LA HUMILDAD ES LA MADRE DE TODAS LAS VIRTUDES, ASÍ COMO EL ORGULLO ES EL PADRE DE TODOS LOS VICIOS. |
EVANGELIO DE SAN MATEO
(Mat 11, 25-30)
Por aquel tiempo, tomó Jesús la palabra y dijo: Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque ocultaste esas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos. Sí, Padre porque así te plugo. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo quisiera revelárselo.
Venid a Mí, todos los que estáis fatigados y cargados, que Yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, pues mi yugo es blando, y mi carga ligera.
DICHOS DE LUZ Y AMOR DE SAN JUAN DE LA CRUZ
-Tenga ordinaria memoria en la Vida eterna, y que los más abatidos y pobres y en menos se tienen, gozarán del más alto Señorío y Gloria de Dios.
- Para enamorarse Dios del alma, no pone los ojos en su grandeza, sino en la grandeza de su humildad.
- Más quiere Dios de ti, el menor grado de obediencia y sujeción, que todos esos servicios que le quieres hacer.
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En el Evangelio, vemos que a la petición de los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, de que Jesús les reserve en su Reino una plaza a cada uno, a su derecha y a su izquierda, Jesús les pregunta si son capaces de beber su cáliz y recibir su bautizo, que simbolizan su terrible Pasión y su sublime Sacrificio en la Cruz, que son las señales más evidentes de su semejanza y de su pertenencia.
Luego Jesús les aconseja de que si quieren ser grandes en los Cielos, tienen que ser pequeños en la Tierra, y aquí está uno de los actos más desconocidos e incomprendidos por la mayoría de los que se dicen Cristianos. Es la virtud de la humildad, don del Espíritu Santo, que va siempre acompañada con el Santo temor de Dios, que es necesario tener para alcanzar toda la fuerza y las virtudes necesarias para combatir los terribles enemigos del alma: Mundo, Demonio y Carne.
El primer enemigo, el Mundo solo se puede vencer con ese don de Dios: La Humildad, si no se tiene este escudo protector, el Mundo siempre triunfará, porqué las raíces del Pecado Original, que es un pecado de orgullo, aún subsisten en el alma de todos los mortales, y solo se destruyen con la humildad.
El segundo enemigo, el Demonio, solo vence al alma soberbia, y no alcanza a derribar al verdadero humilde, ya que todo su tentación se basa en el orgullo, que siempre va asociado al odio, y a todo su ejército de múltiples guerreros: la gran multitud de todos los vicios y aberraciones que conllevan.
El tercer enemigo, la sensualidad, se vence más fácilmente con la humildad, porque como lo dice la Sagrada Escritura, un abismo llama a otro abismo, y así como el abismo abisal de la Soberbia es la madre de todos los vicios, el de la Humildad es la madre de todas las Virtudes.
Se puede pues afirmar que la Humildad es como el escudo protector del campo magnético de la tierra que desvía todas las partículas atómicas nocivas enviadas por el sol, y que permite la orientación de los seres humanos y de los animales migratorios hacia su destino, de la misma manera, esta gran Virtud nos protege de los ataques de nuestros enemigos y nos indica el rumbo a seguir para alcanzar la Vida Eterna.
Se puede también, por esa razón afirmar que el Infierno está lleno de almas que no han tenido esta protección porque no la han querido y la han rechazado, y el Cielo sin embargo ha recogido a todos los humildes.
Dice San Pablo:
Dice San Pablo:
Hermanos:
¡Que nadie se engañe! Si alguno de ustedes se tiene por sabio en este mundo, que se haga insensato para ser realmente sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios. En efecto, dice la Escritura: El sorprende a los sabios en su propia astucia, y además: El Señor conoce los razonamientos de los sabios y sabe que son vanos.
En consecuencia, que nadie se gloríe en los hombres, porque todo les pertenece a ustedes: Pablo, Apolo o Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente o el futuro. Todo es de ustedes, pero ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios.
En el Sermón de las Bienaventuranzas, Jesús dice, dirigiéndose a los Humildes, hijos de Dios: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos". Y también dirigiéndose a los soberbios, hijos de Satanás: "¡Ay de vosotros los ricos!", porque los Soberbios son los ricos de corazón y los Humildes los pobres de espíritu.
Y también las palabras de Jesús: "Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de los Cielos", y aquí, esta afirmación no se aplica solo a los ricos pecuniarios como al rico Epulón, pero sobre todo se refiere a los Soberbios.