MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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jueves, 22 de mayo de 2014

SEÑALES PRECURSORAS DE LA VENIDA DEL ANTICRISTO: EL ABANDONO DE LA LEY Y EL OLVIDO DE DIOS, QUE HA SIDO SUSTITUIDO POR LA ADORACIÓN DE OTROS ÍDOLOS, EL MARTIRIO DE LOS SANTOS, SON LAS SEÑALES PRECURSORAS DE LA VENIDA DEL ANTICRISTO.





          
         La decadencia de los valores tradicionales que permanecían aún en los albores del siglo XX, donde aún existía en el mundo Cristiano, el sentido del sacrificio, del trabajo, en la vida cotidiana, de la familia; en donde eran admirados los que practicaban la virtud, y en donde el hombre, tenía una cierta noción acerca de la diferencia que existía entre el pecado y la virtud, diferencia que es de una inmensidad tan profunda, que para nosotros, simples mortales solo podemos entrever con la ayuda de la Gracia. A ese respeto dice San Juan de la Cruz en sus dichos de luz y amor: 
  
          "No sabe el hombre gozarse bien ni dolerse bien, porque no entiende la distancia entre el bien y el mal".

           Y así, poco a poco, con su tremenda astucia e inteligencia angelical, que no ha perdido cuando se transformó de Ángel de Luz en Demonio, Lucifer ha logrado introducir en este mundo no solo en la gente del pueblo, pero lo que es peor, en muchos Pastores que tienen que guiar y aconsejar a sus ovejas, la teoría del relativismo. Y para eso, ha empleado su vieja táctica, explicada tan bien por San Juan de la Cruz: El Demonio, nunca tienta ofreciendo directamente la alternativa del mal y del pecado: Se disfraza de Ángel de luz, o coloca la piel de cordero, ocultando su verdadera naturaleza de lobo sanguinario.

          Para poder así acercarse a las ovejas, y con la premisa primera del Relativismo, con el consenso de cierta Jerarquía, que olvidándose de su deber de Pastores, dejan a sus ovejas a merced de la fiera. Explica San Juan de la Cruz, que el demonio introduce primero la aguja de la Verdad, para luego poder meter el hilo de la mentira, y su discurso es en resumen el siguiente: ¿Como Dios, vuestro Padre, puede mandar a uno de sus hijos al Infierno?, ¿Ud. que es padre, mandaría a uno de sus hijos allí?, como me dijo un día cierto Arzobispo.

           Y el hedonismo - que es darse a todos los placeres del mundo, sin ningún temor de Dios, ya que este se ha transformado en un dios "bonachón" e insensible al pecado - es el que ha propiciado el olvido del Dios verdadero, ya que hagas lo que hagas, como se predica hoy día, Dios te querrá siempre, y hay que estar a gusto con sus pecados, otro "mantra" que se repite sin cesar en muchas Iglesias Católicas.

               ¡Cuantas veces me he preguntado por qué no se hace caso a los Evangelios, a las Epístolas, a la Doctrina de los Santos, a las apariciones de  la Virgen de Fátima y otras reconocidas por la Iglesia, y en una palabra, todo lo que está enseñado en la Tradición! Muy al contrario, no solo se han olvidado todos estas enseñanzas, pero además se intenta por todos los medios posibles e inimaginables, escoger en las Escrituras y en las enseñanzas de los Santos, solo la parte que les es agradable y conforme a sus ideas, y desechar lo que les es molesto para su manera de ser.


          Y se  oculta, y se mutila 
sin ningún pudor, todo lo que se refiere a la Justicia de Dios, adulterando las Escrituras, lo que está claramente condenado en el Apocalipsis, porque esta actitud, significa tapar la imagen de Dios en lo que se refiere al Juicio final, perfectamente descrito por Jesús en los Evangelios, o buscar nuevas interpretaciones a todas las enseñanzas tan claras del Evangelio, que es palabra de Dios.

            ¡Oh! ¡Cristo! ¡Oh! ¡Jesús que has muerto para salvar a los hombres! Solo la paciencia de un Dios puede haber esperado tanto, haber hecho tanto, y haber obtenido tan poco sin retirar a los hombres su don y hacerles perecer mucho antes de la hora señalada. Sólo mi paciencia que es Amor podía esperaros, sabiendo que, como arena que se filtra por una sutilísima criba, escasamente, alguna alma llegará a la gloria respecto a la masa, que no sabe, que no quiere filtrarse a través de la criba de la Ley, del Amor, del Sacrificio para alcanzarme. (Escrito al final del mensaje del 22-8-1.943).





 De los cuadernos de Mª Valtorta (22-8-1.943)



               [...] María, ahora te cojo de la mano para conducirte al punto más oscuro del libro de Juan. Los comentaristas del mismo han agotado su capacidad en muchas deducciones para explicar a sí mismos y a la muchedumbre quien sea la "gran Babilonia". Con visión humana, a la que las sacudidas producidas por acontecimientos deseados o por acontecimientos sucedidos no es ajena, han dado el nombre de Babilonia a muchas cosas.

              ¿Pero como no han pensado nunca que la "gran Babilonia" sea toda la Tierra? ¡Sería un Dios Creador muy pequeño y limitado si solo hubiera creado la Tierra como mundo habitado! Con un latido de mi querer he suscitado mundos y mundos de la nada y los he proyectado, polvillo luminoso, en la inmensidad del firmamento.

           La Tierra, de la que estáis tan orgullosos y tan feroces, no es más que uno de los polvillos rotantes en el infinito, y no es el más grande. Pero ciertamente es el más corrompido. Vidas y vidas pululan en los millones de mundos que son la alegría de vuestra mirada en las noches serenas, y la perfección de Dios os aparecerá cuando podáis ver, con la visión intelectual del espíritu unido nuevamente a Dios, las maravillas de esos mundos.

         ¿No es acaso la Tierra la gran meretriz que ha fornicado con todas las potencias de la Tierra y del infierno, y los habitantes de la Tierra no se han prostituido a si mismos: cuerpos y almas, con tal de triunfar en el día de la Tierra?

           Sí que es así. los delitos de la tierra tienen todos los nombres de blasfemia, como los tiene la Bestia con la cual se han aliado la Tierra y sus habitantes con tal de triunfar. Los siete pecados están como ornamento horrible sobre la cabeza de la Bestia que transporta Tierra y terrestres a los pastos del Mal, y los diez cuernos, número metafórico están para demostrar las infinitas infamias cumplidas, con tal de obtener, a cualquier precio su feroz codicia.

       ¿Acaso no está la Tierra empapada de las sangre de los mártires, ebria por este licor santo, que bebido por su boca sacrílega se ha transformado en filtro de embriaguez maldita? La Bestia que la lleva, compendio síntesis y compendio de todo el mal cumplido desde Adán en adelante con tal de triunfar en el mundo y en la carne, trae detrás de sí a quienes, adorándola, se harán reyes de una hora y de un reino maldito. Sois reyes como hijos de Dios, y es Reino eterno. Pero os hacéis reyes de una hora y de un reino maldito cuando adoráis a Satanás, el cual solo os puede dar un efímero triunfo pagado a precio de una eternidad de horror.

          La Bestia - dice Juan- fue y no es. Así será al final del mundo. Fue porque realmente ha existido, no es, porque Yo, Cristo, la habré vencido y sepultado, es porque entonces, ya no será necesaria para el triunfo del mundo. (de mis elegidos)

           ¿No está la Tierra sentada sobre las aguas de sus mares y no se ha servido de estos para dañar? ¿De qué no se ha servido? Pueblos, naciones, razas, confines, intereses, alimentos, expansiones, todo le ha servido para fornicar y cumplir desaforados homicidios e iscarioticas traiciones. Sus propios hijos, nutridos por ellos con sangre de pecado, cumplirán la venganza de Dios sobre ella, destruyéndola, destruyéndose, llevando la suma de los delitos contra Dios y contra el hombre al número perfecto que exige el retumbar de mi "¡Basta!".

