MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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sábado, 2 de junio de 2012

POR QUÉ EXISTE EN ESTE MUNDO EL SUFRIMIENTO DE LOS INOCENTES, MIENTRAS QUE LOS CULPABLES PARECEN FELICES


Dice San Juan de la + que Jesús, en el momento de su muerte, hizo más
 que en toda su vida con su Predicación y ostentosos milagros,
 ya que fue ahí, en donde abandonado y despreciado
por muchos, donde redimió a toda la Humanidad,
 y la reconcilió con Dios. 

           La desobediencia a la Ley Divina, tiene la culpa de todos los sufrimientos, son los Santos y los inocentes los que, a imagen de Jesús tienen que inmolarse con su sacrificio, por implorar a Dios el perdón por las ofensas de la Humanidad hacia su Creador, porqué todo pecado es una ofensa a Dios, y exige una reparación que en el mundo en que vivimos, solo puede aportar el Justo y el Inocente ya que Dios, como ocurría en el Antiguo testamento, no quiere el sacrificio de un animal manchado o tarado, solo quiere las primicias, ofrendas puras y sanas. 

         Toda la Creación desde las estrellas, los animales y los vegetales rinden tributo de obediencia, y cantan alabando a Dios, menos el hombre que peca incumpliendo su voluntad. Aquí está descrito de una manera admirable el porqué del sufrimiento de los inocentes, y como este es el que propicia la paciencia de Dios ante tanta ingratitud y al incumplimiento de su Ley, y  retiene su brazo justiciero.


           Hoy día estamos en un mundo cada vez más hedonista, en el cual se olvida cada vez más la Ley de Dios, Ley que es inamovible, y sin embargo muchos quieren adaptarla a su manera de ser, tratando de retrógrados a los que no piensan como ellos, todas las víctimas inocentes, como los niños abortados, los Cristianos martirizados que mueren degollados, son las víctimas propiciatorias de ese estado de cosas, como así lo explica Jesús a Pedro.





LECCIÓN DE JESÚS A PEDRO SOBRE 
EL DOLOR DE LOS SANTOS
(Del Evangelio como me ha sido revelado de María Valtorta)

              
              Dice Pedro a Jesús:

         (…) “Mira. Yo soy cerrado de mollera, lo sé y no me avergüenzo de decirlo. Y, si fuera por mí, no me preocuparía mucho de saber, porque creo que la sabiduría mayor está en amarte, seguirte y servirte con todo el corazón. Pero tú me mandas acá y allá. La gente me pregunta y tengo que responder. Pienso que lo que te pregunto a Ti, otros pueden preguntármelo a mí, porque los hombres tienen los mismos pensamientos.

           Tú decías ayer que siempre los inocentes y santos sufrirán; es más, que son los que sufren por todos. Esto es duro para mi inteligencia, aunque digas que ellos mismos lo desearán. Y creo que, de la misma manera que es duro para mí, lo puede ser para otros. Si me preguntan, ¿Qué tengo que responder? En este primer recorrido, una madre me dijo: “No era justo que mi niña muriera con tanto dolor, porque era buena e inocente”. Y yo, no sabiendo que decir, le dije las palabras de Job: “El Señor dio, el Señor quitó. Bendito sea el nombre del Señor”. Pero no me quedé convencido ni siquiera yo, ni la convencí a ella. Quisiera saber que decir otra vez….”.

          “Esto es justo, escucha: Parece una injusticia que los mejores sufran por todos, pero sin embargo es Justicia grande. Vamos a ver, Simón, dime: ¿qué es la Tierra, toda la Tierra?”.
       “¿La Tierra? Un espacio grande, grandísimo, hecha de tierra, agua y rocas, con plantas, animales y criaturas humanas”.
         “¿Y algo más?”.
       “Nada más…a menos que quieras que diga que es el lugar de castigo y exilio del hombre”.

        “La tierra es un altar, Simón, un enorme altar. Hubiera debido ser un altar de alabanza perpetua a su Creador. Pero la Tierra está llena de pecado. Por eso, debe ser un altar de perpetua expiación, de sacrificio, sobre el cual se consumen las víctimas. La tierra debería – como los otros mundos esparcidos en la Creación – cantar salmos a Dios que la creó. ¡Mira!”.

         Jesús abre las hojas de madera de la ventana y, por esta, abierta de par en par, entra el fresco de la noche, el susurro del torrente, el rayo de luna, y se ve el cielo tachonado de estrellas.

       “¡Mira estos astros! Cantan con su voz, hecha de luz y movimiento, en los espacios infinitos del firmamento, las alabanzas de Dios. Lleva milenios existiendo este canto suyo que sube, desde los azules campos del cielo, al Cielo de Dios. Podemos pensar en astros, planetas, estrellas, cometas, cuales criaturas siderales que, como siderales sacerdotes, levitas, vírgenes y fieles, deben cantar en un templo inmenso las alabanzas del Creador. Escucha, Simón. Oye el frufrú de las brisas entre las frondas y  el susurro de las aguas en la noche.

          También la tierra canta, como el cielo, con sus vientos y aguas, con la voz de los pájaros y animales. Pero, si para el firmamento basta la luminosa alabanza de los astros que lo pueblan, para el templo que es la Tierra no basta el canto de los vientos, aguas y animales, que cantan sin conciencia de ello las alabanzas de Dios, sino que en ella está también el hombre, la criatura que supera en perfección a todo lo que vive en el tiempo y en el mundo, dotada de materia como los animales, minerales y plantas, y de espíritu como los ángeles del Cielo, y como ellos destinado, si es fiel a la prueba, a conocer y poseer a Dios, con la gracia primero, con el Paraíso después. 

         El hombre, síntesis que abraza todos los estados, tiene una misión que las otras criaturas no tienen, y que para él tenía que ser, además de deber, júbilo: amar a Dios; dar, inteligente y voluntariamente, culto de amor a Dios; corresponder al amor con que Dios, dándole la vida y el Cielo después de la vida, le ha amado; dar culto inteligente.

           Piensa, Simón. ¿Qué bien obtiene Dios de la Creación? ¿Qué beneficio? Ninguno. La Creación no aumenta a Dios, no le santifica, no le enriquece. Dios es infinito. Infinito hubiera sido aunque no hubiera existido la Creación. Pero Dios-Amor quería tener Amor, y creó para tener Amor. Solo Amor puede tener de la Creación Dios; y este Amor que es inteligente y libre solamente en los ángeles y hombres, es la gloria de Dios, la alegría de los ángeles, la religión para los hombres.

         El día en el que el gran altar que es la Tierra, silenciara las alabanzas y súplicas de Amor, la Tierra dejaría de existir, porqué, apagado el Amor, quedaría acabada la expiación, y la ira de Dios anularía ese infierno terrestre en que se habría convertido la Tierra.

         La Tierra pues, para existir, debe amar. Y también esto: La Tierra tiene que ser el Templo que ama y ora con la inteligencia de los hombres. Pero en el Templo, en todo templo, ¿qué víctimas se ofrecen? Las puras, las víctimas sin mancha ni tara. Solo estas son gratas al Señor. Ellas y las Primicias. Porque al padre de familia hay que darle las cosas mejores, y a Dios, Padre de la familia Humana, hay que darle la primicia de todas las cosas, y las cosas selectas.

