MENSAJE DE LA VIRGEN MARÍA

DIJO LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA:

“QUIERO QUE ASÍ COMO MI NOMBRE ES CONOCIDO POR TODO EL MUNDO, ASÍ TAMBIÉN CONOZCAN LA LLAMA DE AMOR DE MI CORAZÓN INMACULADO QUE NO PUEDO POR MÁS TIEMPO CONTENER EN MÍ, QUE SE DERRAMA CON FUERZA INVENCIBLE HACIA VOSOTROS. CON LA LLAMA DE MI CORAZÓN CEGARÉ A SATANÁS. LA LLAMA DE AMOR, EN UNIÓN CON VOSOTROS, VA A ABRASAR EL PECADO".

DIJO SAN JUAN DE LA CRUZ:

"Más quiere Dios de ti el menor grado de pureza de Conciencia que todas esas obras que quieres hacer"


A un compañero que le reprochaba su Penitencia:

"Si en algún tiempo, hermano mío, alguno sea Prelado o no, le persuadiere de Doctrina de anchura y más alivio, no lo crea ni le abrace, aunque se lo confirme con milagros, sino Penitencia y más Penitencia, y desasimiento de todas las cosas, y jamás, si quiere seguir a Cristo, lo busque sin la Cruz".

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martes, 26 de noviembre de 2013

14 DE DICIEMBRE FIESTA DE SAN JUAN DE LA CRUZ. EMOCIONANTE RELATO DE LA MUERTE DE SAN JUAN DE LA CRUZ, MUESTRAS INCREÍBLES DE PERDÓN Y DE HUMILDAD


Pregunta Jesús: Juan ¿Que quieres por tus servicios?
Señor, padecer y ser despreciado por vuestro amor


En esta breve explicación de Jesús a la gran mística María Valtorta, está relatada de una manera sobrenatural, se ve como el proceder de los Santos desde su comportamiento hasta su martirio, sirve no solo para su santificación, pero sobre todo para que la acción de Dios pueda producirse para convertir y salvar a sus perseguidores, para que logren convertirse y así escapar a las garras de Satanás, es decir para completar la Redención de Cristo con la Humanidad, ya que los Santos de ayer y de hoy son los instrumentos perfectos para alcanzar este fin y, como lo dice San Pablo, completar lo que le falta a la Redención de Cristo Jesús.

Y este ejemplo, lo podemos ver en la vida de todos los verdaderos Santos, que con su humildad lograron aplacar la soberbia de sus hermanos, y a este respeto recuerdo la Vida de San Juan de la Cruz, que siendo Prior le reprochó a un hermano de congregación su comportamiento, que no era acorde con su condición de Carmelita, que es una Orden contemplativa, y a este fraile le gustaba dedicarse a predicar fuera del convento. Cuando San Juan de la Cruz, llegó enfermo al convento de Úbeda, como simple fraile, se encontró a este hermano como superior, el cual estaba  tocado por la soberbia aún latente en su corazón.


VIDA DE SAN JUAN DE LA CRUZ
(Por Fray Crisógono de Jesús Sacramentado)


    (…) Con esta solicitud de religiosos y seglares por aliviar al enfermo contrasta la actitud del Prior, fray Francisco Crisóstomo. Le duelen los gastos que ocasiona la enfermedad, las visitas que se hacen al enfermo, el interés cada día más vivo y general, con que tantos vecinos de Úbeda preguntan por él. No puede disimularlo. (…) Pero la necesidad material de la casa no es en el Prior más que un pretexto: siente verdadera animadversión contra el padre fray Juan. El hermano Bernardo de la Virgen, uno de los que más asiduamente le asisten como enfermero, ha observado que el Padre Crisóstomo, molesta al enfermo en todo lo que puede: prohíbe que le visiten los frailes sin expreso permiso suyo; cuando entra en su celda le dice palabras que le hagan sufrir; hasta le recuerda, como vengándose, cosas pasadas desagradables. 

Fray Bernardo dice “que eran increíbles las cosas que acerca de esto pasaban”. Incluso prohíbe que lleven a lavar las vendas sucias a casa de María de Molina. El donado las recoge y se va a cumplir el encargo. Pero en el camino se encuentra con el Prior, que le pregunta a donde va. Cuando el hermano le dice que va a lavar las vendas, el padre Crisóstomo le replica que lo deje y no se ocupe de ello. Fray Francisco se lamenta de ello en la celda del padre fray Juan, y el enfermo le dice dulcemente: “No se le dé nada, hermano, encomiéndelo a Dios y tenga paciencia que él nos la dará” (…)

     Pero hay quien levanta la voz de protesta; es precisamente un hermanito lego, su enfermero fray Bernardo de la Virgen, el que duerme en la misma celda por acompañarle y atenderle. El Padre fray Juan se harta por agradecerle cuanto hace por él y de pedirle perdón por las molestias que le ocasiona. El padre Prior, molesto porque fray Bernardo atiende cariñosamente al enfermo, le quita de enfermero con un precepto formal. El hermanito, indignado, no lo aguanta, y escribe inmediatamente al provincial de Andalucía poniéndole al corriente de lo que pasa en Úbeda. 

Es provincial el Padre Antonio de Jesús, el viejo compañero de fray Juan en la iniciación de la Reforma carmelitana en Duruelo. Este corre inmediatamente al lado del enfermo, reprende duramente al Prior su conducta, manda a los religiosos que lo visiten, y volviendo al hermano Bernardo el oficio de enfermero, le encarga que asista caritatívamente al enfermo. Si el Prior se niega a proporcionarle alguna cosa, debe comprarla él mismo, buscando dinero donde pueda, luego le avise, y él lo pagará todo con dineros de la Provincia.

