LA BARRA INFERIOR SIMBOLIZA LA BALANZA QUE SERVIRÁ PARA JUZGAR A LA HUMANIDAD |
Esta cruz ortodoxa representa en la barra horizontal superior la inscripción INRI (Jesús el Rey de los Judíos); la otra barra horizontal es el travesaño donde fueron clavados los brazos de Jesús; la barra inclinada inferior representa en el lado izquierdo la parte superior a San Dimas, y la inferior al mal ladrón llamado Gestas.
Esta cruz simboliza también a la humanidad: en la Parte superior: Cristo el sublime redentor, en la parte superior de la barra inclinada, la humanidad redimida que ha soportado sus padecimientos sin acritud, acordándose de Cristo, y en la parte inferior de la barra, la humanidad réproba, que ha maldecido a Jesús por los sufrimientos y las pruebas de la vida.
De los cuadernos de María Valtorta
(Dictado del 19 de Agosto de 1.944)
Dice Jesús:
“Escribe:
“¡Oh, Señor!, sé que en los días que
me haces llorar más, me haces ganar más. Por eso te agradezco que me hagas
llorar.
¡Oh, Señor!, sé que que en los días
que me haces sufrir más, me haces aliviar más los dolores ajenos. Por eso, te
agradezco que me hagas sufrir.
¡Oh, Señor!, sé que en los días que
me haces angustiar más porque te escondes, Tú vas junto a un pobre hermano mío
que está perdido. Por eso te agradezco esta angustia.
¡Oh, Señor!, sé que en los días que
vuelcas sobre mí la onda amarga de la desolación, te entrego a un hermano
desesperado. Por eso te agradezco esta onda amarga.
¡Oh, Señor!, sé que las tinieblas
que me enceguecen, que el hambre que me hace languidecer, que la sed que me
hace morir por Ti, debido a Ti, sirven para que, como Luz, Fuente, Alimento,
vuelvas a darte al que muere por todas las muertes. Por eso te agradezco mis
tinieblas, mi hambre, mi sed.
¡Oh, Señor!, sé que mis muertes
espirituales en tu cruz significan resurrección para otros tantos muertos en tu
cruz. Por eso, te agradezco que me hagas morir.
Porque creo, ¡oh, Señor!, que todo
lo que me haces es para mi bien, tiene como fin el bien, es para gloria de
Dios, el Bien Supremo; porque creo que encontraré de nuevo
todo esto cuando el verte me haga olvidar todo el dolor que sufrí; porque creo que mi gozo aumentará con
cada sufrimiento; porque creo que para las “víctimas”
no hay justicia sino solamente Amor; porque creo que nuestro encuentro se
concretará en una sonrisa, en un beso, tu beso, Jesús-Amor, que enjugará
completamente las huellas de mi llanto; porque creo todo esto, te agradezco
por mis innumerables espinas y te amo aún con mayor amor.
Tú no me has dado el papel de María,
que es el mejor, sino tu mismo papel, que
es el perfecto, pues es el Dolor.
Gracias, Jesús”.
Tienes que decir esto, pero no con
los labios, sino con el espíritu persuadido de tal verdad, que te indica quien
encarna la Verdad.
Si para darte un eterno futuro más
bello hubiera conocido un camino menos penoso. Lo habría elegido para ti,
porque te amo; pero ese camino no existe. Por lo tanto te he dado este por un
motivo de infinito Amor.
Cada lágrima derramada con
constante adhesión a la voluntad de Dios, cada lágrima derramada con amor por
El que te la pide, cada lágrima que se ha
sabido ofrecer, se adorna con el nombre de una obra cumplida por quien
llora o de una criatura a la que éste ha llevado a la salvación.
El llanto no significa culpa. Es
un tributo a nuestra condición. La defino “nuestra”
porque tu Dios fue también Hombre y lloró y María – la que no albergó miserias
por ser inmaculada – lloró porque, siendo Corredentora, tuvo que vivir el dolor
que, sin embargo, no le correspondía. Lloraron pues el hombre y la Mujer. Puedes llorar también
tú, que eres un alma abrazada a Dios, pero que no eres ni divina ni inmaculada.
Lo esencial es saber llorar sin
que el llanto se convierta en pecado es decir, que sea un llanto sin acrimonia,
y haciendo del llanto una moneda para rescatar a los esclavos que Satanás
mantiene atados a su galera.
¡Salva, salva! Y no
temas. Dios está contigo”.
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