          Pero he dicho que la Tierra tiene un doble deber de sacrificio: el de alabanza y el de expiación. Porque la Humanidad que la puebla pecó en los primeros hombres y peca continuamente, añadiendo al pecado de falta de amor a Dios esos otros mil pecados de adherirse a las voces del mundo, de la carne y de Satanás. Culpable, culpable Humanidad, que teniendo la semejanza con Dios, teniendo inteligencia propia y ayudas divinas, es pecadora siempre, y cada vez más. Los astros obedecen, las plantas obedecen, los elementos obedecen, los animales obedecen y, de la forma en que saben hacerlo, alaban al Señor.

          He aquí, pues la necesidad de almas holocausto, que amen y expíen por todos: son los niños que pagan, inocentes y sin percatarse, el amargo castigo del dolor por aquellos que lo único que saben hacer es pecar, son los santos que, solícitos se sacrifican por todos.

      Dentro de poco – un año o un siglo es siempre “poco” respeto a la eternidad – ya no se celebrarán otros holocaustos en el altar del gran Templo de la Tierra, sino los de las victimas-hombre, consumadas con el perpetuo sacrificio: hostias con la Hostia perfecta. No te estremezcas, Simon. No estoy diciendo ciertamente que Yo vaya a introducir un culto semejante al de Moloch, Baal y Astarté. 

         Los propios hombres nos inmolarán. ¿Entiendes?, nos inmolarán y nosotros iremos alegres a la muerte para expiar y amar por todos. Y luego vendrán los tiempos en que los hombres ya no inmolarán a los hombres. Pero siempre habrá víctimas puras, que el amor consuma junto con la gran Víctima en el Sacrificio perpetuo. Digo el Amor de Dios y el Amor por Dios. En verdad, ellas serán las hostias del tiempo y Templos futuros. Lo grato a Dios es el sacrificio del corazón, y no los corderos y los cabritos, terneros y palomas. David lo intuyó. Y en el tiempo nuevo, tiempo del Espíritu y del Amor, solo este sacrificio será grato.

         Considera Simón, que si un Dios ha debido encarnarse para aplacar la Justicia divina por el gran pecado, por los muchos pecados de los hombres, en el tiempo de la verdad solo los sacrificios de los espíritus de los hombres pueden aplacar al Señor. Tu piensas: “¿Pero por qué, entonces, Él, el Altísimo, dio orden de que fueran inmolados las crías de los animales y los frutos de las plantas?”.

        Te respondo: porque antes de mi venida el hombre era un holocausto manchado y porque no se conocía el Amor. Ahora será conocido. Y el hombre que conocerá el Amor, porque Yo restituiré la Gracia por la cual el hombre conoce el Amor, saldrá del letargo, recordará, comprenderá, vivirá, se pondrá él en vez de los cabritillos y corderos, hostia de amor y de expiación, imitando al Cordero de Dios, su Maestro y Redentor.

         El dolor, hasta ahora castigo, se transformará en Amor perfecto. Y dichosos aquellos que lo abracen por Amor perfecto…”.

           “Pero los niños…”.

          “Quieres decir aquellos que todavía no saben ofrecerse…¿Y tú sabes cuando habla Dios con ellos? El lenguaje de Dios es lenguaje espiritual. El alma lo entiende, y el alma no tiene edad. Es más, te digo que el alma niña, por no tener malicia es, en cuanto capacidad de entender a Dios, más adulta que la de un pecador anciano. Te digo, Simón que vivirás hasta llegar a ver a muchos niños enseñar a los adultos, e incluso a ti mismo, la sabiduría del Amor heroico.

           Pero en esos pequeños que mueren por razones naturales, está Dios obrando directamente, por razones de un tan alto amor que no puedo explicarte, porque se encuadran en la Sabiduría que está escrita en los libros de la Vida, que solo en el Cielo serán leídos por los bienaventurados. Leídos he dicho, pero en verdad, bastará con mirar a Dios para conocer no solo a Dios, sino también su infinita Sabiduría… Ya hemos hecho venir el ocaso de la luna, Simón… Pronto despuntará el alba, y tú no has dormido…”.

            No importa, Maestro. He perdido unas pocas horas de sueño y he ganado mucha sabiduría. Y he estado contigo. Pero, si me lo permites, me marcho. No a dormir, sino a meditar tus palabras”. Ya está en la puerta y está para salir, cuando se para pensativo y dice: “Una cosa más, Maestro. ¿Es correcto que diga a alguien que sufre que el dolor no es un castigo sino una …gracia; algo como… como nuestra llamada, hermosa aunque fatigosa, hermosa aún que a quien ignora puede parecerle una cosa fea y triste?”.

       “Puedes decirlo, Simón. Es la Verdad. El dolor no es un castigo, cuando se sabe acoger y usar con Justicia. El dolor es como un Sacerdocio, Simón, un Sacerdocio abierto a todos. Un Sacerdocio que confiere un gran poder sobre el corazón de Dios; y un gran mérito. Nacido con el pecado, sabe aplacar la Justicia. Porque Dios sabe usar para el Bien incluso aquello que el Odio ha creado para causar dolor. Yo no he deseado otro medio para anular la culpa, porque no hay un medio mayor que éste”.











viernes, 1 de junio de 2012

ALABANZA DE DESAGRAVIO A LA VIRGEN MARÍA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS DE DIOS


LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA TRONO DE LA SABIDURÍA,
REINA DEL CIELO Y DE LA TIERRA


Quiero aquí publicar estas alabanzas de desagravio a la Santísima Virgen María, por todas las blasfemias pronunciadas en contra de la Madre de Dios y de la Humanidad por un Pastor Protestante, de no se cual de las más de 300 sectas que existen, llamado Matías Aguilera Fuentes, en una publicación mía con la fotografía de Santa Bernardita, de cuerpo incorrupto, en la Comunidad Papa Francisco.

Dicho elemento, apoyado por algunos de sus fieles me llegó a decir que el día del Juicio, la Stma. Virgen María me iba a romper la cabeza con un bate de Beisbol, a lo cual le contesté que tenía el mismo odio a la Virgen, y la misma soberbia que Lucifer, como buen hijo suyo que era.

Salió en defensa suya una de sus discípulas, que me maldijo. Le dije que yo intentaba ser un espejo para reflejar la imagen de Dios, y me acordé de haber leído en el Evangelio tal como me ha sido revelado de María Valtorta, que ante una maldición que le mandó un Fariseo, Jesús le replicó: "Tu maldición se transmite a mi Padre, y Él te la reenvía a Tí", por eso le dije: esa maldición la reflejo a Jesús, y recaerá sobre ti.

Lo que yo no entiendo, es por qué esos elementos vienen a "meter su hocico", en todos los escritos en donde ven que se venera a la Augusta Reina del cielo y de la Tierra, creyendo que vamos a desistir de nuestras convicciones con mensajes llenos de odio y de Soberbia. Tiene que ser que la Santísima Virgen, tiene un poder sobrenatural, para atraer las almas a sí, y por eso Satanás intenta por todos los medios impedir su acción benéfica para la Humanidad.


HOMENAJE A MARÍA SANTÍSIMA


Ave María, madre del Hombre como Eva y más que Eva puesto que devolviste al Hombre a su Patria, a su herencia, a su filiación y su Gozo.

Ave María, Seno de Santidad, en el que se volvió a depositar la semilla de la Especie para que el eterno Abrahán tuviese los hijos de los que la esterilizante envidia satánica le había privado.


Ave María, Madre Deípara del Primogénito Eterno, madre compasiva de la Humanidad lavada con tu llanto y con la Sangre que es tu sangre.

Ave María, perla del Cielo, luz de Estrella, dulce, Belleza y Paz de Dios.


