La Tierra no es el Reino de Dios, como lo indicó Jesús cuando, traicionado por Judas fue prendido para ser sacrificado para nuestra Salvación. La victoria de Satanás sobre Adán, que propició el rechazo a la Ley de Dios, se trasmitió a todo el género humano con el pecado Original, Dios tuvo que dar una segunda y última oportunidad para rescatar al Genero Humano. Después de ser inmolado, como víctima propiciatoria, Jesús rescató a todo el género humano de la esclavitud de Satanás, fueron abiertas las puertas del Cielo para los hombres que aman a Dios y cumplen con sus mandamientos.
Satanás fue estrepitosamente derrotado, y la victoria que tuvo con Adán y Eva, como seres humanos fue abolida por otros dos seres humanos que se llaman María y Jesús, que en el momento de ser abandonado por Dios Padre, cuando dijo: "¿Padre, por qué me has abandonado?", fue otro hombre como nosotros que solo tenía la presencia del Espíritu Santo.
Dios no pudo aparecer con todo su poder en la Tierra, ya que violentaría el libre albedrío de las almas, el mérito de los redimidos es volver a recobrar la inocencia perdida, lo que solo se puede conseguir renegando de los frutos del árbol del conocimiento del bien y del mal, que conducen a la muerte del cuerpo y del alma, para poder comer los frutos del árbol de la Vida que conducen a la Vida eterna del cuerpo y del alma.
Apocalipsis: 5, 1-10
El Cordero fue sacrificado y nos redimió con su sangre. Yo, Juan, vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono, un libro escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi un ángel poderoso, que gritaba con fuerte voz: "¿Quién es digno de abrir el libro y de romper sus sellos?". Pero nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro ni ver su contenido.
Este pasaje del Apocalipsis cuenta los misterios de Dios, con el lenguaje místico de San Juan Evangelista, que es el Apóstol que más amó a Jesús, y por eso, el que más y mejor comprendió los misterios de Dios, ya que como tan bien lo explica San Juan de la Cruz, el verdadero Amor del alma a Jesús-Dios, es el que quiere conocer los secretos del Amado para equipararse con su amado, y así conseguir la fusión de ambos, y produce la transmisión infusa del conocimiento de los misterios de Dios al alma que es abrir el libro cerrado con los 7 sellos, que son los 7 Espíritus de Dios enviados en misión por toda la Tierra, que es el conocimiento perfecto de Dios.
El que estaba sentado en el trono es Dios Padre, el que tiene el conocimiento de todos sus misterios en un libro que está escrito por fuera, que simboliza la Creación del Universo visible, y que está escrito por dentro, lo que simboliza los misterios invisibles de Dios, eso lo que recitamos en el Credo, cuando decimos: “Creo en Dios Padre Todopoderoso Creador del Cielo y de la Tierra”, Es decir del Universo invisible y visible.
Y vemos que nadie en la Tierra, ni en el inframundo, es capaz de abrir un libro que está cerrado con los siete sellos, que son los siete Espíritus de Dios.
Lloré mucho porque no había nadie digno de abrir el libro y de ver su contenido. Entonces, uno de los ancianos me dijo: "Ya no llores, porque ha vencido el león de la tribu de Judá, el descendiente de David, y Él va a abrir el libro y sus siete sellos".
Vi entonces junto al trono, en medio de los cuatro seres vivientes y de los ancianos, un Cordero. Estaba de pie, y mostraba las señales de haber sido sacrificado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios, enviados por toda la tierra.
Y esta es la condición del místico, desear ardientemente, como tan bien lo explica San Juan de la Cruz conocer los atributos y las intimidades del Amado, como lo relata en su escala mística para acceder a Dios, “Padecen aquí hambre como canes y cercan y rodean la Ciudad de Dios” (Ps 58, 7), cuando el alma ha alcanzado el quinto de los diez grados de esta escala.
El anciano, explica a San Juan que Jesús, el descendiente de David y el León de la tribu de Judá, es el único capaz de abrir el libro porque solo Él, puede ofrecer El sacrificio digno en el altar de Dios, porque es la víctima perfecta sin tara alguna.
