MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

**
****************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************************

rep

viernes, 22 de diciembre de 2017

SI POR UNA MUJER ENTRÓ EN EL MUNDO LA MUERTE, POR LA VIRGEN MARÍA ENTRÓ LA VIDA. SUBLIME EXPLICACIÓN DE COMO MARÍA DERROTÓ A LUCIFER Y REDIMIÓ A LA MUJER


EL TESORO MÁS GRANDE DE DIOS ES LA
ADMIRACIÓN DE LOS ÁNGELES 




HA NACIDO NUESTRO REDENTOR Y NUESTRO SUPREMO JUEZ, EL QUE TIENE LAS LLAVES DEL CIELO Y DEL HADES, EL QUE DARÁ PREMIO Y CASTIGO A LOS HOMBRES DE TODA CONDICIÓN.


Sublime relato literario y místico de María Valtorta sobre el nacimiento del Hijo de Dios, nunca relatado en la historia de la Cristiandad, con la descripción de la gruta sombría, que se iluminó poco a poco primero por la luz de un rayo de luna, y después por la Luz emanada de María y amplificada por Jesús, Luz del mundo. Luz que transformó la bóveda de la cueva en el techo de plata de un Palacio, los murciélagos aletargados en una magnífica lámpara de ónice, y una salamandra en el collar de esmeralda de una Reina. La paja del pesebre en hilos de plata, el suelo de la gruta en una alfombra con vasos de flores y un aroma celestial.  

Fabuloso discurso de María que explica cómo con sus virtudes de humildad, pobreza y resignación, redimió a la mujer, poniendo bajo sus pies el pecado de Eva que era soberbia, avaricia, lujuria y rebelión, lo que era también poner bajo sus pies a Lucifer vencedor de la mujer, que ahora era vencido por otra mujer: María la Madre de Dios y Madre de la humanidad, la cual ha restituido a la mujer su primera nobleza, que tenía antes del pecado original.


Del Poema del Hombre-Dios de María Valtorta

I/ RELATO DEL NACIMIENTO DE JESÚS

Continúa mi visión del interior de este pobre refugio de piedra en que han encontrado amparo, unidos María y José en la suerte, a unos animales.

El fueguecillo se adormila junto a su guardián. María levanta lentamente la cabeza de su yacija y mira. Ve que José tiene la cabeza reclinada sobre el pecho como si estuviera meditando… será – piensa – que el cansancio ha sobrepujado su buena voluntad de permanecer despierto, y sonríe bondadosa; luego con menos ruido del que puede hacer una mariposa posándose en una rosa, se sienta, para después arrodillarse. Ora con una sonrisa beata en su rostro. Ora con los brazos extendidos casi en cruz, con las palmas hacia arriba y hacia delante… y no parece cansarse en esa posición violenta. Luego se postra con el rostro contra el heno, adentrándose aún más en su oración; y la oración es larga.

José sale bruscamente de su sueño; ve mortecino el fuego y casi oscuro el establo. Echa un puñado de tamujo muy fino. La llama vuelve a chispear. Y va añadiendo ramitas cada vez más gruesas; en efecto, el frío debe de ser punzante, el frío de esa noche invernal, serena, que penetra por todas las partes de esas ruinas. El pobre José, estando como está cerca de la puerta - llamemos así a la abertura a la que hace de cortina su manto -, debe estar congelado. Acerca las manos a la llama, se quita las sandalias, acerca también los pies; así se calienta. Luego, cuando el fuego ha adquirido ya viveza y su luz es segura, se vuelve; no ve nada, ni siquiera la blancura del velo de María  que antes dibujaba una línea clara obre el heno oscuro. Se pone en pie y se acerca despacio a la yacija.

“¿No duermes, María?” pregunta.
Lo pregunta tres veces, hasta que Ella torna en sí y responde: “Estoy orando”.
“¿No necesitas nada?”.
“No, José”
“Trata de dormir un poco, de descansar al menos”.
“Lo intentaré, pero la oración no me cansa”.
“Hasta luego, María”.
“Hasta luego, José”.

María vuelve a su posición de antes. José, para no ceder otra vez al sueño, se pone de rodillas junto al fuego, y ora. Ora con las manos caídas en el rostro; de vez en cuando las separa para alimentar el fuego, y luego vuelve a su ferviente oración. Menos el ruido del crepitar de la leña y el del asno, que de tanto en tanto pega con una pezuña en el suelo, no se oye nada.

Un inicio de Luna se insinúa a través de una grieta de la techumbre, parece un hilo de incorpórea plata que buscase a María. Se alarga a medida que la Luna va elevándose en el cielo y, por fin, la alcanza. Ya está sobre la cabeza de la orante, nimbándosela de candor.

María levanta la cabeza como por una llamada celeste  y se yergue hasta quedar de nuevo de rodillas. ¡Oh, qué hermoso es este momento! Ella levanta la cabeza, que parece resplandecer bajo la luz blanca de la Luna, y una sonrisa no humana la transfigura. ¿Qué ve? ¿Qué oye? ¿Qué siente? Solo Ella podría decir lo que vio, oyó y sintió en la hora fúlgida de su Maternidad. Yo solo veo que en torno a Ella la luz aumente, aumenta, aumenta; parece descender del Cielo, parece provenir de las pobres cosas que están a su alrededor, parece, sobre todo, que proviene de Ella.

Su vestido, azul oscuro, parece ahora de un delicado celeste de miosota; sus manos, su rostro, parecen volverse azulinas, como los de uno que estuviera puesto en el foco de un inmenso zafiro pálido. Este color, que me recuerda, a pesar de ser más tenue, el que veo en las visiones del santo Paraíso, y también el que vi en la visión de la venida de los Magos, se va extendiendo progresivamente sobre las cosas, y las viste, las purifica, las hace espléndidas.

El cuerpo de María despide cada vez más luz, absorbe la de la Luna, parece como si Ella atrajera hacia sí la que le puede venir del Cielo. Ahora es Ella la depositaria de la Luz, la que debe dar esa Luz al mundo. Y esta beatífica, incontenible, inmensurable, eterna, divina Luz que de un momento a otro va a ser dada, se anuncia con un alba, un lucero de la mañana, un oro de átomos de Luz que aumenta, aumenta como una marea, sube, sube como incienso, baja como una riada, se extiende como un velo…

La techumbre, llena de grietas, de telas de araña, de cascotes que sobresalen y están en equilibrio por un milagro de estática, esa techumbre negra, ahumada repelente, parece la bóveda de una sala regia. Los pedruscos son bloques de plata; las grietas, reflejos de ópalo; las telas de araña, preciosísimos baldaquines engastados de plata y diamantes. Un voluminoso lagarto, aletargado entre dos bloques de piedra, parece un collar de esmeraldas olvidado allí por una reina; y un racimo de murciélagos en letargo, una lámpara de ónice de gran valor. Ya no es hierba el heno que pende del pesebre más alto, es una multitud de hilos de plata pura que oscilan temblorosos en el aire con la gracia de una cabellera suelta.

La madera oscura del pesebre de abajo parece un bloque de plata bruñida. Las paredes están recubiertas por un brocado en que el recamo perlino del relieve oculta el candor de las seda. Y el suelo… ¿Qué es ahora el suelo? Es un cristal encendido por una luz blanca; los salientes parecen rosas de luz arrojadas al suelo como obsequio; los hoyos, cálices valiosos de cuyo interior ascenderían aromas y perfumes.

La Luz aumenta cada vez más. El ojo no la resiste. En ella desaparece, como absorbida por una cortina de incandescencia, la Virgen… y emerge la Madre.

Sí. Cuando mi vista de nuevo puede resistir la Luz, veo a María con su Hijo recién nacido en los brazos. Es un Niñito rosado y regordete, que gesticula, con unas manitas del tamaño de un capullo de rosa; que menea sus piececitos, tan pequeños que cabrían en el corazón de una rosa; que emite vagidos con su vocecita trémula, de corderito recién nacido, abriendo una boquita que parece una menuda fresa del bosque, y mostrando una lengüecita temblorosa contra el rosado paladar; que menea su cabecita, tan rubia que parece casi desprovista de cabellos, una cabecita redonda, que su Mamá sostiene en la cavidad de una de sus manos, mirando a su Niño, adorándole, llorando y riendo al mismo tiempo… 

Y se inclina para besarlo, no en la inocente cabeza, sino en el centro del pecho, sobre ese corazoncito que palpita, que palpita por nosotros… en donde un día se abrirá la Herida. Su Mamá se la está curando anticipadamente, con su beso inmaculado.

El buey se ha despertado por el resplandor, se levanta haciendo mucho ruido con las pezuñas, y muge. El asno vuelve la cabeza y rebuzna. Es la Luz la que los saca del sueño, pero me seduce la idea de pensar que hayan querido saludar a su Creador, por ellos mismos y por todos los animales.

Y José, que casi en rapto, estaba orando tan intensamente que era ajeno a cuanto le rodeaba, también torna en sí, y por entre los dedos apretados contra el rostro, ve filtrarse la extraña Luz. Se descubre el rostro, levanta la cabeza, se vuelve. El buey, que está en pié, oculta a María, pero ella llama: “José, ven”.