Ave María, llena de Gracia, en quien está el Señor, jamás desunida de Él que en Ti encuentra sus delicias y su descanso.

Ave María, mujer bendita entre todas las mujeres, amor viviente, por el Amor hecha esposa del Amor y Madre del Amor.

En Ti la Pureza, en Ti la Paz, en Ti la Sabiduría, en Ti la Humildad, y en Ti la Perfección de las tres y las cuatro Virtudes…

María, el Cielo delira de amor al contemplar a María que eleva su canto hasta notas incomparables. Ningún mortal, por santo que sea, puede comprender lo que llega a ser María para todo el Cielo.

Todas las cosas fueron hechas por el Verbo, más también, todas las cosas más grandes fueron hechas por el Amor Eterno en María, porque Aquel que es Poderoso la amó y la ama sin límites; y el poder de Dios está en manos del Lirio Purísimo, para que se derrame sobre todo aquel que a Ella recurre.

¡Ave!, ¡Ave!, ¡Ave María…!”

martes, 29 de mayo de 2012

ESTREMECEDOR RELATO: EL LABRADOR, EL MENDIGO Y EL REY: EL QUE SIGUE LA JUSTICIA Y LA MISERICORDIA, HALLARÁ LA VIDA, LA JUSTICIA Y LA HONRA. (Prov.21,21)


EL ALMA QUE QUIERE QUE DIOS SE LE ENTREGUE TODO, SE HA DE ENTREGAR TODA,
SIN DEJAR NADA PARA SÍ . (S. Juan de la Cruz: Dichos de Luz y amor)






             Hace ya muchos años, en la predicación de la Santa Misa, el Sacerdote de nuestra Parroquia, ya muerto hace unos 5 años, que era un alma muy espiritual y ejemplar, nos relató esta historia, que nos emocionó en extremo a toda mi familia y a mí, y que aquí reproduzco con alguna modificación.

            Había un Gran Rey que buscaba a un Ministro, para ocupar un alto cargo. Como era muy piadoso, quería que cumpliese a rajatabla el primer Mandamiento, que era el tema del Evangelio de la Misa: "Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a si mismo"

           Convocó pues a todos sus súbditos, para que acudieran al Palacio Real y poder así escoger el mismo a la persona más adecuada para ese puesto.

            Acudieron al Palacio, con sus espléndidas carrozas, todos los grandes Duques, Marqueses, Condes y ricos terratenientes, ataviados con sus mejores galas.

       Un humilde labrador, se dijo: "Yo no tengo ninguna posibilidad de acceder a ese puesto tan importante, no obstante, venderé mis pocos ahorros que he acumulado en toda mi vida de duro trabajo, y de esa manera, podré comprar una vestimenta adecuada para asistir a tan grandiosa Ceremonia, y admirar la Majestad del gran Rey y de los nobles Pretendientes.

           Al llegar al Castillo, que estaba asentado en lo alto de un monte, se hallaba al borde del camino, un pobre mendigo, que pedía limosna, pero todos los pretendientes pasaron ante él, haciendo caso omiso a sus súplicas.

           El mendigo estaba tiritando, por el frío tan grande que hacía, y el labrador, al verlo, sintió compasión de él, y se dijo: "Como a mi no me escogerán, le daré a ese pobre mendigo mi ropa, y yo me vestiré con sus andrajos, y si me dejan entrar, me pondré en el Palacio en un sitio en donde nadie me vea, para poder admirar la espléndida Ceremonia”.

         El labrador llegó al Palacio así vestido, temiendo que no lo dejaran entrar, pero muy extrañado, vio que los guardias no le impidieron el paso, sino, muy al contrario, le dejaron entrar, con incluso más reverencia que a los demás ricos convidados.

          CUAL NO FUE LA SORPRESA DEL LABRADOR AL RECONOCER AL MENDIGO EN EL REY, CON LOS MISMOS VESTIDOS QUE LE HABÍA REGALADO AL BORDE DEL CAMINO.

      MUCHO MAYOR FUE SU SORPRESA AL SENTIRSE LLAMADO, LLENO DE CONFUSIÓN, POR EL MISMO REY, CON TODOS LOS HONORES, DELANTE DE TODA LA CORTE Y LOS PRETENDIENTES, PARA OCUPAR EL CARGO DE MINISTRO DEL  REY.

INTERPRETACIÓN:

           Este relato recuerda de una manera muy concreta lo que va a suceder a toda la Humanidad en el Juicio final. El cargo de Ministro simboliza la Salvación Eterna, y los pretendientes son todos los seres humanos. Aquí vemos que no entrarán ni los más nobles, ni los más ricos, que simbolizan a los soberbios, sin embargo vemos que los más humildes, los que tienen la virtud de la caridad, que nunca tienen los soberbios, serán los herederos del Reino, en donde ocuparán los cargos más relevantes. 

          Otra cosa importantísima es cuando recordamos las palabras del Juicio final, en donde Jesús-Dios y supremo Juez se encarna en los pobres y desheredados, lo que se descubre de una manera muy sorprendente en la transformación del mendigo en el Rey. También este relato nos recuerda la Parábola del buen samaritano, y la de los invitados a la cena, en donde se recomienda que nos coloquemos en las últimas plazas, para ser ascendidos a los primeros puestos.

¡Bienaventurados los pobres en el espíritu,
porqué suyo es el Reino de los Cielos! (Mt - 5,3) 



CONDICIONES PARA ACCEDER AL REINO DE DIOS:

         1º/ Hay que tener una humildad tal, que evite sentirse siempre superior a los demás (Los últimos serán los primeros, y los primeros los últimos), y eso es siempre la actitud de todos los Santos.

      2º/ Hay que tener una compasión tal, que el amor nos haga decir a la vista de los necesitados: "Quiero lo Bueno para ti que sufres, y lo malo para mí", lo contrario del egoísmo que dice: "Quiero lo bueno para mí y lo malo para ti", porqué obrando así, mi Señor siempre me amparará y le agradaré, porque estaré obrando de acuerdo con su condición y sus mandamientos.

      3º/ Hay que admirar a nuestro Señor Jesús, y amarlo, sin ningún interés, temiendo en todo momento de desagradarle, lo que ayudará a mantenernos siempre precavidos, para no pecar y no ofenderle, este es uno de los dones del Espíritu Santo: El Santo temor de Dios, el que han tenido todos los Grandes Santos, y así el Santo franciscano Padre Pío, decía que soportaría con agrado todas las grandes cruces que el Señor le mandaba, si pudiera prescindir de la mayor cruz, que para él era saber si su conducta agradaba o no a Dios. 

          4º/ También, no hay nunca que envidiar ni odiar a los demás, dejando la Justicia en manos de Dios, que vendrá a dar a cada cual su merecido y en este mundo, mientras vivamos este comportamiento es uno de los más difíciles, por la sencilla razón de que el demonio, siempre nos presentará enemigos de lo más difícil de perdonar a causa de todas las injusticias y maldades que por su culpa nos acosarán.


GLORIA PATRIS ET FILIO ET SPIRITU SANCTO. SICUT ERAT 
IN PRINCIPIO ET NUNC ET SEMPER ET IN 
SAECULA SAECULORUM
AMEN



lunes, 28 de mayo de 2012

LOS SACERDOTES DE JESÚS TIENEN QUE SER LAS ESTRELLAS QUE LUCEN EN LAS TINIEBLAS

                                      
Monts Dei, Monts pinguis, Monts Coagulatis





        Los verdaderos ministros de Jesús, son los Sacerdotes, las almas escogidas por Él, son como las estrellas del Universo, para iluminar al mundo e indicarle el camino de la Salvación, tendrían que ser los Generales de lo ejércitos de la Iglesia Militante, barrera que Dios ha puesto, para contener a las tenebrosas hordas satánicas que están en constante lucha contra Dios, para el combate espiritual contra los espíritus tenebrosos.