Es el cordero que mora junto al Trono de Dios, en medio de los cuatro seres vivientes, que son los atributos de Dios Padre: Pureza, Verdad, Justicia y Bondad, propios de los que son poseedores del maravilloso don de la Fe; Cordero con los siete atributos de Dios que son sus siete cuernos y ojos, Espíritus enviados en toda la Tierra.
Es el cordero que mora junto al Trono de Dios, en medio de los cuatro seres vivientes, que son los atributos de Dios Padre: Pureza, Verdad, Justicia y Bondad, propios de los que son poseedores del maravilloso don de la Fe; Cordero con los siete atributos de Dios que son sus siete cuernos y ojos, Espíritus enviados en toda la Tierra.
Se acercó y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Y al tomarlo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero, con sus cítaras y sus copas de oro llenas de incienso, que significan las oraciones de los santos. Y se pusieron a cantar un cántico nuevo, diciendo:
"Tú eres digno de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste sacrificado y con tu sangre compraste para Dios hombres de todas las razas y lenguas, de todos los pueblos y naciones, y con ellos has constituido un reino de sacerdotes, que servirán a nuestro Dios y reinarán sobre la tierra".
El Cordero toma el libro de la mano derecha de Dios Padre, que es donde está explicado el misterio de la Creación y de la Esencia misma de Dios, lo cual, gracias a Jesucristo, nos permite alcanzar los conocimientos humanos y divinos del libro, por esto, se inclinan los cuatro atributos Dios Padre, solo conocidos por la Santa Fe, y los veinticuatro ancianos, que representan las doce tribús de Israel de la antigua Ley, y los doce tribús de la nueva Ley.
Todos tocan sus cítaras y ofrecen sus copas llenas de incienso que son los cánticos y las alabanzas carismáticas de los Elegidos. Son Sacerdotes, ya que están en contacto directo con Dios y Jesucristo, y que servirán a Dios amándolo por haber alcanzado la Gloria Eterna, gracias a la Redención del Cordero, y por eso reinarán para siempre en los Cielos, la Tierra Prometida.
Del salmo 149
Bendito sea el Señor.
Canten al Señor un canto nuevo, en la reunión litúrgica proclámenlo. En su Creador y Rey, en el Señor, alégrese Israel, su Pueblo Santo.
Este salmo, es un corolario del libro del Apocalipsis, ya que la Redención del Cordero, se aplica a su Pueblo terrenal de una manera retroactiva. Hay que añadir que hoy día el Pueblo de Israel, es el que ha sido fiel a los Profetas, que todos han anunciado al Mesías Jesucristo. Los que no lo han querido reconocer por tal, son ramas desgajadas del árbol de la Vida.
Evangelio de San Lucas: 19, 41-44
Si comprendieras lo que puede conducirte a la paz. En aquel tiempo, cuando Jesús estuvo cerca de Jerusalén y contempló la ciudad, lloró por ella y exclamó:
"¡Si en este día comprendieras tú lo que puede conducirte a la paz! Pero eso está oculto a tus ojos. Ya vendrán días en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te atacarán por todas partes y te arrasarán. Matarán a todos tus habitantes y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no aprovechaste la oportunidad que Dios te daba".
Esta Profecía de Jesús hacia el Pueblo de Israel, se refería al asalto de Roma por Jerusalén, que ocasionó la masacre, y deportación de todo el Pueblo de Israel unos cuarenta años después de su muerte en la Cruz. Fue el terrible castigo de Dios hacia el pueblo deicida, que pidió a Pilatos la muerte de Jesús, y rechazó cambiarlo por Barrabás. Será también el castigo de todas las almas que no hayan querido acoger la Palabra del Evangelio, y han querido cambiar la Ley de Jesús, cuyo motor es el Amor, ley de Virtud y de Salvación, por la de Barrabás, que es una ley cuyo motor es el odio, que engendra una vida de pecado y de condenación.
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