MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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sábado, 14 de diciembre de 2013


ADORO TE DEVOTE
(ORACIÓN DE SANTO TOMAS DE AQUINO)




http://www.youtube.com/watch?v=L2xX8tWaTx4



Se aprecia en esta hermosa imagen de frailes y monjas franciscanos de Brasil, una gran humildad, amor a Dios y al prójimo, y mucha devoción a la Eucaristía cantando el himno de Santo Tomás de Aquino: Te adoro con devoción (Adoro te devote)
Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte.


Te adoro a Tí, Dios verdadero escondido bajo las apariencias del pan y del vino, símbolo del alimento del hombre, pero que espiritualmente representan el alimento de nuestra alma, que es necesario para transformarnos en hijos de Dios, ya que la Iglesia es nuestra Madre, y es en su Vientre en donde se desarrolla el feto espiritual,que nacerá en el Reino de los Cielos; el cordón umbilical que une ese feto con Dios, es el que transmite el alimento del Cuerpo y la Sangre de Cristo, suministrado por los Santos Sacramentos a través de su Madre, la Santa Iglesia Católica. 


Jesús añadió: 


-"Yo soy el pan vivo bajado del Cielo. El que come de este pan, vivirá siempre. Y el pan que yo os daré es mi carne. Yo la doy para la vida del mundo" (Jn 6-51) 

Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta Palabra de verdad.

Como dijo Jesús en el Evangelio: mis ovejas reconocen mi voz, y no acuden a la voz de un extraño, Yo soy el buen Pastor, que me ofrezco, dando mi Vida para defenderlas de sus enemigos, y no como el asalariado que como no son sus ovejas, huye y las abandona ante el peligro. Y esta palabra de verdad que scandalizaron a tantos, es "Mi carne es verdadera comida; y mi sangre verdadera bebida, el que como de ella no conocerá la muerte".

En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde también la Humanidad; sin embargo, creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.

Y en la Eucaristía, está Dios completamente escondido, reconocer a Jesús bajo estas especies, es un don especial, que solo unos pocos elegidos poseen, y tienen la certeza absoluta, y entonces es cuando se puede decir a Jesús en el Santísimo Sacramento: "Acuérdate de mí ahora que estás en tu Reino"

No veo las llagas como las vió Tomás pero confieso que eres mi Dios: haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame.

Palabras que dijo Jesús al Apóstol, pensando en la Sagrada Eucaristía: "Has creído porque has visto, bienaventurados los que crean sin haber visto", porque ese conocimiento solo puede venir del Padre de las Lumbres.

¡Memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura.

La sagrada Eucaristía, el sacrificio perpetuo, es el que da vida al alma, la cual puede vivir y crecer, y comunica fortaleza para soportar con paciencia y dulzura todas las pruebas del mundo, del Demonio y de la carne, que siempre tendrá que combatir y derrotar para alcanzar la Vida Eterna.

Señor Jesús, Pelícano bueno, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo enter

En la época de Santo Tomás de Aquino, se creía que el pelícano alimentaba a sus crías con su carne y su sangre, por eso se ha tomado esta alegoría con Jesús, el cual se ofreció como alimento en la Sagrada Eucaristía.

Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego, que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria.

Amén.

Ver el Rostro de Jesús cara a cara, ocurre cuando el alma ha sido purificada y alimentada con el cuerpo y la Sangre de Jesús, esta alegría inmensa para los elegidos solo es posible cuando el alma ha sido fortalecida, rescatada y lavada con el tremendo Sacrificio de Cristo, como dice San Juan, entonces lo veremos tal cual es, y por eso seremos semejante a Él, ya que el Amor perfecto iguala la criatura con lo que ama, como así lo explica tan bien San Juan de la Cruz.


Himno Pange Lingua



Canta, oh lengua, del glorioso, Cuerpo de Cristo el misterio, Y de la Sangre preciosa que, en precio del mundo vertió el Rey de las Naciones, Fruto del más noble seno. Veneremos, pues postrados tan augusto Sacramento; y el oscuro rito antiguo ceda a la luz de este nuevo; supliendo la fe sencilla al débil sentido nuestro. Al Padre, al Hijo,salud, honor y poder, Bendición y gozo eterno: Y al que procede de ambos, demos igual alabanza. Amén.

Santo Tomás de Aquino.


Oración para después de la Comunión

Gracias te doy, Señor Dios Padre Todo Poderoso, por todos los beneficios y señaladamente porque has querido admitirme a la participación del Sacratísimo Cuerpo y Sangre de tu Unigénito Hijo. 

Te suplico, Padre clementísimo, que esta Sagrada comunión no sea para mi alma lazo ni ocasión de castigo, sino intercesión saludable para el perdón, sea armadura de mi Fe, escudo de mi buena voluntad, muerte de todos mis vicios, exterminio de todos mis carnales apetitos y aumento de caridad, paciencia y verdadera humildad y de todas las virtudes, sea perfecto sosiego de mi cuerpo y de mi espíritu, firme defensa contra todos mis enemigos visibles e invisibles, perpetua unión contigo sólo, mi verdadero Dios y Señor, y sello feliz de mi dichosa muerte y te ruego que tengas por bien llevarme a mí pecador a aquel convite inefable, donde Tú, con tu Hijo y el Espíritu Santo, eres para tus santos luz verdadera, y satisfacción cumplida y gozo perdurable, dicha completa y felicidad perfecta.

Por Cristo nuestro Señor. Amén.




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