José acude. Cuando ve, se detiene, como fulminado de reverencia, y está casi para caer de rodillas en ese mismo lugar; pero María insiste: “Ven, José” y, apoyando la mano izquierda en el heno y teniendo con la derecha estrechado contra su corazón al Infante, se alza y se dirige hacia José, quien, por su parte, se mueve azarado por el contraste entre su deseo de ir y el temor a ser irreverente.
Cerca de la cama para el ganado, los dos esposos se encuentran, y se miran llorando con beatitud.

“Ven, que ofrecemos a Jesús al Padre” dice María. José se pone de rodillas. Ella, erguida, entre dos troncos sustentantes, alza a su criatura en sus brazos y dice: “Heme aquí – por Él, ¡Oh Dios!, te digo esto - , heme aquí para hacer tu Voluntad. Y con Él Yo, María, y José, mi Esposo. He aquí a tus Siervos, Señor, para hacer siempre, en todo momento y en todo lo que suceda, Tu voluntad, para gloria tuya y por amor a Ti”.

Luego, María se inclina hacia José y, ofreciéndole el Infante le dice: “Toma, José”.
“¿Yo? ¿A mí? ¡Oh, no! ¡No soy digno!”. José se siente profundamente turbado, anonadado ante la idea de deber tocar a Dios.
Pero María insiste sonriendo: “Bien digno de ello eres tú, y nadie lo es más que tú, y por eso el Altísimo te ha elegido. Toma José, tenlo mientras yo busco su ropita”.

José, rojo como una púrpura, alarga los brazos y toma ese copito de carne que grita de frío; una vez que lo tiene entre sus brazos, no persiste en la intención de mantenerlo separado de sí por respeto, sino que lo estrecha contra su corazón rompiendo a llorar fuertemente: “¡Oh! ¡Señor! ¡Dios mío!”; y se inclina para besar los piececitos. 

Los siente fríos y entonces se sienta en el suelo y le recoge en su regazo, y con su indumento marrón y con las manos, trata de cubrirle, calentarle, defenderlo del frío de la noche. Quisiera acercarse al fuego, pero allí se siente esa corriente de aire que entra por la puerta. Mejor quedarse donde está o, mejor todavía, entre los dos animales, que hacen de escudo al aire y dan calor. Y se pone entre el buey y el asno dando espalda a la puerta, con su cuerpo hacia el Recién Nacido  para hacer de su pecho una hornacina, cuyas paredes laterales son: una cabeza gris, con largas orejas, un hocico grande, blanco, con unos ojos húmedos, buenos y un morro que exhala vapor.

María ha abierto el baúlillo, y ha sacado unos pañales y unas fajas, ha ido al fuego y las ha calentado. Ahora se acerca a José y envuelve al Niño en esos pañales calentitos, y con un velo, le cubre la cabeza. “¿Dónde le ponemos ahora?”, pregunta.

José mira a su alrededor, piensa… “Mira – dice - , corremos un poco más para acá los dos animales y la paja, y bajamos ese heno de allí arriba, y le ponemos a Él allí dentro. La madera del borde le resguardará del aire, el heno será su almohada, el buey con su aliento le calentará un poquito. Mejor el buey. Es más paciente y tranquilo”. Y se pone manos a la obra, mientras María acuna al Niño estrechándolo contra su corazón, con su carrillo sobre la cabecita para darle calor.

José reaviva el fuego, sin ahorrar leña, para hacer una buena hoguera, y se pone a calentar el heno, de forma que, según lo va secando, para que no se enfríe, se lo va metiendo en el pecho; luego, cuando ya tiene suficiente para un colchoncito para el Infante, va al pesebre y lo dispone como una cunita. “Ya está” dice. “Ahora sería necesario una manta, porque el heno pica; y además para taparle…”.

“Coge mi manto” dice María.
“Vas a tener frío”.
“¡Oh, no tiene importancia! La manta es demasiado áspera; el manto, sin embargo, es suave y caliente. Yo no tengo frío en absoluto. ¡Lo importante es que Él  no sufra más!”.

José coge el amplio manto de suave lana azul oscura y lo dispone doblado encima de la paja, y deja un borde colgando fuera del pesebre. El primer lecho del Salvador está preparado.

Su Madre, con dulce paso ondeante, le lleva al pesebre, en él le coloca, y le tapa con la parte del manto que había quedado fuera y con ella arropa también la cabecita desnuda, que se hunde en el heno, protegida apenas por el fino velo de María. Queda solo destapada la carita, del tamaño de un puño de hombre, y los Dos, inclinados hacia el pesebre le miran con beatitud mientras duerme su primer sueño; en efecto, el calorcito de los paños y de la paja le ha calmado el llanto y le ha hecho conciliar el sueño al dulce Jesús.


II/ MARÍA EXPLICA COMO REDIMIÓ A LA MUJER QUE HABÍA SIDO DERROTADA POR LUCIFER.

Ningún gran orador, ningún Doctor de la Iglesia había sido capaz de explicar de una manera tan contundente, como La Santísima Virgen María ha logrado redimir a Eva, como madre material de la Humanidad, logrando ser Madre Espiritual del Género humano, y derrotando a Lucifer, haciéndose digna de traer a la Tierra el Hombre-Dios, siendo por eso Madre de Dios, hecho que nunca podrán comprender las multitudes de sectas protestantes, que como los antiguos Fariseos se creen elegidos por Dios para reformar a la santa Iglesia Católica fundada por Cristo.

“Te había prometido que Él vendrá a traerte su paz. ¿Te acuerdas de la paz que tenías durante los días de Navidad, cuando me veías con mi Niño? Entonces era tu tiempo de paz, ahora es tu tiempo de sufrimiento. Pera ya sabes que es en el sufrimiento donde se conquista la paz y toda la gracia para nosotros y para el prójimo. Jesús-Hombre tornó a ser Jesús-Dios después del tremendo sufrimiento de la Pasión; tornó a ser Paz, Paz en el Cielo del que había venido y desde el cual, ahora, derrama su Paz sobre aquellos que en el mundo le aman. Más durante las horas de la Pasión, Él, Paz del mundo, fue privado de esta paz. No habría sufrido si la hubiera tenido, y debía sufrir plenamente.

Yo, María, redimí a la mujer con mi Maternidad divina, más se trataba solo del comienzo de la redención de la mujer. Negándome, con el voto de virginidad, al desposorio humano, había rechazado toda satisfacción concupiscente, mereciendo gracia de parte de Dios. Pero no bastaba, porqué el pecado de Eva era árbol de cuatro ramas: soberbia, avaricia, glotonería, lujuria. Y había que quebrar las cuatro antes de hacerle estéril en sus raíces.

Vencí la soberbia humillándome hasta el fondo.

Me humillé delante de todos. No hablo ahora de mi humildad respeto a Dios; ésta  deben tributársela al Altísimo todas las Criaturas. La tuvo su Verbo. Yo, mujer debía también tenerla. ¿Has reflexionado, más bien, alguna vez, en qué tipo de humillaciones tuve que sufrir de parte de los hombres y sin defenderme de manera alguna? Incluso José que era justo, me había acusado en su corazón. Los demás, que no eran justos, habían pecado de murmuración sobre mi estado, y el rumor de sus palabras, había venido, como ola amarga, a estrellarse contra mi humanidad.

Y estas fueron sólo las primeras de las infinitas humillaciones que mi vida de Madre de Jesús  y del género humano me procuraron. Humillaciones de Pobreza; la humillación de quien debe abandonar su tierra; humillaciones a causa de las reprensiones de los familiares y de las amistades que, desconociendo la verdad, juzgaban débil mi forma de ser Madre respeto a mi Jesús, cuando empezaba a ser ya un Hombre; humillaciones durante los tres años de su Ministerio; crueles humillaciones en el momento del Calvario; humillaciones hasta en el tener que reconocer que no tenía con qué comprar ni sitio ni perfumes para enterrar a mi Hijo.

Vencí la avaricia de los Progenitores renunciando con antelación a mi hijo.

Una madre no renuncia nunca a su hijo, si no se ve obligada a ello. Ya sea la Patria, o el amor de una esposa, o el mismo Dios quienes piden al hijo a su corazón, ella se resiste a la separación. Es natural que sea así. El hijo crece dentro de nosotros, y el vínculo de su persona con la nuestra jamás queda completamente roto. A pesar de que el conducto del vital ombligo haya sido cortado, siempre permanece un nervio que nace en el corazón de la madre (un nervio espiritual, más vivo y sensible que un nervio físico) y arraiga en el corazón del hijo, y que siente como si le estiraran hasta el límite de lo soportable, si el amor de Dios o de una criatura, o las exigencias de la Patria alejan al hijo de la madre; y que se rompe, lacerando el corazón, si la muerte arranca el hijo a su madre.

Yo renuncié desde el momento que lo tuve, a mi Hijo. A Dios se lo dí, a vosotros os lo dí. Me despojé del Fruto de mi vientre para dar reparación al hurto de Eva del fruto de Dios.