               La sangre de mis mártires y de los profetas hervirá en esa hora, perfumando mi trono con agradable y grato olor, y los terrones de la Tierra que han recogido los gemidos de los asesinados por odio hacia Mí, recibiendo sus últimas sacudidas, lanzarán un gran grito hecho de todos esos santos gemidos y temblarán de convulsión de angustia, sacudiendo las ciudades y las casas de los hombres en las que se peca y mata, y llenando la bóveda de los Cielos de voces que claman justicia.

               Y habrá Justicia. Yo vendré porque soy fiel y veraz. Vendré a dar paz a los fieles y juicio santo a los vivientes. Vendré con mi nombre cuyo sentido tan solo es conocido por Mí y en cuyas letras están los atributos principales de Dios de quien soy Parte y Todo.

               Escribe: Jesús: Grandeza, Eternidad, Santidad, Unidad. Escribe: Cristo: Caridad, Redención, Inmensidad, Sabiduría, Trinidad, Omnipotencia (de Dios condensada en el nombre del Verbo humanado). Y si te parece que falta algún atributo, piensa que la Justicia está comprendida en la Santidad, porque quien es santo es justo, la Realeza en la Grandeza, la Creación en la Omnipotencia. Por eso en mi Nombre están proclamadas las alabanzas de Dios.

               Nombre santo cuyo sonido aterra a los demonios. Nombre de Vida que das Vida, Luz, Fuerza a quien te ama y te invoca.

               Nombre que es corona sobre mi cabeza de Vencedor de la Bestia y de su profeta, que serán presos, clavados, sumergidos, sepultados en el fuego líquido y eterno cuya mordaz crueldad es inconcebible para el sentido humano.

               Entonces será el tiempo de mi Reino en la Tierra. Por ello habrá una tregua en los delitos demoníacos para dar tiempo al hombre de volver a oír las voces del Cielo. Quitada de en medio la fuerza que desencadena el horror, descenderán como cascadas de Gracia, como ríos de agua celestes, de las grandes corrientes espirituales, para decir palabras de Luz.

       Pero del mismo modo que a lo largo de los siglos no recogieron las Voces aisladas, comenzando por las del Verbo, que hablan del Bien, los hombres serán sordos, siempre sordos, - menos los señalados por mi signo, mis amigos dilectísimos dispuestos a seguirme - sordos a las voces de muchos espíritus, a las voces semejantes al rumor de muchas aguas que cantarán el cántico nuevo para guiar a los Pueblos al encuentro de la Luz y sobre todo a Mí: Palabra eterna. Cuando se haya cumplido la última tentativa, Satanás vendrá por última vez y encontrará seguidores en los cuatro rincones de la Tierra, y serán más numerosos que las arenas del mar.
                ¡Oh! ¡Cristo! ¡Oh! ¡Jesús que has muerto para salvar a los hombres! Solo la paciencia de un Dios puede haber esperado tanto, haber hecho tanto, y haber obtenido tan poco sin retirar a los hombres su don y hacerles perecer mucho antes de la hora señalada. Sólo mi paciencia que es Amor podía esperaros, sabiendo que, como arena que se filtra por una sutilísima criba, escasamente, alguna alma llegará a la gloria respecto a la masa, que no sabe, que no quiere filtrarse a través de la criba de la Ley, del Amor, del Sacrificio para alcanzarme.

              Pero en la hora de la venida, cuando, como Dios, Rey y Juez, Yo venga para reunir a los elegidos y maldecir a los réprobos, arrojándoles allí donde el Anticristo, la Bestia y Satanás ya estarán para siempre, tras la suprema victoria de Jesucristo, Hijo de Dios, Vencedor de la Muerte y del Mal, a estos elegidos que han sabido permanecer "vivos" en la vida, vivos en el espíritu, esperando nuestra hora de triunfo, les daré la posesión de la morada celeste, les daré a Mí mismo sin pausas y sin medida.
Aspira a esta hora, María. Llámala y llámame con todas las fuerzas de tu espíritu. He aquí, Yo vengo cuando un alma me llama. Junto al Amado que vio desde la Tierra la Gloria del Cordero, Hijo de Dios, la gloria de su y de tu Jesús, di, con cada latido de tu corazón: "Ven, Señor Jesús".


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                [...] Al dictarme, Jesús me hace entender que cuando dice Tierra quiere decir mundo, tomado no como globo de polvo y de aguas, sino más bien, como unión de personas. No sé si lo sé explicar bien. Cuando dice Tierra quiere decir, diré así: ente moral, y cuando dice tierra quiere decir simplemente planeta compuesto de terrenos, de montes, de aguas. Culpable la primera, inocente la segunda.

                Por eso puedo decir sin contradecirme que la sangre de los mártires ha llegado a ser veneno para la Tierra que la ha bebido (en sus habitantes) con ira sacrílega y la ha derramado (en sus potencias estatales) con abuso blasfemo de poder temporal; mientras que la tierra-globo, rotante en el espacio del éter, ha bebido con respeto y acogido con amor la sangre de los mártires y sus convulsiones agónicas, y las presenta, la una y las otras, al Eterno, pidiendo materna y piadosa, que no hayan sido derramadas y sufridas en vano y que se haga justicia de ellas.

               

                                         

martes, 6 de mayo de 2014

DESVELADA CUAL ES LA SEÑAL DE CAIN :LA RECREACIÓN DEL ALMA SOLO SE PUEDE REALIZAR GRACIAS A LA SEÑAL DE CAÍN


El crimen de Caín deformó su alma y su cuerpo, Yahveh
puso una señal para que no se reconozca.





Genesis  4, 13-15
           [...] Caín contestó al Señor:
          - Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Tu me echas de este suelo, y tengo que ocultarme de tu vista; seré un forajido que huye por la Tierra, y el que me encuentre me matará.
           El Señor le dijo:
          -El que mate a Caín será castigado siete veces.
        Y el Señor puso una marca a Caín, para que no lo matara quien lo encontrase.     


Nunca comprenderé como hay tanta gente atea, es decir los que no creen en la existencia de Dios, o los que se autodenominan agnósticos, que quiere decir que ni creen, ni dejan de creer, ya que como según ellos, no se puede demostrar la existencia de Dios, se despreocupan del asunto, y viven su vida a su antojo, sin obedecer a ninguna Ley Divina, y siguiendo solo lo que les dicta sus apetitos.

            Para nosotros, creyentes, y para la verdadera Iglesia de Dios, puesta por Él para ayudar a alcanzar la Vida Eterna, estas actitudes son verdaderamente pecaminosas, ya que toda la creación tanto material como animal, está pregonando la grandeza, la belleza, la infinita majestad y la sublime inteligencia de Dios, que cuanto más se analiza, tanto a nivel microscópico como a nivel cósmico, más aparece incomprensible para la mente humana.

              Con un análisis espiritual más profundo, es un pecado gravísimo contra Dios, porque es negar la evidencia de que tiene que existir un Ser Superior para crear, mantener y ordenar todo lo creado. Y así el ateo, que está disfrutando en este mundo hasta del aire que respira, no solo no es capaz de agradecer a su Creador su existencia, pero además le niega el deber de amarle, como en la naturaleza, lo hacen todas las cosas creadas, incluso los animales que en cierta manera alaban a su Creador.

          Es igualmente un pecado contra el Sublime Redentor, Cristo Jesús, ya que toda su vida, su pasión y muerte que se realizó para nuestra Salvación, carece entonces de sentido. Y el que no cree en Dios sabiendo que cualquier padre quiere lo mejor para su hijo, y desea que le imite según el ejemplo que le da en su vida y sus consejos, comete un pecado gravísimo, porque espiritualmente hablando, no querer obedecer a las Leyes de Dios, es el tremendo pecado de Soberbia de Satanás, que decía “No serviré”, lo que le valió la maldición de Dios, y su caída en el abismo, transformado en demonio, acompañado por sus ángeles tenebrosos.

