El más puro padecer trae más íntimo y puro entender (S. Juan de la Cruz) |
En este mundo hedonista, en donde todo el mundo busca la felicidad terrena, y huye de todo sacrificio, estas palabras de San Juan de la Cruz parecen locura. La mayoría de la gente, incluso los que se dicen cristianos, han olvidado todas las recomendaciones de la Doctrina de Jesús, que consiste en amarlo y seguir sus enseñanzas, que son luchar en contra de los tres enemigos del alma que son Mundo, demonio y Carne, y tomar su Cruz y seguirle.
La sociedad se apartó de Dios, arriconándolo y se intentó llevar una vida sin sus leyes, que no solo estaban inscritas en las piedras del Sinaí, sino también en la conciencia de cada ser humano, y lo que durante tantos siglos fueron las lineas maestras de Europa se olvidaron. Las consecuencias han sido desastrosas, han crecido los asesinatos, los robos, la inmoralidad, y la sociedad actual se ha precipitado en las tinieblas y están caminando hacia el precipicio a marchas forzadas.
Todos los sufrimientos permitidos por Dios tienen, según San Juan de la Cruz dos motivos y dos finalidades: son proporcionales al grado de imperfección del alma y también al grado de gloria a la cual Él la quiere llevar.
La sociedad se apartó de Dios, arriconándolo y se intentó llevar una vida sin sus leyes, que no solo estaban inscritas en las piedras del Sinaí, sino también en la conciencia de cada ser humano, y lo que durante tantos siglos fueron las lineas maestras de Europa se olvidaron. Las consecuencias han sido desastrosas, han crecido los asesinatos, los robos, la inmoralidad, y la sociedad actual se ha precipitado en las tinieblas y están caminando hacia el precipicio a marchas forzadas.
Todos los sufrimientos permitidos por Dios tienen, según San Juan de la Cruz dos motivos y dos finalidades: son proporcionales al grado de imperfección del alma y también al grado de gloria a la cual Él la quiere llevar.
DEL CÁNTICO ESPIRITUAL DE SAN JUAN DE LA CRUZ
Entremos más adentro en la espesura
En la espesura de tus maravillosas obras y profundos juicios, cuya multitud es tanta y de tantas diferencias, que se puede llamar espesura; porque en ellos hay sabiduría abundante y tan llena de misterios, que no solo la podemos llamar espesura, más aún repleta, según lo dice David diciendo: Mons Dei, mons pinguis, mons coagulatis (Sal 67, 16). Que quiere decir; el monte de Dios es monte repleto y monte cuajado.
Y esta espesura de sabiduría y ciencia de Dios es tan profunda e inmensa que, aunque más el alma sepa de ella, siempre el alma puede entrar más adentro, por cuanto es infinita y sus riquezas incomprensibles, según exclama San Pablo diciendo: ¡Oh alteza de riquezas de Sabiduría y Ciencia de Dios, cuán incomprensibles son sus juicios e incomprensibles sus vías" (Rom 11, 33).
Pero el alma en esa espesura e incomprensibilidad de juicios y vías desea entrar porque muere de deseo de entrar en el conocimiento de ellos muy adentro; porque el saber de ellos es un inestimable deleite, tan inestimable que excede todo sentido. De donde hablando David del sabor de ellos, dijo así: Los Juicios de Dios son verdaderos y en si mismo tienen justicia. Son más deseables y codiciados que el oro y las piedras preciosas de gran valor, y son más dulces que la miel y el panal, tanto que tu siervo los amó y guardó (Sal 18, 10.12). Y por eso, de gran manera, el alma desea sumergirse en esos juicios y conocer más acerca de ellos; y para conseguirlo, sería para ello un gran alivio y alegría padecer todos los aprietos y trabajos del mundo, y afrontar todo aquello que le impida conseguirlo, por dificultoso y penoso que sea, incluso pasar por todas las angustias y peligros de muerte, para conseguir estar aún más cerca de Dios.
