MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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miércoles, 16 de mayo de 2012

CARTA ABIERTA A UN CURA PROGRESISTA







El Sacerdote tiene que predicar la palabra de Dios y a su divina Gracia, como un espejo, pero ¡ay si ese espejo está empañado por la falta de fe en lo que predica y su mal ejemplo! y ya no puede reflejar a Dios sino la imagen del mundo regido por Satanás y sus siniestros ministros.


 CONTRA EL VIRUS DEL PROGRESISMO QUE QUIERE CAMBIAR LA DOCTRINA TRADICIONAL DE LA
 SANTA IGLESIA CATÓLICA
(8 de Noviembre de 1.994)

En la época en que pertenecía a la Adoración nocturna, en Ganada, apareció en esta Asociación, un jóven Sacerdote nuevo, abanderado de la teología que predicaba ya (hace 18 años) el “dios caramelo”, de una manera tan intransigente, que llegó a decir en el sermón de la misa que mis ideas eran de una consistencia “granítica”; fui a comulgar temeroso que no me diera la Sagrada Eucaristía. Anteriormente, a mi afirmación de que no compartía sus ideas, pero que las respetaba, me contestó que “ él no respetaba las mías” (Sic)




Estimado Padre (...)

He dudado mucho en remitirle este escrito. Después de consultarlo con un Sacerdote de reconocida espiritualidad el Padre Peinado cura de la Iglesia del Albaicín en Granada, y con una comunidad de Religiosas carmelitas contemplativas, las cuales me han aconsejado de remitirle este escrito, me he decidido a hacerlo.

Con la esperanza de que este le sea de algún provecho, lo cual veo muy difícil, pero no imposible sobre todo a largo plazo y teniendo cuenta de que la Verdad es poderosa y penetrante, ya que es palabra de Jesús, me he movido a dirigirme a Ud.

Jesús en algunas ocasiones nos invita a emitir un juicio de valores sobre el comportamiento de algunas personas: “A sus frutos los reconoceréis” (Mt. 7- 16). Él mismo nos dio sobrado ejemplo con sus juicios severos a los Fariseos, a los doctores y a los letrados que pretendían enseñar al pueblo de Israel con su propia doctrina, por motivos de orgullo, buscando únicamente su gloria y no la gloria de Dios.

Es seguro que dichos falsos pastores tenían siempre por costumbre emitir doctrina parcialmente adulterada por ser la doctrina que más gustaba al pueblo en un momento determinado de la historia y querían aparecer como precursores de lo que era una moda pasajera y que en ese momento fascinaba a la gente.

“Dejando de lado el precepto de Dios, os aferráis a la tradición humana” (Mc 7-8).

Hace unos cuarenta años, casi todo el pueblo, incluso muchos de los no creyentes, estaban obsesionados por los pecados que hacían referencia al noveno mandamiento, y por eso, era el tema favorito de los predicadores de nuestra Religión, y se complacían en calificar de pecados gravísimos contra Dios lo que simplemente era una forma de vestir, un mero pensamiento, o una mirada y no tenían ningún reparo en amenazar con las penas del infierno a los transgresores  de sus leyes y los que no estaban de acuerdo con esa doctrina, se les trataba con odio y desprecio, e incluso se pedía para ellos el anatema o la excomunión.

Hace siglos, la Santa Inquisición, a pesar de lo que nos quieren hacer creer los eternos enemigos de la Iglesia, no era mas que el reflejo de la mentalidad del pueblo, que veía completamente normal que a un renegado se le torturara y hasta se le quemara vivo, ya que eso era bueno para su alma, para así evitarle los eternos suplicios del infierno. Era frecuente, en las procesiones de los Sambenitos que la gente exaltada prendiera fuego a las barbas de los condenados. Naturalmente, los doctores y los letrados de esa época, buscando su propia gloria y no la Gloria de Dios, eran los líderes de esa corriente.

              Esto lo acredita muy bien Daniel Rops en su “Histoire de l´Église”. De sobra sabemos las consecuencias que tuvo este proceder para la Iglesia Católica en España, con la famosa “Leyenda negra”, a pesar de que las condenas en la hoguera fueron mucho menores que las del sanguinario Enrique VIII, y de su déspota hija Isabel II de Inglaterra, en su lucha contra los católicos.

En la época actual, con las nuevas modas, todo ha cambiado: lo del pecado contra el noveno mandamiento ha desaparecido, la Inquisición fue una barbarie inexplicable e intolerable, fruto de una época oscurantista y todo se quiere atribuir a un grupo reducido de seguidores de Torquemada, mandados por la Iglesia, que tenían atemorizados al sano pueblo de Dios.

    Han surgido nuevos líderes y nuevos pastores, en los cuales me permito incluirle a Ud. Ya nada es pecado, el Dios que antes mandaba al Infierno, ya aparece como un dios asomado detrás de una nube blanca, con una calva pronunciada, una voluminosa barba blanca con aspecto bonachón, una sonrisa beata en su cara, y los brazos abiertos.

Ese dios es el ídolo de nuestra época, el dios de la moda, fruto de la mentalidad actual de la Sociedad que hace y deshace dioses a su medida, para la cual, como ya lo había advertido el gran Papa Pío XII, ha desaparecido por completo el sentido del pecado. Ud. mi querido amigo, ha querido liderar esa corriente para ser el gran teólogo  que es punto de referencia de las masas que Ud. quiere adoctrinar para su vanagloria.

Para argumentar esa falsedad, y para ser el centro de atención y de admiración de todo el mundo, no ha tenido ningún reparo en cambiar lo inamovible: Las Escrituras y la tradición de los Santos Padres: El Infierno ya no existe: ¿Cómo un Dios Padre puede mandar allí a sus hijos, si ya no hay pecado, si todos los crímenes, las violaciones incluso a las criaturas inocentes, como es el caso de  pederastia son fruto de una infancia desgraciada, de una incomprensión y de una falta de amor de la Sociedad hacia esos pobres individuos.

Otra cosa: Ud. ni tiene reparo en argumentar insensateces para querer aparecer como un gran místico a los ojos de los hombres (Otra cosa que está de moda y gusta a la gente): Así a la objeción que le he hecho, citándole la Palabra indestructible de Jesús: “Si tu ojo o tu brazo es objeto de escándalo para ti, arráncate el ojo o el brazo: más te vale entrar en el reino de Dios sin un ojo o sin un brazo que ser arrojado todo entero en el Infierno” (Mt 5, 29-30; Mc. 9, 43-47).

A esa objeción tan clara e irrefutable Ud. me contesta: “¡¡¡Por amor, por amor hay que arrancarse el ojo o el brazo!!!”.

Cuando le dije que el Santo Cura de Ars, Patrón de todos los Sacerdotes del mundo, se pasaba muchas noches llorando delante del Santísimo, para que ninguno de los feligreses que Dios le había encomendado, se condenase, Ud. argumenta que ya que si existe el infierno, tendría que estar vacío por la gran Misericordia de Dios (Lo que equivale a decir que no existe), el Santo Cura de Ars  ¡Lloraba por amor! Hay pues que creer que el Santo se pasaba la noche llorando por nada, o que había perdido el Juicio. O lo más probable: Ud. cree que la gente no tiene sentido común, o que sus detractores son todos unos idiotas.

¿Qué tiene que argumentar a las palabras que Jesús pronunciará el día del Juicio: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer…” ? (Mt 25, 41-46).

Con toda seguridad, Ud. contestaría la misma insensatez:

¡¡El suplicio eterno lo preparó Dios con espíritu de “encendido” amor hacia sus hijos!!

Ud. mi querido amigo, tiene todas las características de un buen Inquisidor, en la Edad Media, le habría hecho sombra al mismísimo Torquemada, o hace 50 años habría encajado en un púlpito clamando contra la inmoralidad y amenazando con el Infierno a los transgresores.

Me permito también relatarle lo ocurrido en cierta Parroquia francesa: Unos jóvenes curas llenos de “Celo ecuménico” hacia nuestros hermanos Protestantes separados (Celo que Ud. dijo que, afortunadamente hoy día se había conseguido gracias al espíritu de renovación carismática que había surgido en la Iglesia), no tuvieron ningún reparo en hacerle la vida imposible al anciano Párroco, solo porqué quería conservar sus tradiciones y seguir diciendo la misa en latín, y le obligaron a marcharse con tristeza de su amada Parroquia.

Otra anécdota no menos elocuente: Cierto Sacerdote muy abierto al amor al prójimo y olvidando la recomendación de Jesús: “Os mando como corderos en medio de los lobos: Ser sencillos como palomas, pero prudentes como serpientes” (Mt 10,16), o bien: “No tiréis vuestras perlas a los cerdos, porque las pisotearán y se revolverán contra vosotros” (Mt 7,6), también con toda seguridad, para querer aparecer como un paladín de la moda, recomienda encarecidamente a una familia Católica de acoger en su seno a un reo que había redimido su pena en la cárcel, por ser un gran acto de caridad. El resultado fue el siguiente: El huésped violó a la hija y mató a la madre que se quiso interponer.