     (…) Es el día 13. Fray Juan conoce que se acaba por momentos, y dice al  hermano Diego que llame al Padre Prior. Cuando lo tiene delante – el hermano está también en la celda del enfermo - , después de haberle pedido perdón al padre Francisco Crisóstomo por las molestias que le ha ocasionado durante la enfermedad, le dice: “Padre nuestro, allí está el hábito de la Virgen que he traído a uso; yo soy pobre y no tengo con que enterrarme. Por amor de Dios, suplico a vuestra Reverencia que me le dé de limosna”. Y le pide la bendición.

 El Prior, compungido, le pide a su vez que le perdone porque no ha podido atenderle como quisiera debido a la pobreza de la casa. “Padre prior – le contesta el enfermo - , yo estoy contento y tengo más de lo que merezco, y no se fatigue ni aflija que hoy esté esta casa con la necesidad que sabe, sino tenga confianza en Nuestro Señor, que tiempo ha de venir en que esta casa tenga lo que hubiere menester”. 

El padre Crisóstomo y se emociona y sale de la casa llorando. Luego le verá el padre Bartolomé de San Basilio hasta tres veces de rodillas ante la cama del enfermo, y termina por pedirle el breviario como recuerdo. “Yo no tengo cosa mía que dar a vuestra reverencia – le dice fray Juan -; todo es suyo, pues es mi Prelado”

Recibida la extremaunción, que él mismo ha pedido, toma en sus manos un crucifijo y le besa los pies repetidas veces, diciendo jaculatorias o versículos de le Escritura. El padre Agustín de San José le dice: “Ya es tiempo que le pague Nuestro Señor a vuestra reverencia sus grandes trabajos”. 

“No me diga eso, padre, que le certifico que no he hecho obra que no me esté ahora arrepintiendo”. 

Y al padre Provincial fray Antonio de Jesús, que le habla, le dice: “Padre, perdóneme, que no le puedo responder, que me estoy consumiendo en dolores”.

     Suenan las doce en el reloj de la iglesia del Salvador. El hermano Francisco sale de la celda del enfermo para tocar a maitines. “¿A qué tañen?”, pregunta fray Juan al oír las primeras campanadas. Cuando le dicen que a maitines, como si le hubieran dado la señal de la partida, exclama gozoso: “¡Gloria a Dios, en el Cielo las iré a decir!” Pone sus labios en el crucifijo que tiene en las manos, dice pausadamente: In manos tuas, Domine, commendo spiritum meum”, y expira.

     No ha habido congojas ni contorsiones de agonía. El rostro, antes trigueño, queda blanco, transparente de luminosidad, y el cuerpo, lleno de llagas, comienza a despedir olor de rosas. Es el 4 de Diciembre de 1.591.






Del libro de “Los Cuadernos de 1.944” de María Valtorta
(Dictado del 20 de Enero de 1.944)

Dice Jesús:-

                Cada una de las penas superadas sin doblegarse aumenta la unión con el Cielo. Recuérdalo. Allí todo se ve con una nueva luz. Aún a esos, a quienes ahora deberíais amar solo por amor mío (pues su conducta te impulsa, dada tu naturaleza, a no amarlos), allí les amarás por amor tuyo, pues los verás cómo los medios por los cuales has obtenido el infinito Tesoro que Yo significo.

                La última oración de los mártires era para sus verdugos, para que estos alcanzaran la Luz. La última oración de los Santos era para sus opresores, para que estos alcanzaran la Caridad.

                No sabes, ¡Oh, no lo sabes!, mas Yo te lo diré. En muchos superiores de los conventos, a pesar del hábito talar que significaba la renuncia a la carne, persistió una naturaleza tal que les llevaba a la soberbia y por lo tanto, hacia la falta de caridad hacia sus subordinados; fueron capaces de arrepentimiento y a través de él, llegaron a un renacimiento espiritual - que es el comienzo del nacer para el Cielo – justamente gracias a las oraciones de un “Santo” de su propio ambiente, que retribuyó sus durezas e injusticias con actos de sobrehumano amor, y rezó y sufrió por la redención de ese corazón que tan escaso amor les dispensaba. 

Ahora, en el Cielo, mis ángeles ven que el oprimido y el opresor están vecinos y no predomina el opresor sino el oprimido qué, como un padre amoroso, mira con júbilo al que salvó y que ahora ha entrado en la Vida eterna gracias a su verdadero amor.

                La luz de estos espíritus que salvaron a sus torturadores es una luz especial y proviene del rayo de mi costado abierto de mi corazón, que en la cruz rezó por quienes lo crucificaron, pues los que rezan por quien les hacen sufrir son semejantes a Mí, que recé por mis verdugos.

              Ten confianza en Mí, que todo lo veo, y paciencia hacia los demás, hacia las cosas que se ensañan contra vosotros. La recompensa es tan grande, que merece todos los sacrificios. Y no tardará en llegar.


