras que los niños están siendo descuartizados vivos, sin piedad, con la bendición de los progresistas, que sin embargo son partidarios de la abolición de la pena de muerte, y de sus crueles y malvadas madres, que podrían darlos en adopción, pero que se deshacen de ellos por puro egoísmo.









sábado, 5 de mayo de 2012

TODO EL MUNDO OIRÁ ESTAS PALABRAS QUE NUNCA PODRÁ ACALLAR: "YO SOY EL SEÑOR TU DIOS"








          En el Evangelio como me ha sido revelado de de Mª Valtorta, vemos como Jesús perdona el pecado espantoso de una persona que mató a su madre y a su hermano, para disponer de toda la herencia que le correspondía, y así poder disfrutar gastando su fortuna con las meretrices. Aquí se demuestra como el arrepentimiento profundo y sincero siempre borra todos los pecados, por lo grandes y horribles que sean. También se ve aquí como Jesús carga Él mismo, con mucho dolor con los pecados de los hombres, ya que todo pecado causa en la Naturaleza Humana de Jesús una herida proporcional a la gravedad del mismo.

          Teoría completamente opuesta a la mentalidad relativista de hoy, cuyos abanderados son los nuevos teólogos progresistas, que pregonan el relativismo, y que no ven diferencia alguna entre el pecado y la virtud, el bien y el mal, y que les gusta decir: “Dios te quiere como eres”, lo que es una invitación al inmovilismo y la petrificación del alma, cuando Jesús dijo claramente:“El que no está conmigo (que soy inmaculado), está contra Mí; el que no amasa, dispersa”; “si tu brazo o tu ojo es para ti un estorbo, arráncatelos, más te vale entrar en el Cielo sin un ojo o si un brazo, que estar echado todo entero en la Gehena.

           Y por eso, toda esa banda de contestatarios están ladrando insistentemente ante los muros de Jerusalén, en contra de las enseñanzas de Jesús, transmitidas hoy por la Embajada que Él ha elegido. Son los renegados, los teólogos de la liberación, los abortistas, los eugenistas, los divorcistas, los de la píldora del día después, los educadores para la ciudadanía, los que quieren imponer sacerdotisas, obispas, cardenalas, y hasta papisas.

         Son también los que quieren transformar a la Iglesia de una Jerarquía puesta por Dios, en una vulgar democracia, en donde el pueblo vota sus querencias y sus ideales que van constantemente variando según las modas, son también los que quieren cambiar los mandamientos de la Ley de Dios, grabados sobre la piedra en el Sinaí y en la Conciencia y refrendados en los Libros Sagrados, mandamientos inmutables, Constitución de Dios, que es y permanecerá inmutable hasta el fin del mundo.

         Son los que también  quieren suprimir el esplendor de la Liturgia, como la que existe en las Iglesias Ortodoxas, por una iglesia haraposa y populista en donde los oficiantes y fieles celebran y participan con pantalones vaqueros, y camisas con la efigie del asesino Che-Guevara, en una estancia de tipo nave industrial, adornada por cuadros de cantantes de la categoría de Miguel Bosé, u otros socios de “la ceja” que estuvieron copiosamente subvencionados por los gobiernos “populistas”.




DISCURSO DE JESÚS: “YO SOY EL SEÑOR TU DIOS”
 Del Evangelio tal como me ha sido Revelado de Mª Valtorta


Desde ayer, la gente se ha duplicado al menos. Hay también personas de clases menos comunes. Algunos han venido en burros y están ingiriendo comida bajo el cobertizo, en cuyos palos han atado sus asnos, en espera del Maestro.

(…) “¡Pero hombre, cómo, ¿cómo piensas que los escribas y fariseos deseen oír sus palabras?! Esos son víboras e hienas, como los llama el Bautista”.
“Yo quería que me curase. ¿Ves? Tengo una pierna con gangrena. He sufrido lo indecible para venir aquí en burro. Pero le he buscado en Sión y ya no estaba…” dice uno.
“Le han amenazado de muerte…” responde otro.
“¡Perros!”.
“Si. ¿De dónde vienes?”
“De Lida”.
“¡Un largo camino!”.
“Yo…yo quisiera expresarle un pecado mío…Se lo he manifestado al Bautista…pero me ha recriminado de tal modo, que he huido. Creo que ya no podré ser perdonado…” dice un tercero”.
¿Pues qué es lo que has hecho?”.
“Mucho mal. A Él se lo manifestaré. ¿Qué opináis? ¿Me maldecirá?”
“No. Le he oído hablar en Betsaida. Casualmente me encontraba allí. ¡¡¡Qué palabras!!! Hablaba de una pecadora. ¡Ah…, casi habría deseado ser ella para merecerlas!...” dice un anciano de aspecto grave.
“Ahí viene”, grita un grupo de personas.
“¡Misericordia! ¡Me da vergüenza!” dice el hombre que se siente culpable, y trata de huir.