Querido amigo: si yo, como Ingeniero de Caminos; Canales y Puertos, calculo un puente, pero me equivoco en el análisis de estabilidad de sus elementos constructivos como son la cimentación, los estribos, la pilas o el tablero, y prescindiendo de las normas constructivas, ocurre una desgracia, la Sociedad por medio de los Tribunales me exigirá responsabilidades y me hará pagar los daños.

Igualmente, Ud. es responsable como Sacerdote de lo que dice, y tiene que conocer su oficio y aplicar las normas de la Iglesia Católica a la cual pertenece, como yo tengo que hacerlo al practicar mi oficio, sobre todo sabiendo que se trata de un asunto tan grave como el de la Salvación eterna de las almas, por eso Dios le pedirá cuentas de toda la doctrina que, con tanto empeño predica para aparecer como un gran Teólogo y Místico a los ojos de la gente, que es lo único que parece importarle.

Le recuerdo que cuando le dije que yo no estaba de acuerdo con sus opiniones pero que las respetaba, ¡¡Ud. llegó a decirme que Ud. no respetaba las mías!!

“La lámpara de tu cuerpo es el ojo, si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso, pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras, y si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡Que oscuridad habrá!” (Mt 6, 22-23)

Traducción: Lo que guía tu manera de ser es tu manera de ver las cosas: si esa manera de ver es correcta, toda tu conducta será recta, en caso contrario, toda tu conducta será torcida, y si tu no logras acertar, ¡En que errores caerás!

Por fin, déjeme hacer un breve comentario acerca de la tan actual y tan cacareada recomendación de los “modernos teólogos” que Ud. ha recogido y abanderado: “La Evangelización de los indígenas ha de hacerse integrándose en esa Sociedad y Cultura”.

Y me pregunto: ¿Qué significado tiene esa afirmación, quiere acaso eso decir que el Misionero en la Sociedad que nos ha tocado vivir tiene que adaptarse a la Sociedad de consumo, acaso dirá que hay que mirar las famosas “señales de los tiempos” y por consiguiente, aparcar la Cruz, abrazar el materialismo y entregarse a todos los vicios, dando rienda suelta a todos nuestros apetitos, como así lo pregona esa Cultura?

Seguramente estará plenamente convencido de que “¡¡China se ha perdido al Cristianismo porque los Misioneros no iban ataviados con kimonos, como así lo afirman ciertos teólogos modernos!!

Querido amigo: Recapacite Ud. y haga prueba de alguna humildad y de sentido común, no tenga una visión tan miope de los acontecimientos: Las modas de ayer, mañana parecerán y serán absurdas y ridículas, más bien siga y predique una doctrina sana, independiente de las modas cambiantes de los hombres y en acorde con la Doctrina tradicional de la Iglesia que sin duda alguna es la única verdadera, ya que como lo dice San Pablo “Las cosas del mundo, cuanto más subidas, más absurdas son a los ojos de Dios, y al revés las cosas de Dios, cuando más subidas, mas absurdas son a los ojos del mundo (I Cor 1, 20-25).

Una última observación: como muchísima gente, por no querer estar sujeto a la Doctrina Tradicional de la Iglesia, Ud. se ha dejado engañar por Satán, como así lo afirma S. Juan de la Cruz, que dijo:

“Si no te sometes a la Santa Obediencia, aunque más te parezca que aciertas, no dejarás de estar engañada por el demonio”

El cual ha conseguido sus logros más valiosos: La desaparición del sentido del pecado en el mundo, y lograr fabricar un dios a medida de esa idea: El dios de la barba blanca, que todo lo perdona, incluso a los que no se arrepienten, un dios que como consecuencia a todo ello es incapaz de mandar nadie al Infierno, sencillamente porque no existe.

Con su mentalidad ha contribuido a ese triunfo, propagando con insistencia y gran intransigencia esa falsa doctrina, con una postura de gran desprecio hacia los que no comparten sus ideas, lo que denota la presencia de Satán, llegando a decir desde el púlpito que mis ideas son de una consistencia “granítica”.

Por eso, ha contribuido sin saberlo quizás, pero con entera responsabilidad al clima de relajación que impera en la Sociedad actual, y lo que es más grave: Ud. es cómplice de la muerte de Dios en esa Sociedad, la muerte del Dios verdadero, el de los grandes Santos y Místicos y el de los Mártires que han derramado su sangre por la Fe.

En contrapartida, Ud. ha creado un nuevo dios, un ídolo hecho a medida de esta Sociedad que nos ha tocado vivir, y se ha convertido sin saberlo en un auténtico Testigo de Jehová, secta que comparte plenamente casi todas las ideas tan absurdas que predica de una manera tan inexorable.


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Nota: A este escrito, el Sacerdote aludido me contestó con una tarjeta de felicitación de Navidad, me dijo de olvidar el asunto y de reconciliarnos, y que él no era depositario de la Verdad.

             Le contesté agradeciéndoselo, y que estaba reconciliado, reconociendo que ni él ni yo somos depositarios de la Verdad, pero que si lo es la Santa Iglesia Católica, en virtud de la Promesa del Hijo de Dios, y que además se apoya en la Doctrina Tradicional de los Santos Padres y por la Tradición.



















lunes, 14 de mayo de 2012

EL ÁNGEL AZARÍAS EXPLICA CÓMO SE PRODUCE LA SELECCIÓN NATURAL DE LAS ALMAS



DE UN BICHO FEO, QUE SE ESCONDIÓ DE LOS ELEMENTOS EXTERIORES
NACIÓ UNA GRÁCIL Y HERMOSA MARIPOSA



EL MAL ES EL CATALIZADOR QUE FORTALECE
 A LOS ELEGIDOS,Y PRECIPITA 
LA CAÍDA DE LOS RÉPROBOS



            En mi época de Estudiante, en la asignatura de Química mineral y orgánica, recuerdo que cuando se quería separar dos elementos químicos amalgamados, se introducía en el producto un aditivo, llamado catalizador que provocaba la separación de los dos componentes, y sin el cual dicha separación era imposible.

           Pues bien, lo mismo ocurre espiritualmente hablando: es necesario en este mundo el catalizador llamado mal, error y pecado, cuyo padre es Satán, para precipitar los dos componentes: Bien y Mal, que todos los hombres, en más o menos medida, tenemos en nuestro interior, como consecuencia de los genes hereditarios que nos transmitieron nuestros padres Adán y Eva, cuando fueron libremente mordidos por la serpiente infernal, que les inoculó el veneno del conocimiento del bien y del mal.
            Naturalmente, Yahvé les ofreció el único antídoto capaz de evitar la parálisis del sistema nervioso y muscular del alma, que es el fruto del Árbol de la Vida: Nuestro Sublime Redentor Jesús, el Hijo de Dios.

             Pero el mal estaba introducido ya en el alma y se tenían que hacer unos duros ejercicios de rehabilitación para poder recobrar la inocencia perdida, condición necesaria y suficiente para poder entrar en el reino de los Cielos, ejercicios duros y penosos sin los cuales, el alma nunca podría recuperar su hermosura primitiva.


Dice el Ángel Azarías:

            Fijaos en la crisálida oculta en el capullo: un bicho feo que se oculta de buen grado por la repugnancia que produce. Mas si la crisálida ha de esquivar su destrucción por parte del hombre, del hielo, de las aves, de las lluvias y sobrevivir, ha de permanecer pegada a su capullo allá donde el cuidado providente de quien la depositó la puso, y he aquí que entonces, en el momento fijado por leyes inmutables y sabias, se abre el capullo y el hombre contempla estupefacto cómo aquel gusano inerte y repugnante se convirtió en una grácil y hermosa mariposa.

           Lo mismo hace Dios con sus fieles a favor de ellos. Toma los nefastos, crueles y repelentes hechos humanos, queridos por el egoísmo, el odio y la aridez de la mayor parte de los hombres, hechos que golpean como el granizo y hieren como flagelos a la parte mejor, a la vez que a aquella que merece torturarse mutuamente al perder la fraternidad humana, transformada como está en una ingente turba de fieras y de demonios, y – sólo con que los fieles de Dios sepan estar donde el providente cuidado de Dios los puso: en el radio de su Luz – los transforma en cosas óptimas y en dones perfectos.

         Por donde se ve que, de una común desventura, se deriva una selección y así los hijos de la Luz, porque saben ver, se hacen más luminosos y elegidos, al tiempo que los hijos de las tinieblas se hacen cada vez más tenebrosos y réprobos, ya que ni la constatación de tanto mal provocado por su malvado querer, les hace arrepentirse o recapacitar al menos para, de este modo, iniciar el retorno a Dios.