          El día del Juicio particular que ocurrirá a la hora de la muerte de cada ser humano, cada alma en presencia de Dios, el Juez supremo, se verá entonces con el aspecto que refleja como ha sido su vida, que es la manera de comportarse que ha escogido libremente,  su alma se  desarrolló poco a poco en la Vida terrena de una manera tal, que, el que ha practicado la Virtud, siguiendo los mandamientos de la Ley de Dios, que  corresponde con la ley de su Conciencia, se habrá transformado en un ser apto para entrar en el Cielo, será de una belleza y de un esplendor proporcional a la Virtud que haya practicado en su Vida, y será semejante a Dios.

            De la misma manera, el que haya practicado el vicio, practicando las Leyes del padre de la mentira, y haya muerto en pecado mortal, se verá completamente inepto para poder entrar en el Reino de Dios, ya que se verá transformado en un ser de un aspecto espantoso, semejante a Satanás.

            Esto lo explica muy bien San Juan de la Cruz cuando dice que el amor de un alma, se asemeja y se transforma en lo que ama, ya que es propiedad del amor igualar el amante con lo que ama. 

        Y en este mundo, el más sádico criminal pasa desapercibido, ya que como se lo prometió Dios a Caín, se puso  una señal para que no se vea su delito, y evitar que todo el mundo lo escudriñe, y lo desprecie, y no tenga la posibilidad de arrepentirte, mientras está aún en la Tierra, pero en el otro mundo cuando vuelva a nacer a la Eternidad, donde ya el alma no podrá progresar porque habrá perdido la libertad de obrar, Dios habrá sacado esa señal y el alma aparecerá tal cual es, es decir apta para el Purgatorio, el Cielo o el Infierno.




De los cuadernos de María Valtorta
 (18-2-1.947)



           Dice Jesús:
    […] ¡Oh vida humana, tan fundida con lo sobrenatural que llega a anular las voces y las flaquezas de la naturaleza para asumir las voces y las perfecciones angélicas! ¡Vida que ha olvidado la concupiscencia y vive de amor y en el amor! Es el hombre que se vuelve ángel, o sea la criatura compuesta por dos substancias, que purifica la parte más baja con los fuegos de la Caridad, y en la Caridad están todas las virtudes, como si fueran muchas semillas encerradas en un solo fruto, hasta el punto que puede decirse que, de este modo se despoja, o mejor, la despoja de todo lo que es materialidad hasta hacer también que la materia sea digna de penetrar un día en el Reino del Espíritu.

           Posa en el sepulcro el atavío purificado a la espera de la orden final. Más entonces surgirá glorificada hasta provocar la admiración de los mismos ángeles, porque la belleza de los cuerpos resurgidos y glorificados causará reverente estupor aun a los ángeles de Dios, que admirarán a estos hermanos suyos en lo creado diciendo: “Nosotros supimos permanecer en la Gracia respecto a una sola substancia; ellos, los hombres, son vencedores de la prueba respecto al espíritu y respecto a la carne. Gloria a Dios por la doble victoria de los elegidos”.


De los cuadernos del 14 de Julio de 1.944

          (...) La semejanza con Dios está en este Espíritu eterno, incorpóreo, sobrenatural, que tenéis en vosotros. Está en este espíritu, en este átomo del Espíritu infinito que, encerrado en una cárcel angosta y precaria, espera y anhela a volver a reunirse con su Fuente y compartir con Ella libertad, alegría paz, luz, amor, eternidad.

           La imagen persiste aún donde ya no hay semejanza, porque el hombre permanece tal cual a los ojos de los hombres, aunque a los ojos de Dios y a los sobrenaturales habitantes del Cielo y de pocos elegidos en la Tierra (son los que tienen discernimiento de los espíritus), aparezca ya con su nuevo aspecto de demonio, que es su verdadero aspecto a partir del momento en que al no tener ya vida en él el espíritu, la culpa mortal le priva de la semejanza con Dios.

          El hombre, privado de la Gracia por obra de la culpa, es solo el espíritu en donde se pudre el espíritu muerto. He aquí porque aun que todos los seres humanos tienen una imagen física común, cuando se cumpla la resurrección de la carne, serán sumamente diferentes entre si. Los bienaventurados tendrán un aspecto semidivino, los condenados mostrarán un aspecto demoníaco. Entonces se traslucirá al exterior el misterio de las conciencias. ¡Qué terrible cognición

          


 Añadido el 13-5-2.014:


          En esta vida, cualquier pecador, por muy grave que sea el pecado mortal, puede aún disfrutar de la Redención de Cristo Jesús, ya que, gracias a la señal de Caín, el aspecto de su alma muerta, queda oculta por su cuerpo mortal, si no fuera por esa ventaja, el alma no podría volver a la Vida con la Resurrección, que es el perdón de la culpa para el alma arrepentida.


         Si el alma no quedase oculta, sin que su pecado haya transcendido a su cuerpo mortal, ello suscitaría para toda la gente solo odio y desprecio, hacia esa persona, lo que impediría su redención, por esa razón podemos amar al pecador, porque solo así se puede evitar el odio, y por eso puede aún convertirse, ya que una persona solo se puede convertir con amor, y nunca con desprecio. Esa conversión puede realizarse gracias a la Comunión de todos los Santos, es decir por las oraciones, los méritos y los sufrimientos de las almas Santas, que se ofrecen en holocausto por todos los pecadores.


          Por eso dijo la Santísima Virgen de Fátima, - cuya fiesta celebramos el 13 de Mayo a los pastorcillos: "¡Cuanta gente se condena porque no hay nadie que rece por ellos!".




          

            

viernes, 18 de abril de 2014

LOS TREMENDOS SUFRIMIENTOS DE JESÚS Y DE LOS SANTOS: DESCRIPCIÓN DE LOS SUFRIMIENTOS DE SANTA TERESITA








     

               En estas palabras del ángel de la Guardia de María Valtorta, queda perfectamente explicado la gravedad del pecado, "el abismo perpetrado por Lucifer", que fue el que causó a Jesús un sufrimiento tan atroz, y que es la causa de todos los sufrimientos pasados, presentes y futuros de toda la Humanidad; que hizo retumbar a la Creación, con los terremotos y las terribles tormentas que asolaron y aterrorizaron la Tierra, con el desgarro del velo del Templo, la salida de los justos de los sepulcros, recriminando al pueblo Judío el deicidio.

          En el relato de la crucifixión de Jesús, se ve de una manera contundente la maldad de toda la turba de los Fariseos, Escribas, Saduceos, herodianos, y la gran mayoría del Pueblo Judío. En cierta medida, pero a una escala mucho menor, es semejante al rechazo que sufrieron todos los Santos, que como Jesús, se ofrecieron como víctimas expiatorias.

          Así lo hizo San Juan de la Cruz, que fue encerrado en Toledo durante nueve meses en una estrecha cárcel oscura, de la cual se sacaba todos los Viernes, y en medio de la Comunidad de los Calzados se le azotaba públicamente. Es también el horror de sus sufrimientos a la hora de la muerte, cuando en su dura agonía, el superior ordenó al hermano enfermero, que no le atendiera, a pesar de sus tremendos dolores producidos por unos terribles edemas que el cirujano venía a cortar sin ninguna anestesia.

           Es también esa impiedad que observamos en la vida de Santa Teresita. Y yo me pregunto, ¿Cómo es posible que unos hermanos de Comunidad - que tenían que conocer perfectamente los mandamientos de la Ley de Dios, siendo el primero de ellos Amar a Dios sobre todas las cosas y al Prójimo como a uno mismo, mandamientos puestos antes de no matarás y no robarás – traten de esa manera a sus compañeros? Dirán que fue bueno para santificar aún más a esas almas, contestaré que es verdad, y que también Judas entregando a Jesús, contribuyó de alguna manera a la Redención del Género Humano. Pero eso no libra de la culpa ni a Judas ni aún menos a los hermanos de San Juan de la Cruz, o a las hermanas de Santa Teresita.