Vencí la glotonería, tanto del saber como del gozar, aceptando saber únicamente lo que Dios quería que supiera, sin preguntarme a mí misma, sin preguntarle a Él, más de cuanto se me dijera.

Creí sin indagar. Vencí la gula del gustar porqué me negué todo deleite del sentido. Mi carne la puse debajo de las plantas de mis pies. Puse la carne, instrumento de Satanás, y con ella el mismísimo Satanás, bajo mi calcañar para hacerme así un escalón para acercarme al Cielo. ¡El Cielo!... Mi meta. Donde estaba Dios. Mi única hambre. Hambre que no es gula sino necesidad bendecida por Dios, por este Dios que quiere que sintamos apetito de Él.

Vencí la lujuria, que es la gula llevada a la exacerbación.

En efecto, todo vicio no refrenado conduce a un vicio mayor. Y la gula de Eva, ya de por sí, digna de condena, la condujo a la lujuria; efectivamente, no le bastó ya el satisfacerse sola sino que quiso portar su delito a una refinada intensidad; así conoció la lujuria y se hizo maestra de ella para su compañero. Yo invertí los términos y, en vez de descender, siempre subí; en vez de hacer bajar, atraí siempre hacia arriba; y de mi compañero, que era un hombre honesto, hice un ángel.

Es ese momento en que poseía a Dios, y con Él sus riquezas infinitas, me apresuré a despojarme de todo ello, diciendo: “Que por Él se haga tu voluntad y que Él la haga”. Casto es aquel que controla no sólo su carne, sino también los afectos y los pensamientos. Yo tenía que ser la Casta para anular a la impudicia de la carne, del corazón y de la mente. Me mantuve comedida sin decir ni siquiera de mi Hijo, que en la Tierra era sólo Mío, como en el Cielo era solo de Dios: “Es Mío y para Mí lo quiero”.

Y a pesar de todo no era suficiente  para que la mujer pudiera poseer la Paz  que Eva había perdido. Esa Paz os la procuré al pié de la Cruz, viendo morir a Aquel que tú has visto nacer. Y, cuando me sentí arrancar las entrañas ante el grito de mi hijo, quedé vacía de toda feminidad de connotación humana: ya no carne, sino Ángel. María la virgen desposada con el Espíritu, murió en ese momento; quedó la Madre de la Gracia, la que os generó la Gracia desde su tormento y os la dio. La hembra, a la que había vuelto a consagrar mujer la noche de Navidad, a los pies de la Cruz conquistó los medios para venir a ser Criatura del Cielo.

Esto hice Yo por vosotras, negándome toda satisfacción, incluso las satisfacciones santas. De vosotras, reducidas por Eva a hembras no superioras a las compañeras de los animales, he hecho – basta con que lo queráis – las santas de Dios. Por vosotras subí y, como a José os elevé. La roca del Calvario es mi Monte de los Olivos. Ese fue mi impulso para llevar al Cielo, santificada de nuevo, el alma de la mujer, junto con mi carne, glorificada por haber llevado al Verbo de Dios y anulado en Mí hasta el último vestigio de Eva, la última raíz de aquel árbol de las cuatro ramas venenosas, aquel árbol que tenía hincada su raíz en el sentido y que había arrastrado a la humanidad a la caída, y que hasta el final de los siglos y hasta la última mujer os morderá las entrañas. 

Desde allí, donde ahora resplandezco, envuelta en el rayo del Amor, os llamo y os indico cual es la Medicina para venceros a vosotras mismas: La Gracia de mi Señor y la Sangre de mi Hijo. 

Y tú, voz Mía, haz descansar a tu alma con la Luz de esta alborada de Jesús para tener fuerza en las futuras crucifixiones que no te van a ser evitadas, porque te queremos aquí, y aquí se viene a través del dolor; porque te queremos aquí, y más alto se viene cuanto mayor ha sido la pena sobrellevada para obtener Gracia para el mundo.

Ve en Paz, Yo estoy contigo”.





jueves, 21 de diciembre de 2017

EMOCIONANTE VILLANCICO DE NAVIDAD QUE RECUERDA LA PASIÓN DE CRISTO "TU CARÍTA DIVINA", CANTADO POR MARÍA JOSÉ SANTIAGO





Estremecedor Villancico de Navidad,  que recuerda que Jesús ha nacido para rescatar a la Humanidad de las garras de Satanás, que había logrado derrotar a Dios por el pecado de Adán. ha venido como Víctima expiatoria por los pecados pasados, presentes y futuros de todas las almas.


Dios Padre sabía que el sacrificio de su Hijo habría de ser vano para mucha gente, a pesar de esto, lo ha mandado a la Tierra ,sabiendo que no había otro camino para derrotar a Satanás, y para extender su Reino que antes de la Venida de Cristo estaba en Israel, y ahora se ha extendido a toda la Tierra.

Jesús y María, nuestros Padres espirituales, han venido a este mundo como seres "extraterrestres", ya que el primero era Dios y la segunda era una Criatura sin pecado original, han querido tomar el lugar de Adán y Eva, que fueron derrotados por Satanás, para recobrar nuestra filiación divina perdida por el pecado, y para que los que escuchan su Palabra, y la pongan en práctica, renazcan a la Vida de la Gracia para así recobrar el Paraíso perdido.

Al meditar la vida de nuestros Redentores, vemos los sacrificios y los sufrimientos tan grandes que han tenido que pagar por nuestro rescate, lo que demuestra la gravedad del pecado, que hoy día muchos relativistas y quietistas quieren poner en plan de igualdad con la Virtud, e incluso de superioridad, como lo hacen hoy día los políticos con sus leyes que van en contra de la Ley de Dios, que es el pecado de Lucifer, que quería ponerse en el lugar de Dios, lo que hizo que se transformara de Arcángel en Demonio.






lunes, 18 de diciembre de 2017

Novenario Misas de Aguinaldo "La Luz Despunta En La Oscuridad" 18 de di...



CONTRA LA DICTADURA DEL FEMINISMO, TAN DE VOGA EN NUESTRA ÉPOCA. SOLEMNE DISCURSO DEL PADRE WILLIE DE PUERTO RICO SOBRE SAN JOSÉ, EL MODELO DE LA CABEZA DE FAMILIA CATÓLICA, OBEDIENTE SIN RESERVAS A LAS PALABRAS DE DIOS.

SAN JOSÉ PATRONO DE LA IGLESIA CATÓLICA Y DE LOS MORIBUNDOS, YA QUE MURIÓ CON LA ASISTENCIA DE JESÚS Y LA VIRGEN MARÍA

















martes, 12 de diciembre de 2017

¿POR QUÉ JESÚS SE DEJÓ MARTIRIZAR, Y NO FULMINÓ A LOS QUE LE TORTURABAN?


SANTÍSIMA VIRGEN DE GUADALUPE PATRONA DE
 HISPANOAMÉRICA Y DE FILIPINAS



En este dictado de Jesús a María Valtorta, la gran mística italiana, se me ha aclarado una duda que siempre he tenido. ¿Cómo Jesús el Todopoderoso ha podido soportar todos los ultrajes que ha recibido de parte de los Fariseos y los Escribas, que eran los teólogos de su época, que para colmo conocían las profecías, habían leído las escrituras, y nunca llegaron a comprender su significado. Jesús explica de una manera clara que la mayoría de la gente que clamaba a Pilato que lo crucificaran, no eran los verdaderos responsables.
Los responsables estaban como siempre ocultos, por eso Jesús no podía fulminar a sus torturadores y a los que prefirieron Barrabás a Jesús, ya que había venido, y sigue viviendo en nuestro mundo como Salvador y Redentor, muchos de los que lo habían repudiado y pedían su muerte se convirtieron, Jesús explica que si los hubiera fulminado, se hubieran condenado por toda la eternidad.
Jesús explica que se sigue hoy día haciendo lo mismo, si  castigara a todos los que pecan, que somos todos nosotros, pecado que es una traición, y una herida a Dios, no veríamos nunca el perdón que casi siempre ocurre por todas las pruebas y la acción de Dios para que volvamos por el buen camino, por eso Dios da toda una vida para convertirnos, en la Parábola de los viñadores, vemos que unos trabajaron todo el día y los últimos solo una hora, pero todos tuvieron el mismo salario: la Vida eterna.
Dice Jesús al final del dictado:
¡Oh, hombres!, he aquí el motivo por el cual Yo me hice torturar hasta morir, sin fulminar a nadie. Porque os he amado como sólo Yo podía amar.



DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(Dictado del 16-5-1.944)

En las últimas horas de la tarde, cuando ya las sombras de la extenuación descienden sobre mí, mi Jesús me obliga a escribir lo siguiente:

Dice Jesús:
“Has dicho el rosario meditándolo. Y me has visto en los primeros cuatro cuadros de los misterios dolorosos. No te he hecho ver la crucifixión porque estabas demasiado agotada. Me has vuelto a ver otra vez en el huerto, en la flagelación, en la coronación y en el cuadro del “Ecce Homo” que es presentado a la rugiente multitud; después me has visto llevando el peso de la Cruz.
Ahora responderé – y no solo a ti, sino a todos – a una pregunta que me dirigía muy a menudo. Queréis saber porque Yo, siendo Dios, no hice cenizas, con un milagro de mi poder divino a mis acusadores y a mis verdugos. ¡Preguntáis por qué! Pues porque Yo soy redentor y no justiciero.