Dios los revistió con armas poderosas: Pueden hacer bajar a Dios del Cielo con la divina Eucaristía, para fortalecer a las almas, pueden sanar las almas borrándole sus pecados, y restablecer así las debilitadas y enfermas, tienen el poder de exorcizar, echando a los demonios que se han hospedado en el cuerpo de algunas almas, pueden prepararlas suministrarles el viático que les fortalecerá para el encuentro con Dios.

          Por eso, está escrito en el Apocalipsis de San Juan, que al final de los tiempos, el dragón barrerá con su cola la tercera parte de las estrellas del Cielo, que iluminan el Universo, porqué sabe que, una vez derribadas, le será más fácil adentrarse en la Ciudad Santa y atacar a los fieles indefensos, que serían como soldados sin generales.

      Es lo que ha empezado ya a ocurrir en el Mundo en que vivimos, y esto es la señal precursora de la venida del Antecristo, que está preparándose para presentar batalla al Ejército de Dios.


DISCURSO DE JESÚS PARA SUS DISCÍPULOS
Del Evangelio tal como me ha sido revelado


Dice Jesús:

(…) Os he comparado a una luz. El que enciende en la noche una lámpara en una casa, ¿Dónde la pone?: ¿en un agujero de debajo del horno?, ¿en la cueva que usa como bodega?, ¿cerrada dentro de un arquibanco?, ¿única y simplemente sofocada bajo el celemín? No, porqué sería inútil encenderla. Por el contrario, la lámpara se coloca sobre una repisa, o se cuelga en su soporte, para que, estando en un punto alto, dé a luz a toda la habitación y a los que en ella están, Ahora bien, precisamente por el hecho de que lo que ocupa un lugar elevado debe recordar a Dios y dar luz, debe de estar a la altura de su función.

Vosotros debéis recordar al Dios verdadero. Preocuparos pues de que no anide en vosotros al septipartito paganismo, porqué de ser así, vendríais a ser lugares elevados profanados, con sagrados bosquecillos dedicados a un dios, y arrastrareis en vuestro paganismo a los que os mirasen como a templos de Dios. Debéis ser portadores de la Luz de Dios; ahora bien, una mecha sucia, o no embebida de aceite, produce humo y no da luz, emana mal olor y no ilumina. Una luz celada tras un cuarzo sucio no crea ese primoroso resplandor, ese juego de reflejos en el brillante mineral, sino que languidece tras el velo de negro humo que hace opaca a la diamantina protección.

La Luz de Dios resplandece en donde la voluntad se muestra solícita en limpiar a diario, quitando las escorias que el mismo trabajo produce con sus contactos, reacciones y desilusiones. La Luz de Dios resplandece en donde la mecha está empapada de abundante líquido  de oración y caridad.

           La Luz de Dios se multiplica en múltiples resplandores – como infinitas son las perfecciones de Dios, cada una de las cuales suscita en el santo una virtud ejercitada heroicamente – si el siervo de Dios conserva limpio del negro hollín de toda humeante mala pasión, el cuarzo invulnerable de su alma; cuarzo invulnerable, ¡invulnerable! (La voz de Jesús truena en este final, retumbando en el anfiteatro natural).

Solo Dios tiene el derecho y el poder de incidir trazos sobre ese cristal, de escribir en él su Santísimo Nombre con el diamante de su Voluntad; viniendo su Nombre, así, a ser ornamento determinante de una más viva refracción de sobrenaturales bellezas sobre el cuarzo purísimo. Más, si el necio siervo del Señor, perdiendo el control de sí mismo y distrayéndose de su misión – entera y únicamente sobrenatural -, se deja incidir falsas decoraciones – rayones, no incisiones - , misteriosas y satánicas claves grabadas por la zarpa de fuego de Satanás… entonces, no, entonces la admirable lámpara deja de resplandecer con hermosura y permanente integridad; se raja y se rompe y sofoca la llama con los restos del cristal fragmentado; o, si no se raja queda en ella, al menos una intrínseca red de signos, en los cuales el hollín se deposita y se introduce, ejerciendo acción corrosiva.

¡Desdichados, tres veces desdichados esos pastores que pierden la caridad, que se niegan a subir día tras día, para conducir a zonas elevadas al rebaño, que para subir, espera a que emprendan su ascesis: Yo descargaré mi mano sobre ellos, los derrocaré de su puesto y apagaré del todo su humo!

¡Desdichados, tres veces desdichados esos maestros que repudian la Sabiduría para saturarse de una ciencia no pocas veces contraria, siempre soberbia, alguna vez satánica;  porque los hace hombres!

Pensad – escuchad esto y conservarlo – que si los hombres tienen como destino hacerse como Dios (con la santificación, que hace del hombre un hijo de Dios), el maestro, el sacerdote, debería tener ya desde este mundo  sólo el aspecto de hijo de Dios, de criatura resuelta toda en alma y perfección; debería tener, digo, para llevar a Dios a sus discípulos. ¡Anatema a los maestros de sobrenatural doctrina  que se transforman en ídolos de humano saber!

¡Desdichados, siete veces desdichados, mis sacerdotes muertos al espíritu, aquellos que son con su insipidez, con su tibieza de carne medio muerta, con su sueño lleno de alucinaciones de todo lo que no es el Dios uno y trino, y de cálculos de todo lo que no es sobrehumano deseo de aumentar las riquezas de los corazones y de Dios, conducen una vida mezquina, humana, abúlica arrastrando hacia sus almas muertas a quienes, considerándoles “vida”, los siguen!

¡Maldición divina sobre los corruptores de mi pequeño, amado rebaño! Os pediré justificación, ¡Oh incumplidores siervos del Señor! De todo el tiempo que habéis tenido, de cada una de las horas, de cada contingencia, de todas las consecuencias; a vosotros os la pediré, no a los que perecen por vuestra indolencia… y exigiré castigo.

Recordad estas palabras. Ahora marchaos. Yo voy a subir hasta la cima (del monte). Dormid si queréis. Mañana el Pastor abrirá para el rebaño los pastos de la verdad”.




domingo, 27 de mayo de 2012

MARAVILLOSO CANTO GREGORIANO DEL "VENI SANCTI SPIRITUS"





La venida del Espíritu Santo Consolador
Del cual provienen todos los bienes:


-El único que puede hacernos triunfar del mal, porqué es la divina Luz que alumbra las tinieblas, y nos infunde la fuerza invencible de Dios.


-El único que nos puede conducir a la Vida Eterna, porque sin Él no hay fuerza para luchar contra los espíritus tenebrosos

-El único que nos puede fortalecer y triunfar de todas las acechanzas de Satán.

-El único que nos indica la Verdad plena y nos descubre la mentira del mundo.

-El único que nos devuelve la salud del alma, porque nos hace renacer a una vida nueva, haciéndonos ver en Jesús al Hijo de Dios, el médico y sanador de nuestras almas.

-El único que nos devuelve la alegría porqué nos infunde el Santo temor de Dios, para mantenernos alertas para no perder nunca la Vida Eterna.

-El único que nos infunde humildad, sabiduría, fuerza, amor,esperanza, discernimiento,y toda clase de bienes que son necesarios para la salud del Alma.