          Afortunadamente, en la otra vida veremos cuál fue el Juicio de Dios sobre estos verdugos de Cristo: Fariseos, Escribas, Saduceos y Pueblo Judío, y de todos los Religiosos que torturaron a sus hermanos Santos. Es un Juicio que me llena de alegría, porqué si la Gloria de los Santos será admirable, también la Justicia de Dios será implacable e inexorable para los verdugos.

        Verdugos que no tuvieron piedad para sus semejantes, y sabiendo que Dios pagará con la misma moneda que han usado, a ellos y a todos nosotros, comprendo lo que es el Santo Temor de Dios, y por eso, le pido de antemano Piedad y Misericordia, porque Yo también he pecado. Y me doy perfectamente cuenta del abismo tan grande que hay entre el Pecado y la Virtud, que es el que hay entre Las Tinieblas y la Luz, y dicho de otra manera, entre Satán y Dios.

         Y compadezco a todas las hordas de relativistas, que al no ver diferencia alguna entre el Vicio y a la Virtud, creen que Dios tampoco lo ve, ya que como lo dice el refrán: “Se cree el ladrón que todos son de su condición”. Y así el lujurioso se cree que todo el mundo lo es; el glotón también cree que los demás son glotones.

        Y aquí se produce un efecto pernicioso: el que no tiene temor de Dios, se cree que el que lo tiene es un impío, porqué tendría que ser como él, y para justificar sus actos, Satanás ha inducido a esos individuos que los que no piensan como ellos, son todos unos herejes, porque al no tener amor a Dios, no lo tienen al Prójimo ya que ambos van siempre ligados.

        Y así los relativistas, que predican al Dios "caramelo", insensible al pecado y al vicio, es un dios hecho a la medida de esos individuos, cuya imagen les ha infundido Satanás, para quitarles el Santo temor de Dios, y así acallar su conciencia que les reprocha continuamente sus malas acciones. Y por eso, los que no piensan como ellos, son llamados retrógrados, individuos oscurantistas y fanáticos.

          Este tipo de personas, tampoco creen ni en la existencia del Demonio, ni del Infierno, y llegan a reinterpretar las Sagradas Escrituras a su manera, o escogiendo las cosas de ellas que les gustan, y desechando las que les son molestas, es decir "mutilando" esas Escrituras divinas, olvidándose lo que está escrito en el Apocalipsis: 

         "Solemnemente advierto a todo el que escuche las palabras proféticas de este libro, que si añade algo, Dios hará caer sobre él las plagas descritas en este libro. Si suprime algunas de las palabras proféticas de este libro, Dios le quitará la parte que le corresponde en el árbol de la Vida y en la Ciudad Santa descritos en este libro". (Ap22, 18)

            Hace poco, un Religioso de cierta congregación, relatando en una revista la vida de un gran Santo de su Comunidad, con una vida llena de privaciones y de penitencias, que le están llevado a los altares, no tiene reparo en afirmar: "Menos mal que el Concilio ha traído aires frescos"(sic), le escribí preguntándole si es que él creía que el Concilio había abierto la "Barra libre" para todos los creyentes, estoy aún esperando una contestación.





Del libro de Maxence Van der Meersch
SANTA TERESITA  (Con licencia eclesiástica)


              […] “Los días de colada, le dejaban el sitio peor iluminado y aireado. Y, además le salpicaban a cosa hecha espuma sucia de jabón. ¡Bien está! Buena ocasión para doblegarse, para subir ´al cabo de media hora – dice Teresa – le había tomado de verdad gusto a esta modalidad de aspersión·.

              Para ella la peor lámpara del Carmelo, la que tiene la llave estropeada y cuya mecha hay que extraer con un alfiler. Para ella el viejo cántaro que nadie quiere. Con estas cosas se siente verdaderamente feliz: ´Experimenté verdadera alegría cuando me quitaron el pequeño y bonito cántaro, y lo sustituyeron por un viejo cántaro desportillado´.

       ¿Alegría? Bien. ¿Pero cómo juzgar a quienes osan proporcionar a una desgraciada pequeña adolescente alegrías de este género?

            Se ha roto un jarrón. ¿Quién tiene la culpa?
           “La hermana Teresa, naturalmente”.
            Le echan un sermón a Teresa:
          “¡Carece usted. Totalmente de orden! ¡Ponga usted. Cuidado! ¡Es insoportable!”.
              Teresa, inocente, no se defiende.
          “Sin decir nada, besaba el suelo. A continuación prometía tener más orden en lo sucesivo”.

             Para Teresa todas las sobras. Puesto que nunca se queja. Es muy cómodo. Imposible saber cuáles eran sus platos preferidos. Conclusión: “Al ver que era tan poco difícil, las hermanas de la cocina le servían invariablemente los restos”.

           Ese “invariablemente”, ¿no es una confesión terrible? Cuando un guiso se estropeaba, más allá de lo imaginable, cuando incluso los cerdos lo rechazaban, la cocinera tiene una inspiración luminosa:

              “Nadie va a querer esto. Habrá que servirselo a la hermana Teresa”. Pues, precisamente la cocinera no le tiene afecto a la hermana Teresa.

              En las Actas se relata la historia épica de cierto arenque que fue recalentado seis veces y, por último, como nos podemos figurar, fue adjudicado a Teresa.

         “La conocieron pronto en la cocina. Más si fue para admirarla, con mayor frecuencia fue sobre todo para aprovechar las sobras. Así es que sus comidas se componían muchas veces, durante dos día seguidos, de trozos de pescado frito tan resecos como una suela, de tanto haberlos recalentado.

         Y como estiman que todo eso no basta, se le pringa el cubierto con una pasta maloliente, para darle una amable sorpresa, o bien, ya que la hermana Teresa no se queja nunca, se lleva la caritativa solicitud para santificarla “hasta ponerle una vez gusanos en su ración”.

          La Superiora le ha concedido, como favor especial a su juventud y a su salud ya quebrantada por tal régimen, que tome un poco de sidra en las comidas. Pero Teresa comparte este favor con una anciana religiosa. Y cuando decimos “comparte” es una manera de hablar. Pues las carmelitas nos informan que esa ¡¡¡”buena anciana”!!! , afligida por una enfermedad que la altera mucho, se adjudicaba la botella entera, “y no se daba cuenta que no le dejaba casi nada a su vecina”. 

            Y Teresa tiene que contentarse con mirarla. Pero en la mesa hay agua, diréis. Sí. Pero Teresa, más caritativa que su distraída y sobre todo egoísta y glotona compañera de mesa, no quiere hacer el feo de beber agua delante de ella, por miedo a humillarla y hacerle ver su glotonería y su crueldad de vieja desagradable… Y así pues, en resumidas cuentas, Teresa se pasa casi todas sus comidas sin beber.




Palabras del Ángel Azarías a María Valtorta


        [...] ¡Qué gozo poder tener prendida la mirada en la Divinidad! Esta es, María la bienaventuranza del Cielo. Como tú ya lo ves, al completarse el último detalle de la desgarradora y completa pasión del Redentor, fue permitido que se ocultase a su Espíritu la Divinidad. Y entonces, el Voluntarioso, el Heroico y Silencioso en el dolor lanzó el grito de su completo dolor:"¡Padre!" ¿Por qué me has abandonado?".

            ¡Oh, si se profundizase en la inmensidad, en lo acabado del dolor que aquel grito encierra! El Cielo se estremeció por El y la Divinidad hubo de violentarse a Si misma para resistir y no tener compasión a fin de que todo quedase reparado y cumplido para la expiación de la Humanidad que había abandonado a Dios para seguir al Tentador.