“¿A donde huyes, hijo mío? ¿Tanta negrura tienes en el corazón, que odias la Luz hasta el punto de tener que huir de ella? ¿Has pecado tanto como para tener miedo de Mí: Perdón? ¿Pero qué pecado puedes haber cometido? Ni aún en el caso de que hubieras matado a Dios deberías tener miedo, si en ti hubiera verdadero arrepentimiento. ¡No llores! O ven, lloremos juntos”.

Jesús, que alzando una mano había hecho que se detuviera el fugitivo, ahora le tiene estrechado junto sí, y se vuelve a quienes están esperando y dice: “Un momento solo, para aliviar a este corazón. Después estoy con vosotros”.
Y se aleja hasta más allá de la casa, Jesús (…) continúa unos diez pasos  y se detiene: “¿Qué has hecho, hijo?”.

El hombre cae de rodillas. Es un hombre que tiene unos cincuenta años; un rostro quemado por muchas pasiones y devastado por un tremendo secreto. Tiende los brazos y grita: “Para gozarme con las mujeres, gastando toda la herencia paterna, he matado a mi madre y a mi hermano…Desde entonces no he vuelto a tener paz…Mi alimento… ¡sangre! Mi sueño… ¡pesadilla!... Mi placer… ¡Ah! en el seno de las mujeres, en su grito de lujuria sentía el hielo de mi madre muerta y el jadeo agonizante de mi hermano envenenado. ¡Malditas las mujeres del placer, áspides, medusas, murenas insaciables, perdición, perdición, mi perdición!”.

“No maldigas, Yo no maldigo…”
“¿No me maldices?”.
“No, ¡lloro y cargo sobre Mí tu pecado!... ¡Cuanto pesa! Me quiebra los miembros, pero aún así lo abrazo estrechamente para anularlo por ti… y a ti te concedo el perdón. Si. Yo te perdono tu gran pecado”. Extiende Jesús las manos sobre la cabeza del hombre, que está sollozando, y ora: “Padre, mi sangre será derramada también por él. Por ahora, llanto y oración. Padre, perdona porque está arrepentido. ¡Tu Hijo a cuyo Juicio todo ha sido remitido, así lo quiere!...”.

Permanece así durante unos minutos, luego se agacha para levantar al hombre y le dice: “La culpa queda perdonada. Está en ti ahora el expiar, con una vida de penitencia, cuanto queda de tu delito.

“¿Dios me ha perdonado? ¿Y mi madre? ¿Y mi hermano?”.
“Lo que Dios perdona queda perdonado por todos, quienesquiera que sean. Ve y no vuelvas a pecar nunca”.

El hombre llora aún con más intensidad y le besa la mano. Jesús le deja con su llanto y vuelve hacia la casa (…)
Ya está en su puesto. Empieza a hablar:

“Un alma ha vuelto al Señor. Bendita sea su omnipotencia, que arranca de las circunvoluciones de la serpiente demoníaca, a sus almas creadas, y las conduce de nuevo por el camino de los Cielos.
¿Por qué esa alma se había perdido? Porque había perdido de vista la Ley.

(…) La primera palabra del Padre y Señor es esta: “Yo soy el Señor, Dios tuyo”. En cada instante del día, la Voz de Dios pronuncia esta palabra y su dedo la escribe. ¿Dónde? Por todas partes. Todo lo dice continuamente: desde la hierba a la estrella, desde el agua al fuego, desde la lana al alimento, desde la luz a las tinieblas, desde el estar sano hasta la enfermedad, desde la riqueza hasta la pobreza.”Todo dice:  “Yo soy el Señor. Por Mí, tienes esto. Un pensamiento Mío te lo da, otro te lo quita y no hay fuerza de ejército ni de defensas que te pueda preservar de Mi voluntad”. Grita en la voz del viento, canta en la risa del agua, perfuma en la fragancia de la flor, se incide sobre las cúspides montanas, y susurra, habla, llama, grita en las conciencias:

 Yo soy el Señor Dios tuyo”.

¡No os olvidéis nunca de ello! No cerréis los ojos, los oídos, no estranguléis la conciencia para no oír esta palabra. Es inútil, ella es; y llegará el momento en que la pared de la sala del banquete, o en la agitada ola del mar, o en el labio del niño que ríe, o en la palidez del anciano que se muere, en la fragante rosa o en la fétida tumba, será escrita por el dedo de fuego de Dios. Es inútil, llega el momento en que, en medio de las embriagueces del vino y del placer, en medio del torbellino de los negocios, durante el descanso de la noche, en un solitario paseo…ella alza su voz y dice:

“Yo soy el Señor Dios tuyo”, y no esta carne que besas ávido, y no este alimento que, glotón, engulles, y no este oro que, avaro, acumulas, y no este lecho sobre el que te huelgas, y de nada sirve el silencio, o el estar solo, o durmiendo, para hacerla callar.