         Por eso, hijos buenos de mi Señor, sabed ver, ver sobrenaturalmente. Ver cómo de las torturas mundiales que sufrís, que son obra de los hombres, podéis obtener un aumento de méritos y de gloria. Ver por tanto, más allá de las manos garrudas del Mal y de los malvados que os apresa y atormenta, la Mano Santísima del Padre que os proporciona el medio para poseer un don excelso y eterno por vuestra paciencia, vuestra fe y vuestra aceptación de lo que no se puede rechazar, atribuyéndolo todo a Dios.

         He aquí por qué puede sabiamente decirse que toda cosa óptima y todo don perfecto vienen de lo Alto, mientras que las cosas malas e imperfectas salen de allá abajo, aflorando como esporas maléficas que las recogen aquellos que son siervos del Bajísimo, esparciéndolas como lluvia tormentosa sobre toda la Humanidad.

“Todo don perfecto procede de lo alto y desciende del Padre de las luces”.

           Ved cuanta seguridad proporciona esta frase: “Desciende del Padre de las luces”. Si, es Padre de las luces, ¿Cómo ha de poder ser jamás como el que bracea entre tinieblas y escoge al azar lo que la oscuridad le viene a la mano, desconociendo por tanto, su naturaleza y efectos? No, no puede ser tal. Así pues, estad confiados, queridos hijos de este Padre de las luces, estad confiados. Él sabe qué, cuando y cómo daros los dones perfectos para haceros perfectos. No lo rechacéis, no uséis mal de ellos y no los corrompáis. Aceptadlos con humildad, con tanta mayor humildad cuanto los dones sean más extraordinarios. (…)

             Lo dice Santiago: “del Padre de las luces en el cual no hay variación ni sombra de mutación”.

(…) Nuestro Santísimo Señor Jesús, por ser igual al Padre, no mudó su corazón con los Apóstoles. Aún no ignorando quien era Judas, el voluble por excelencia, no cambió Jesús. Hasta el postrero instante trató a Judas como Apóstol y amigo. En la cena, lo purificó como a los otros, se dio a él en comunión como a los demás y en Getsemaní le saludó una vez más como “amigo”.

             Y, si por un suponer Judas, en vez de ahorcarse, hubiera corrido al pié de la Cruz, el Moribundo hubiera hecho acopio de de sus fuerzas para decirle de nuevo. “Amigo, ¿a qué has venido? ¿Para conseguir el perdón? Ahí lo tienes, y completo. Vete y no peques más. Ámame y haz que me amen”.
Y habríale dicho a su Madre: “Mujer, ahí tienes a tus hijos”, acumulando el inocente al deicida arrepentido.


         Y NI SIQUIERA LA MUJER SANTÍSIMA, LA CRIATURA MÁS GRANDE DESPUÉS DE DIOS, HABRÍALE RECHAZADO POR CUANTO ELLA ES LA SANTA, SEGUNDA TAN SÓLO EN PERFECCIÓN RESPETO DE DIOS.

          EL LLANTO DE JUDAS AL PIE DE LA CRUZ HABRÍA SIDO PARA EL MUNDO LA PLEGARIA SUPERPERFECTA DE JESÚS A FAVOR DEL PECADOR. 


          MÁS EL MUNDO NO ERA MERECEDOR DE CONTAR CON LA EXACTA MEDIDA DE LO QUE ES EL AMOR MISERICORDIOSO. Y ASÍ TAL PLEGARIA NO SE PRONUNCIÓ….



             Ahora bien, Jesús, Dios como el Padre, jamás mudó su corazón ni su pensamiento respecto a los elegidos. El no, sino Judas fue el que mudó de corazón y de pensamiento, condenándose libremente. Él, dice Santiago, “De su voluntad nos engendró con la palabra de verdad a fin de que seamos cual las primicias de sus criaturas".











sábado, 12 de mayo de 2012

CONTRA LOS QUIETISTAS QUE PREDICAN AL DIOS “RELATIVISTA” Y UNA DOCTRINA "DESCAFEINADA"



Jesús cambiará su cayado de Pastor por el cetro de Juez y Rey Todopoderoso



Tremendas palabras de Jesús, que se aplican hoy más que nunca, por tantos predicadores que ocultan o mutilan el Evangelio, predicando solo lo que les gusta, evitando a toda costa de hablar del Infierno, de Satanás, y del Juicio de Dios que aquí explica muy bien el mismo Jesús, que tendrá dos fases, como así lo explica la Santa Iglesia Católica: el Juicio particular de cada alma que tendrá lugar a la hora de la muerte, y el Juicio final que tendrá lugar al fin del Mundo, y que reunirá a toda la humanidad en el valle de Josafat.

Observación de Jesús explicando que se puede orar en todos los sitios, no solo en las Iglesias: el mundo entero, obra de Dios es un lugar de oración, oraron los Santos mártires en las Cárceles, Noé en el arca, Jonás en el vientre de la ballena, y tantos otros en todos los sitios donde se hallaban por sus ocupaciones o por su trabajo. No hay nadie como los grandes místicos y ermitaños para comprender y poner en práctica esas recomendaciones de Jesús.


En la Vida de San Juan de la Cruz, leemos que cuando era Prior en el Convento de los mártires de Granada, repartía a sus frailes en varios lugares del campo, en donde se dominaba toda la Vega de Granada y la imponente mole de Sierra Nevada, y los dejaba solos diciéndoles. "Quedaros aquí, dando alabanzas a Dios, que está presente en toda la Creación".



Del Evangelio tal como me ha sido revelado de María Valtorta


            (…) Justo es santificar las fiestas y alabar al Señor en los lugares de oración, más toda la creación puede ser un lugar de oración si la criatura sabe convertirla en eso con su elevación hacia el Padre. Lugar de oración fue el arca de Noé, a la deriva sobre las olas; y el vientre de la ballena de Jonás; lugar de oración fue la casa del Faraón cuando José vivió en ella; y la tienda de Holofernes para la casta Judith.

             ¿Y no era, acaso, sagrado para el Señor el lugar corrompido en que, esclavo vivía el Profeta Daniel; sagrado por la santidad de su siervo, que santificaba el lugar, hasta el punto de merecer las altas profecías de Cristo y el Antecristo, clave de estos momentos y de los últimos tiempos? Pues con mayor razón será santo este lugar que, con los colores, los perfumes, la pureza del aire, la riqueza de los cereales, las perlas del rocío, habla de Dios Padre y Creador y dice: “Creo; quered creer vosotros, pues de Dios damos testimonio”. Sea, por tanto, la sinagoga de este sábado; leamos en ellas las páginas eternas escritas sobre las corlas y las espigas, teniendo como sagrada lámpara el Sol.

    He nombrado a Daniel. Os he dicho: “sea este lugar nuestra Sinagoga”. Esto trae a la memoria el gozoso “Benedicite” de los tres santos jóvenes entre las llamas del horno: “Cielos y aguas, rocío y escarcha, hielos y nieves, fuegos y colores, luces y tinieblas, relámpagos y nubes, montes y colinas, todo vegetal nacido, pájaros, peces, animales todos, alabad y bendecid al Señor, junto con los hombres de humilde y santo corazón”. Este es el resumen de este canto santo que tanto enseña a los humildes y santos. Podemos orar y merecer el Cielo en cualquier lugar. Lo merecemos cuando hacemos la voluntad del Padre.

            Hoy al amanecer se me ha hecho la observación de que, si todo viene de voluntad divina, también esta quiere el error de los hombres. Es un error, un error además muy difundido. ¿Puede, acaso, un Padre querer que el hijo se haga merecedor de condena? No, no puede. Y, a pesar de ello, vemos en las familias que algunos hijos se hacen tales. Incluso teniendo un padre justo que les señala el bien que hay que hacer y el mal que hay que evitar: ninguna persona recta acusará a ese padre de haber estimulado al hijo al mal.

         Dios es el padre, los hombres son los hijos. Dios señala el bien, y dice: “Mira, te pongo en esta circunstancia para tu bien”; o también, cuando el Maligno y los hombres que le siguen procuran desgracias a los hombres, Dios dice: “Mira, en esta hora penosa, actúa así, de forma que este mal sirva para eterno bien”. Os aconseja, pero no os fuerza. Pues bien, entonces, si uno, aun conociendo lo que sería la voluntad de Dios, prefiere hacer todo lo contrario, ¿se puede decir que tal cosa contraria es voluntad de Dios? No, no se puede.

          Amad la voluntad de Dios, amadla más que a la vuestra, y seguidla contra las seducciones y los poderes de las fuerzas del mundo, de la carne y del demonio. También estas cosas tienen su voluntad, más en verdad os digo que bien infeliz es quien ante ellas se doblega.