      No te abatas. Deja que los demás sean como quieren ser. Tú sé mía y basta. O mejor, reza – que es la caridad más grande – para que los demás sean lo que Yo quiero que sean. Y sé siempre mía. Ve en paz. Te bendigo.






miércoles, 20 de noviembre de 2013

MARÍA LA CORREDENTORA, MEDIANERA DE TODAS LAS GRACIAS DE DIOS; ALABANZAS DE JESÚS A SU MADRE, A LA CUAL NO LE NIEGA NADA DE LO QUE LE PIDE


Virgen Dolorosa de Murillo

  
Este extraordinario relato de los sufrimientos de María en toda su vida, desde que dijo al Arcángel Gabriel que era la esclava del Señor, no están relatados por ningún teólogo, sino por el mismo Jesús. Ella ha sufrido durante los 33 años de la Vida de Jesús, y también sufre ahora mismo por los pecadores en la Iglesia Católica y los "hermanastros" protestantes, que la consideran una mujer cualquiera que tuvo también otros hijos de su matrimonio con San José. 


En este escrito están relatados todos los tremendos sufrimientos de la Virgen María que, como Madre de la Iglesia y de la Humanidad, tiene que soportar el doloroso parto espiritual de sus hijos, para poderles alumbrar a la Vida espiritual y eterna, de una manera similar, pero mucho más intensa que lo que sufre una madre para dar a luz a su hijo por culpa del pecado original. 


La Santísima Virgen María ha alumbrado espiritualmente a toda la humanidad, como así lo declaró Jesús en la Cruz, por eso la podemos llamar Madre sublime, porque nuestra madre humana solo nos ha dado una vida material y efímera, mientras que la Virgen María nos da una vida espiritual y eterna, siendo nuestro Padre Jesús, quien sufrió ella su terrible Pasión, porque antes de hacernos renacer espiritualmente, tuvo que redimirnos para arrancarnos del poder de Satanás, y lavar la culpa original con el agua de su costado, que para los que quieren recibirlo amándolo y seguir sus mandamientos, se transformarán en hijos y Coherederos de Dios y por toda la eternidad apagarán su sed en fuentes de agua viva. Estos sufrimientos, como Madre espiritual del Género Humano, así como la lucha de Satanás en contra de sus hijos, está fielmente reflejado en el libro del Apocalipsis:


"Una gran señal apareció en el cielo; una mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Estaba encinta y las angustias del parto le arrancaban gemidos de dolor" (Ap 12-1,2)

Maravillosa descripción de la Virgen María, el sol simboliza la pureza de la Inmaculada, y la luna bajo sus pies que sale de noche, indica que es vencedora de las tinieblas, es decir de Satanás, la corona de doce estrellas son los elegidos del Antiguo Testamento: los de las doce tríbus de Israel, y los del Nuevo Testamento los doce Apóstoles, esto demuestra que es la nueva Eva, Madre y Corredentora de toda la Humanidad pasada, presente y futura. 
Los dolores del parto simbolizan también todos los sufrimientos espirituales de la Virgen María, que describe Jesús a María Valtorta, ya que en el nacimiento de Jesús, por la ausencia del pecado original, no sufrió los dolores físicos del parto, común a todas las madres.

"(...) Irritado el dragón por su fracaso con la mujer, se fue a hacer la guerra con el resto de su linaje, a los que observan los mandamientos de Dios y dan testimonio de Jesús. Y el dragón se quedó al acecho junto a la orilla del mar" (Ap 12-17,18).

Y aquí está la prueba de que todos los que observan los mandamientos de Dios y dan testimonio de Jesús, se encontrarán en su camino a Satán, que les saldrá al paso, por eso me maravillo cuando oigo a mucha gente consagrada decir que el Demonio es un mito, y que ¡los fenómenos producidos en los exorcismos son debidos al efecto placebo! Esto demuestra que este tipo de individuos herejes, ni observan los mandamientos de Dios, ni saben dar testimonio de Jesús.





Del Evangelio tal como me ha sido revelado, 
de María Valtorta 
(14 de Febrero de 1.944)


Dice Jesús:

“No he olvidado tampoco este dolor de María, mi Madre. Haber tenido que lacerarla con la expectativa de mi sufrimiento, haber debido verla llorar. Por eso no le niego nada. Ella me lo dio todo. Por eso yo le doy todo. Sufrió todo el dolor, le doy toda la alegría.

Quisiera que, cuando penséis en María, meditarais en esta agonía suya que duró treinta y tres años y culminó al pié de la Cruz. La sufrió por vosotros; por vosotros las burlas de la gente, que la consideraba madre de un loco; por vosotros las críticas de los parientes y de las personas de importancia; por vosotros mi aparente desaprobación: “Mi madre y mis hermanos son aquellos que hacen la voluntad de Dios”. Y, ¿quién más que ella lo hacía? 


Y una voluntad tremenda, que le imponía la tortura de ver martirizar al Hijo, Por vosotras la fatiga de ir de acá para allá, a donde Yo estaba; por vosotros, los sacrificios: desde dejar su casita y mezclarse con las muchedumbres, al de dejar su pequeña patria por el tumulto de Jerusalén; por vosotros el deber estar en contacto con aquel que guardaba dentro de su corazón la traición; por vosotros el dolor de oír que me acusaban de posesión diabólica, de herejía. Todo, todo por vosotros.

No sabéis cuanto he amado a mi Madre. No reflexionáis en cuán sensible a los afectos era el corazón del Hijo de María. Y creéis que mi tortura fue puramente física, al máximo añadís la tortura espiritual del abandono final del Padre.

No, hijos. También experimenté los afectos del hombre sufrí por ver sufrir a mi Madre, por tener que llevarla como mansa cordera al suplicio, por tener que lacerarla con una cadena de despedidas en Nazaret, antes de la Evangelización; esta que os he mostrado y que precede a mi Pasión, ya inminente; aquella, antes de la Cena, cuando ya la Pasión está desarrollándose con la traición de Judas Iscariote, aquella, atroz en el Calvario.