Gloria al Padre; al Hijo y al Espíritu Santo.

http://www.youtube.com/watch?v=H2wyaRzuxcw








miércoles, 23 de mayo de 2012

LAS ALMAS DEL PURGATORIO, LAS GRANDES OLVIDADAS


LA VIRGEN DEL CARMEN, SALVANDO
ALMAS DEL PURGATORIO






       La devoción a las almas del Purgatorio, que antiguamente estaba muy arraigada, parece estar hoy día en desuso, sin embargo como lo podemos ver en este escrito, es una de las prácticas más importantes y queridas por Dios. A este respeto, he tenido la experiencia personal de un familiar, muerta en temprana edad, que dejó a marido y dos hijos aún  jóvenes y que se me apareció en sueños. Le pregunté: “¿Estás en el Cielo?”, por toda respuesta se puso a llorar, con lo cual comprendí que necesitaba oraciones. 

            Luego me dio un consejo, porqué conocía el resentimiento que tenía hacia ciertas personas, que me habían hecho daño a mí y a mis familiares: “Perdona a esos que te han hecho mal, porqué son hermanos tuyos”, a lo cual le contesté: “Yo ya les he perdonado”, Bastante tiempo después se me apareció otra vez, y le pregunté lo mismo, y me contestó con una sonrisa.

        Hoy día, también las indulgencias que la Iglesia, con el poder de Dios puede otorgar, son las que permiten acortar la duración de las penas en ese Purgatorio, aquí también esta tradición ha caído en desuso, porque nadie sabe explicar cómo se aplican y por qué se pueden aplicar, en un próximo escrito se aclarará como la Iglesia puede sacar del Tesoro inagotable del Cuerpo místico, las indulgencias para aplicarlas a las ánimas.



Del Evangelio como me ha sido revelado 
de María Valtorta

       (…) “En mi Iglesia habrá siempre Sacerdotes, Doctores, Profetas, Exorcistas, Confesores, obradores de milagros, inspirados; todo lo que ella requiere para que las gentes reciban de ella lo necesario. El Cielo, la Iglesia triunfante, no dejará sola a la Iglesia docente, y esta socorrerá a la Iglesia militante. No son tres cuerpos, son un solo cuerpo. No hay división entre ellas, sino comunión de amor y de fin: amar la Caridad, gozar de la Caridad en el Cielo, su Reino. Por eso, también la Iglesia militante deberá, con amor, aportar sufragios a una parte suya que, destinada ya a la triunfante, todavía se encuentra excluida de ésta por razón de la satisfactoria reparación de las faltas absueltas pero no espiadas enteramente hasta la perfecta divina Justicia.

             En el Cuerpo místico, todo se debe hacer en el Amor y por el Amor, porque el amor es la sangre que por él circula. Socorred a los hermanos que purgan. De la misma manera que dije que las obras de misericordia corporales os conquistan un premio en el Cielo, también he dicho que os lo conquistan las espirituales. Y en verdad os digo que el sufragio para los difuntos, para que entren en la paz, es una gran obra de misericordia, por la cual Dios os bendecirá y os estarán agradecidos los beneficiarios del sufragio.

            Os digo que, cuando, en el día de la Resurrección de la carne, estéis todos congregados ante Cristo Juez, aquellos a quien bendeciré, estarán los que tuvieron amor por los hermanos purgantes ofreciendo y orando por su paz.

           Ninguna buena acción quedará sin su fruto, y muchos resplandecerán vivamente en el Cielo sin haber predicado ni administrado ni realizado viajes apostólicos, sin haber abrazado especiales estados, sino solamente por haber orado y sufrido por haber dado paz a los purgantes, por llevar a la conversión a los mortales. También estas personas, Sacerdotes a quienes el mundo desconoce, Apóstoles desconocidos, víctimas que sólo Dios ve, recibirán el premio de los Jornaleros del Señor, pues habrán hecho de su vida un perpetuo sacrificio de amor por los hermanos y por la Gloria de Dios.

           En verdad os digo que a la Vida Eterna se llega por muchos caminos, y uno de ellos es este, y muy apreciado por mi Corazón.

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ORACIÓN MARAVILLOSA
QUE LIBERA 1.000 ALMAS DEL PURGATORIO


Padre Eterno, os ofrezco la Preciosísima Sangre de
Vuestro Divino Hijo Jesús, junto con todas las misas
Que se celebran hoy día en todo el mundo,
por las Santas almas del Purgatorio,
por los pecadores en todas partes,
por los pecadores en la Iglesia universal,
los de mi propio hogar, y dentro de mi familia.
Amén.



PROMESA EXTRAORDINARIA DE CRISTO


             El Salvador aseguró a Santa Gertrudis la Magna, religiosa Cisterciense del Monasterio de Helfta en Eisleben (Alemania), a finales del siglo XIII, que esta oración liberaría a mil almas del Purgatoria cada vez que se ofreciese, extendiéndose también la promesa a la conversión y salvación de las que todavía peregrinan en la Tierra.



CONSIDERACIONES IMPORTANTES


                  Se recomienda encarecidamente su rezo diario, pues es incalculable el bien que podemos hacer a las almas si se recita varias veces, consiguiéndose además la salvación de miles de almas, dentro y fuera de la Iglesia, y en la propia familia.

             Medítese en la inmensa gloria que alcanzará quien lo hiciere así, en las gracias que obtendrá, en los pecadores que salvará, en las ánimas que liberará, en la ayuda y protección continua de estos desde el cielo etc., etc…

          Piénselo bien cada uno, y comience ya desde hoy mismo su rezo, mientras hay tiempo, pues todo pasa y pasa pronto. Y el tiempo no vuelve jamás. No mueras con las manos vacías de buenas obras.

(Con licencia eclesiástica) Se autoriza su 
reimpresión y difusión.






JESÚS, LA SALUD DEL ALMA MORIBUNDA; ESTREMECEDOR MILAGRO DE JESÚS EN ASCALÓN, CIUDAD FILISTEA.



EL MILAGRO DE JESÚS EN ASCALÓN, CIUDAD FILISTEA



La "Presunta" Santa María Valtorta
Personalmente, este es uno de los relatos magistrales de María Valtorta que más me impresionó, ya que la descripción de los lugares, el diálogo de Jesús con el niño, y el hecho del milagro en sí, es verdaderamente estremecedor. 
  
Maravilloso e impresionante milagro de Jesús en la Ciudad filistea de Ascalón, que se queda solo, para realizar un prodigio hacia una familia destrozada, salvando a unos niños que se iban a quedar huérfanos. Aquí se ve como la fe en el Mesías prometido, es la que favorece el encuentro con el Salvador, y como esa fe produce el milagro de la sanación. 

            Ese milagro material hacia la mujer moribunda, es el símbolo del milagro espiritual que se produce en el alma que agoniza y que solo por la acción de Jesús, el Salvador, recobra toda su fuerza y vigor. El Hijo de Dios es el único que propicia esa salud del alma, ya que solo Él, el Creador del Universo visible e invisible, puede con la acción del Espíritu Santo, transmitir al alma la fuerza necesaria para devolverle la  nueva vida, que es el renacer espiritual y así, poder alcanzar la Vida Eterna.

         Esto es lo que está simbolizado por sus palabras, cuando dijo:"Yo os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida Eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi Carne es verdadera comida y mi Sangre es verdadera bebida. El que come mi Carne y bebe mi Sangre vive en mí y yo en él. (Jn 6-51,56)




DEL EVANGELIO COMO ME HA SIDO REVELADO DE MARÍA VALTORTA
Jesús despide a sus discípulos para que prediquen por la Ciudad.