         Me llamáis Mesías y Señor. Decís que me amáis y me entonáis alabanzas. Me seguís, y tal cosa parece amor. Y, sin embargo, en verdad os digo que no todos de entre vosotros entrarán conmigo en el Reino de los Cielos. Incluso entre mis más próximos y antiguos discípulos habrá quien no entre, porque muchos harán su voluntad o de la carne, el mundo o el demonio; no la de mi Padre. No quien me dice: “¡Señor!, ¡Señor! Entrará en el reino de los Cielos, sino aquellos que hacen la voluntad del Padre mío; solo éstos entrarán en el Reino de Dios.

           LLEGARÁ UN DÍA EN QUE YO, QUIEN OS ESTÁ HABLANDO, TRAS HABER SIDO PASTOR, SERÉ JUEZ. NO OS CONFIÉIS ILUSAMENTE EN MI ASPECTO ACTUAL. AHORA MI CAYADO CONGREGA A TODAS LAS ALMAS DISPERSAS Y SE MUESTRA DULCE PARA CONDUCIROS A LOS PASTOS DE LA VERDAD;  ENTONCES, EL CAYADO SERÁ SUSTITUIDO POR EL CETRO DEL JUEZ REY, Y MUY DISTINTA SERÁ MI POTENCIA. ENTONCES SEPARARÉ, NO CON DULZURA SINO CON JUSTICIA INEXORABLE, LAS OVEJAS QUE SE ALIMENTAN DE VERDAD DE AQUELLAS OTRAS QUE MEZCLARON VERDAD Y ERROR O SE NUTRIERON SOLO DE ERROR. UNA PRIMERA VEZ Y LUEGO OTRA HARÉ ESTO. 

     ¡AY DE AQUELLOS QUE ENTRE LA PRIMERA Y LA SEGUNDA COMPARECENCIA ANTE EL JUEZ NO SE HAYAN PURGADO, NO PUEDAN PURGARSE DE LOS VENENOS! LA TERCERA CATEGORÍA NO SE PURGARÁ. NINGUNA PENA PODRÍA PURGARLA. HA QUERIDO SOLO EL ERROR, EN EL ERROR PERMANEZCA.

     Pues en ese momento habrá incluso, entre estos, quien gima: “¿Cómo es esto, Señor? ¿No hemos profetizado en tu nombre, no hemos arrojado demonios y realizado muchos prodigios en tu nombre?”. Pero Yo, en ese momento, muy claramente les diré: “Sí, habéis osado revestiros de mi Nombre para aparecer como no erais; habéis querido hacer pasar por vida en Jesús vuestro satanismo. El fruto de vuestras obras os acusa.         

       ¿Dónde están los salvados por vosotros? ¿Dónde se cumplieron vuestras profecías? ¿A que llevaron vuestros exorcismos? ¿Quién fue el cómplice de vuestros prodigios? ¡Oh, si muy potente es mi enemigo, pero no está por encima de Mí, Os ayudó, sí, para aumentar su botín; por obra vuestra se ensanchó el círculo de los que fueron arrastrados a la herejía. 

         Realizasteis prodigios, sí, incluso aparentemente mayores que los de los verdaderos siervos de Dios, que no son histriones que dejan estupefactos a las muchedumbres, sino que son humildad y obediencia que dejan estupefactos a los ángeles.

    Mis siervos verdaderos, con sus inmolaciones, no crean fantasmas, sino que los cancelan de los corazones; ellos, mis verdaderos siervos, no se imponen a los hombres, sino que muestran a Dios a los corazones de los hombres; lo único que hacen es cumplir la voluntad del Padre y llevan a otros a cumplirla (de la misma forma que una ola impulsa a la que precede y atrae a la que la sigue), sin colocarse en un trono para decir: “Mirad”. 

Ellos, mis siervos verdaderos hacen lo que Yo digo, sin pensar sino en hacerlo, y sus obras llevan ese signo mío de paz inconfundible, de mansedumbre, de orden. Por tanto, puedo deciros: “Estos son mis siervos, a vosotros no os conozco, alejaos de Mí, vosotros, obradores de iniquidad”.

    "Esto diré entonces. Tremenda palabra será. Estad atentos a no merecérosla. Id por el camino seguro de la obediencia – aunque sea penoso – hacia la gloria del Reino de los Cielos.
Ahora gozáos vuestro reposo del sábado alabando a Dios con todo vuestro ser. La paz sea con todos vosotros”.

   Y Jesús bendice a la muchedumbre antes de que esta se disperse en busca de sombra, hablando en grupos, comentando las palabras oídas. Con Jesús se quedan los Apóstoles y el escriba Juan, que no habla, pero medita profundamente, escudriñando todos los gestos de Jesús.
    Concluye así el ciclo del monte.





MENSAJE DE JESÚS DEL AÑO 1.995 EN LAS APARICIONES DE PRADO NUEVO DEL ESCORIAL (MADRID)



EL MONASTERIO DEL ESCORIAL, SÍMBOLO DEL
IMPERIO Y DEL CATOLICISMO ESPAÑOLES


    Mensaje muy acorde con la mentalidad de muchos modernos maestros espirituales: Los abanderados del relativismo, y del quietismo: los Queirubines y los Massiánicos, los Hans Küng, y tantos teólogos que quieren a toda costa que la Iglesia se adapte al mundo en que vivimos, cuando es el mundo que se tiene que adaptar a Dios, teólogos que han sido mordidos por la serpiente infernal que les ha inoculado el veneno.

Veneno que en los cuerpos de las víctimas, actúa sobre el sistema nervioso, paralizando sus funciones vitales, ya que no se puede respirar y se muere por asfixia. De la misma manera, paralizan el alma y la anestesian, anulando el santo Temor de Dios, y transformándola en un alma soberbia y quietista, predicando una doctrina de relajamiento y de falta absoluta de pecado y de ofensa a Dios, anulando así las funciones vitales de la misma.

Analogía absoluta con lo reflejado  en "El Evangelio como me ha sido revelado" de María Valtorta, que se ha publicado en reiteradas ocasiones. Se trata del "Evangelio mutilado" en donde se anulan deliberadamente la visión del Dios que el día del Juicio, cuando se transforma en un Juez que ha cambiado su cayado de Pastor por el de un cetro de Rey inexorable y poderoso.


     EL SEÑOR:

    Hija mía, aquí tienes al Cristo Redentor, al Cristo crucificado. ¡Cómo pueden decir los hombres que Cristo no sufre por la Humanidad! Aquí me tienes. Aquí estoy desgarrado por los pecados de los hombres. Los hombres son ingratos y muy pocos  se compadecen de mi pobre corazón. Yo vengo a advertirles y pongo a mi Madre como mensajera para que los advierta; y a cambio de esto recibo ingratitudes y desprecios. ¡Que pocos se compadecen de mi pobre corazón, tan afligido por la Humanidad! Yo sigo mi Pasión porque los hombres ingratos a pasar de mi muerte, no quieren llegar a Mí y aceptar las Leyes  de Dios; por esto falta en mi Pasión, porqué no pude redimir ahí a toda la Humanidad; no porque Yo no quisiera redimirlos, ya que yo bajé a la Tierra para redimirlos, sino que son los hombres que no quieren ser redimidos con mi Sangre.

     ¿Por qué los hombres mutilan mi Evangelio?, muchos de mis pastores lo mutilan. Y el Evangelio consta de un Cristo bondadoso, amoroso, misericordioso, que perdona los pecados; pero también consta de palabras escalofriantes, de un Cristo Juez y Severo para los que no aceptan la voluntad de mi Padre. Son palabras escalofriantes cuando en mi Evangelio digo: “Id, malditos, al fuego eterno que está preparado para Satán y sus secuaces”.

     ¡Como os gusta adornar el Evangelio! No prediquéis el Evangelio que a vosotros os gusta, predicad el Evangelio tal como es; así fue escrito para la salvación de los hombres. ¿Cómo es que lo mutiláis? ¡Ay de aquellos que ocultáis y adornáis las palabras del Evangelio!
   Tenéis que predicar al Dios Amor y Misericordia, pero no os comáis al Dios de la Justicia, al Juez de vivos y muertos.

 ¿Porque ocultáis a los hombres las palabras que hacen referencia ala Infierno?  ¡Que pena de almas…! Yo tengo dicho en el Evangelio: ¡Ay del que quite o añada alguna palabra que no sea la mía! Cuando vienen palabras crudas, las adornáis.

  El hombre se puede salvar por el amor y por el terror. No escondáis al hombre lo que Cristo puso de relieve y dejó escrito; no son solo palabras del Antiguo Testamento, son palabras del Nuevo testamento. Yo vine a implantar el Evangelio, las Leyes, a fundar una Iglesia para que todos los hombres se acercasen a beber de sus fuentes para su salvación; para eso, puse unas Leyes, unos mandamientos. El que cumpla con ellos se salvará. El que sea fiel al Evangelio, entrará en el Reino de Dios.