Sufrí por verme escarnecido, odiado, calumniado, rodeado de malsanas curiosidades que no evolucionaban hacia el Bien, sino hacia el mal. Sufrí por todas las falsedades que tuve que oír o ver activas a mi lado: las de los fariseos hipócritas, que me llamaban Maestro y me hacían preguntas no por fe en mi inteligencia, sino para tenderme trampas; las de aquellos a quienes había favorecido y se volvieron acusadores míos en el Sanedrín y en el Pretorio; aquella, premeditada, larga, sutil de Judas, que me había vendido y continuaba fingiéndose discípulo; que me señaló a los verdugos con el signo del amor. Sufrí por la falsedad de Pedro, atrapado por el miedo humano.


¡Cuanta falsedad, y cuan repelente para mí, que soy Verdad! ¡Cuanta, también ahora, respeto a mí! Decís que me amáis pero no me amáis. Tenéis mi Nombre en los labios, y en el corazón adoráis a Satanás y seguís una ley contraria a la mía.

Sufrí al pensar que en relación al valor infinito de mi Sacrificio – el Sacrificio de un Dios – demasiado pocos se salvarían.

A TODOS – DIGO: A TODOS – LOS QUE A LO LARGO DE LOS SIGLOS SOBRE LA TIERRA PREFERIRÁN LA MUERTE A LA VIDA ETERNA, HACIENDO VANO MI SACRIFICIO, LOS TUVE PRESENTES. Y CON ESTA COGNICIÓN FUI A AFRONTAR LA MUERTE.

Ya ves pequeño Juan, que tu Jesús y la Madre suya sufrieron agudamente en su yo moral. Y largamente. Paciencia, pues si es que debes sufrir: “Ningún discípulo es más que el Maestro”, lo dije.
Mañana hablaré de los dolores del Espíritu. Ahora descansa. La paz sea contigo”.


Nota: Pequeño Juan: es el apodo de Jesús a María Valtorta.





jueves, 14 de noviembre de 2013

VISIÓN DETALLADA DE Mª VALTORTA DE LAS TENTACIONES DE JESÚS EN EL DESIERTO; EXTRAORDINARIOS COMENTARIOS DE JESÚS


Las tentaciones de Jesús en el desierto






Tomo 1º del Evangelio como me ha sido revelado
De María Valtorta

Capítulo 46: Jesús tentado por Satanás en el desierto.
Como se vencen las tentaciones

      (…) Ante mi, la soledad pedregosa que había contemplado a mi izquierda en la visión del bautismo de Jesús en el jordán. (…) Arriba, un cielo despiadadamente azul; abajo, el terreno árido, en torno rocas y silencio. Esto es lo que veo por lo que a la naturaleza se refiere.

      Apoyado en una roca que, por su forma (…) crea un embrión de gruta, y sentado en una piedra que ha sido arrastrada en la oquedad, (…), está Jesús. Se resguarda del sol ardiente. Y el interno consejero me indica que esa piedra, en la que ahora está sentado, es también su reclinatorio y su almohada cuando descansa breves horas envuelto en su manto bajo la luz de las estrellas y el aire frío de la noche. Ahí cerca, está la bolsa que le vi tomar antes de salir de Nazaret; todo su haber, por lo flácida que aparece, comprendo que está vacía de la poca comida que había puesto en ella María.

      Jesús está muy delgado y pálido. Está sentado con los codos apoyados en las rodillas y los antebrazos hacia fuera, con las manos unidas y entrelazadas por los dedos. Medita. De vez en cuando levanta la mirada y la dirige a su alrededor y mira el sol, que está alto, casi a plomada, en el cielo azul. De vez en cuando, y después de dirigir la mirada en torno a si y alzarla hacia la luz solar con vértigo, cierra los ojos y se apoya en la peña que le sirve de cobijo.

     Veo aparecer el feo hocico de Satanás. No se presenta de la forma con que nos lo imaginamos: con cuernos, rabo, etc. etc. Parece un beduino envuelto en su vestido y su gran manto, que se asemeja a un disfraz de dominó. En la cabeza, el turbante, cuyas faldas blancas caen sobre los hombros y a ambos lados de la cara para protegerlos. De manera que, de la cara, puede verse un pequeño triángulo muy moreno, de labios delgados y sinuosos, de ojos negrísimos y hundidos, llenos de destellos magnéticos. Dos pupilas que te leen en el fondo del corazón, pero en las que no lees nada, o una sola palabra: misterio.

    Lo opuesto del ojo de Jesús, también muy magnético y fascinante, que te lee en el corazón, pero en el que tú lees también que en su corazón hay amor y bondad hacia ti. El ojo de Jesús es una caricia en el alma. Este es como un doble puñal que te perfora y quema.
      
  Se acerca a Jesús: “¿Estás solo?”
  Jesús le mira y no responde.
 “¿Cómo es que estás aquí? ¿Te has perdido?”
  Jesús vuelve a mirarle y calla.
 “Si tuviera agua en la cantimplora, te la daría, pero yo también estoy sin ella. Se me ha muerto el caballo y me dirijo a pié al vado, allí beberé y encontraré a alguien que me dé un pan. Sé el camino. Ven conmigo. Te guiaré”.
 Jesús ya ni siquiera alza los ojos.
“¿No respondes? ¿Sabes que si te quedas aquí mueres? Ya se levanta el viento. Va a haber una tormenta. Ven”
Jesús aprieta las manos en muda oración.
   “¡Ah, entonces eres Tú! ¡Hace mucho que te busco! Y hace mucho que te vengo observando. Desde el momento en que fuiste bautizado. ¿Llamas al Eterno? Está lejos. Ahora estás en la Tierra, entre los hombres. Y sobre los hombres reino yo. Pero, me das pena y quiero ayudarte, porque eres bueno y has venido a sacrificarte por nada. Los hombres te odiarán por tu bondad. No entienden más que de oro, comida y sensualidad.