        Los ángeles temblaron ante el desconocido aspecto de la Divinidad, por primera vez inmisericorde, y lloraron al meditar y comprender plenamente el abismo del pecado perpetrado por Lucifer y los otros rebeldes, instaurando el Mal y provocando los sufrimientos consiguientes que culminaron en los sufrimientos de la Gran Víctima. Superaron al obedientísimo y dulcísimo Verbo poniéndole en parangón con lo que era, es y será la creación. Y hasta en el reino de las Tinieblas, aquel grito provocó un bramido, apagando hasta el último y tenaz pensamiento de poder ser un día perdonados. 


Esta profunda reflexión del Ángel Azarías, me hace pensar que probablemente los demonios creían que la Redención no se podía operar por Dios. Al haber pecado unos seres humanos, era justo que redimiera otro ser humano, por eso cuando Cristo pronunció esas palabras, velando su naturaleza divina al decir "Dios mío, ¿porque me has abandonado?", Jesús se encontró entonces como un hombre, solo con la ayuda del Espíritu Santo y de su ángel de la consolación que le atendió en el Jardín de los olivos y en el desierto donde fue tentado por Satanás.

Cuando Cristo pronunció esas palabras se operó la Redención, y se confirmó la Victoria de Dios, lo que provocó el grito de terror y de rabia de Lucifer y de todos sus demonios.

           No. La Tierra se estremeció, se rasgó el velo del Templo y se abrieron los sepulcros con el grito imponente con que el Mártir entregó su Espíritu. Más lo que hizo estremecer a la Tierra, rasgarse el velo y salir de los sepulcros a los justos fue el deicidio consumado, la señal dada a los incrédulos y odiadores, y la alegría de los justos expectantes. ¡Oh! y esto aconteció al tiempo que el grito de abandono completo sacudió a los espíritus, a todos los espíritus, triturándolos con una angustia como jamás fuera ni será, porque el abandono de Dios, al no poder ya verle, es la prueba más atroz para los vivientes y el castigo mayor para los que pasan a la otra vida.


           Y aquí no se trataba de una prueba impuesta a una criatura, ni únicamente del Hombre que se encontraba separado de Dios, sino que era que el Verbo ya no estaba en contacto con el Pensamiento, que el Hijo se hallaba separado del Padre y que el Hijo de Dios pasaba del amor perfecto a no sentir ya el amor perfecto del Padre-Dios, quedando amando desoladamente en solitario.





         

lunes, 14 de abril de 2014

LA VUELTA DE JESÚS PARA DERROTAR AL ANTICRISTO


La derrota definitiva del dragón Infernal


  
   Todos los Católicos, sabemos por la Revelación, que el fin de los Tiempos estará marcada por una decadencia de la Iglesia propiciada por el abandono de la santa Doctrina, de parte de una serie de individuos, adoradores de la Bestia Infernal, que intentarán por todos los medios derrotar al Género humano en su lucha por alcanzar el Reino de Dios.

     Derrotar a la Iglesia es una tarea imposible, porque como lo prometió Jesucristo el Hijo de Dios, las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. En todas las épocas de la historia de las Naciones, existieron siempre guerras y atrocidades, consecuencia del abandono de la Ley de Dios por los hombres, lo que atrajo sobre ellos el castigo Divino. 

         Y esto está plenamente justificado en la Biblia en la Historia de los Israelitas desde el tiempo de Adán y Eva, hasta nuestros días: Cuando los hombres dejaban de adorar a Dios y se entregaban a los ídolos, Dios enviaba siempre un castigo proporcional a la culpa, algunos de ellos terribles como el Diluvio universal, la destrucción de Sodoma y Gomorra,  la invasión y la deportación de los Israelitas por las fuerzas invasoras, por no hacer caso antes a los  avisos de los Profetas, enviados por Yahvé, para pregonar de que era necesario: el arrepentimiento y el cambio de conducta para evitar el castigo.

        Al final de los tiempos, será necesaria la intervención Divina, ya que la humanidad estará tan corrompida, que la única solución se encontrará en la intervención directa de Dios. Es lo que ocurrió en el Diluvio, cuando solo se salvaron Noé y su familia. Igualmente esto ocurrirá al final del mundo, pero si con Noé no había venido aún el Salvador y Redentor de la Humanidad, que es el Hijo de Dios, sacrificado como víctima expiatoria perfecta para aplacar a Dios, con el Anticristo no podrá haber una nueva Encarnación y sacrificio de Cristo, por esa razón, el mundo desaparecerá con todo el Género Humano.

           Y para confirmar esas declaraciones, solo nos tenemos que acordar de Sodoma y Gomorra, que fueron destruidas por estar completamente corrompidas, solo se salvaron Lot y parte de su familia, ya que su mujer, por volverse a contemplar la aniquilación de la Ciudad, lo que significa echar de menos aquel horror, a pesar de la advertencia de Yahvé, fue transformada en estatua de sal.

          Y en la lucha con la victoria contra el Anticristo, ya para siempre habrá una separación perfecta entre el Bien y el Mal, será el mundo Celestial y el mundo Infernal, para toda la eternidad. Hoy día muy pocos meditan sobre lo que es la Eternidad, solo se darán cuenta de ello los réprobos, que no han guardado aceite para sus lámparas cuando haya venido el Esposo, lo que será su mayor dolor, desgraciadamente para ellos, será demasiado tarde para rectificar; y también los elegidos, que ellos sí, han guardado aceite para sus lámparas, lo que será su mayor alegría.









sábado, 12 de abril de 2014

REFLEXIONES SOBRE EL DESTINO DE LA HUMANIDAD: LA LUCHA MISTERIOSA ENTRE LA LUZ Y LAS TINIEBLAS

La constelación llamada el ojo de Dios 




“A sus frutos los conoceréis” dice Jesús, pues bien, Dios que no vemos, lo podemos conocer a través de sus obras en la Creación, que ciertos científicos ateos como cabras, intentan explicar sin la intervención de ese Ser Supremo.

Los atributos de Dios son de sobra conocidos por todos los creyentes y los seres razonables dotados de sinceridad, y ese conocimiento viene de la razón natural que nos dice que todo lo creado tiene que provenir de un Creador, ya que todo efecto tiene una causa, como lo enseña la Filosofía, porque esto es una premisa tan clara que es indiscutible y si se discute, es inútil seguir dialogando ya que así como en matemáticas, nadie niega un axioma, negar la creación argumentando la auto creación, a partir de la nada, para así negar la existencia de Dios, es tan insensato, que no vale la pena razonar con ese tipo de fanáticos, que argumentan, apartándose de la razón natural.

Primer Axioma: Dios es Creador, e infinito en sus atributos: Se demuestra por la contemplación del Universo, que es de una magnitud tal que no cabe en la imaginación, del cual desconocemos una cantidad enorme de datos: ¿Qué son los llamados “agujeros negros”; la materia oscura, hacia adonde se dirigen las constelaciones, de donde ha salido la inconmensurable materia que se fue ordenando desde el caos en una maravillosa diversidad que solo conocemos parcialmente? ¿Como funciona el cerebro humano?


Segundo Axioma: Dios es Perfecto: La naturaleza que conocemos es perfecta: un vulgar insecto, como una mosca, que es capaz de volar en todas las direcciones, a una velocidad y con una agilidad sorprendente, o una araña que produce un hilo de seda, cuya resistencia y elasticidad, la ciencia moderna no ha sido capaz de fabricar, y así cualquier animal desde el más pequeño hasta el mayor, tanto invertebrado como mamífero, están todos ahí, analizados a la luz de la ciencia, para decirnos que están hechos con suma perfección y que solo un Ser Supremo puede crear esa diversidad y esa perfección. La famosa ley de Darwin, que trata de la adaptación al medio, gracias a la cual intentan explicar lo inexplicable, es decir que no hay Creador, es solo un don de Dios, para que los seres se puedan mejor adaptar al medio en el que se desenvuelven, esa ley no es pues auto evolución, pero sí una adaptación creada por Dios, para que los seres vivos puedan acomodarse mejor a las condiciones climáticas y ambientales, que varían a través de las regiones y de los siglos.