Desde el momento del huerto en adelante y hasta el de la muerte, habría podido abatir - en cualquier instante que lo hubiera querido – al traidor, a los que me capturaron, a los acusadores, a los torturadores, a los blasfemos, a los que me crucificaron, a todos. Me lo pedían cuando estaba en la Cruz: “Que Él, que ha salvado a tantos, baje de la Cruz y se salve”. En efecto, habría podido hacerlo pues ya mucha Sangre había sido derramada y, por lo tanto, habría sido suficiente para redimir a los hombres pasados y a los futuros, en tanto que los del presente habrían mordido el polvo, aterrorizados por el milagro, aniquilados por mi poder y arrojados al abismo por la eternidad.

Más, si les hubiera fulminado con mi poder, ¡Cuántos habrían muerto con el pecado de deicidio, entre los muchos miles que se agitaban tumultuosamente y que se habían convertido en asesinos de un Inocente, por una de esas improvisas locuras de la multitud y por el fenómeno de delincuencia colectiva que siempre se produce bajo el impulso de un especial fermento de los sentimientos, ¡instigados por los verdaderos culpables y los verdaderos asesinos, que ocultos en la sombra, excitan a las multitudes para cumplir sus propios fines! El Eterno quería que fueran condenados solo los verdaderos malvados y que los pervertidos se salvaran, una vez que la Redención – cumplida hasta el Sacrificio extremo – hubiera depurado su conciencia, liberándola de los venenos que la hacían delirar.

¡Oh, pobres hombres!, hay momentos en que estáis verdaderamente locos. Y mi milagro consiste en curar vuestra locura moral.

Por ejemplo si Yo, ¡oh, pobre María! Te hubiera quitado la vida cuando me lo pedías a gritos hace un mes, ¿te habría hecho un bien? No, te hubiera hecho daño. Ahora sí  podría quitarte la vida, y no obraría contrariamente al diseño de misericordia que he tenido siempre para ti. Ahora está curado el delirio desencadenado por crueles acontecimientos humanos, por no decir satánicos, porque, como he dicho siempre, esta no es una guerra entre hombres, sino una guerra de satanás contra los espíritus. Y no son las únicas víctimas las que perecen en las batallas o bajo los escombros de una casa. También son víctimas de la lucha de Satanás contra los espíritus, los que pierden la fe, la esperanza, la caridad y que, por lo tanto, no pierden la vida de una hora mortal, sino la Vida eterna, pues mueren para la Gracia de Dios. Las víctimas son sobre todo ellos.

Ahora estás curada, has vencido a Satanás. Más lo has vencido porque te he dado tiempo para volver a alzarte tras el ataque imprevisto y atroz, tras el ataque imprevisto y burlón del enemigo contra tu espíritu.
Te acometió como ese león del que habla Pablo, y te maltrató. Pero al final, huyó porque tú, con el resto de tus fuerzas – apenas vestigios – y con el residuo de tu voz – apenas un soplo – alzaste la Cruz y repetiste mi Nombre. Repetiste casi atontada y solo por costumbre, ese gesto que desde hace años, era la expresión de tu amor. Más tenía que pasar tiempo antes de que pudieras recobrarte, reconstruirte a ti misma, dado que el que te odia te había hecho jirones. Las resurrecciones siempre requieren tiempo y te habían golpeado tanto, que eras casi una muerta.

Más, la parte más santa de tu espíritu, ese punto tuyo del que habla mi Madre, nunca ha sido afectada. No podía serlo, María. Esa parte es mía. Es mía, solo tu voluntad podía quitármela. Pero tú no lo harás nunca. Lo sé. Y justamente esa parte, como un imán que atrae hacia sí las partículas dispersas, ha atraído y reunido de nuevo lo que Satanás, exasperado por el odio hacia Mí y hacia ti, había destrozado.

¡Pobre de ti, si entonces te hubiera golpeado! ¡Cuán separados estaríamos aún Yo y tú! Tú no quieres la separación y tampoco la quiero Yo. Quiero que la muerte sea el momento de la Vida para ti, sin la languidez de la espera.
Ven. Avanza. Estoy aquí. Besa mis llagas, de las que desciende la Vida para ti. Las abrí para darte esta Vida, así como las abrí para muchos. Para muchísimos más.

He aquí mis triunfos de la hora de la Pasión. Éstos son los que fueron salvados por mi Piedad antes que por mi Sangre. La piedad los dejó vivir para permitir que la Sangre obrara y los sanara.

¡Oh, hombres!, he aquí el motivo por el cual Yo me hice torturar hasta morir, sin fulminar a nadie. Porque os he amado como sólo Yo podía amar.
Ahora descansa. Ve en paz”.
















martes, 5 de diciembre de 2017

EL PODER DE LA ORACIÓN CONTEMPLATIVA ES LO QUE MANTIENE EL EQUILIBRO DEL MUNDO





LA ORACIÓN DE LAS ALMAS HUMILDES,  CON LA CONTEMPLACIÓN DE JESÚS,
SON LAS ARMAS  MÁS PODEROSAS  CONTRA LAS INSIDIAS
DE SATANÁS, DEL MUNDO Y DE LA CARNE



La oración para que sea eficaz, debe de cumplir ciertas condiciones, en caso contrario será una oración que no dará los frutos esperados.
-Tiene que ser una llamada hecha con el conocimiento perfecto de quien somos y quien es la persona a quien nos dirigimos.
-Somos todos más o menos pecadores es decir, que hemos ofendido, y estamos ofendiendo por error u omisión, en más o menos medida a Dios, por eso, es esencial reconocer este hecho, y hablar con Dios de una manera humilde y con santo temor, que es un don del Espíritu Santo, temor no quiere decir terror, quiere decir que al considerarse como una persona imperfecta, tenemos que pedir con amor suplicante con el alma arrepentida y profunda humildad.

-Nos dirigimos al Ser supremo, Dios Todopoderoso, eterno y Perfecto, de una Sabiduría infinita, que conoce todas nuestras imperfecciones, incluso las faltas más ocultas, al cual como lo dice San Juan de la Cruz, le debemos agradecimiento por habernos creado, y amor eterno por habernos redimido.

La diferencia entre un creyente y un ateo es de una asombrosa, el creyente sabe que está en este mundo de paso, y que existe un mundo mejor en donde ya no hay mentira, odio, rencor, dolor, pena, muerte, enfermedades y vejez, y que todas las desgracias son consecuencia del pecado de Adán.

El ateo cree que este mundo está aquí para disfrutarlo, y que todos los medios son lícitos para conseguirlo, ya que después de la muerte ya no hay nada y todo termina. Como el lujo y el placer de los cinco sentidos corporales, son bienes escasos, a la fuerza el que quiere conseguir esa gula material y espiritual, tiene que pisotear a los demás, y provocar la desgracia de sus semejantes más débiles.

El creyente, con la ayuda de Dios, obtenida por una perfecta oración, y sobre todo una profunda humildad, puede conseguir, y consigue de Dios restablecer el equilibrio, y evita que castigue con más severidad a los que incumplen su Ley. El día que no existan estas almas que rezan por sus hermanos, y que piden perdón a Dios por sus pecados y los de la humanidad, la Tierra no tendrá razón de existir, es lo que ocurrió con el diluvio y con Sodoma y Gomorra,  y es lo que ocurrirá con la venida del Anticristo, será la intervención directa de Dios para destruir este mundo, y sepultar eternamente a Satanás y a todos sus seguidores en las Tinieblas.



DE LOS CUADERNOS DE MARÍA VALTORTA
(16 de Marzo de 1.944)

Jesús me dice que escriba también esas palabras sobre la función de ciertas almas en el mundo. Lo hago aunque, por estar tan débil y atormentada, me da vueltas la cabeza como una perinola.
¿Has comprendido ahora el por qué de los conventos de clausura y su razón de ser?
No todos tienen tiempo de rezar, visto que están tan empeñados en la vida activa. Es verdad que la actividad honesta es ya plegaria y por eso, los que rezan mientras trabajan están justificados. Más son muchas las necesidades del hombre, y son muchos los hombres que no rezan en absoluto. Los que viven en el claustro, rezan por todos los que no quieren o no pueden rezar, de modo que cada día aporte ese número de homenajes que requiere la Divinidad (pensad que en el Cielo no existen pausas para el gloria a Dios). Le rezan a Dios para honrarle, le rezan para aplacarle, le rezan para impetrarle. Son los brazos que están alzados sobre los que combaten, y piden para todos.

Tú, en tu casa, eres la pequeña enclaustrada que reza por todos. Más tu caridad debe ser vasta como el mundo. Más aún debe de ser vasta como toda la Creación, debe invadir también el Cielo. O mejor, debe comenzar con él. Rezar para elevar alabanzas y ofrecer reparaciones a Dios, que es insultado por tantos seres.