[ ...] Jesús va solo por la Ciudad, sin rumbo fijo, a lo largo y lo ancho, anónimo entre la atareada gente. Ni siquiera se fijan en Él, salvo dos o tres niños que levantan, curiosos, la cabeza, y una mujer provocadamente vestida, que viene resueltamente hacia Él con una sonrisa llena de insinuaciones; pero Jesús la mira tan severamente, que ella se pone roja como la púrpura, baja los ojos y cambia de dirección; llegada a la esquina, se vuelve, pero, dado que uno del lugar, que ha observado la escena, la hiere con una observación mordaz y burlona por su derrota, se envuelve en su manto y huye.
Los niños, sin embargo, se quedan un poco alrededor de Jesús, le miran, sonríen ante su sonrisa. Uno de ellos, más audaz, pregunta:
“¿Quién eres?”.
“Jesús”, responde acariciándolo.
“¿Qué haces?”.
“Estoy esperando a unos amigos”.
“¿De Ascalón?”.
“No. De mi tierra, de Judea”.
“¿Eres rico?” Yo sí. Mi padre tiene una casa bonita. Dentro trabaja alfombras. Ven a ver. Está aquí cerca”.

Y Jesús va con el niño, y entra en un largo atrio que forma como una calle cubierta. En el fondo, resplandece, avivado por la penumbra del atrio, un retazo de mar, todo encendido de sol.
Encuentran a una niña demacrada que llora. “Es Dina. Es pobre, ¿sabes? Mi madre le da comida. Su madre ya no está en condiciones de ganar. Su padre murió en el mar. Fue una tormenta, mientra iba de Gaza al puerto del gran río a llevar y recoger mercancías. Como la mercancía era de mi padre, y el padre de Dina era uno de nuestros marineros, mi madre se ocupa ahora de ellos. Muchos se han quedado sin padre así… ¿Tú que opinas? Debe ser duro ser huérfano y pobre. Ahí está mi casa. No digas que estaba en la calle, porque tenía que estar en la escuela; pero es que me han echado porqué hacía reír a los compañeros con esto…” y saca de debajo del vestido un monigote tallado en madera, en una delgada tablilla de madera, realmente muy cómico, con unas narices y una barbilla puntiaguda muy caricaturescas.

A Jesús le vibra una sonrisa entre los labios, pero se frena y dice. “¡No será el Maestro, ¿verdad?! Ni ningún pariente, ¿no? No estaría bien”.

“No. Es el jefe de la sinagoga de los judíos. Es viejo y feo y siempre nos mofamos de él”.
“Eso tampoco está bien. Fíjate que es mucho mayor que tú y…”.
“¡Bueno… es muy viejo, medio cheposo y casi ciego; y tan feo…!
¡Yo no tengo ninguna culpa de que él sea feo!”.

 “No, pero si tienes culpa de burlarte de un anciano. Tú también, de viejo, serás feo, porque te encorvarás; tendrás poco pelo, estarás medio ciego, caminarás con bastones, tendrás esa cara así. ¿Y entonces? ¿Te va a gustar que se burle de ti un niño irrespetuoso? Y, además, por qué hacerle ponerse nervioso al maestro?, ¿por qué molestar a los compañeros? No está bien hecho. Si tu padre viniera a saberlo te castigaría, y tu madre se apenaría. Yo no les voy a decir nada, pero tú me das inmediatamente dos cosas: la promesa de no volver a cometer esas faltas y el muñeco. ¿Quién lo ha hecho?”.

“Yo, Señor…” dice afligido el niño, consciente ya de la gravedad de sus… fechorías… Y añade: “¡Me gusta mucho trabajar la madera! A veces reproduzco las flores o animales de las alfombras. ¡Fíjate… dragones, esfinges… y más animales”.
“Esos animales, si los puedes hacer. ¡Tantas cosas bonitas hay en la tierra! Entonces, ¿prometes?, ¿me das ese fantoche? Si no, dejamos de ser amigos. Lo guardaré como recuerdo tuyo y rezaré por ti. ¿Cómo te llamas?”.
“Alejandro. ¿Y Tú qué me das?”.

Jesús se ve en dificultad: ¡Tiene siempre tan pocas cosas!... Pero luego se acuerda de que tiene una fíbula muy bonita prendida al cuello de uno de los indumentos. Busca en el talego, la encuentra, la quita, se la da al niño. “Vamos. Pero ten en cuenta que incluso cuando me haya marchado, sigo lo mismo sabiendo todo, y si sé que eres malo vuelvo y lo digo todo a tu madre”. El pacto queda hecho.

Entran en la casa. Al otro lado del vestíbulo hay un espacioso patio limitado en tres de sus lados por unas naves en que están los telares.
La criada que ha abierto, al ver al niño con un desconocido, se queda sorprendida y va a avisar a la señora. Esta – una mujer alta y de dulce aspecto – viene inmediatamente y pregunta: “¿Se ha sentido mal mi hijo?”.
“No, mujer; me ha conducido aquí para mostrarme tus telares. Soy forastero”.
“¿Quieres comprar?”.
“No. Yo no tengo dinero, pero tengo amigos a los que les gustan las cosas estéticas, y que tienen dinero”.

La mujer mira sorprendida a este hombre que confiesa así, sin rodeos, que es pobre, y dice: “Pues te creía un señor, tienes modos y aspecto de gran señor”.
“Pues mira, soy simplemente un rabí galileo, Jesús, el Nazareno”.
“Somos comerciantes. No tenemos prejuicios. Pasa y mira”. Y le acompaña a que vea sus telares, donde trabajan muchachas bajo su dirección.

Las alfombras son verdaderamente de valor en cuanto a dibujo y colores; espesas, blandas, parecen pequeños cuadros de jardín llenos de flores, o una imagen calidoscópica de gemas. Otras, mezcladas con las flores, tienen figuras alegóricas: hipogrifos, sirenas, dragones o grifos heráldicos semejantes a los nuestros.
Jesús admira estas obras: “Eres muy hábil. Me alegro de haber visto todo esto, como me alegro de que seas buena".

“¿Cómo sabes eso?”
“Se ve en la cara. Además el niño me ha hablado de Dina. Dios te lo pague. Aunque no lo creas, teniendo como tienes, en ti la caridad, estás muy cerca de la Verdad”.
“¿Qué verdad?”.
“Muy cerca del Señor Altísimo. El que ama al prójimo y ejercita la caridad con su familia, y sus subordinados, y la extiende a los pobres, tiene ya en si la Religión. “Aquella es Dina, ¿no?”.
“Si, su madre se está muriendo. Después la tomaré yo conmigo, pero no para los telares; es demasiado pequeña y débil para ello. Ven, Dina, acércate a este Señor”.

La niña, con la carita triste propia de los niños infelices, se acerca tímidamente.
Jesús la acaricia y dice: “¿Me llevas a ver a tu madre? Querrías que se pusiera buena, ¿verdad? Bueno, pues llévame a ella. Adiós, mujer. Adiós Alejandro; y sé bueno”.
Sale, llevando a la niña de la mano. “¿Tienes hermanos?” pregunta.
“Tengo tres hermanos pequeños. El último no conoció a nuestro padre”.
“No llores. ¿Eres capaz de creer que Dios puede curar a tu madre? ¡¿Sabes, verdad, que hay un solo Dios que quiere a los hombres que ha creado, y especialmente a los niños buenos; y que lo puede todo!?”