Tercer Axioma: Dios es Eterno y Jerárquico: Los millones de años luz, distancias a las cuales caminan las galaxias, demuestran que son la obra de un ser Omnipotente, eterno e inmutable. Dios es Jerárquico porque en la Creación, hecha a imagen suya, existe esa Jerarquía que es necesaria para que funcione el Universo, tanto a nivel de criaturas como de planetas: Existe una pirámide en el Reino animal, y en la ley de la gravitación, en donde los astros más pequeños giran y son atraídos por los más grandes, a los cuales les tributan sumisión y respeto, y tiene que ser así en las relaciones humanas, para no llegar al caos, a pesar de los progresistas y los partidarios de la famosa Teoría de la Liberación, que niegan toda Jerarquía y obediencia, que son reglas impuestas y queridas por Dios en la Creación y en el trato religioso y social.

A ese respeto, Jesús, el Dios encarnado y la Virgen María, el ser más perfecto de la Creación, estaban, a pesar de su sublime condición sometidos y obedientes a San José, una simple criatura humana.

Jesús, para obedecer al orden y la Jerarquía establecidos, “No hizo alarde de su condición divina”, fue presentado en el Templo, cuando Él era el Ser que ahí se veneraba. María se presentó al rito judío de la Purificación, cuando Ella era la Pureza por excelencia.

Cuarto Axioma: Dios es Amor, Misericordia y Justicia: Toda la Creación está impregnada del amor de Dios hacia los inocentes y desvalidos: tanto en los seres humanos que tienen un alma eterna, y que llevan grabado en su conciencia la noción del Bien y del Mal, así como en los animales, que cuidan a sus crías de una manera instintiva, puesta por Dios, amor que está ahí para asegurar la procreación, sin el cual el mundo se extinguiría. Amor consciente del ser humano hacia su prójimo y su descendencia (razón por la cual el aborto, además de una aberración, es un atentado contra la Ley divina). Amor hacia los necesitados, que se realiza indirectamente por los frutos de la Tierra y directamente por los Hijos de Dios, que ejercen las obras de Misericordia.

Dios es Justicia, dará un premio acorde con su inmensidad: Paraíso eterno y Perfecto para los que han cumplido su ley, o los que la han incumplido y se han arrepentido sinceramente, Premio que si llegáramos a entrever, nos moriríamos de amor y de deseo. Castigo, que si lo llegáramos a ver, nos moriríamos de horror, del que hoy día nadie quiere hablar, y menos aún la Jerarquía por miedo a ser tachados de anticuados y de componentes de la famosa leyenda negra que presentó a España como la abanderada de las torturas religiosas, cuando en realidad, esa mentalidad de la Edad Media, era inherente a todos los Pueblos y las Religiones.

Inquisición, que según el famoso escritor anticlerical francés Voltaire, permitió evitar en España las terribles guerras de Religión, que produjeron en Francia guerras y masacres como el de la Saint Barthelémy, en donde se mataba proclamando; “¡Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!”.

Dios es inmensamente bueno y Justo, y para darse cuenta de ello, no hay que referirse a la Revelación: Vemos que existe la felicidad, que es cuanto más profunda, cuando la gente es más caritativa y considerada para con sus semejantes, y vemos que las desgracias, son casi siempre consecuencia de la falta de amor de unos seres hacia otros, lo que se llama egoísmo, también vemos que la Justicia no es ninguna quimera, ya que en este mundo y en prácticamente todos los países y las religiones existe el castigo hacia los delincuentes, que son los que abusan de sus semejantes.

Conclusión: A sus frutos y obras, y por medios naturales podemos pues conocer a Dios, y también por la existencia de los frutos del mal, podemos conocer la existencia de Satanás, que permanece escondido, esperando a que la presa incauta se ponga a su alcance, para apresarla y llevarla a su maldito Reino.

Los verdaderos Hijos de Dios son, como lo podemos ver en nuestro entorno los que dicen como Jesucristo, nuestro sublime Redentor: “Quiero lo bueno para ti y lo malo para mí”, son gente que disfruta haciendo el bien, es decir que aman a su prójimo con el amor que quiere Dios, y que se refleja perfectamente en su ejemplo y figura, ya que entregó su vida por nosotros cargando con nuestros pecados.

Los Hijos de Satán, como también lo podemos ver en el mundo en que vivimos, dicen: “Quiero lo bueno para mi y lo malo para ti”, son gente que disfruta haciendo el mal, verdaderos sádicos de muy diversas categorías, llegando algunos a ser como demonios, es decir que odian a su prójimo con el odio que quiere Satanás.

El relativismo de hoy día pone en plan de igualdad a esas dos categorías de personas, lo que alegra a Satán y disgusta mucho a Dios, ya que es un verdadero sacrilegio poner en plan de igualdad el Bien y el Mal, es decir a Dios y a Satán, lo que fue el pecado de Lucifer: Querer ser igual a Dios.

Jesús ofreció su vida para Salvarnos, Satán no arriesgó ni un "pelo de su rabo", solo le mueve el odio hacia Dios y busca incesantemente arrancar las almas al rebaño de Dios. Muy al contrario, Dios busca nuestra Salvación, entre los dos está el libre albedrío de las almas que escogen su camino con plena libertad.

Gloria al Padre; Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo
Gloria a la Inmaculada Madre de Dios, María Santísima
Gloria a San José su Castísimo Esposo.

... ET EXSPÉCTO RESURRECTIÓNEM MORTUÓRUM ET VITAM VENTURI SAÉCULI.
AMEN.





















jueves, 10 de abril de 2014

LAS HEREJÍAS DE JUDAS ISCARIOTE Y LA SANTIDAD DE JUAN


DEL POEMA DEL HOMBRE-DIOS DE MARÍA VALTORTA 





LA IMAGEN DEL DIOS DE LOS PROGRESISTAS:
EL PAPAÍTO QUE PERDONA SIEMPRE, AUNQUE
NO HAYA ARREPENTIMIENTO




Hacia Gadara. Las herejías de Judas Iscariote y las renuncias de Juan, que solo quiere amar.


              Nota: La mentalidad de Judas de Keriot es la misma que la de muchísima gente de hoy día: son los inmovilistas o quietistas; los relativistas, que pregonan que Dios no ve diferencia alguna entre el pecado y la Virtud. El Infierno es una utopía, por la inmensa Bondad de Dios, Él no puede permitir que uno de sus hijos se condene, y por eso el Infierno está vacío, ¡como así me lo afirmó contundentemente cierto Obispo!

           Tampoco existen ni las posesiones, ni  el Demonio que es solo una alegoría, o un invento de los curas para mantener a la gente asustada, como así lo afirmó el horrendo "teólogo" Hans Küng, negando así un Dogma de la Iglesia Católica, que lo transforma en anatema, y pongo entre comillas la palabra teólogo, porque Satanás también es un gran teólogo. Eso es lo que decía San Pablo a los que se justificaban diciendo que creían en Dios: "El Demonio también cree en Él y le teme"

                           
          Respuesta clara y contundente de Jesús y de los otros Apóstoles a esas herejías. Aquí esté muy bien analizado por qué mucha gente no cree en Satanás. Ellos mismos se auto-convencen de que esas cosas no pueden existir, ya que inconscientemente, saben que su conducta es merecedora de esos castigos, como lo dice Jesús a Judas, no ven el Demonio, porque lo tienen dentro y creen que al negar esas evidencias, todos esos dogmas de fe van a derrumbarse, es de lo que les convence constantemente Satanás, y es su mayor triunfo: Hacer evidente que él no existe, y que todo son cuentos de la Edad Media. 