    Sacrificio, dolor, obediencia, son palabras para ellos más muertas que esta tierra que tenemos en nuestro alrededor. Son aún más áridos que este polvo. Solo la serpiente y el chacal pueden esconderse aquí, esperando morder o despedazar a alguno. Vámonos. No merece la pena sufrir por ellos. Los conozco más que Tú”. Satanás se ha sentado frente a Jesús, le escudriña con su mirada tremenda y sonríe con su boca de serpiente. Jesús sigue callado y ora mentalmente.

   “Tú desconfías de mí. Haces mal. Yo soy la sabiduría de la Tierra. Puedo ser maestro tuyo para enseñarte a triunfar. Mira: lo importante es triunfar. Luego, cuando uno se ha impuesto, cuando ha engatusado al mundo, puede conducir a este donde quiera. Pero primero hay que ser como les gusta a ellos, como ellos. Seducirlos haciéndoles creer que los admiramos y seguimos su pensamiento.

     Eres joven y atractivo. Empieza por la mujer. Siempre se debe comenzar por ella. Yo me equivoqué induciendo a la mujer a la desobediencia. Debería haberla aconsejado de otra forma. Habría hecho de ella un instrumento mejor y habría vencido a Dios. Actúe precipitadamente. ¡Pero Tú…! Yo te enseño porque un día deposité en Ti mi mirada con júbilo angélico y aún me queda un resto de aquel amor; escúchame y busca mi experiencia; búscate una compañera. Adonde Tú no llegues, ella llegará. Eres el nuevo Adán, tienes que tener tu Eva.

     Además, ¿Cómo podrás comprender y curar las enfermedades de la sensualidad si no sabes lo que son? ¿No sabes que es ahí donde está el núcleo del que nace la planta de la codicia y el afán del poder? ¿Por qué el hombre quiere reinar? ¿Por qué quiere ser rico, potente? Para poseer a la mujer. Esta es como la alondra. Tiene necesidad de algo que brille para sentirse atraída. El oro y el poder son las dos caras del espejo que atraen a las mujeres y las causas del mal en el mundo.

     Mira: detrás de mil delitos de distinta naturaleza, hay al menos novecientos que tienen raíz en el hambre de posesión de la mujer o en la voluntad de una mujer consumida por un deseo que el hombre aún no satisface, o ya no satisface. Ve a la mujer, si quieres saber que es la vida. Solo después podrás atender y curar los males de la humanidad.


     ¡Es bonita, la mujer! No hay nada más hermoso en el mundo. El hombre tiene el pensamiento y la fuerza. ¡Pero la mujer!... Su pensamiento es un perfume, su contacto es caricia de flores, su gracia es como vino que entra, su debilidad es como madeja de seda o rizo de niño en las manos del hombre, su caricia es fuerza que se vierte en la nuestra y la enciende. El dolor, la fatiga, la aflicción, quedan anulados cuando se está junto a una mujer y ella entre nuestros brazos como un ramo de flores.

     Dice Satanás:

     “¡Pero que tonto soy! Tú tienes hambre y te hablo de la mujer. Tu vigor está exhausto. Por ello, esta fragancia de la Tierra, esta flor de la creación, este fruto que da y suscita amor, te parece sin importancia. Pero, mira estas piedras: ¡que redondeadas son y que pulidas están, doradas bajo el sol que cae!; ¿no parecen panes? Tú, Hijo de Dios no tienes más que decir “quiero”, para que se transformen en oloroso pan como el que ahora están sacando del horno las amas de casa para la cena de sus familiares. Y estas acacias tan secas, si Tú quieres, ¿no pueden llenarse de dulces pomos, de dátiles de miel? ¡Sacíate, Oh Hijo de Dios! Tú eres el Dueño de la Tierra. Ella se inclina para ponerse a Tus pies y quitarte el hambre.

      ¿Ves como te pones pálido y te tambaleas con solo nombrarte el pan? ¡Pobre Jesús! ¿Estás tan débil, que ya no puedes ni siquiera dominar el milagro? ¿Quieres que lo haga yo en tu lugar? No estoy a tu altura, pero algo puedo. Me quedaré falto de fuerzas durante un año, las reuniré todas, pero te quiero servir porque Tú eres bueno y siempre me acuerdo que Tú eres mi Dios, aunque yo me haya hecho indigno de llamarte tal. Ayúdame con tu oración para que pueda…”

      “Calla. No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que viene de Dios”.

      El demonio siente una sacudida de rabia. Le rechinan los dientes y aprieta los puños; de todas formas se contiene y transforma su mueca en sonrisa.

     “Comprendo, Tú estás por encima de las necesidades de la Tierra y te da repugnancia el servirte de mí. Me lo he merecido. Ven, entonces, y ve lo que hay en la casa de Dios, ve como incluso los sacerdotes no rehúsan hacer transacciones entre el espíritu y la carne; porque, al fin y al cabo, son hombres y no ángeles. Cumple un milagro espiritual. Yo te llevo al pináculo del Templo, Tú transfigúrate en belleza ahí arriba, y luego llama a las cohortes de ángeles y dí que hagan de sus alas entrelazadas alfombra para Tus pies y te porten así al patio principal. Que te vean y se acuerden de que Dios existe. De vez en cuando es necesario manifestarse, porque el hombre tiene la memoria muy frágil, especialmente en lo espiritual. Tú sabes que dichosos se sentirán los ángeles de proteger tu pié y de servirte de escalera cuando bajes”.