“Yo soy el Señor Dios tuyo”,
Soy el compañero que no te abandona, el Huésped que no puedes echar. ¿Eres bueno? Pues el huésped y compañero es el Amigo bueno. ¿Eres perverso y culpable? Pues el huésped y compañero pasa a ser el Rey airado, y no concede tregua, Mas no deja, no deja, no deja. Solo a los réprobos les es concedido el separarse de Dios. Pero la separación es el tormento insaciable y eterno.

“Yo soy el Señor Dios tuyo”, y añade: “que te saqué de la Tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud”. ¡Oh, con que verdad ahora lo dice! ¿De que Egipto, de qué Egipto te saca, hacia la Tierra prometida, que no es este lugar, sino el Cielo, el Eterno Reino del Señor en que no habrá ya hambre y sed, frío ni muerte, sino que todo rezumará Alegría y Paz, y de paz y Alegría, se verá saciado todo espíritu!

De la esclavitud verdadera ahora os saca. He aquí el Libertador. Yo soy. Vengo a romper vuestras cadenas. Cualquier dominador humano puede conocer la muerte, y por su muerte, quedar libres los pueblos esclavos. Pero Satanás no muere. Es eterno. Y es él el dominador que os ha puesto grilletes para arrastraros hacia donde desea. El Pecado está en vosotros, y el Pecado es la cadena con que Satanás os tiene cogidos. Yo vengo a romper la cadena. En nombre del Padre vengo, y por deseo Mío.

He aquí que, por tanto se cumple la incomprendida promesa: “Te saqué de Egipto y de la esclavitud”.

Ahora esto tiene espiritual cumplimiento. El Señor Dios vuestro, os saca de la tierra del ídolo que sedujo a vuestros Progenitores, os arranca de la esclavitud de la Culpa, os reviste de Gracia, os admite en su Reino. En verdad os digo que quienes vengan a Mí podrán con dulzura de Paternal voz, oír al Altísimo decir en su corazón Bienaventurado:

“Yo soy el Señor Dios tuyo y te traigo hacia Mí, libre y feliz”.

Venid. Volved al Señor corazón y rostro, oración y voluntad. La hora de la Gracia ha llegado”.

Jesús ha terminado. Pasa bendiciendo y acariciando a una viejecita y a una niñita morenilla y toda risueña.
“Cúrame, Maestro. ¡Me aflige un mal grave!” dice el enfermo de gangrena.
“Primero el alma, primero el alma, haz penitencia…”
“Dame el Bautismo como Juan, no puedo ir a él. Estoy enfermo”.

“Ven”. Jesús baja hacia el río que se encuentra pasados dos grandísimos prados y el bosque que le oculta. Se descalza, como también lo hace el hombre que hasta allí se ha arrastrado con las muletas. Descienden hacia la orilla, y Jesús, haciendo copa con las dos manos unidas, esparce el agua sobre la cabeza del hombre, que está dentro del agua hasta la mitad de las espinillas.
“Ahora quítate las vendas” ordena Jesús mientras vuelve a subir el sendero.
El hombre obedece. La pierna está curada. La multitud grita de estupor.
“¡Yo también!”; “¡Yo también!”; “¡Yo también el Bautismo dado por Ti!” gritan muchos.

Jesús, que ya está a medio camino, se vuelve: “Mañana. Ahora marchaos y sed buenos. La Paz sea con vosotros”
Todo termina y Jesús vuelve a casa, a la cocina que está a oscuras a pesar que sean todavía las primeras horas de la tarde.
Los discípulos se le arremolinan en torno. Y Pedro pregunta: “Ese hombre al que has llevado detrás de la casa, ¿Qué tenía?”

“Necesidad de purificación”

      “No ha vuelto, de todas formas, y no estaba entre los que pedían el bautismo”
“Ha ido a donde lo he mandado”
“¿A dónde?”
“A expiar, Pedro”
“¿A la cárcel?”
“No. A hacer penitencia todo el resto de su vida”.
“¿No se purifica entonces con el agua?”
“Es agua también el llanto”.

(…) “¿Y cuando nos vas a habilitar para hacer milagros?” sigue preguntando Judas.
“¿Nosotros hacer milagros?, ¿nosotros? ¡Misericordia eterna! ¡Y eso que bebemos agua pura! ¿Nosotros, milagros? Pero muchacho, ¿estás delirando? Pedro está escandalizado, asustado, fuera de sí.
“Él nos lo dijo en Judea. ¿O acaso, no es verdad?”.
“Si, es verdad, lo dije. Y lo haréis. Más mientras en vosotros haya demasiado carne, no tendréis milagros”.
“Haremos ayunos” dice Judas Iscariote.