¿Porqué le decís a los hombres que están salvados, si los salva la Gracia y el Amor, el camino recto y seguro para ir a Cristo? Sed humildes, hijos míos, y no queráis reformar lo que a Cristo tanto le costó para la salvación de los hombres: el Evangelio, tal como es, hijos míos; hay partes dulces y partes amargas; así es la dolorosa muerte y la gloriosa Resurrección. Pero aquí tienes, hija mía al Cristo viviente, desgarrado, clavado, coronado de espinas y sus manos taladradas por los clavos.

¿Quién me pone en este estado? Son los pecados de los hombres (Luz Amparo llora y gime largamente).

Participa conmigo en la agonía, en el Gólgota, en mi Pasión. Para mí, no hay pasado ni futuro. Para Dios hay un presente. Para Dios no hay pasado, repito, hijos míos, ni hay futuro. Para Dios hay un presente. El futuro de los hombres está en mis manos. Si, hija mía mi corazón está desgarrado. Todo mi cuerpo fue desgarrado por los pecados de los hombres y no solo fue desgarrado, sino que siguen desgarrándomelo, hija mía.

¡Ay de mis almas consagradas! ¡Ay de aquellos sacerdotes que no siguen el Evangelio y lo predican a su antojo y se burlan de aquellos que lo hacen como Dios quiere que lo hagan! Las almas fieles de los buenos pastores que son fieles a mi Corazón, les digo: Sed valientes  y predicad El Evangelio como Cristo os lo enseñó; no ocultéis nada, hijos míos.

¡Como no va a estar triste mi Corazón viendo la situación del Mundo, si en el mundo cada vez aumenta más el pecado y los hombres son cada día peores!
Predican el Cristo-Hombre y no el Cristo-Dios. Mi Divinidad se juntó con la Humanidad cuando me hice Hombre para poder adoctrinarlos, pero nunca perdí mi Divinidad. La Divinidad ya existía pero bajó a la tierra y se encarnó en las entrañas de la Virgen María para enseñar a los hombres la Verdad y el camino recto y seguro.

Y yo clamo a la Humanidad: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, y el que venga a Mí, tendrá la Vida Eterna”. Pero ¿Cuántos vienen a Mí, hija mí? ¡Son tan pocos y su vida es tan poco valiente y tan superficial…!

 La Stma.Vírgen dijo:

Hija mía, mira a mi Hijo. Yo fui corredentora con Él, y lo sigo siendo porqué mi corazón sigue aún sufriendo por culpa de los pecadores. Solo vengo a recordar a los hombres que el Evangelio ya está escrito; que lo prediquen y practican tal como es, que ni lo mutilen, que no lo recorten.

¡Ay, sacerdotes tan amados de mi Corazón y del de mi hijo!, tened compasión de estos pobres Corazones que tanto os aman, y que vosotros, muchos de vosotros, pagáis con ingratitudes y con desamor; buscad a Dios y no os retiréis del camino de la Luz. Pensad que la Luz alumbra y la tiniebla ciega. La palabra sin obras no sirve, pero las obras sin palabras y sin oración  tampoco tienen mérito ante la Divina Majestad de Dios.

Ya te enseñé, que tenías que ver a Dios en los hombres, pero que no veas a Dios en los hombres, porque los hombres no son Dios. Un día, y si son capaces de aceptar mi Gracia, llegaré a interceder por ellos en la Puerta de los Cielos, como ahora pido a mi Hijo para los pecadores, para que Dios los haga Dioses. Amaos los unos a los otros, como hijos míos, os pido, queridos hijos, que tengáis, aunque sea un poco, misericordia de nuestros Corazones. Hace muchos años que mi Inmaculado Corazón viene avisando a los hombres y estos se quedan sordos y mudos.

Amparo:

Jesús, Jesús, yo quiero amarte por los que no te aman. Yo pediré para todos los sacerdotes para que sean fieles. Yo no quiero que sufras. Yo quiero compartir contigo, Jesús… (Sollozos de Amparo).

El Señor:

Si, hija mía, por eso escojo almas víctimas para ayudar a los pobres pecadores. (Pausa prolongada con sollozos de Luz Amparo).

Amparo:

Jesús, que los hombres te vean, que no pareces ni Tú.

El Señor:

¿No sabes que me vieron en aquellos tiempos? Y muchos se salvaron y otros se condenaron. Si me volvieran a ver, pasaría lo mismo; por esto no se puede decir que todos los hombres están salvados, porqué si fuera cierto que todos se iban a salvar, era inútil la creación de la Tierra, lo que fue necesario para que los hombres se salvaran con sus oraciones y sacrificios para la remisión de sus pecados.

Repito que soy el Dios del Amor, de la Misericordia y de la Justicia, pero también soy el supremo Juez; que nadie se asuste por esas palabras, son palabras del Evangelio, no las ocultéis, hijos míos. Y si alguien os predica lo contrario, que sea anatema. El Evangelio hay que predicarlo desde el dolor hasta la Gloria.


La Santíma. Virgen:

Sed muy humildes, hijos míos, y amad mucho a nuestros Corazones. Yo seguiré derramando Gracias para los pobres pecadores. ¡Cuantas almas se han salvado en este lugar, y mis pastores no quieren aceptarlo! Pero,  hijos míos, no seáis soberbios. Yo me manifiesto a los humildes y les comunico mis palabras, y rechazo a los soberbios y a los poderosos.

Besa el suelo, hija mía, en reparación de tantos y tantos pecados que se cometen en el Mundo.

Levantad todos los objetos, todos serán bendecidos con bendiciones especiales para los pobres pecadores. Amaos y amad a Dios con todo vuestro corazón. Amad a la Iglesia, amad al Santo Padre y a los representantes de la Iglesia.

Todos los objetos han sido bendecidos con bendiciones especiales para la salvación de las almas.

Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.










jueves, 10 de mayo de 2012

ESTREMECEDOR RELATO DE LA CURACIÓN DE UN NIÑO PARALÍTICO POR LA MEDIACIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA


JESÚS PREDICANDO LA PALABRA DE DIOS



Discurso lleno de enseñanzas en cuanto a la Doctrina de Jesús, que se puede resumir en estas breves palabras: “Amad con gratitud al Señor y no tengáis miedo. Dios da el ciento por uno a quien le ama”. Lección que nos enseña como una oración hecha a Dios por la intercesión de La Virgen María, tiene una respuesta positiva, ya que Jesús nunca rechaza algo que puede hacer feliz a su Madre.

Aquí están explicadas tantas dudas y consideraciones que tienen los creyentes de hoy:
     
-¿Qué será de los que no atienden a la Ley de Dios?
-¿Qué será de los que conociendo la Ley, reniegan de ella?
-¿Qué será de los que parecen gozar en esta vida de una gran     prosperidad, a pesar de que viven una vida disoluta.
-Como da Jesús la bendición que le pide el pueblo.
-Estremecedor relato de como intercede la Virgen María para obtener la inmediata curación de un niño paralítico.







DISCURSO DE JESÚS A LOS VENDIMIADORES
 Y CURACIÓN DEL NIÑO PARALÍTICO
(Del Poema del Hombre-Dios de María Valtorta)




(…) Jesús sube por la pequeña escalera que da a un ala: una galería de arcos bajo la cual se conservan sacos de  productos agrícolas y herramientas ¡Como sonríe Jesús subiendo esos pocos peldaños! Le veo sonreír entre el ondear de sus esponjosos cabellos agitados por una brisa vespertina. Y quisiera saber porque sonríe de una forma tan luminosa. La alegría de esa sonrisa entra en mi corazón (…)

Se vuelve. Se sienta en el último peldaño, en el punto más alto de la escalera, que se transforma en una tribuna para los más afortunados  oyentes, es decir, para los dueños de la casa, para los Apóstoles y para María, la cual, siempre humilde, ni siquiera había tratado de subir a ese puesto de honor, sino que la había conducido a él la señora. Está sentada justamente un peldaño más abajo de Jesús, de manera que su cabeza está a la altura de las rodillas de su Hijo y, estando sentada de lado, Ella le puede mirar a la cara, con su mirada de paloma enamorada. El delicado perfil de María destaca nítido como un mármol contra el muro oscuro de la rústica galería.

Más abajo están los Apóstoles y los dueños de la casa. En el patio, todos los aldeanos: unos en pié, otros sentados en el suelo, otros encaramados en los lagares o en las higueras que hay en los cuatro ángulos del patio.

Jesús habla lentamente, hundiendo la mano en un amplio saco de trigo colocado detrás de las espaldas de María; parece como si estuviera jugando con esos granos o los estuviera acariciando con gusto, mientras con la derecha gesticula sosegadamente.