-Rezar por quien no reza.
-Rezar por la Iglesia.
-Rezar por el Sacerdocio que, si no vuelve a ostentar el esplendor de un mártir como Lorenzo, os hará cada vez más propensos a la idolatría.
-Rezar por la sociedad humana, para que venga a Dios si quiere salvarse.
-Rezar por la Patria, para que goce de paz y bien.
-Rezar por quien sufre, por quien tiene hambre, por quien no tiene un techo.
-Rezar por quien duda y se siente aferrar por la desesperación.
-Rezar, rezar, rezar.
-Por último rezar por ti.

No tengáis temor. Si vosotros que rezáis por todos, si no rezáis por vosotros, rezo Yo por vosotros al Padre.  Quedaos tranquilos.

Las almas que oran en el mundo, las que saben convertir su enfermedad, no en un ocio forzado, sino en una actividad santa, son las pequeñas clausuras que Yo desparramo en el mundo como flores, para ayudar a las grandes clausuras y para aplacar al Padre y llevar alivio a la humanidad con esta suma de incansables plegarias.







lunes, 4 de diciembre de 2017

SEÑOR, YO NO SOY DIGNO QUE ENTRES EN MI CASA, PERO DÍ UNA PALABRA TUYA Y MI ALMA SERÁ SALVA


IMAGEN DE UN CENTURIÓN ROMANO





San Pablo a Timoteo 1 2,1-8.

Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres, por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna. 
Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador, porque él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. 
Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre Él también, que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Este es el testimonio que Él dio a su debido tiempo, y del cual fui constituido heraldo y Apóstol para enseñar a los paganos la verdadera fe. Digo la verdad, y no miento. 
Por lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las manos al cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones. 

En los diez grados de la escala mística para alcanzar a Dios, según San Bernardo y Santo Tomás y comentada por San Juan de la Cruz, el santo Doctor de la Iglesia explica que cuando el alma esposa ha alcanzado el segundo grado, en cada momento de su vida, cuando duerme, cuando se despierta, cuando trabaja, cuando come, siempre, en cualquier momento y ocasión está pensando en su Divino Esposo que es Cristo Jesús.

[...] Aquí en este grado, tan solícita anda el alma, que en todas las cosas busca el Amado; en todo cuanto piensa, luego piensa en el amado; en cuanto habla, en cuantos negocios se ofrecen, luego es hablar y tratar del amado; cuando come, cuando duerme, cuando vela, cuando hace cualquier cosa, todo su cuidado es en el Amado [...]

El alma aunque esté completamente retirada del mundo, hace más provecho a la Iglesia que mucha gente predicando: Es lo que ocurrió con Moisés, que retirado del combate en una cumbre, levantando los brazos al cielo, logró la victoria contra los amalacitas implorando a Dios, y logró detener el sol para que la Victoria de Josué fuera completa.




 Salmo 28 (27), 2.7.8-9.


Oye la voz de mi plegaria, 
cuando clamo hacia ti, 
cuando elevo mis manos hacia tu Santuario.
el Señor es mi fuerza y mi escudo, 

mi corazón confía en él. 
Mi corazón se alegra porque recibí su ayuda: 
por eso le daré gracias con mi canto.
El Señor es la fuerza de su pueblo, 

el baluarte de salvación para su Ungido.
Salva a tu pueblo y bendice a tu herencia; 
apaciéntalos y sé su guía para siempre.



Cuando el alma ha llegado a ese grado de Amor, todo son alabanzas a Dios, acciones de gracias y alegría del corazón, por la presencia de Dios en su alma que le comunica poco a poco su misma esencia hasta que el último grado que ya no es de este mundo, el alma se transforma en Dios por posesión perpetua y total de su misma esencia.



EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 7, 1-10.

Cuando Jesús terminó de decir todas estas cosas al pueblo, entró en Cafarnaún. Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. 
Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor. Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: "El merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga". 

Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: "Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. 
Porque yo que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes- cuando digo a uno: 'Ve', él va; y a otro: 'Ven', él viene; y cuando digo a mi sirviente: '¡Tienes que hacer esto!', él lo hace". 
Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe" .Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.


Estamos en presencia de uno de los momentos más trascendentales del Evangelio, cuyas palabras se oirán en cada misa hasta el fin del mundo: "Señor, yo no soy digno que entres en mi casa, pero di una palabra tuya, y mi alma será sana".

Se trata de un alma humilde, que es el ejemplo del verdadero creyente, sabe reconocer el poder de Dios, porque tiene grabado en su alma como se ejerce la verdadera caridad, sin haber visto ningún milagro de Jesús, cree en Él, ya que para el verdadero creyente no se necesitan milagros y para el que no cree los milagros son inútiles, como dijo Santa Bernardita, que es lo que ocurría con los Fariseos. Creo que este centurión romano es una prefigura de la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana.

Este centurión es de una humildad tan grande que se encuentra indigno de recibir a Jesús, es lo contrario de los iluminados, que se creen enviados y buscan afanosamente las alabanzas de los hombres, como los Fariseos y mucha gente de hoy que les gusta firmar autógrafos y recibir alabanzas públicas y aclamaciones, son los que serán rechazados el día del Juicio aunque hayan predicado en las plazas, y hasta expulsado demonios, como dice Jesús en el Evangelio, porque todo lo han hecho para recibir alabanzas.











Primer Domingo de Adviento - 3 de diciembre de 2017 - 11:00 AM






PRIMERA MISA DE ADVIENTO, CELEBRADA POR EL PADRE WILLIE PEÑA EN SAN JUAN, LA CAPITAL DE LA ISLA DE PUERTO RICO, QUE HA QUEDADO ARRASADA POR EL HURACÁN MARÍA.
MUY ACERTAD DIÁLOGO, QUE VERSA DE UNA MANERA ADMIRABLE SOBRE LA MENTALIDAD ACTUAL EN EL MUNDO, QUE SE HA OLVIDADO DE DIOS, CANSADO DE AVANZAR EN LA PERFECCIÓN QUE ES NECESARIA PARA ALCANZAR LA VIDA ETERNA.
SE HACE HINCAPIÉ EN LA ENFERMEDAD MÁS COMÚN DE HOY ES LA DEPRESIÓN, QUE SE PRODUCE PORQUE EL HOMBRE HA PERDIDO LA ESPERANZA EN DIOS, ENTREGÁNDOSE AL MUNDO, REGIDO POR EL ENEMIGO DE DIOS ALIADO A  LA ENTREGA A LOS PLACERES DEL MUNDO Y DE LA CARNE, QUE NO ALIMENTAN EL ALMA QUE HA SIDO CREADA POR LLENAR DE DIOS SUS TRES POTENCIAS DEL ALMA QUE SON LA MEMORIA, EL ENTENDIMIENTO Y LA VOLUNTAD.

DIOS QUIERE DE LOS CREYENTES, QUE LE ENTREGUEN TODA SU VIDA, QUIERE OFRENDAS Y VÍCTIMAS PERFECTAS, YA QUE SIN ESA PERFECCIÓN NO PODEMOS VER A DIOS QUE EN ESTE MUNDO SE VE COMO EN UN ESPEJO QUE ESTÁ APAGADO POR EL VAHO DEL HUMO DE SATANÁS, POR LAS MANCHAS DEL PECADO, Y LAS GRIETAS DEL CRISTAL QUE SE HAN PRODUCIDO POR EL RECHAZO DE LA ESPERANZA EN DIOS, AL CUAL LE DEBEMOS TODO LO QUE TENEMOS, Y QUE NO ES NUESTRO, PORQUE TODO NOS HA SIDO ENTREGADO POR DIOS Y TENDREMOS QUE RENDIR CUENTAS EL DÍA DEL JUICIO, DEL USO QUE HEMOS HECHO DE ELLOS.








domingo, 3 de diciembre de 2017

LA OBEDIENCIA, FRUTO DE LA HUMILDAD, ES LA QUE NOS HARÁ HIJOS DE DIOS. TERRIBLES PALABRAS DE JESÚS PARA LOS IMPÍOS, QUE HAN ABANDONADO A DIOS PARA ENTREGARSE AL MUNDO



JESÚS, QUE ERA DIOS ENCARNADO, MARÍA LA
 CRIATURA MÁS PERFECTA DE LA CREACIÓN,
OBEDECÍAN A SAN JOSÉ





Dijo Jesús que el que no es como un niño, no entrará en el Reino de los Cielos, lo que caracteriza un niño es la obediencia hacia sus padres, porque sabe que tiene que aprender de ellos, ya que para él, tienen un conocimiento perfecto de la vida, y que les debe todo, el alimento, el vestido, y el cariño que recibe. Sus padres le han enseñado que para salir adelante en la vida, tiene que obedecer y que a veces si recibe una reprimenda, proporcional a la falta, es por su propio bien y por eso, nunca les guarda rencor, muy al contrario les ama con todo su cariño.
La mayoría de los niños que no han querido obedecer, de mayores han vivido una vida cargada de dificultades y de sufrimientos, ya que una persona que en su juventud ha sido desobediente, nunca podrá doblegarse ante todas las obligaciones de la vida, será una persona rebelde a todas las leyes que impone la sociedad, y lo que es peor a las Leyes espirituales, y por ello, será un desgraciado en esta vida y un réprobo en la eternidad.