          Como lo dice San Juan de la Cruz, el demonio para engañar a la gente, utiliza siempre primero una verdad, porque sabe que el mal conocido nunca será admitido: y la táctica que emplea es siempre la misma: Dios es nuestro Padre, un Padre no puede mandar para toda la Eternidad a sus hijos al infierno. Una vez admitido esto, todos los dogmas y todo el sentido de la Religión, y la Redención de Cristo se derrumban. Hace unos días, en un programa de T.V. en directo salió una chica joven muy atractiva que dijo: "No existe el pecado; y encima, antes nos amenazaban con el Infierno" (sic). ¡Menuda sorpresa se va a llevar la pobre, el dia del Juicio!



          Jesús está ya en Transjordania. Y, por lo que entiendo, la ciudad que se ve en lo alto de una colina es Gadara; es también la primera ciudad que tocan después de haber bajado de las barcas en la orilla suroriental del lago de Galilea, porqué allí han puesto pie en tierra, sin bajar a Ippo, adonde habían llegado ya las barcas que llevaban a los desertores de Jesús. Creo que han desembarcado, por tanto, justo en frente de Tariquea, es la salida del Jordán del lago.

       “¿Sabes el camino más corto para ir a Gadara, no? ¿Te acuerdas por donde es?” pregunta Jesús.
          “¡Hombre, claro! Cuando lleguemos a las caldas del Yarmok, solo tendremos que seguir el camino” responde Pedro.
        “¿Y donde vas a encontrar los manantiales?", pregunta Tomás.
       “¡Basta tener buen olfato para encontrarlos! ¡Huelen desde unas millas antes de llegar!” exclama Pedro arrugando con disgusto la nariz.

          “No sabía que sufrías de dolores…” observa Judas Iscariote.
          “¿Dolores yo? ¿Y cuándo?”.
       “¡Es que conoces tan bien las caldas de Yarmok que debes haber estado allí!”.
         “¡Nunca he tenido necesidad de baños para estar bien! Me han salido los venenos de los huesos con las sudaderas del trabajo honrado… y, además habiendo trabajado más que gozado, han entrado pocos venenos, siempre pocos, en mí…”.
          “Lo dices por mí, ¿no es verdad? ¡Ya! ¡Yo tengo la culpa de todo!…”, dice inquieto Judas.

        “¿Pero quien te ha picado? Tú preguntas, yo respondo; a ti como habría respondido el Maestro a un compañero. Yo creo que ninguno de ellos, ni siquiera Mateo, que… ha sido una persona del mundo, se lo habría tomado tan mal”.
         “¡Pues yo me lo tomo a mal!”.
        “No te creía tan delicado. Pero te pido perdón de esta supuesta insinuación. Por amor al Maestro ¿sabes? Al Maestro que tanta aflicción recibe de los extraños y que no tiene necesidad de recibir más de nosotros. Mírale, en vez de correr tras tus sensibilidades, y verás que necesita paz y amor.

       Jesús no habla. Se limita a mirar a Pedro y sonreírle agradecido. Judas no responde a la justa observación de Pedro. Está cerrado e inquieto. Quiere aparecer amable, pero la rabia, el malhumor, la desilusión que tiene en su corazón, se manifiestan a través de la mirada, la voz, la expresión, y hasta a través de su paso arrogante, que le hace chocar fuertemente las suelas, como para desahogarse, para así desfogarse de todo lo que le hierve dentro.
          Pero se esfuerza en parecer sereno y en ser amable; no lo consigue, pero lo intenta… Pregunta a Pedro: “¿Y entonces, como conoces estos lugares? Quizás es que has estado aquí con tu mujer…”.

          “No. He pasado por aquí en Etanim, cuando vinimos a Aurán con el Maestro. Acompañé a su Madre y las discípulas hasta las tierras de Cusa, por eso, viniendo de Bosra, pasé por aquí”, responde sincera y prudentemente Pedro.
          “¿Estabas tú solo?”, pregunta con ironía Judas.
         “¿Por qué? ¿No crees que valgo solo por muchos, cuando hay que valer y hay que hacer un encargo de confianza y además, se hace por amor?”.
          “¡Cuanta soberbia! ¡Quería haberte visto!”.
     “Habrías visto a un hombre serio, acompañando a mujeres santas”.

         “¿Pero estabas realmente solo?”Pregunta Judas con modales de inquisidor.
          “Estaba con los hermanos del Señor”.
          “¡Ah! ¡Ya empiezan las admisiones!”.
         “¡Y empiezan a ponerse de punta los nervios! ¿Se puede saber que te pasa?”.
         “Es verdad. Es una vergüenza” dice Judas Tadeo.
        “Y ya es hora de acabar con esto” añade Santiago de Zebedeo.
      “No te es lícito injuriar a Simon” dice Bartolomé en tono de reproche.
      “Porqué deberías recordar que es el Jefe de todos nosotros” termina el Zelote.

             Jesús no habla.
          “No injurio a nadie, y no me pasa nada en absoluto; lo único es que me gusta pincharle un poco…”.
      “¡No es verdad! ¡Mientes! Haces preguntas astutas porqué quieres llegar a precisar algo. El artero considera a todos arteros. Aquí no hay secretos. Estábamos solos. Todos hicimos lo mismo: lo que había ordenado el Maestro. Y no hay nada más. ¿Comprendes?” grita, verdaderamente airado el otro Judas.

       “Silencio. Parecéis mujeres riñendo. Todos estáis en error. Y me avergüenzo de vosotros” dice severo Jesús.
        Se abate un profundo silencio, mientras van a la ciudad situada sobre la colina.

          Rompe el silencio Tomás diciendo: “¡Que mal olor!”.
        “Son las caldas. Aquél es el Yarmok y aquellas construcciones son las termas de los romanos. Detrás de las termas hay una calle bonita toda adoquinada que va a Gadara. Los romanos quieren viajar bien. ¡Gadara es muy bonita!” dice Pedro.
        “Será todavía más bonita porqué no nos encontraremos en ella a ciertos… seres… Al menos no abundantes”, murmura Mateo entre dientes.
        Cruzan el puente del río entre acres olores de aguas sulfurosas. Pasan muy cerca de las termas, entre los vehículos romanos; toman una bonita calle pavimentada con grandes losas, que conduce a la ciudad edificada en lo alto de la colina, hermosa dentro de sus murallas.

          Juan se pone al lado del Maestro: “¿Es verdad que donde están aquellas aguas, antiguamente, fue arrojado a las entrañas de la tierra un réprobo? Mi madre, cuando éramos pequeños, nos lo decía, para que comprendiéramos que no se debe pecar; sino, el infierno se abre bajo los pies de aquel a quien Dios maldice, y se lo traga. Y luego, como recuerdo de advertencia, quedan fisuras de las que sale olor, calor y aguas del infierno. Yo tendría miedo de bañarme en esas aguas…”.
       “¿De qué, muchacho? No te corromperían. Es más fácil ser corrompidos por los hombres que llevan dentro el infierno y de él emanan olores y venenos. Pero se corrompen solamente aquellos que, por si mismos, tienen tendencia a corromperse”.

          “¿Me podrían corromper a mí?”.

        “No. Aunque estuvieras en medio de una turba de demonios, no”.
      “¿Por qué? ¿Qué tiene de distinto a los demás?” pregunta inmediatamente Judas de Keriot.
        “Tiene que es puro bajo todos los aspectos. Por tanto, ve a Dios” responde Jesús. Y Judas ríe maliciosamente.
           Juan pregunta otra vez: “¿Entonces no son bocas del infierno esos manantiales?”.
       “No. Son al contrario, cosas buenas puestas por el Creador para sus hijos. El infierno no está bajo la tierra. Está sobre la tierra, Juan; en el corazón de los hombres. Más allá se completa”.