     “No tientes al señor tu Dios”, está escrito”.

     “Comprendes que tu aparición tampoco mudaría las cosas y el Templo continuaría siendo un mercado y un lugar de corrupción. Tu divina sabiduría sabe que los corazones de los ministros del Templo son un nido de víboras, que se devoran, y devoran, con tal de aumentar su poder. Solo los doma el poder humano.

     Ven entonces. Adórame. Yo te daré la Tierra. Alejandro, Ciro, César, todos los mayores dominadores pasados o vivos serán semejantes a jefes de mezquinas caravanas respeto a Ti, que tendrás a todos los reinos de la Tierra bajo tu cetro, y con los reinos todas las riquezas, todas las cosas bellas de la Tierra, y mujeres y caballos y soldados y templos. Podrás poner en alto en todas partes tu Signo, cuando seas rey de reyes y Señor del mundo.

    Entonces te obedecerá y servirá y venerará el pueblo y el sacerdocio. Todas las castas te honrarán y servirán, porque serás el Poderoso, el Único, el Señor.
       ¡Adórame aunque sea solo un momento! ¡Quítame esa sed que tengo de ser adorado! Es la que me ha perdido, pero ha quedado en mí y me quema. Las llamaradas del infierno son aire fresco de la mañana respecto a este ardor que me quema por dentro. Es mi infierno, esta sed. ¡Un momento, aunque solo sea, de gozo, al eterno atormentado! Hazme sentir lo que quiere decir ser Dios, y me tendrás devoto, obediente como siervo, durante toda la vida, en todas tus empresas. ¡Un momento! ¡Un solo momento, y no te atormentaré más!”.

      Satanás cae de rodillas, suplicando.

    Jesús, por el contrario, se ha levantado. Ha adelgazado en estos días de ayuno y parece aún más alto. Su rostro tiene un terrible aspecto de serenidad y potencia, sus ojos son dos zafiros abrasadores, su voz es un trueno que resuena en la oquedad de la roca y se esparce por el pedregal y el llano desolado, cuando dice: 

“Vete Satanás. Está escrito: “Adorarás al Señor tu Dios y a Él solo servirás”.

    Satanás con un alarido de condenado desgarro y de odio indescriptible, sale corriendo (tremendo ver su furiosa, humeante persona). Y desaparece con un nuevo alarido de maldición.
Jesús se sienta cansado, apoyando hacia atrás la cabeza contra la roca. Parece exhausto. Suda. Pero seres angélicos vienen a mover suavemente el aire con sus alas en el ambiente del bochorno de la cueva, purificándolo y refrescándolo. Jesús abre los ojos y sonríe. No lo veo comer. Yo diría que se nutre del aroma del Paraíso, obteniendo así nuevas fuerzas.


     El sol desaparece por el poniente. Jesús toma su vacío talego y acompañado por los ángeles que producen una tenue luz suspendidos sobre su cabeza mientras la noche cae rapidísima, se dirige hacia el Este, mejor dicho, hacia el Nordeste. Ha recuperado su expresión habitual, el paso seguro. Solo queda, como recuerdo del largo ayuno, un aspecto más ascético en su rostro delgado y pálido y en sus ojos, absortos en una alegría que no es de esta Tierra.


EL COMPORTAMIENTO DE LOS CREYENTES ANTE LAS INSIDIAS DEL ENEMIGO



Vemos claramente que el que no cree en el Evangelio, es porque está hundido en el vicio, y ataca vehementemente a Jesús, y a su Iglesia, porque está en las tinieblas y la Luz de Cristo no puede  alumbrar su comportamiento animal.

“Al principio ya existía la Palabra.
Y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
Ya al principio estaba junto a Dios.
Todo fue hecho por ella
Y sin ella no se hizo nada
de cuanto llegó a existir.
En ella estaba la vida
y la vida era la luz de los hombres;
la luz resplandece en las tinieblas,
y las tinieblas no la sofocaron”.(Jn 1-1,5)

Los incrédulos preguntan a Jesús:

“En esto se le acercaron los Judíos, se pusieron a su        alrededor y le dijeron:
-¿Hasta cuando vas a tenernos en vilo?
Si eres el Cristo, dínoslos claramente de una vez.
Jesús les respondió:
 -Os lo he dicho con toda claridad y no me habéis creído. Las obras que yo hago por la autoridad recibida de mi Padre, dan testimonio de Mí; vosotros sin embargo no me creéis, porque no pertenecéis a las ovejas de mi rebaño. Mis ovejas escuchan mi voz; y yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre; nadie puede arrebatármelas. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. El Padre y yo somos uno.” (Jn 10-24,30)

Tomo 1º del Evangelio como me ha sido revelado
De María Valtorta

  En estos comentarios de Jesús sobre su tentación en el Desierto, está explicado de una manera magistral como  tiene que ser nuestro comportamiento, para poder triunfar de las tentaciones de Satán.