De los Cuadernos de María Valtorta
(16 de Marzo de 1.944, en plena 2ª  guerra mundial)
  

Hebreos 5, 7.8.12.14; 6, 1.4.6.8.
Dice Jesús:

“Quiero que tú y muchos otros consideréis una virtud de la que os ha derivado un gran bien, el bien más grande, así como su contrario os ha venido un gran mal, el mal mayor: Ya te he hablado de ello, más tu sufrimiento no te ha hecho recordar las palabras. Te las repito porque me urge que las conozcáis.
Dado que os amaba infinitamente, Yo quise ser vuestro Redentor. Más no lo fui únicamente por la Sabiduría, ni por la potencia, ni por la Caridad. Estas son tres características, tres dotes divinos, y los tres obraron en la Redención del Género humano, pues os instruyeron, os conmovieron con milagros, os redimieron con el Sacrificio.
Más, Yo era el Hombre. Y por serlo, debía poseer esa virtud cuya pérdida había perdido el hombre, y redimiros con ella. El hombre se había perdido por haber desobedecido al deseo de Dios. Yo, el Hombre, he debido salvaros obedeciendo al deseo de Dios.

Dice Pablo que Yo, “tras haber ofrecido, en los días de mi vida mortal, plegarias y súplicas con fuertes gritos y con lágrimas, para salvar al hombre de la muerte espiritual, fui escuchado por mi reverencia”. Y agrega que, habiendo alcanzado la perfección porque había aprendido (o sea, porque había cumplido con obediencia), me convertí en la causa de Salvación eterna para todos los que me obedecen.

Por lo tanto, Pablo dice: - con palabras que el Espíritu hace verdaderas – que Yo, el hijo de Dios hecho Hombre, alcancé la perfección por medio de la obediencia y pude ser Redentor gracias a ella. Yo, el Hijo de Dios alcancé la perfección con la obediencia. Yo redimí con la obediencia.
Si meditáis profundamente acerca de esta verdad, tenéis sentir lo que siente el que está solo sobre una elevada ensenada marina y, desde allí mira fijamente la profundidad y la inmensidad del mar y le parece hundirse en ese abismo líquido del que no conoce ni la profundidad ni los confines.

¡Es la obediencia! Es ese mar ilimitado y abismal en el que me sumergí antes que vosotros para volver a la Luz a los que habían naufragado en la culpa. Es el mar en el que tendrían que sumergirse todos los verdaderos hijos de Dios para ser redentores de sí mismos y de sus hermanos. Es el mar que no tiene solamente grandes profundidades y grandes olas, sino también playas bajas y pequeñas olas que parecen bromear con la arena de la orilla, esas olitas que tanto le gustan a los niños, que juegan con ellas.
La obediencia no está hecha solamente de horas excelsas en las que obedecer significa morir como hice Yo, en las que obedecer significa arrancarse del lado de una Madre como hice Yo, en las que obedecer significa renunciar a la propia morada como hice Yo, al dejar el Cielo por vosotros. La obediencia está hecha también de cosas minúsculas de cada hora, que van cumpliéndose  sin refunfuños, a medida que se presentan.

¿Qué es el viento? ¿Es siempre un torbellino que inclina la cima de los árboles seculares y la dobla, la quiebra, la echa al suelo? No, no solo es eso. También es viento, cuando con mayor levedad, que una caricia materna, peina las hierbas del prado y el trigo en el que brotan los retoños y a penas los hace ondular, como si la cima de sus verdes tallos se estremeciera de alegría al ser rozados por esa brisa ligera. Las pequeñas cosas son la brisa ligera de la obediencia. ¡Son pequeñas, pero cuanto bien hacen!

Ahora es primavera. ¡Qué dulce sería esta estación, si la sangre no la manchara! Las plantas, que saben amar y obedecer al Creador, están poniéndose atavíos hechos de esmeralda y se engalanan con flores como una novia. Los prados parecen un encaje, un terciopelo bordado de flores y los bosques muestran su felpa perfumada bajo una bóveda de cimas verdes y sonoras. Más, si no existieran los tenues vientos de abril y también las alocadas ráfagas de Marzo, ¡cuántas flores quedarían sin fecundar y cuantos prados sin agua! Por lo tanto, las flores y las hierbas habrían nacido para morir sin una finalidad. El viento empuja a las nubes, y de este modo, riega flores e hierbas; el viento hace que las flores se besen – lleva a las plantas lejanas el beso de las otras, igualmente lejanas – y en su alegre carrera de ramo en ramo, de árbol en árbol, de huerto en huerto, fecunda y hace que esas flores se conviertan en fruto.
También la menuda obediencia a todas las cosas que Dios os presenta a través de los acontecimientos del día, hace lo que el viento con las plantas y las hierbas de los prados y huertas. De vosotros, que sois flores, hace frutos, frutos de vida eterna.

¡Bienaventurados los que, atrapados en el torbellino del Amor y de su amor, cumplen el sacrificio total de sí mismos, los pequeños redentores que me perpetúan y que llegan a la obediencia suprema al beber de mi mismo cáliz de dolor! Más, bienaventurados también los que, aún sin tener el coraje de decirle al torbellino de Amor: “Te amo; heme aquí, tómame”, saben doblarse al viento leve del Amor, del Amor que sabe graduar las fuerzas del hombre, su hijo, y dar a cada uno esa presión determinada que es capaz de soportar.

¡Oh, hijos!, os parece que la prueba es muchas veces superior a vuestra fuerza. Y nunca como ahora os parece que es así. Pero os sucede porque os empecináis, porque sois soberbios y desconfiados. Queréis obrar por vosotros mismos y no os abandonáis en Mí. No soy un verdugo. Soy el que os ama. Soy un Padre bueno. Y si no puedo anular la Justicia, al menos aumento, para compensar, la Misericordia. Y la aumento tanto más, cuando más crece la necesidad de Justicia, debido a la marea de delitos, de blasfemias, de desobediencias a la Ley, que inunda la Tierra.

Naufragáis en esa marea. Naufragáis los inocentes, los casi inocentes, los culpables, los grandes culpables, Más, si para estos últimos, la profundidad del naufragio estará en las profundidades de Satanás (y esto, ya en vida porque, aunque finjan vivir en paz, están destruidos por una conciencia que les acosa y no lo deja en paz), para las dos otras categorías esa profundidad estará en mi Misericordia, está en ella para los que son casi inocentes y está en mi Corazón para los inocentes. Más como Misericordia y Corazón, ya son Cielo, para estos, tras los consuelos que no les niego en la Tierra – como tú sabes - , ya está preparado el Cielo.

También le dije otra cosa a tu espíritu, y tu espíritu no pudo hacérsela escribir a tu carne agotada; te la repito ahora.
En toda esta enseñanza mía, no hay lección o visión que os haya dado sin seguir un diseño educativo mío, que no comprendéis o que comprendéis con atraso y de modo parcial. Si meditarais con la lucidez de la intuición, veríais que las lecciones que os doy por medio de los dictados o las contemplaciones del portavoz, están relacionados siempre con hechos que están a punto de producirse. Lo hago para daros una ayuda sobrenatural. Suponiendo que el mundo no se degrade total y bestialmente, estas páginas harán mucho bien a las almas también en el futuro, porque contienen enseñanzas  de Ciencia eterna; más, para vosotros que vivís en esta hora fatal, son también una guía y consuelo en las horas que estáis viviendo.

También vosotros, como los primeros cristianos de Pablo, “os habéis hecho algo débiles en entender… y aún tenéis necesidad de nuevo, que os enseñen los primeros rudimentos de la palabra de Dios, y estáis obligados a alimentaros con leche y no con un alimento sólido”. Os habéis vuelto niños, pero no lo sois por la inocencia y la ingenuidad, no lo sois por la fe segura, sino por vuestra incapacidad de caminar en la fe y de comprender sus verdades.

¡Habéis retrocedido tanto! Las palabras de la Justicia son solo un sonido que resuena en vuestro oído y, a veces ni siquiera lo percibís. No es para vosotros alimento de Vida. No puede serlo, porque no lo asimiláis. Por vuestra culpable indiferencia, por vuestra culpable simpatía hacia la culpa, vuestro espíritu está atacado de infantilismo y ya no posee ese zumo que lo hace capaz de convertir en propia nutrición el alimento robusto de los adultos en la fe. O no tenéis religión, o tenéis una religión que consiste en una coreografía de formalidades y sentimentalismo.

Más, ¿sabéis qué quiere decir: “Religión”? Quiere decir seguir a Dios y su Ley; no es solo cantar bellos himnos, hacer bellas procesiones o bellas funciones religiosas, concurrir a prédicas elegantes, ser el miembro A o B de una determinada asociación. Todas estas son cosas que estimulan  vuestro sentimiento, y nada más. Religión quiere decir hacer del hombre-animal el hombre semi-Dios. A través de la Religión  es necesario anular la animalidad en sus muy variadas formas, que van de la carne al pensamiento.
¡Abajo la gula!
¡Abajo la lujuria!
¡Fuera la avaricia!
¡Abajo la apatía!
¡Que se mate a la mentira y a la soberbia!