De donde también por esta espesura en que aquí el alma quiere entrar, se entiende como es necesario la espesura y multitud de trabajos y sufrimientos en los cuales el alma desea entrar, por eso le es muy sabroso y muy provechoso el padecer, ya que este es el medio necesario para entrar más adentro en la espesura de la deleitable Sabiduría de Dios. Porque el más puro padecer trae más íntimo y puro entender, y por consiguiente, más puro y subido gozar porque es de más puro saber. Por tanto, no limitándose a cualquier manera de padecer, dice: entremos más adentro en la espesura. Es decir. hasta los aprietos de la muerte, con tal de poder ver a Dios. De donde deseando el profeta Job este padecer por ver a Dios dijo: ¿Quién me dará que mi petición se cumpla, y que Dios me dé lo que espero, y ese que me comenzó me desmenuce, desate su mano y me acabe y tenga ese consuelo, que al ser afligido con dolor, no me perdone? (Job 6, 8-10).
¡Oh, si se acabase ya de entender como no se puede llegar a la espesura y sabiduría de las riquezas de Dios, que son innumerables, si no es entrando en la espesura del padecer de muchas maneras, poniéndose en eso el alma su consolación y deseo! ¿Y como el alma que de verdad desea sabiduría divina, desea primero el padecer, para entrar en ella, en la espesura de la Cruz! Era por eso que San Pablo amonestaba a los de Efeso que no desfallecieran en las tribulaciones, que estuviesen bien fuertes y arraigados en la caridad, para que pudiesen comprender con todos los santos que cosa sea la anchura y la grandeza y la altura y la profundidad, y para saber también la supereminente caridad de la Ciencia de Cristo, para ser llenos de toda grandeza de Dios (3, 17-18).
Porque para entrar en estas riquezas de su sabiduría, la puerta es la Cruz, que es angosta. y desear entrar por ella es de pocos; más desear los deleites a que se viene por ella es de muchos.
De donde también por esta espesura en que aquí el alma quiere entrar, se entiende como es necesario la espesura y multitud de trabajos y sufrimientos en los cuales el alma desea entrar, por eso le es muy sabroso y muy provechoso el padecer, ya que este es el medio necesario para entrar más adentro en la espesura de la deleitable Sabiduría de Dios. Porque el más puro padecer trae más íntimo y puro entender, y por consiguiente, más puro y subido gozar porque es de más puro saber. Por tanto, no limitándose a cualquier manera de padecer, dice: entremos más adentro en la espesura. Es decir. hasta los aprietos de la muerte, con tal de poder ver a Dios. De donde deseando el profeta Job este padecer por ver a Dios dijo: ¿Quién me dará que mi petición se cumpla, y que Dios me dé lo que espero, y ese que me comenzó me desmenuce, desate su mano y me acabe y tenga ese consuelo, que al ser afligido con dolor, no me perdone? (Job 6, 8-10).
¡Oh, si se acabase ya de entender como no se puede llegar a la espesura y sabiduría de las riquezas de Dios, que son innumerables, si no es entrando en la espesura del padecer de muchas maneras, poniéndose en eso el alma su consolación y deseo! ¿Y como el alma que de verdad desea sabiduría divina, desea primero el padecer, para entrar en ella, en la espesura de la Cruz! Era por eso que San Pablo amonestaba a los de Efeso que no desfallecieran en las tribulaciones, que estuviesen bien fuertes y arraigados en la caridad, para que pudiesen comprender con todos los santos que cosa sea la anchura y la grandeza y la altura y la profundidad, y para saber también la supereminente caridad de la Ciencia de Cristo, para ser llenos de toda grandeza de Dios (3, 17-18).
Porque para entrar en estas riquezas de su sabiduría, la puerta es la Cruz, que es angosta. y desear entrar por ella es de pocos; más desear los deleites a que se viene por ella es de muchos.
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