Me han dicho: "Ven, Jesús a bendecir el trabajo del hombre". Heme aquí. En nombre de Dios lo bendigo. Efectivamente, todo trabajo, si es honesto, merece bendición por parte del Señor eterno. Pero he dicho esto: la primera condición para obtener de Dios bendición es ser honestos en todas las acciones.

Veamos juntos cuando y como las acciones son honestas. Lo son cuando se cumplen teniendo presente en el espíritu el eterno Dios. ¿Puede uno acoso pecar uno que diga: “Dios me está mirando. Dios tiene sus ojos puestos en mí, y no pierde ni un detalle de mis acciones?”  No, No puede. Porque pensar en Dios es un pensamiento saludable y le impide al hombre pecar más que cualquier amenaza humana.

¿Pero al eterno Dios se le debe solo temer? No. Escuchad. Os fue dicho: “Teme al Señor tu Dios”. Y los Patriarcas temblaron, y temblaron los Profetas cuando el Rostro de Dios o el de un Ángel del Señor se apareció a sus espíritus justos. Y ciertamente es verdad que en tiempo de cólera divina la aparición de lo sobrenatural debe de hacer temblar el corazón. ¿Quién, aún siendo puro como un párvulo, no tiembla ante el Poderoso, ante cuyo fulgor eterno están en actitud de adoración los Ángeles, rostro en tierra en el Aleluya paradisíaco?

Dios atenúa con un piadoso velo el insostenible fulgor de un Ángel, para concederle al ojo humano poder mirarle sin que le queden abrasadas pupila y mente. ¿Qué será entonces ver a Dios?

Pero esto es así, mientras dura la ira. Cuando esta es substituida por la Paz y el Dios de Israel dice: “He jurado y mantengo mi pacto. He ahí a quien envío, y soy Yo, aún no siendo Yo sino mi Palabra que se hace Carne para ser Redención”, entonces el amor debe suceder al temor, y solo amor debe dárselo al eterno Dios, con alegría, porque el tiempo de Paz ha llegado para la Tierra; la Paz ha llegado entre Dios y el hombre. Cuando los primeros vientos de la primavera esparcen el polen de la flor de la vid, el agricultor debe temer aún, dado que la intemperie y los insectos pueden tenderle al fruto muchas insidias, mas cuando llega la feliz hora de la vendimia, ¡Ah!, entonces cesa todo temor y el corazón se regocija por la certeza de la cosecha.

El Vástago de la estirpe de Jesé, habiendo sido previamente anunciado por las palabras de los Profetas, ha venido; ahora está entre vosotros. Él es Racimo óptimo que os trae el zumo de la Sabiduría eterna y no pide sino ser tomado y exprimido y ser así vino para los hombres. El es vino de alegría sin fin para aquellos que se nutran con Él.

Pero ¡Ay de aquellos que habiendo tenido a su alcance este vino lo hayan rechazado, y tres veces desdichados aquellos que, después de haberse nutrido con Él lo hayan rechazado o mezclado en su interior con la comida de Satanás!

(…) Hay personas que trabajan como acémilas, pero sin otra religión aparte de la de aumentar sus riquezas. ¿Qué se muere de aprietos y cansancio delante de él el compañero que ha sido menos favorecido por la suerte? ¿Qué se mueren de hambre los hijos de este miserable? ¿Y que le importa al ávido acumulador de riquezas? Hay otros todavía más duros, que no trabajan pero obligan a trabajar, y atesoran con el sudor ajeno. Y hay otros que dilapidan lo que avaramente arrebatan al esfuerzo ajeno. En verdad, en esto el trabajo no es honesto.

Y no digáis: “Y a pesar de todo Dios los protege”. No. No los protege. Hoy gozarán de una hora de triunfo pero no pasará mucho tiempo sin que les alcance la severidad divina que, en el tiempo y la eternidad, les recordará este precepto: “Yo soy el Señor tu Dios, ámame sobre todas las cosas y ama a tu prójimo como a ti mismo”. ¡Oh, entonces verdaderamente, si esas palabras resuenan eternamente, serán más tremendas que los rayos del Sinaí! 

Muchas, demasiadas son las palabras que se os dicen. Yo os digo solo éstas: “Amad a Dios. Amad al prójimo”. Son como el trabajo que hace fecundo al sarmiento, realizado con la vid en primavera. El amor a Dios y al prójimo es como la grada que limpia el suelo de las hierbas nocivas del egoísmo y de las malas pasiones; es como la azada que excava un círculo en torno a la cepa para que quede aislada del contacto de las hierbas parásitas y nutrida con frescas aguas de riego; es como cizalla que elimina lo superfluo para condensar la energía y dirigirla hacia donde dará fruto; es lazo que aprieta y sostiene junto al robusto palo; es, finalmente, sol que madura los frutos de la buena voluntad haciendo de ellos frutos de Vida Eterna.

Exultáis ahora porque el año ha sido bueno, ricas las mieses y ópima la vendimia. Pero en verdad os digo que este  júbilo vuestro es menos que un diminuto grano de arena en relación con el júbilo sin medida que será vuestro cuando el Eterno Padre os diga: “Venid, fecundos sarmientos míos insertados en la verdadera Vid. Vosotros os prestasteis a toda operación, aunque fuera penosa, con tal de dar abundante fruto, y ahora venid a Mí, cuajados con los zumos dulces del amor a Mí y al prójimo. Floreced en mis jardines durante toda la eternidad”.

Tended a este eterno goce. Perseguid con fidelidad este bien. Agradecidos, bendecid al Eterno, que os ayuda a alcanzarlo. Bendecidle por la gracia de su Palabra, bendecidle por la gracia de la buena cosecha. Amad con gratitud al Señor y no tengáis miedo. Dios da el ciento por uno a quien le ama.”

Jesús había terminado, pero todos gritan: “¡Bendícenos, bendícenos! ¡Danos tu bendición!”.

Jesús se levanta, extiende los brazos y dice con voz de trueno: “Que el Señor os bendiga y guarde, os muestre su Faz y tenga piedad de vosotros. Que el Señor vuelva a vosotros su Rostro y os dé su Paz. Que el nombre del Señor esté en vuestros corazones, en vuestras casas y en vuestros campos”.

La multitud, la pequeña multitud reunida prorrumpe en un grito de alegría y de aclamaciones al Mesías, más luego calla y se abre para dejar pasar a una madre que lleva en sus brazos a un niño paralítico de unos diez años. Ella lo coloca echado a los pies de la escalera, como si se lo ofreciera a Jesús.

“Es una criada mía. Su hijo varón se cayó el año pasado desde la terraza y se partió la columna. Toda la vida tendrá que yacer sobre la espalda” explica el dueño de la casa.
“Ha esperado en Ti todos estos meses…”, añade la dueña.

“Dile que se acerque”.

Pero la pobre mujer está tan emocionada que parece como si tuviera ella la parálisis. Tiembla toda y se le enredan los pies en el largo vestir al subir los altos escalones con su hijo en brazos.

María, piadosa, se pone en pie y baja hacia ella. “Ven. No temas. Mi Hijo te quiere. Dame a tu niño. Así podrás subir mejor. Ven, hija. Yo también soy Madre” (y le coge al niño, el cual sonríe dulcemente). Y sube con el peso de esta conmovedora carga sobre sus brazos. La madre del niño la sigue, llorando.

Ya está María ante Jesús. Se arrodilla y dice: “¡Hijo! ¡Por esta madre!” No dice nada más.

Jesús ni siquiera solicita su consabido “¿Qué deseas que te haga? ¿Crees que pudo hacerlo?”. No. Hoy sonríe y dice: “Mujer, ven aquí”.

La mujer se coloca justo junto a María. Jesús le pone una mano sobre la cabeza y se limita a decir: “Alégrate”. Aún no ha terminado de decir esta palabra y el niño, que hasta ahora había estado extendido como un cuerpo muerto, colgándole las piernas en brazos de María, se sienta como impulsado por un resorte y prorrumpe en un grito de alegría: “¡Mamá!” y corre a refugiarse en el pecho materno.

Los gritos de hosanna parece como si quisieran penetrar en el cielo completamente rojo del atardecer.

La mujer, con su hijo apretado contra el corazón, no sabiendo que decir, le pregunta: “¿Qué…que tengo que hacer para decirte que soy feliz?”. A lo que Jesús, que sigue acariciándola, contesta: “Ser buena, amar a Dios y a tu prójimo, educar en este amor a tu hijo”.

Pero la mujer no se muestra todavía satisfecha. Quisiera…quisiera…y, por fin pide: “Dadle un beso Tu y tu Madre a mi niño”.

