Dios no es un Ser desinteresado, es el primer egoísta de la Creación
Fueron dos Sacerdotes de la Parroquia de los españoles en Toulouse (Francia), (q.e.p.d.), que invitados a comer en casa de mis padres, en el año 1.958 declararon, siendo yo aún adolescente y sin conocimientos religiosos profundos, esta frase:
“En el mundo todos los hombres y mujeres obran por egoísmo, ya que siempre en toda acción existe una parte de amor propio o de interés. Incluso una madre que va a dar a luz en un parto difícil, cuando dice: “Prefiero morir, para que mi hijo viva, también esta afirmación puede ocultar una parte de egoísmo, ya que puede decirlo, para que la gente piense bien de ella, y la vea como una madre perfecta…”.
Hasta aquí, creo que esta afirmación puede ser posible, y por eso puede encerrar una parte de verdad, ya que el hombre más perfecto, siempre tiene en sí, la huella del pecado original, que solo desaparece cuando el alma se ha purificado y eliminado las raíces del mal, que solo el lavacro con el agua del costado de Cristo puede producir.
Este lavacro, que San Juan de la Cruz llama noche oscura del espíritu, es la que restablece en el hombre la inocencia perdida en el Jardín del Edén. Cuando el alma ha recobrado este estado después del paso por esa horrenda noche, verdadero Purgatorio de la Tierra, entonces el alma se vuelve de una inocencia tal que, aunque vea producirse un terrible crimen, no ve mal alguno.
Estará entonces en disposición de hablar con Dios como lo hacían Adán y Eva antes de comer del fruto que les inoculó a ellos y a todos sus descendientes, menos a María Santísima, el veneno de Satanás: El conocimiento del bien y del mal.
Pero cuando esos dos Sacerdotes pronunciaron las palabras heréticas, fue cuando afirmaron rotundamente:
“¡Y el primer egoísta de la Creación es el mismo Dios porque el catecismo indica que el hombre fue creado para conocer, amar y servir a Dios. (sic)”
Yo en aquella ocasión no supe refutar esa afirmación, pero mi hermano mayor, profundamente indignado le preguntó:
“¿Si Dios por voluntad propia, hiciera desaparecer en un momento toda la Creación, variaría en algo su esencia?, a lo cual sorprendidos por la contundencia de la persona y sin pararse a pensar, los sacerdotes contestaron: “Dios no puede sufrir variación alguna ni en más ni en menos, porque Él no puede ni crecer ni menguar, ya que es un ser infinito”.
Luego al darse cuenta de su error, desviaron la conversación.
Unos días después, me encontré con uno de ellos por la calle, y me dijo: “Estaba pensando en tu hermano, que contestó esas palabras", pero no dio su brazo a torcer, alegando que a pesar de todo, ellos tenía razón, es decir que en Dios había un interés egoísta”.
Es increíble el trabajo de Satanás en esas almas y como les conforma la mente de una manera tal, que las almas siguen “erre que erre”, sumidas en el error, y me pregunto: ¿Para qué les sirvieron tantos años de estudios teológicos?, me recuerda cuando los Fariseos veían a Jesús hacer milagros de misericordia, y decían que lo hacía con el poder de Belcebú, que por definición es el ser menos misericordioso, y padre de todas las desgracias.
Si hubiera tenido los conocimientos teológicos actuales, la refutación a esas palabras sacrílegas (¡Dios les haya perdonado, hace ya unos 60 años por esas palabras sacrílegas!), habría sido bien sencilla y evidente:
Dios es Amor, Amor verdadero, que es auténtico, como lo explica San Juan de la Cruz, cuando afirma: “Quiero lo malo y dificultoso para mí, y lo bueno y dichoso para ti”.
Y una de las características principales de ese Amor, lo que demuestra su autenticidad, es que el Amor, cuando es verdadero tiene que darse a los otros, ninguna persona ama de verdad si no se entrega a los demás, es una obligación imperiosa, que es una característica del Amor, por esa razón el primer mandamiento de amar a Dios sobre todas las cosas no puede desligarse del amor al prójimo, y un amor sin el otro es una pura falacia, por eso el que dice que ama a Dios y no ama al prójimo, o que ama al prójimo, como lo afirman los políticos, y no aman a Dios, son unos embusteros.
Y de la misma manera que está reflejado en el proverbio castellano que dice: “Obras son amores y no buenas razones”, Dios todopoderoso para demostrar que su amor es infinito, nos dio a su Divino Hijo que es la perfección infinita también, para redimirnos y arrancarnos de las garras de Satanás.
Y esto es una de las características del Amor verdadero, que da a la persona amada todo lo que tiene, y no guarda nada para sí, por eso el Sagrado matrimonio Cristiano es así, los esposos dan el uno al otro todo lo que poseen y ponen todos sus bienes en común, y por esa razón está escrito en la Biblia que en el Reino de Dios seremos dioses por participación, no por naturaleza pero sí por herencia.
Los que guardan algo para ellos, no tienen el verdadero Amor, por eso leemos en los Actos de los Apóstoles, que cuando los primeros cristianos ponían en común todas sus pertenencias, el matrimonio que había guardado algo para sí, cayó fulminado por Dios ante todos.
Y me pregunto: ¿Que enseñan en los Seminarios a los Sacerdotes para que prediquen esas doctrinas heréticas? ¿para qué les han servido tantos años de seminario, si no han comprendido lo más importante: como es el amor de Dios que es la fuerza gratuita y el motor de la vida material y espiritual?
Del Evangelio como me ha sido revelado de Mª Valtorta
(18 de Julio de 1.944)
Dice Jesús:
"Hay levadura y levadura. Está la levadura del Bien y está la del Mal. La levadura del Mal, veneno satánico, fermenta con mayor facilidad que la del Bien, porque encuentra la materia más adecuada para su fermentación en el corazón del hombre, en el pensamiento del hombre, en la carne del hombre, seducidos los tres por una voluntad egoísta, contraria, por tanto, a la Voluntad universal que es la de Dios.
La voluntad de Dios es universal porque no se limita nunca a un pensamiento personal, sino que tiene presente el bien de todo el universo. A Dios nada puede aumentarle ninguna perfección, habiendo poseído todo de forma perfecta. Por tanto, no puede haber en Él un pensamiento propio de ganancia en la base de ninguna acción suya.
Cuando se dice: "Se hace esto para mayor gloria de Dios, en el interés de Dios", no es porque la gloria divina sea susceptible en si misma de aumento, sino porque toda cosa que es en la Creación lleva una impronta de bien y toda persona que haga el bien - y por tanto merezca poseerle -, se adorna con el signo de la Gloria divina y da así gloria a la Gloria misma, que ha creado gloriosamente todas las cosas. Es un testimonio, en definitiva, dado a Dios por las personas y las cosas: testificando con hechos acerca del origen perfecto del que proceden.
Por eso, Dios cuando os manda, os aconseja u os inspira una acción, no lo hace por interés egoísta, sino por un pensamiento altruista, caritativo, de bienestar vuestro. Por eso la voluntad de Dios no es nunca egoísta; antes bien, es una voluntad enteramente abierta al altruismo, a la universalidad; la única y verdadera fuerza en el mundo universo que tenga pensamiento de fuerza universal".