“No se requieren ayunos. Cuando digo carne, quiero decir las pasiones corrompidas, la triple hambre, y tras esa pérfida trinidad, el séquito de sus vicios…Como hijos de una inmunda, bígama unión, la soberbia de la mente engendra, con la avidez de la carne y del poder, todo lo malo que hay en el hombre y en el mundo”.
“Nosotros lo hemos dejado todo por Ti, replica Judas.
“Pero no a vosotros mismos”.
“¿Entonces, tenemos que morir”, con tal de estar contigo, lo haríamos; yo al menos…”.

“No. No pido vuestra muerte natural. Pido la muerte de la animalidad y el satanismo en vosotros, y este no muere mientras se siga satisfaciendo el hambre de la carne y mientras haya en vosotros mentira, orgullo, ira, soberbia, gula, avaricia, acidia”.
“¡Somos muy humanos, junto a Ti, muy Santo!” dice sumisamente Bartolomé.
“Y siempre fue tan Santo. Nosotros lo podemos decir” afirma el primo Santiago.
“Él sabe cómo somos… Y no debemos desanimarnos, sino decirle solo: “Danos día a día la fuerza de servirte. Si nosotros dijéramos: “No tenemos pecado”, resultaríamos engañados y engañadores. ¿Y de quién al final? ¿De nosotros mismos que sabemos lo que somos, aunque no queramos decirlo? ¿De Dios, al cual no se le puede engañar?

Pero si decimos: “Somos débiles y pecadores. Ayúdanos con tu fuerza y tu perdón”, entonces Dios no nos defraudará, y en su bondad y justicia nos perdonará y nos purificará de las iniquidades de nuestros pobres corazones”.

“Dichoso tú, Juan, porque la Verdad habla en tus labios, que tienen perfume de inocencia y solo besan el adorable Amor” dice Jesús levantándose, y atrae hacia su corazón el predilecto, que ha hablado desde su rincón oscuro.

 








jueves, 3 de mayo de 2012

EMOCIONANTE MENSAJE PARA LOS .PADRES QUE TIENEN UN HIJO QUE MURIÓ



MENSAJES DESDE EL MÁS ALLÁ
(Dedicado a Adriana Magliano)

 


Un niño que preparé para el Sacramento de la Confirmación, hace ya muchos años, y que ahora se había convertido en un hombre "hecho y derecho", y profundamente católico, ha muerto por las consecuencias de una leucemia de tipología muy agresiva, a pesar de haber sido sometido a un trasplante. Su familia, devota de San Agustín, ha quedado muy afectada: su padre no cesaba de llorar.

Una noche, su hijo se le apareció en sueños, todo vestido de blanco y le dijo: "Papá ¿Porqué lloras?"

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MENSAJE A MIS PADRES Y HERMANOS



¡No lloréis por mí, vosotros,  que tanto me queréis!
 ¡Si conocierais el don de Dios y la majestad del Cielo!

¡Si pudieseis oír desde donde os encontráis, el cántico de los Bienaventurados, y me vierais en medio de ellos exultando de alegría!

¡Si fuerais capaces de ver con vuestros ojos el panorama de los horizontes infinitos, y de los senderos por donde yo camino!

¡Si solo por un momento, pudierais contemplar como lo estoy haciendo yo, la Sublime Hermosura de Dios, "tan antigua, pero siempre nueva"ante la cual todas las bellezas de la tierra palidecen y se marchitan!

Creedme, cuando la muerte venga a romper vuestras ataduras, como ya rompió las que me tenían encadenado, y cuando un día, solo conocido por Dios, vuestra alma entre en ese Cielo en donde yo os precedí…

Ese día, purificado y radiante, me volveréis a ver y volveréis a encontrarte con todo mi cariño y veneración a vosotros, que me habéis dado la vida.

¡No quiera Dios, que al entrar en ese mundo de infinita felicidad, yo sea infiel a los recuerdos y a las verdaderas alegrías de mi vida anterior con vosotros, y que yo os olvide y os quiera menos!

¡Me volveréis pues a ver, transfigurado en el éxtasis y la felicidad, que he conseguido por haber permanecido fiel a mis creencias que me habéis inculcado, no esperando ya la muerte,  caminando de trecho en trecho, con vosotros, en los nuevos senderos de la Luz y de la Vida!


¡
Entonces… enjugad vuestras lágrimas, y no lloréis ya más…Si me queréis!...”

  San Agustín de Hipona.

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