Jesús se inclina y le besa, y María también. Y mientras la mujer se marcha feliz, entre las aclamaciones de un cortejo de amigos, Jesús le explica a la dueña de la casa: “No ha hecho falta más. Él estaba en los brazos de mi Madre. Incluso sin mediar palabra alguna le hubiera curado, porque Ella se siente feliz cuando puede consolar una aflicción. Y Yo deseo hacerla feliz”.
Entonces Jesús y María se intercambian una de esas miradas cuyo significado es tan profundo, que solo quien las ha visto las puede entender.



 








miércoles, 9 de mayo de 2012

EMOCIONANTE Y SUBLIME DIÁLAGO DE JESÚS CON LOS ROMANOS QUE OCUPABAN PALESTINA






Entrevista de Jesús con los Romanos que ocupaban Palestina, maravilloso discurso, en donde se ve claramente la gran diferencia que existe entre los dioses del Olimpo, verdadera creación humana, y la auténtica Divinidad, que triunfó del panteísmo romano a pesar de una cruenta persecución y que culminará con el triunfo de Jesús con el Emperador Constantino, que declarará el Cristianismo Religión oficial del Imperio Romano.

Vemos igualmente que se ha cumplido la Profecía de Jesús: “Las puertas del Infierno no prevalecerán”. Todos los intentos de acabar con el Cristianismo han fracasado estrepitosamente: Las terribles persecuciones del Imperio romano, los ataques a la verdadera fe de parte de los herejes, secuaces de Satanás. El marxismo que creía que iba a acabar con la religiosidad del Pueblo, con sus persecuciones y su adoctrinamiento incesante, en vez de conseguir su objetivo, ha sido un abono para el renacer de la fe que se creía muerta: y así vemos en Rusia el jefe del Estado Vladimir Putin, acompañado de la Jerarquía ortodoxa en las grandes ceremonias estatales.




DIALOGO DE JESÚS CON LOS ROMANOS
(Del Evangelio como me ha sido revelado de María Valtorta)



  
Dice Jesús, dirigiéndose a las Romanas:

(…) “Paz a ti, Juana como ves, he venido”.
“Y yo me alegro de ello. También mis amigas han venido. Pero ahora tengo la impresión de que he actuado mal haciéndolo. ¿Cómo vais a poder entenderos? ¡Son completamente paganas!”. Juana está un poco turbada.
Jesús sonríe. Le pone una mano sobre la cabeza y dice: “No temas. Nos entenderemos muy bien. Has actuado muy bien haciéndolo. El encuentro abundará en bienes, como tu jardín en rosas. Recoge ahora estas pobres flores que has dejado caer y vamos adonde tus amigas”.

"Rosas hay muchas” Lo hacía para pasar el tiempo y también porque esas amigas son muy… voluptuosas…Les gustan las flores como si fueran…no sé…”.
¡A Mí, también me gustan! Fíjate, ya hemos encontrado un tema para entendernos con ellas. (…)

Caminan hacia una pequeña pérgola hecha de un trenzado multicolor de rosas. A la entrada hay tres romanas, mirando de hito en hito. Son Plautina, Valeria y Lidia. La primera y la última permanecen quietas, pero Valeria se hecha a correr y, en llegar a la altura de Jesús, se inclina y dice: “¡Salve, Salvador de mi pequeña Fausta!”.

“¡Paz y Luz a ti y a tus amigas!”.
Las amigas se inclinan sin decir nada.

A Plautina la conocemos ya. Es alta, majestuosa; sus ojos negros son espléndidos, un poco imperiosos; su nariz, bajo una frente lisa y blanquísima, es recta, perfecta; boca bien dibujada, aunque un poco túmida; el mentón, redondeado y marcado: me recuerda a ciertas bellísimas estatuas de emperatrices romanas. Gruesos anillos lucen en sus preciosas manos; anchos brazaletes ciñen sus brazos, en las muñecas y por encima de los codos, brazos verdaderamente estatuarios, que, bajo la corta manga drapeada, aparecen blanco-rosados, lisos, perfectos.

Lidia, por el contrario, es rubia, más delgada y joven, Su belleza no es majestuosa como la de Plautina, pero tiene toda la gracia de una juventud femenil aún un poco inmadura. Bueno, dado que estamos en tema pagano, podría decir que si Plautina parece la estatua de una emperatriz, Lidia podría ser una Diana o una ninfa de gentil y dulce aspecto.

Valeria, ahora que ha superado la desesperación de cuando la vimos en Cesárea, se presenta en su belleza de joven madre, de formas llenas aunque todavía muy juveniles, de mirada serena, propia de una madre que se siente feliz de poder alactar a su hijo, y verle crecer alimentado con su leche; de tez rosada y pelo castaño, tiene una sonrisa plácida y muy dulce.
(…)

Plautina dice: “Nuestra buena y sabia amiga, una de las pocas que no se desdeña de tratar con nosotras y que, al mismo tiempo, no se corrompe con nosotras, te habrá dicho que nuestro deseo era verte y oírte para juzgarte por lo que eres, porque Roma no cree en fábulas… ¿Porqué sonríes, Maestro?”.
“Después te lo digo. Prosigue”.

“Porqué Roma no cree en fábulas y quiere juzgar con ciencia y con conciencia antes de condenar o exaltar. Tu pueblo te exalta y te calumnia en igual medida. Tus obras mueven a exaltarte; las palabras de muchos hebreos, a creerte poco menos que un delincuente. Tus palabras son solemnes y sabias como las de un filósofo. Roma se siente muy atraída por las doctrinas filosóficas, aunque reconozco que nuestros actuales filósofos no poseen una doctrina satisfactoria, incluso porque su forma de vivir no está en consonancia con la doctrina”.

“No pueden vivir en consonancia con su doctrina”.
“¿porqué son paganos, no es cierto?”.
“No. Porque son ateos”.
“¿Ateos? ¡Pero si tienen sus dioses!...”.

“Ya ni siquiera esos, mujer. Te recuerdo a los antiguos filósofos, a los más grandes. También eran paganos, y, a pesar de todo, ¡fíjate que noble fue su vida!: a pesar de convivir con el  error – porque el hombre gravita hacia el error - , cuando se encontraron frente a los misterios más grandes, la vida y la muerte, cuando fueron puestos ante el dilema honestidad o deshonestidad, virtud o vicio, heroísmo o cobardía, y vieron que si se volvían al mal sería en perjuicio de su Patria y de los ciudadanos, entonces, con voluntad de gigante, se deshicieron de los tentáculos de los nefastos pulpos y, libres y santos, supieron querer el Bien a costa de cualquier cosa, este bien que no es sino Dios”.

“Se dice que eres Dios, ¿Es verdad?”.
“Yo soy el Hijo del verdadero Dios, hecho carne sin dejar de ser Dios”.
“Pero, ¿que es Dios? A juzgar por Ti, el mayor de los Maestros”.

“Dios es mucho más que un maestro. No rebajéis la idea sublime de la Divinidad encerrándola en los límites de la sabiduría”.
“La sabiduría es una divinidad. Nosotros tenemos a Minerva, que es la diosa del saber”.

“También a Venus, la diosa del placer. ¿Cómo podéis pensar que un dios, o sea un ser superior a los mortales, tenga en grado perfecto todos los aspectos denigrantes de los mortales? ¿Cómo podéis pensar que un ser eterno tenga eternamente esos pequeños, mezquinos, humillantes placeres de quien tiene una hora de tiempo, y que a ello reduzca la finalidad de su vida? ¿No pensáis en lo sucio que es ese cielo que llamáis Olimpo, donde fermentan los más acerbos extractos de la humanidad? 

Si miráis a vuestro Cielo, ¿Qué veis?: lujuria, delitos, odios, guerras, robos, crápula, celadas, venganzas. ¿Qué hacéis para celebrar las fiestas de vuestros dioses?: orgías. ¿Qué culto les dais? ¿Dónde está la verdadera castidad de las consagradas a Vesta? ¿En que código divino se basan vuestros pontífices para juzgar? ¿Qué palabras pueden leer vuestros augures en el vuelo de las aves o en el fragor del trueno? ¿Qué respuestas pueden dar a vuestros arúspices las sangrantes entrañas de los animales sacrificados? 

Me acabas de decir hace un momento: “Roma no cree en las historietas”. Y entonces, ¿Porqué creéis que doce pobres hombres, haciendo dar una vuelta en torno a los campos a un cerdo, una oveja y un toro, e inmolándolos después, pueden atraerse a Ceres, si tenéis infinitas deidades, que si se odian entre sí, y además vengativas, según creéis? No. Dios es muy distinto de eso, es eterno, único y espiritual”.