        “¿Pero existe verdaderamente el infierno?” pregunta Judas Iscariote.      
     “¿Pero que dices?” le preguntan escandalizados los compañeros.           
            “Digo: ¿existe verdaderamente? Yo – y hay otros, no soy sólo yo – no lo creo”.           
          “¡Pagano!”, gritan con horror.       
          “No. Israelita. Somos muchos en Israel los que no creemos en ciertas patrañas”.

         “¿Pero entonces, ¿Cómo puedes creer en el Paraíso?, ¿Y en la Justicia de Dios?, ¿Dónde metes a los pecadores?, como explicas a Satanás?” gritan muchos.

         
         “Digo lo que pienso. Se me ha echado en cara hace poco que soy un embustero. Os demuestro que soy sincero, aunque esto os haga escandalizaros de mí y me haga odioso ante vuestros ojos. Además no soy el único en Israel que cree esto, desde que Israel ha progresado en el saber, en contacto con helenistas y romanos. Y el Maestro, el único cuyo juicio respeto, y que protege a los griegos y es visiblemente amigo de los romanos, no puede censurarnos ni a mí, ni a Israel…

          Yo parto de este concepto filosófico: si Dios controla todo, todo lo que hacemos es por su voluntad; por tanto, nos debe premiar a todos de una única forma, porqué no somos sino autómatas, movidos por Él. Somos seres desprovistos de voluntad. Lo dice también el Maestro. Dice: “La voluntad del Altísimo. La voluntad del Padre”. Esa es la única voluntad. 


        Y es tan infinita que aplasta y anula la voluntad limitada de los humanos. Por tanto, Dios hace tanto el Bien como el Mal, porqué nos los impone, aunque parezcan hechos por nosotros. Y, por tanto, no nos castigará por el mal, y así quedará su justicia, porqué nuestras culpas no serán voluntarias, sino impuestas por quien quiere que las hagamos, para que en la Tierra exista el  bien y mal. 

           El malo es el medio de expiación de los menos malos. Y él sufre el no poder ser considerado bueno, expiando así su parte de culpa. Jesús ha dicho que el infierno está sobre la tierra y en el corazón de los hombres. Yo no pienso en Satanás. No existe. Tiempo ha, lo creía. Pero ya, desde hace algún tiempo estoy seguro de que todo es una patraña. Y creer de esta forma es llegar a la paz”.

     Judas exhibe estas… teorías con un engreimiento tan formidable, que los otros se quedan atónitos…Jesús guarda silencio. Y Judas le incita: “¿No tengo razón, Maestro?”.

              “No”. El “no” es tan seco, que parece un estallido. 


        “Pues a pesar de todo, yo… no siento a Satanás y no admito el libre albedrío, el Mal. Y todos los Saduceos están conmigo y, muchos otros en Israel o de fuera de Israel. No. Satanás no existe”.

            Jesús le mira. Una mirada tan compleja, que no se puede analizar: de Juez, de Médico, de persona afligida, asombrada… hay de todo en esa mirada…

      
       Judas, ya lanzado, termina: “Será que he superado el terror de los hombres hacia Satanás porque soy mejor que los demás, más perfecto”.

      Y Jesús guarda silencio. Y él le pincha: “¡Pero habla! ¿Porqué no siento terror de él?”.

          Jesús calla. “¿No respondes, Maestro? ¿Por qué? ¿Tienes miedo?”.

        “No. Soy la Caridad. Y la Caridad retiene su Juicio hasta que no se ve obligada a emitirlo… Déjame y retírate” dice, terminando, porqué Judas intenta abrazarle; y termina, susurrando, estrechado a la fuerza entre los brazos del blasfemo: 


        “¡Me horrorizas! ¡No ves ni sientes a Satanás porque forma unidad contigo! ¡Márchate, diablo!”.

         Judas, con verdadero descaro, le besa y ríe, como si el Maestro le hubiera hecho en secreto algún elogio. 
Vuelve donde los otros, que se han detenido horrorizados, y dice: “¿Os dais cuenta? Yo sé abrir el corazón al Maestro. Y le hago feliz porqué me abro a Él y de Él recibo la lección correspondiente. ¡Vosotros, por el contrario!... Jamás os atrevéis a hablar. Porqué sois soberbios. 

           ¡Oh, yo seré el que sepa más de Él !  Y podré hablar…”.


         Llegan a las puertas de la Ciudad. Entran todos juntos, porqué Jesús los ha esperado. Pero, mientras cruzan el pasaje, Jesús ordena: “Que mis hermanos y Simón se adelanten para reunir a la gente”.

        “¿Por qué no yo, Maestro? ¿Ya no me encargas misiones? ¿No son ahora más necesarias? Me diste dos seguidas, y de varios meses…”.
      “Y te quejaste diciendo que quería tenerte lejos. ¿Ahora te quejas porqué te tengo cerca?”.

       Judas no sabe que responder y calla. Se pone delante con Tomás, el Zelote, Santiago de Zebedeo y Andrés. Jesús se para, para dejar pasar a Felipe, a Bartolomé, a Mateo y a Juan, como si quisiera estar solo, no se oponen.

        Pero Juan, cuyos ojos, delante las disputas y blasfemias de Judas, más de una vez han brillado de lágrimas, movido por su amoroso corazón, se vuelve poco después: a tiempo, para ver que Jesús, creyendo pasar desapercibido en la callecita solitaria y sombría (por las ininterrumpidas arcadas que la cubren), se lleva las manos a la frente con un gesto de dolor, y se curva como quien sufre mucho. El rubio Juan, deja plantados a sus compañeros y vuelve donde su Maestro: 

          “¿Qué te pasa, Señor mío? ¿Sufres otra vez como cuando nos reunimos en Akcib? ¡Oh, mi Señor!”.
          “¡Nada, Juan, nada! Ayúdame tú, con tu amor. Y calla ante los demás. Ora por Judas”.
       “Sí, Maestro. ¿Es muy infeliz, no es verdad? Está en las tinieblas y no lo sabe. Cree haber alcanzado la paz… ¿Es paz ésa?”.
            “Es muy infeliz”, dice Jesús abatido.

        “No te abatas de esa forma, Maestro. Piensa en cuantos pecadores, endurecidos por el pecado, han vuelto a ser buenos. Lo mismo hará Judas. ¡Oh, Tú, ciertamente lo salvarás! Pasaré esta noche en oración por esto. Le voy a pedir al Padre que haga de mí uno que solo sepa amar; no deseo ninguna otra cosa. Soñaba en dar la vida por Ti, y hacer brillar tu potencia a través de mis obras. Ahora solo esto. Renuncio a todo, elijo la vida más humilde y común y pido al Padre que dé todo lo mío a Judas… para hacerle feliz… y para que así se vuelva hacia la santidad… Señor… tendría que decirte algunas cosas… creo saber porqué Judas es así”.

             “Ven esta noche. Oraremos juntos y hablaremos”.

            “¿Y el Padre me escuchará? ¿Aceptará mi sacrificio?”. 

            “El Padre te bendecirá. Pero sufrirás por ello…”. 
  
       “No, no; me basta con verte a Ti contento… y con que Judas… con que Judas…”.
          “Sí, Juan. Mira, nos están llamando. Corramos”.

          La callecita se transforma en una bonita calle, y luego en una arteria adornada con pórticos y fuentes; y se adorna de plazas, a cuál más hermosa; se cruza con otra artera igual. Al final, hay ciertamente un anfiteatro. Y en un ángulo de los pórticos, ya están reunidos en espera del Salvador distintos enfermos.

        Pedro viene al encuentro de Jesús: “Han conservado la fe en lo que dijimos de Ti en Betanim. Han venido inmediatamente”.

         “Y Yo voy inmediatamente a premiar su fe. Vamos”.
      Y se dirige, en el ocaso ya avanzado que tiñe de rojo los mármoles, a sanar a los que le esperan con fe.