Dice Jesús:

 (….)
“Has visto que Satanás se presenta siempre con apariencia benévola, con aspecto común. Si las almas están atentas y, sobre todo, en contacto espiritual con Dios, advierten este aviso que las hace cautelosas y las incita a combatir las insidias demoníacas. Pero si las almas no están atentas a lo divino, separadas por una carnalidad oprimente y ensordecedora, sin la ayuda de la oración que una a Dios y vierte su fuerza como por un canal en el corazón del hombre, entonces difícilmente se dan cuenta de la celada, y caen en ella, y luego es muy difícil liberarse.

Las dos vías más comunes que Satanás toma para llevar a las almas son la sensualidad y la gula. Empieza siempre por la materia; una vez que la ha desmantelado y subyugado, pasa a atacar la parte superior: primero: lo moral (el pensamiento con sus soberbias y deseos desenfrenados); después, el espíritu, quitándole no solo el amor – que ya no existe cuando el hombre ha sustituido el amor divino por otros amores humanos – sino también el temor de Dios. Es entonces cuando el hombre se abandona en cuerpo y alma a Satanás, con tal de llegar a gozar de lo que desea, de gozar cada vez más.

Has visto como me he comportado Yo. Silencio y Oración. Silencio. Efectivamente, si Satanás lleva a cabo su obra de seductor y se nos acerca, se le debe soportar sin impaciencias necias ni miedos mezquinos. Pero reaccionar: ante su presencia, con entereza; ante su seducción, con la oración.

Es inútil discutir con Satanás. Vencerá él, porque es fuerte en su dialéctica. Solo Dios puede vencerle. Entonces, recurrir a Dios, que hable por nosotros, a través de nosotros. Mostrar a Satanás ese Nombre y ese Signo. Rebatir a Satanás únicamente cuando insinúa que es como Dios, rebatirle usando la palabra de Dios; no la soporta.

Luego, después de la lucha, viene la victoria, y los ángeles sirven y defienden del odio de Satanás al vencedor; le confortan con los rocíos celestes, con la gracia que vierten a manos llenas en el corazón del hijo fiel, con la bendición que acaricia el espíritu.

Hace falta la voluntad de vencer a Satanás, y fe en Dios y en su ayuda; fe en la fuerza de la oración y en la bondad del Señor. En ese caso, Satanás no puede causar ningún daño.

Ve en paz. Esta noche te llenaré de alegría.”




martes, 12 de noviembre de 2013

JESÚS,REY DEL UNIVERSO, COMO HOMBRE FUE EN LA TIERRA SEMEJANTE A NOSOTROS EN TODO, MENOS EN EL PECADO.




JESÚS REY ETERNO DEL UNIVERSO




     Sublime explicación de las palabras del Apóstol, de lo que a simple vista parece una herejía: Jesús aparece en este mundo como verdadero hombre, y poco inferior a los Ángeles.

      Declaración de que Cristo, cuya verdadera naturaleza divina, fue por voluntad de Dios, ocultada inicialmente por Él, fue sometido como hombre a las tentaciones de Satanás, que se dirigen principalmente a los pecados de la carne, que no provocaron en Él ni la más mínima turbación.

Y me permito aquí, refutar los argumentos soeces en contra de las obras de María Valtorta, declarando que en sus obras está escrito que Jesús sintió tentaciones carnales. He leído atentamente, todas las obras, nunca apareció en ningún texto ese argumento, que pregonan los hijos de Satanás, que intenta refutar por todos los medios a su alcance la Luz de Dios, empleando las tinieblas y los embustes del príncipe negro.



JESÚS, HIJO DE DIOS, EN LA TIERRA VERDADERO HOMBRE, POCO INFERIOR A LOS ÁNGELES.


De los cuadernos de María Valtorta

     Dice Jesús:
    
 (...) ¿Es que no hay contradicción alguna entre las palabras del Apóstol que dice que Yo soy Hombre, semejante en todo a los otros hombres, y que sin embargo, dice también que Yo soy inferior por un poco a los ángeles? Entonces, ¿no soy inferior a vosotros? Entonces, ¿no soy semejante a Dios, dado que Dios es más que los ángeles? Por lo tanto, ¿el Apóstol profirió blasfemias, dijo tonterías o embustes? Y si no los dijo, ¿en qué consiste esta diferencia, esta igualdad y esta inferioridad de ser diverso de los ángeles, inferior a ellos e igual a los hombres y, al mismo tiempo, diferente de ellos porque soy un poco inferior a los ángeles? ¿Acaso no es una blasfemia decir que el Verbo encarnado es inferior a los ángeles? ¿En qué consiste esta diferencia que existe en Mí, respeto a los ángeles y a los hombres?

     (...) Más Yo os diré cuál es la diferencia y como puede ser que Yo sea semejante a vosotros y, al mismo tiempo, sea por poco inferior a los ángeles.
     Soy semejante a vosotros, soy el Hombre, por eso soy, sin lugar a dudas, inferior a los ángeles, porque el hombre no es la criatura espiritual, la más noble de la creación, como lo son los ángeles, puramente espirituales, sumamente inteligentes, e inteligentes con prontitud, porque no están gravados por la carne y los sentidos, confirmados en la gracia y siempre en adoración ante el Señor, cuyo sentimiento comprenden y actúan sin obstáculos. 

Mas, ¿el hombre puede elevarse a si mismo a un nivel sobrenatural? Puede hacerlo si vive voluntariamente en la pureza, en la obediencia, en la humildad y la caridad, precisamente como así lo hacen los ángeles, fue Hombre por el deseo divino del Padre, para que pudiera ser el Redentor. Luego se hizo un poco inferior a los ángeles por su propia voluntad y para demostraros con el ejemplo que el hombre, si quiere, puede elevarse a si mismo a la perfección angélica y tener una vida angélica.