“Pero Tú dices ser Dios, y eres carne”.
“Hay un altar sin dios en la patria de los dioses. La sabiduría humana lo ha dedicado al Dios desconocido, porque los sabios, los verdaderos filósofos, intuyeron que había algo más detrás del escenario historiado producido por esos eternos niños que son los hombres cuyo espíritu está fajado por el error. Ahora bien, si esos sabios – que intuyeron que tras el engañoso escenario había algo más, algo verdaderamente sublime y divino que había hecho todo cuanto existe y de quien procede todo lo que de bueno hay en el mundo -, si esos sabios quisieron un altar para el Dios desconocido, sentido por ellos como el verdadero Dios, ¿Cómo es que vosotros llamáis dioses a lo que no es dios, y afirmáis saber lo que en realidad no sabéis? Sabed pues, lo que es Dios, para poderle conocer y honorar.

Dios es Aquel que con su pensamiento ha hecho de la Nada el Todo. ¿Tiene poder persuasivo para vosotros la fábula de las piedras que se transforman en hombres?, ¿Os satisface? En verdad hay hombres más duros y malos que una piedra y piedras más útiles que ciertos hombres. Valeria, ¿Qué te resulta más dulce, mirando a esta hijita tuya, pensar: “Es un deseo de Dios hecho vida, creado y formado por Él, dotado por Él de una segunda vida imperecedera  - de forma que seguiré teniendo a mi pequeña Fausta, y además para toda la Eternidad, si creo en el Dios verdadero”, en vez de decir: “Esta carne de rosa, estos cabellos más sutiles que hilo de araña, estas pupilas serenas proceden de una piedra; o pensar: “ Soy semejante en todo a la loba o a la yegua; me uno carnalmente como los animales, animalescamente engendro y crío; esta hija mía es fruto de mi instinto animalesco y es un animal como yo, y mañana, muerta ella y muerta yo, seremos dos cadáveres que habrán de descomponerse y oler, y que nunca jamás se habrán de volver a ver”? Dime, tu corazón de madre, ¿Cuál de los dos razonamientos elegiría?”.

“Desde luego, el segundo no, Señor. Si hubiera sabido que Fausta no podía corromperse para siempre, mi dolor ante su agonía habría sido menos cruel, porqué habría pensado: “He perdido una perla, pero sigue existiendo y la encontraré”. (…)

Volved vuestro pensamiento (a la belleza de estas rosas) hacia esa realidad, pensad: ¿Quién lo ha hecho?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde?; ¿Qué era este lugar en la noche de los tiempos? No era nada. Era una agitación informe de elementos. Dios dijo primero: “Quiero”, y los elementos se separaron para reunirse con familias. Luego tronó otro “quiero”, y se dispusieron con orden: uno en otro (el agua entre las tierras); uno sobre otro (el aire y la luz sobre el planeta ya ordenado). Otro “quiero”, y comenzaron a existir las plantas, y luego las estrellas y los animales, y luego el hombre. Dios donó sin tacañería las flores y los astros, cual espléndidos juguetes, para gozo del hombre, su predilecto, y por último le otorgó la alegría de procrear, no algo que muriese, sino algo que sobreviviese a la muerte por el don de Dios que es alma. Estas cosas son expresión de otros tantos deseos del Padre: su infinito poder se despliega en infinidad de bellezas.

El flujo de mi palabra encuentra impedimento al chocar contra el compacto bronce de vuestra creencia. De todas formas, espero que, para ser éste nuestro primer encuentro, ya algo nos hayamos entendido. Ahora es vuestra alma la que debe trabajar con cuanto os he dicho. ¿Tenéis alguna pregunta que hacer? Si es así, hacedlas, estoy aquí para aclarar las cosas. La ignorancia no es motivo de vergüenza; lo es, si, el persistir en la ignorancia cuando se tiene alguien para aclarar las dudas”.

(…)
Maestro… no he entendido porqué has dicho que nuestros maestros no pueden conducir formas de vida buenas, siendo ateos, creen en un Olimpo, pero creen”.
“Ese creer suyo no es sino una forma externa. Mientras han creído verdaderamente, como los verdaderos sabios creyeron en aquel Desconocido de que os he hablado, en aquel Dios que satisfacía su alma aunque no tuviera nombre, incluso sin conciencia de la voluntad; mientras han dirigido su pensamiento a este Ente, muy superior, muy superior a los pobres dioses llenos de humanidad, de baja humanidad que el paganismo se ha procurado; mientras se han hecho esto, necesariamente han reflejado algo de Dios; el alma es espejo que refleja, eco que repite”.

“¿Qué, Maestro?”.
“A Dios”.
“¡Gran palabra es esa!”.
“Es una gran verdad”.

“Valeria, seducida por el pensamiento de la Inmortalidad, pregunta: “Maestro, explícame donde está el alma de mi hija; besaré ese lugar como a un sagrario; la adoraré, dado que es parte de Dios”.

“¡El alma! Es como esa luz que tu Faustina quiere coger y no puedes porque es incorpórea, pero que está ahí, como podemos ver Yo, tú y tus amigas. De la misma forma, el alma es visible en todo aquello que diferencia el hombre del animal. Cuando tu hijita te diga sus primeros pensamientos, piensa que esa inteligencia es su alma que se revela; cuando te quiera, no ya con su instinto sino con su razón, piensa que ese amor es su alma. Cuando crezca a tu lado, hermosa, no tanto de cuerpo como de virtud, piensa que esa belleza es su alma. Y no adores el alma, sino a Dios, que es el Creador del alma, a Dios, que de toda alma buena quiere hacerse un trono”.

“¿Dónde está esa cosa sublime? ¿En el corazón?, ¿en el cerebro?”.
“Está en el todo que es el hombre. Os contiene y está en vosotros contenida. Cuando os deja, sois cadáveres; cuando cae muerta (por un delito del hombre contra él mismo), sois réprobos, estáis separados para siempre de Dios”.

“¿Entonces, admites que el filósofo que dijo que éramos inmortales a pesar de ser pagano, tenía razón?”, pregunta Plautina.
“No es que lo admita. Voy más allá. Digo que es un artículo de fe.
La inmortalidad del alma, o sea, la inmortalidad de la parte superior del hombre, es el misterio más cierto y consolador del acto de creer; es el que nos asegura de donde venimos, a donde vamos, de quien somos, y disuelve en nosotros la amargura de cualquier tipo de separación”.

“Plautina piensa profundamente – Jesús la observa, pero guarda silencio – y al final pregunta: “¿Tú tienes alma?”.
Jesús responde: “Sí, ciertamente”.
“Pero, ¿eres o no Dios?”.

“Soy Dios, ya te lo he dicho, pero ahora he tomado naturaleza de Hombre. Y, ¿Sabes por qué? Porque sólo con este sacrificio mío podía resolver los puntos que para vosotros son inalcanzables; y, tras haber abatido el error, liberado el pensamiento, liberar también el alma de una esclavitud que por ahora no te puedo explicar. Por ello, Yo he introducido la Sabiduría en un cuerpo, la Santidad en un cuerpo: Yo esparzo por la tierra como una semilla la Sabiduría, como polen al viento; la Santidad se desparramará por el mundo en la hora de la Gracia – como si fuera quebrada la preciosa ánfora que la contenía  - y santificará a los hombres. Entonces, el Dios desconocido será conocido”.

“Pero si ya eres conocido… El que pone en duda tu poder y sabiduría es malo o falso”.
“Soy conocido, pero es como si fuera solo un amanecer; a la meridiana habrá plena cognición de mí”.
“¿Cómo será Tu mediodía? ¿Un triunfo? ¿Lo veré yo?”.

“Verdaderamente, será un triunfo, y tú lo presenciarás porque sientes náusea de lo que conoces y apetito de lo que desconoces; tu alma tiene hambre”.

“¡Es verdad! Es de verdad que tengo hambre”.
“Yo soy la Verdad”.
“Date entonces a la hambrienta”.
“Basta con que vengas a mi mesa. Mi palabra es pan hecho con verdad”.
“¿Qué dirán nuestros dioses si los abandonamos? ¿No se vengarán de nosotros?”, pregunta Lidia asustada.

“Mujer, ¿has visto alguna vez una mañana neblinosa? Los prados se pierden detrás del vapor que los oculta. Viene el sol, y el vapor desaparece, y los prados resplandecen más hermosos. Pues vuestros dioses no son sino niebla del pobre pensamiento humano, que ignorando a Dios, pero al mismo tiempo, necesitando creer – la fe es el estado permanente y necesario del hombre - , se ha creado este Olimpo, verdadera fábula sin fundamento alguno; vuestros dioses, de la misma forma, cuando salga el sol, Dios verdadero, desparecerán de vuestros corazones sin poder causar mal alguno, porque no tienen existencia”.

“Tendremos que escucharte todavía mucho. Nos encontramos totalmente ante lo desconocido. Todo lo que dices es nuevo”.
“¿Te da repulsa?, ¿Te es imposible aceptarlo?”.
Plautina responde con seguridad: “No. Me siento más orgullosa de lo poquísimo que ahora sé, y que César no sabe, que de mi nombre”.

“Pues persevera, os dejo con mi Paz”.