Sed castos, caritativos, humildes, honestos; en fin, sed como Dios quiere y como Yo os he enseñado a ser. Entonces seréis adultos en la religión, en la fe; seréis hombres verdaderamente formados que “tenéis aleccionadas vuestras facultades al discernimiento del bien y del mal por la práctica”.

Por este motivo, dejo de lado las enseñanzas elementales y vengo a instruiros sobre lo más perfecto, porque quiero llevaros a ese nivel.
Seréis pocos. Se tratará solo de los que tienen sed de justicia, sed de Verdad, sed de Saber. Más a estos, mis bienaventurados, les doy un pan que les ayuda a gustar cada vez más el otro Pan, que soy Yo Eucaristía. También en mi vida pública hice preceder el Pan de la Palabra al Pan del Sacramento, pues Aquel siempre debe preparar para Este. La iglesia docente existe para eso, para perpetuar mi ministerio de Maestro y haceros capaces de extraer del Sacramento el máximo poder vital.

Más ¡Ay de quienes, tras haber sido iluminados, prefieren volver a las tinieblas! ¡Ay de los que, tras haber saboreado el alimento celestial, prefieren los bocados de Satanás! ¡Ay de los que, luego que el Espíritu Santo les dio la conciencia de la Verdad, volvieron a ser brutos, deshonrándose a sí mismos! No es posible que tras haber precipitado, vuelvan por penitencia.

Pues, si es verdad que Yo concedo abundantemente mi perdón a la debilidad del hombre, soy inexorable con quien quiere permanecer en el Mal, tras haber elegido el Mal, espontáneamente, como propio rey.

Y vosotros, a quienes hago gustar la dulzura de la palabra de Dios, que se difunde nuevamente para hacer frente a la excesiva mudez sacerdotal, a la excesiva ceniza tibia, cuando tendría que ser fuego vivo, que se difunde para neutralizar en mis noveles discípulos el veneno de Satanás, que circula por la Tierra; vosotros, por quien levanto los velos que ocultan los secretos de mi jornada humana y los misterios del siglo futuro, vosotros, sed dignos de tal don. Convertíos en espigas lozanas y no en árida paja, lista para el fuego. Seréis espigas para el trigo eterno. Renaceréis en el Cielo.

¡Oh, la alegría de estar fuera del mundo, la alegría de estar donde está Dios! Cuando exhalé mi Espíritu y pude volver a ver al Padre, experimenté una beatitud como no la había experimentado nunca en toda la eternidad. Y aún perdura porque ahora sé que quiere decir estar separado del Cielo, estar separado de Dios. Sufrí en Mí todas las experiencias para poder defenderos ante el Altísimo. Más en verdad os digo que mi misma bienaventuranza será la vuestra cuando estéis aquí, fuera del exilio, conmigo, junto al Padre, en la Patria del Amor.

¡Oh, hijos, estaréis en la Patria del Amor, allí donde no hay más odio ni delitos, donde no hay más llanto y terror”.












domingo, 26 de noviembre de 2017

LA FALTA DE CONFIANZA EN DIOS, FRUTO DE LA SOBERBIA, ES LA CAUSANTE DE TODAS LAS DESGRACIAS DE LA HUMANIDAD.





ESTAMOS EN ESTE MUNDO PARA  SER EXAMINADOS ESCUPULOSAMENTE
PARA VER SI SOMOS MERECEDORES DE SER
HIJOS Y HEREDEROS DE DIOS


Dios ha creado al hombre en el jardín del Edén, y él y su descendencia hubieran permanecido felices como los niños inocentes, que encuentran su alegría en la contemplación de todo lo creado, no odiando, ni guardando rencor a nadie, e ignorando la maldad. Pero el hombre ha desobedecido y quiso probar la droga ofrecida por Satanás para ser igual a Dios. Y conoció el pecado, que es dulce al paladar, pero amargo al espíritu, ya que se hace esclavo de él, y se olvida de Dios, perdiendo su filiación divina. Por eso dijo Jesús que el que siga sus mandamientos será libre, lo que escandalizó a los Fariseos, que se tomaban por los santos de Yahvé, Jesús les dijo entonces que los que se entregan a todos los apetitos del mundo, son esclavos del pecado. San Juan de la Cruz explica que satisfacer sus apetitos, es echar cada vez más leña al fuego, y aún peor ya que el fuego se apaga cuando no lo alimentan, mientras que el deseo crece más y más cuando no se le da lo que desea, es lo que ocurre con todos los vicios, como la Lujuria, la Soberbia, el alcohol y las drogas.

Al abandonar la Ley, la Gracia de Dios disminuye en él y el hombre pierde su inocencia primitiva. Poco a poco, se opera una transformación en el alma del hombre, y el ser creado por Dios perfecto y hermoso, degenera y se transforma en un ser imperfecto y feo. Es lo que le ocurrió a Lucifer que se transformó de Arcángel hermoso y admirado, en un demonio horrendo y despreciable.

De los Cuadernos de María Valtorta
(11-12-1.943)

Dice Jesús:
“Cuando el Creador creó la Tierra. La sacó de la nada uniendo el gas del éter ya creado y convertido en firmamento, en una masa que rotando, se solidificó como una avalancha meteórica que crecía cada vez más alrededor de un núcleo primitivo.
También vuestra negación (llamo negación a la Ciencia que quiere dar explicaciones negando a Dios) admite la fuerza centrípeta que permite a un cuerpo rotar sin perder parte de sí, sino al contrario, atrayendo todas las partes hacia su centro. Tenéis las máquinas, que aunque sean grandiosas, repiten de manera microscópica la potencia centrípeta creada por Dios para crear los mundos y obligarles a girar alrededor del sol, eje fijo, sin precipitar fuera de las vías celestes señaladas para ellos, turbando el orden creador y provocando cataclismos de una destrucción incalculable.

La Tierra, creándose así en su carrera de proyectil nebular que se solidifica atravesando los espacios, por fuerza tuvo que raptar de estos, emanaciones y elementos procedentes de otras fuentes, los cuales y las cuales han permanecido encerrados en ella bajo forma de fuegos volcánicos, azufre, aguas y distintos minerales, que afloran a su superficie testimoniando su existencia y los misterios, que con toda vuestra ciencia, no lográis explicar con su exacta verdad, de la Tierra, planeta creado por Dios, mi Padre.
¡Cuántas fuerzas buenas ignoráis aún vosotros que sois maestros en descubrir y utilizar las fuerzas malvadas! Estas últimas, las pedís al Mal, y él os las enseña para convertiros en sus torturadores y torturadores de vuestros semejantes en su nombre y a su servicio. Pero no pedís al Bien las fuerzas buenas, que os enseñaría paternalmente como enseñó a los primeros hombres, que también eran culpables y estaban condenados por Él, los medios de existencia terrena y los modos para usarlos.

Hay fuentes benéficas y jugos saludables que ignoráis aún y que os sería muy útil conocer. Y no solo: hay algunos que conocéis pero que no queréis utilizar, prefiriendo otros, verdaderas drogas de infierno, que os destrozan el alma y el cuerpo.

¿Cesan por eso acaso de existir, esas fuentes, cuyas gotas son sales disueltas, arrebatadas a los minerales encerrados en el seno de vuestro planeta y que afloran por estratos y venas del suelo hasta  la superficie, glaciales o hirviendo, insípidas, incoloras, inodoras, o con sabor, color, olor sensible para vuestros sentidos? No. Estas continúan creándose, como la sangre de vuestro cuerpo, en el interior de la Tierra, por un proceso de asimilación y de transformación continua, como la del alimento que se hace sangre en vuestro organismo, nutriendo los tejidos y las médulas, los órganos y las células, que después son productoras de la sangre. Continúan rezumando así como el sudor que sigue apareciendo a través de los tejidos. Ellas obedecen. Cuando eso dejara de producirse, se producirán explosiones terrestres y la Tierra, como una caldera sin orificios, explotaría causándoos la muerte.
María, Yo quiero que tú seas como una de esas fuentes.
Yo te nutro por un proceso de asimilación conmigo, querido por mi Bondad. Pero tú, sin preocuparte de si los enfermos de espíritu vienen o no a ti, para beber lo que brota, que es mi Palabra, debes seguir con tu misión de fuente, que se colma y se deja sacar agua, y si no sacan agua aquéllos para los que se ofreció especialmente y que deberían hacerlo, más porque no la consideran saludable y santa, se desborda, y se benefician solo aquellos que casualmente entran en contacto con ella.

Yo alimentaré siempre en ti la fuente de mi Palabra. Me basta con que me des amor, humildad, voluntad, espíritu de sacrificio, pero si tienes el amor, lo tienes todo, porque este es el genera a todas las virtudes.

El que ama es humilde con el Amado en que ve toda la Perfección. Quien ama es solícito para satisfacer el Amado. Quien ama no siente repugnancia ante el sacrificio, si este sacrificio puede servir al Amado. Esto vale también para los valores humanos. Se centuplica cuando el Amor es sobrehumano.