“Sí, lo sé, Señor. Antes iba a la escuela mi hermano Tolmé. Allí están mezclados con los judíos y aprenden muchas cosas. Se que existe y que se llama Yeoveh, y que nos castigó porqué los filisteos fueron malos con Él. Siempre nos lo echan en cara los niños hebreos. Pero yo no vivía en aquella época, ni mi mamá, ni mi padre. Entonces, ¿por qué…?” el llanto hace de barrera a la palabra.

“No llores. Dios te quiere también a ti y me ha traído aquí por ti y tu mamá. ¿Sabes que los israelitas esperan el Mesías, que debe venir para fundar el Reino de los Cielos, el Reino de Jesús, Redentor y Salvador del mundo?”.
“Lo sé, Señor. Nos amenazan diciendo: “¡Ay de vosotros cuando llegue!”.
“¿Sabes lo que hará el Mesías?”.
“Hará grande a Israel y a nosotros nos tratará muy mal”.

“No. Dará redención al mundo, quitará el pecado, enseñará a no pecar; querrá a los pobres, a los enfermos, a los afligidos; se acercará a ellos; enseñará a los ricos, a los sanos y a los que viven felices, a quererlos; recomendará la bondad para obtener la Vida Eterna y bienaventurada en el Cielo. Esto es lo que hará… Y no será tirano con nadie”.

“¿Y como se sabrá que es Él?”.
“Porqué querrá a todos y curará a los enfermos que crean en Él, redimirá a los pecadores y enseñará el amor”.
“¡Ah, si viniera antes de que mi mamá muriese! ¡Como creería yo! ¡Como le suplicaría! Iría a buscarle hasta encontrarle y le diría: “Soy una pobre niña sin padre. Mi madre se está muriendo. Yo espero en Ti”. Estoy segura que, aunque siendo Filistea, me escucharía”.

Toda una fe sencilla y fuerte vibra en la voz de la niña. Jesús sonríe mirando a esta pobrecita que camina a su lado, pero ella no ve esta fúlgida sonrisa, porque va mirando hacia delante, hacia la casa que ya está cerca…
Llegan a una casucha muy pobre que está al final de un callejón sin salida. “Es aquí, Señor, pasa”… Una mezquina habitacioncita, un cuerpo agotado tendido sobre un costal, tres pequeñuelos sentados al lado, de edad entre tres y diez años; todo deja transparentar miseria y hambre.

“La paz sea contigo, mujer. Tranquila. No te sientas incómoda ni hagas esfuerzos. He conocido a tu hija y sé que estás enferma, y he venido. ¿Quieres recobrar la salud?”.
La mujer, con un hilo de voz, responde: “¡Oh, Señor!... pero para mí, todo ha terminado…” y llora.
“Tu hija ha sido capaz de creer que el Mesías podría curarte”. “¿Tú?”.
“Oh, yo también lo creería! Pero… ¿Dónde está el Mesías?”.

“Es el que te está hablando”. Entonces Jesús, que estaba curvado hacia el jergón susurrando sus palabras junto a la cara de la enferma mortecina, se endereza y grita: “Lo quiero. Queda curada”.

Los niños sienten casi miedo de la gravedad de Jesús, están – tres rostros de estupor – haciendo de corona a la yacija materna.
Dina aprieta las manos contra su pequeño pecho; una luz de esperanza, de beatitud, refulge en su carita; de tanta emoción como siente, casi jadea; tiene la boca abierta, preparada para una palabra que ya su corazón le susurra y, cuando ve que su madre, antes cérea y completamente sin fuerzas, como atraída por una fuerza que le hubiera sido trasvasada, se incorpora y se sienta, y luego, sin quitar ni un momento los ojos de los del Salvador, se pone en pié, profiere un grito de júbilo: “¡Mamá!”. Ha sido pronunciada la palabra que llenaba su corazón… Y luego otra: “¡Jesús!”. Entonces, abrazando a su madre, la obliga a arrodillarse mientras dice: “¡Adora, adora! Es el Salvador profetizado al que se refería el maestro de Tolmé”.

“Adorad al verdadero Dios. Sed buenos. Acordáis de Mí. Adiós”.
Y Jesús sale rápidamente, mientras las dos, felices, siguen prosternadas.

      En el siguiente relato, al volver los Apóstoles de predicar por el Pueblo, estos le relatan a Jesús que su predicación ha sido muy exitosa y le entregan mucho dinero que han recibido en limosnas, Jesús les ordena de ir a entregárselo a la pobre viuda.






lunes, 21 de mayo de 2012

LA COSECHA DE LA MUERTE VISIÓN DE LA RESURRECCIÓN FINAL





           Siempre había intuido que este mundo es un estado de Gestación de nuestra alma, que se está desarrollando hacia un estado de belleza o de fealdad, y será cada ser humano el que habrá sido el artífice del aspecto que tendrá para toda la eternidad.

         Ciertamente el alma conservará los atributos de inteligencia y de discernimiento que Dios les ha infundido desde el instante de su creación, pero esos atributos habrán sido los artífices de su transformación hacia la suma fealdad o la suma belleza según que hayan sido fieles o hayan rechazado la Gracia Divina, que como alimento espiritual del alma, fue la que ha propiciado esa transformación.

         Por eso nunca he comprendido ciertos teólogos afirman que Lucifer y los ángeles caídos son unos seres que conservan la grandeza que el Creador les ha otorgado, y que por eso son dignos de respecto y de consideración. 

         A este respeto, en la visión del Infierno que enseñó la Stma Virgen de Fátima a los pastorcillos, estos describieron los demonios que allí se encontraban, como seres repugnantes y en forma de "bichos asquerosos", visión que les dejó marcados para toda su vida.

          En este relato vemos como a la resurrección de los muertos, los condenados serán seres repugnantes y monstruosos, y sin embargo los elegidos serán de una hermosura sublime, y eso tiene una explicación muy sencilla: La Virtud es Belleza, y el Pecado es suma fealdad, y como lo dice San Juan de la Cruz, el amor transforma el amador con lo que ama, por eso como lo dice San Juan, seremos semejantes a Dios, porque lo veremos tal cual es.






De los cuadernos de Mª Valtorta 
29 de Enero de 1.944


Lo que estoy viendo esta noche:

Veo una inmensa extensión de tierra; podría llamarle mar, porque no tiene confines. La defino “tierra” porque hay tierra como en los campos y en los caminos. Pero no existe un árbol, una rama, una brizna de hierba. Solo hay polvo, polvo y más polvo.

Todo esto lo veo a una luz que no es luz. Se trata de un resplandor apenas definido, lívido, con un matiz verde-violáceo como se advierte cuando se desata un fortísimo temporal o se produce un eclipse total. Es una luz que da miedo, como de astros apagados: eso es, no hay astros en el cielo. No hay estrellas, ni luna, ni sol. El cielo está vacío y así también la Tierra. El uno está despojado de sus flores de luz; la otra, de su vida vegetal y animal. Son dos inmensos despojos de lo que ya ha sido.

Tengo todo el tiempo para contemplar esta desolada visión de la muerte del Universo, que creo será semejante a la de su primer instante, cuando ya existían el cielo y la Tierra, pero en el primero no había astros y la segunda estaba despojada de vida; cuando era un globo solidificado pero aún deshabitado, que surcaba el espacio a la espera que el dedo del Creador le otorgara hierbas y animales.

¿Por qué comprendo que se trata de la visión de la muerte del Universo? Por una de esas “segundas voces”, que no se de quien provienen, pero que obran en mí como el coro de las tragedias antiguas son las que indican especiales aspectos, que los protagonistas no ilustran por sí mismos. Precisamente es lo que deseo decirle y que le diré más tarde...

Mientras mis ojos recorren esta desolada escena cuya necesidad no comprendo, veo a la Muerte, salida quien sabe de donde, erguida en medio de la inconmensurable llanura. Es un esqueleto que ríe con sus dientes descubiertos y sus órbitas vacías, que reina en ese mundo muerto y va envuelto en su sudario como en un manto. No lleva la guadaña. Ya lo ha guadañado todo. Gira su mirada hueca sobre su siega y ríe con sarcasmo.

Tiene los brazos cruzados sobre el pecho. Luego abre esos brazos esqueléticos y también las manos que son un puñado de huesos descarnados y esta figura, gigantesca y omnipresente – o mejor dicho, omnicercana - , me apoya un dedo, el índice de su diestra, sobre la frente. Siento el frío glacial del hueso puntiagudo, que parece perforarme la frente y entrarme como una aguja de hielo en la cabeza. Pero comprendo que el único significado de este gesto es el de llamar la atención sobre lo que está sucediendo.

En efecto, con un gesto del brazo izquierdo me indica la desolada extensión sobre la que estamos de pie, ella como reina y yo como único ser viviente. Ante la tácita orden de los dedos esqueléticos de su mano izquierda y con el rítmico girar de  derecha a izquierda de su cabeza, la tierra se abre en mil y una grieta y en el fondo de estos surcos oscuros veo blanquear cosas esparcidas, sin comprender que son.

Mientras me esfuerzo en pensar que son, la mirada y el mando imperioso de la Muerte siguen surcando, como un arado, los terrones – que van abriéndose cada vez más hacia el horizonte lejano -, hienden las olas del mar sin velas y las aguas se abren formando vórtices líquidos.

Y luego, de los surcos de tierra y de los surcos de mar surgen y se ordenan esos objetos blancos que he visto antes esparcidos y mezclados. Son millones y millones, infinitos millones de esqueletos que afloran de los océanos y que se alzan de la tierra. Son esqueletos de las más variadas estaturas, desde los minúsculos de los niños con las manos semejantes a pequeñas arañas polvorientas, hasta los de hombres adultos, y a veces gigantescos, cuya mole hace imaginar algún ser antediluviano. Y están estupefactos, como si temblaran, semejantes a quien se despierta bruscamente de un sueño profundo y no logra comprender donde se encuentra.

La vista de todos estos cuerpos esqueléticos, que parecen blancuzcos en medio de esa “no luz” apocalíptica es tremenda.

Luego, en torno a esos esqueletos va condensándose lentamente como una cerrazón, una niebla que surge del suelo agrietado, de los mares hendidos, y toma fuerza y opacidad, se hace carne, se transforma en un cuerpo semejante al nuestro de seres vivos; en las órbitas vuelven a formarse los ojos y brillan los matizados iris, los pómulos se cubren formando las mejillas, sobre las mandíbulas descubiertas se extienden las encías y los labios vuelven a delinearse y los cráneos se pueblan de cabellos y los brazos vuelven a ser torneados y los dedos ágiles y todo el cuerpo es ya un cuerpo vivo, igual que el nuestro.

Son cuerpos vivos, igual que el nuestro, pero ostentan diferentes aspectos. Hay cuerpos bellísimos, tan perfectos en las formas y en los colores que son semejantes a obras de arte. Hay otros horrendos, que no lo son debidos a verdaderas cojeras o deformaciones, sino porque su aspecto general les avecina más al bruto que al hombre. Tienen ojos torvos, el rostro contraído, un aspecto feroz, y lo que más me impresiona es la tenebrosidad que emana del cuerpo y que aumenta la lividez del aire que les circunda. Sin embargo, los más bellos tienen la mirada risueña, el rostro sereno, un aspecto dulce y emanan una luminosidad que forma una aureola en torno a ellos, de la cabeza a los pies, y que se irradia también alrededor
.
Si todos fueran como los primeros, la oscuridad se haría total, hasta el punto que lo ocultaría todo. Pero gracias a los segundos, no solo aumenta la luminosidad sino que la aumenta tanto, que puedo ver todo perfectamente.

Los feos, acerca de cuyo destino maldito no albergo dudas, puesto que llevan esa maldición grabada en la frente, callan mientras echan alrededor miradas aterrorizadas y siniestras, de lo bajo a lo alto, y se agrupan de un lado obedeciendo a una orden que no oigo, pero que alguien debe de haberles dado y que los resucitados han percibido. También los muy bellos se reúnen sonriéndose y mirando a los feos con una mezcla de piedad y de horror. Y además cantan, entonan un coro, lento y suave, de bendición a Dios.
No veo nada más. Comprendo que he contemplado la resurrección final.

(…) Del mismo modo, hoy mi indicador interior me ha hecho comprender que estaba viendo el Universo cuando ya toda había muerto en él. Me sucedió así muchas veces en las visiones. Es la indicación que me permite entender ciertos detalles que hay que entender y que no lograría comprender por mí misma.
No se si me explicado bien. Pero debo interrumpirme porque empieza a hablar Jesús.


Dice Jesús:

“Cuando el tiempo haya terminado y la vida sea únicamente la Vida del Cielo, antes de ser disuelto completamente, el universo volverá a ser – como has pensado – lo que era al principio. Esto acontecerá cuando Yo haya juzgado.

Muchos creen que desde el momento postrero hasta el Juicio universal transcurrirá solo un instante. Mas ¡Oh, hija!, Dios será bueno hasta el fin. Dios será bueno y justo
.
No todos los seres vivientes de la hora extrema serán santos, ni todos serán réprobos. Entre los primeros habrá algunos que ya están destinados al Cielo, pero que tienen algo que expiar. Yo sería injusto si les privara  de la expiación que ordené para todos los que les precedieron y que, en la hora de la muerte, se encontrarán en sus mismas condiciones.

Por eso, mientras llegarán para otros planetas la Justicia y el momento final y uno a uno se irán apagando los astros del cielo como antorchas sobre las que se sopla, y la oscuridad y el hielo irán aumentando, en mis horas, que son vuestros siglos, (y ya ha comenzado la hora de la oscuridad, tanto en el cielo como en los corazones), los seres vivientes del último instante, los que hayan muerto en el último instante, que sean merecedores del Cielo pero que necesiten aún una purificación, serán destinados al fuego purificador. Aumentaré el calor de dicho fuego para que sea más rápida la purificación y los bienaventurados no esperen demasiado para llevar a la glorificación su carne santa y hacerla gozar para ver a su Dios, a su Jesús, en su perfección y su triunfo.

Es por eso que has visto la Tierra sin prados ni árboles, ni animales ni hombres, ni vida y los océanos sin velas, como una llanura de árboles inmóviles, porque el movimiento ya no les será necesario para dar la vida a los peces, así como a la tierra no necesitará el calor para dar la vida a las mieses y a los hombres. Es por eso que has visto el firmamento vacío de luces, sin sus fuegos y sus resplandores. La Luz y el calor ya no le harán falta a la Tierra, que será ya como un enorme cadáver que en si encierra a  los cadáveres de todos los seres vivientes desde Adán hasta el último hijo de Adán.

La muerte, mi última servidora en la Tierra, cumplirá su última tarea y luego también ella dejará de existir. Ya no habrá más muerte. Habrá solo Vida en la beatitud o en el horror. Habrá Vida en Dios o vida en Satanás para vuestro yo, que se habrá vuelto a componer en cuerpo y alma
.
Ahora basta. Descansa y piensa en Mí.