Y tú que ya conoces el fruto de la humildad y del sacrificio, dos potentes imanes que me atraen con todos mis dones espirituales, aumenta hasta la anulación y hasta el delirio la humildad y el sacrificio.

¡Vivan las víctimas enloquecidas por el divino Amor, arrebatadas en él, los vencedores del mundo que lo ponen bajo sus pies, y los conquistadores de Dios, de Cristo, Víctima suprema!


ORACIÓN DE LA VIRGEN AL VERBO

¡Oh santa Palabra! Don entregado a los predilectos de Dios, vestidura de fuego que ciñes de esplendores, vida que te haces Vida de aquellos a quienes te das, que Tú seas cada vez más amada con ardor y humildad.
Obra en estos hijos tuyos y de María, a los que ella tomó por suyos al pie de la Cruz para consuelo de su Corazón de Madre a la que le mataron su Hijo adorado, y para gloria de tu divino Corazón ¡oh, Palabra santísima de mi Dios y Señor!
Condúcelos hasta tu Corazón y hasta el Corazón Inmaculado de tu Madre, en el que Tú dormiste de Niño y te posaste después de muerto, en el que aún quedan gotitas de tu Sangre y de su llanto materno, para que, a su contacto, desaparezca cuanto les queda de humano y, resplandecientes con tu Luz, entren contigo en la Ciudad en la que todo es eterna perfección y donde Tú reinas y reinarás, Hijo santo de Dios, encarnada Palabra del Padre.





sábado, 25 de noviembre de 2017

MUCHA GENTE, COMO ESAÚ, HA VENDIDO SU PRIMOGENITURA POR UN PLATO DE LENTEJAS, ES LO QUE HACEN HOY DÍA LOS QUE SE HAN APARTADO DE LA LEY DE JESÚS.


Gracias, Señor por tanto Amor
para tus hijos.






Dice San Juan de la Cruz que, cuando Dios en la contemplación mística, visita el alma, a esta le parece que Dios no tiene otra cosa que hacer que ocuparse de ella, y que la trata con una deferencia y un Amor tan grandes, como si ella fuera la única Criatura de la Creación.

También dice que, por habernos creado, le debemos profundo agradecimiento, y por habernos redimido, le debemos amor eterno.

¿Cómo puede ser posible que Jesús, que ha entregado todo lo que tenía en la Tierra, que no es su Reino, incluso su propia Vida, de una manera completamente desinteresada, pidiendo solo nuestro amor, para darnos las riquezas inconmensurables y eternas del Cielo, tenga menos seguidores que Satanás, que no ha entregado ni un solo pelo de su rabo, de una manera completamente interesada, para que seamos sus esclavos en esta Tierra y desgraciados por toda la eternidad?

¡Para colmo, amando a Jesús, y siguiendo sus mandamientos, somos mucho más felices en esta Tierra que los seguidores de Satanás, ya que en este mundo, ellos nunca podrán tener una satisfacción plena, porque todo es un espejismo, estando este mundo y todos los hombres en continua agonía. Porque estamos todos subidos en un tren que no para y que nos conduce a la muerte del cuerpo, ya que más tarde o más temprano todo morirá. Los que hemos seguido a Jesús resucitaremos con Él. Los otros se hundirán en el Abismo con su siniestro amo.

Esto me recuerda la famosa historia del que telefoneó por error a una funeraria, preguntando si había llegado cierta persona, le contestaron que todavía no, pero que no se preocupara, que tarde o temprano, es seguro que vendría.





martes, 21 de noviembre de 2017

COMENTARIOS SOBRE LAS PALABRAS DEL PROFETA BARUC, DENUNCIANDO LA RELAJACIÓN MORAL Y EL OLVIDO DE DIOS, PALABRAS MÁS ACTUALES QUE NUNCA.



El Evangelio, que es Palabra de Dios, y el ejemplo del sublime Redentor
han predicado a  la Ley de una manera inequivoca, hoy día muchos
se esfuerzan en tratar de reinterpretarla.



Profeta Baruc 1, 15-22.


Ustedes dirán: Al Señor, nuestro Dios, pertenece la justicia; a nosotros, en cambio, la vergüenza reflejada en el rostro, como sucede en el día de hoy; vergüenza para los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, para nuestros reyes y nuestros jefes, para nuestros sacerdotes, nuestros profetas y nuestros padres.
Porque hemos pecado contra el Señor, le hemos sido infieles y no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, que nos mandaba seguir los preceptos que él puso delante de nosotros.
Nosotros decimos hoy: a Jesús, nuestro Dios que murió, padeció, sufrió rechazo y fue crucificado, pertenece a la Justicia que se verá reflejada en el Juicio final; ya que gracias a su Misericordia, en este mundo nos muestra su bondad, para así tratar de cambiar la conducta de los que se han apartado de la Ley. 
Sin embargo, esta bondad y amor de Dios hacia la humanidad, no está dando sus frutos, ya que del tiempo del Profeta Baruc, la gente, los reyes y los sacerdotes se avergonzaban de sus pecados, y ahora cunde el relativismo y el supuesto racionalismo, que ha puesto en plan de igualdad al pecado y a la Virtud, es decir a Dios y Satanás, haciendo suya la mentalidad de Lucifer que se quiere poner a la altura de Dios.

Desgraciadamente ese amor de Jesús a la humanidad, no ha sido correspondido par la gran mayoría de la gente,  hace 50 años, todos los pecados como el aborto, la drogadicción, el divorcio, las relaciones homosexuales, el abandono del sacerdocio, estaban mal vistos por la Sociedad, que se avergonzaba de estos hechos. Satanás ha conseguido darle la vuelta a este estado de cosas: su táctica es siempre la misma, como lo explica San Juan de la Cruz, empieza proclamando una gran verdad, ya que sabe que el mal conocido nunca será admitido, y como la aguja que penetra en la tela introduce después el hilo de la mentira. Dios es amor, y todos somos hijos suyos, es la aguja de la verdad, que ha permitido introducir el hilo de la mentira: todo es relativo, el pecado si existe, es una cosa natural ya que Dios no lo castiga, transformando así a Dios en un ser tolerante e indiferente ante el vicio y el pecado, por consiguiente, como dijo el Arzobispo presidente de la conferencia episcopal alemana, Dios no ha venido a redimirnos, ¡Pero ha venido para enseñarnos como nos tenemos que comportar ante el sufrimiento! 

"¡Os tenemos que pedir perdón, porque nosotros los curas hemos inventado el Infierno!", como oímos mi mujer y yo mismo en una misa de Navidad concelebrada y repleta de gente en el centro de Granada, de la boca del celebrante, que subió el niño Jesús al altar debajo del brazo como si fuera una maleta. Siempre he pensado que si en el público asistente a la Misa, alguien estuviese hundido en el pecado mortal, nunca se levantaría si Dios no lo remediara. En ese caso, la responsabilidad sería de ese sacerdote. 

como nos afirmó impasible el Señor Arzobispo: "El Infierno está vacío, porque todos somos hijos suyos, y Dios no puede mandar a sus hijos al Infierno eterno"(sic), citándole la parábola del rico Epulón y del Pobre Lázaro, me dijo que eso eran interpretaciones mías, me quedé tan sorprendido, que se me olvidó decirle, que eso era también la interpretación de todos los grandes santos, también me dijo que no quería saber nada de exorcismos, ya que eso era meter miedo a la gente.

Lo mismo me dijo cierto Párroco de un pueblo, afirmándome que era experto en psicología, y que todos los efectos que se producen en los exorcismos ¡Son debidos al efecto placebo! Se ve claramente, que ese pobre sacerdote nunca asistió a ningún exorcismo, y me vienen a la mente todos los numerosos exorcismos en donde estuve ayudando al padre Fortea, en Nuestra Señora de Zulema (Alcalá de Henares). 

Sigue el Profeta Baruc

Desde el día en que el Señor hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, hasta el día de hoy, hemos sido infieles al Señor, nuestro Dios, y no nos hemos preocupado por escuchar su voz.
Por eso han caído sobre nosotros tantas calamidades, así como también la maldición que el Señor profirió por medio de Moisés, tu servidor, el día en que hizo salir a nuestros padres del país de Egipto, para darnos una tierra que mana leche y miel. Esto es lo que nos sucede en el día de hoy.
Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a todas las palabras de los profetas que él nos envió.
Cada uno se dejó llevar por los caprichos de su corazón perverso, sirviendo a otros dioses y haciendo el mal a los ojos del Señor, nuestro Dios.
Con estas palabras del Profeta, queda perfectamente descrita la mentalidad de muchos de los miembros de la Iglesia de Dios, ya que si antiguamente los Profetas eran los que denunciaban a los responsables sus errores y Dios les avisaba cuando se apartaban del camino, ahora esa misión la han realizado los grandes Santos y Doctores de la Iglesia, como San Juan de la Cruz, el Santo Cura de Ars, y más recientemente el Padre Pío de Pietrelcina, y tantos santos ocultos, como son todas las personas que han conservado su fe, heredada de sus antepasados, y llevan una vida ejemplar, que no tiene absolutamente nada que ver con la mentalidad de tantos teólogos y sacerdotes, que están predicando con sus palabras y su ejemplo, una doctrina perversa.