     ¡Oh, vida humana, tan fundida con lo sobrenatural que llega a anular las voces y la flaqueza de la materia para asumir las voces y las perfecciones angélicas!, ¡vida que ha olvidado la concupiscencia y vive de amor y en el amor! Es el hombre que se vuelve ángel, o sea la criatura compuesta por dos substancias que purifica la parte más baja con los fuegos de la Caridad, y en la Caridad están todas las virtudes, como si fueran muchas semillas encerradas en un mismo fruto, hasta el punto que puede decirse que, de este modo, se despoja, o mejor la despoja de todo lo que es materialidad, hasta hacer que también la materia sea digna de penetrar un día en el Reino del Espíritu. Reposa en el sepulcro el atavío purificado a la espera de la orden final.

        Más entonces surgirá glorificada hasta provocar la admiración de los mismos ángeles, porque la belleza de los cuerpos resurgidos y glorificados causará reverente estupor aún a los ángeles de Dios, que admirarán a estos hermanos suyos en lo creado diciendo: "Nosotros supimos permanecer en la gracia respecto a una sola substancia, ellos, los hombres, son los vencedores de la prueba respecto al espíritu y respecto a la carne. ¡ Gloria a Dios por la doble victoria de los elegidos !"

     Cristo, completamente semejante a los hombres, quiso alcanzar la belleza de la perfección angélica con una vida sin sombras, no solo de pecado más ni siquiera de atracción hacia el pecado y, al permanecer Hombre para padecer la muerte con la carne y con la sangre al fin de expiar las culpas de la carne y de la sangre y de la muerte y de las soberbias de la vida, con todo, todo, todo el dolor que reparara toda, toda, toda la culpa, se hizo un poco inferior a los ángeles, ennobleciendo así la naturaleza humana hasta la perfección angélica.
     
     Por lo tanto soy Dios. Y soy Hombre, y así como el ángel es el eslabón intermedio entre el hombre y Dios, Yo que debía salvar la cadena interrumpida, es decir, que debía reuniros a Dios, convertí mi perfecta Humanidad en la conjunción entre la Tierra, o sea los hombres, y el Cielo, o sea los ángeles, y llevé a la Humanidad a una perfección igual - es más, mayor - que la que Adán y Eva tuvieron al principio de los tiempos, cuando el hombre era inocente y feliz debido al don gratuito de Dios, y  no conocía ni padecía la terrible lucha contra el Mal y contra los acicates del pecado. Por lo tanto, la Divinidad no se envileció al asumir la semilla de Adán, sino que se divinizó la Humanidad, porque por la libre voluntad del Hombre, fue vuelta a la perfección que hace semejantes a mi Padre, quien no conoce la injusticia.

     No miente, ni blasfema ni se contradice el Apóstol, cuando dice por palabra inspirada, que Jesús, el Hombre se hizo un poco inferior a los ángeles en la espiritualidad heroica. No faltó el Dios Padre, el Dios Hijo y el Dios Espíritu Santo al darle al Redentor la única apariencia que le correspondía para ser tal y para redimiros, además que con la gran acción de su sacrificio, con la continua lección de su crecimiento en la gracia hasta alcanzar la perfección espiritual para redimiros de vuestra ignorancia, esa ignorancia que es consecuencia del pecado, que degrada las fuerzas del hombre, que le sugestiona, insinuando que él, por estar hecho más de materia que de espíritu, no puede intentar su evolución espiritual.

     (...) Dejad de lado los temores. Dejad de lado la ignorancia. Miradme. Yo, el hombre alcancé la perfección de la justicia siendo hombre como lo sois vosotros, porque lo quise. Imitádme. No temáis, mantened el alma unida a Dios y avanzad. Y subid. Subid a las luminosas regiones de lo sobrenatural. Con vuestra ardiente voluntad arrastrad la carne hasta donde sube vuestro espíritu. Convertíos en ángeles. Convertíos en serafines. El demonio ya no podrá heriros en lo más profundo. Tras haber golpeado vuestra coraza, sus flechas caerán a vuestros pies y no quedaréis turbados, como no lo quedé Yo.

     Por lo tanto fue justo que mi Padre, aún pudiéndolo hacer, no me diera una índole diferente a la del hombre. Fue justo. Así, cuando propongo mi código y os digo: "Seguidlo, si queréis estar donde Yo estoy", nadie podrá decirme: "Tu puedes estar allí porque eres diferente de mí, a quien la carne apremia ferozmente. Tu puedes vencer a Satanás porque en Ti, la carne no es aliada de Satanás". Nadie podrá reprocharme considerando fácil mi victoria ni sentirse desalentado por la diferencia de su creación. En Mí y en vosotros existen las mismas cosas: la carne, la inteligencia y el espíritu, para poder vivir, comprender y vencer. En Mí, está la semilla de Adán. En vosotros, está la semilla de Adán.

     ¡Oh! Os oigo murmurar: "En Ti no estaba la Culpa. En nosotros...". Tampoco en Adán estaba la Culpa, y sin embargo, pecó porque quiso pecar. Yo no quise pecar. Y no pequé. Yo, el Hombre, no pequé. Mi Padre me hizo de la misma semilla vuestra para demostrarlos que ser hombres no quiere decir ser pecadores. Al igual que vosotros, Yo tenía una índole humana. Sabed ser como Yo en la victoria. Mi Padre me hizo Hombre, dándome en común con vosotros carne y sangre con las cuales vencer, muriendo a Satanás y exigiendo que el Autor de vuestra salvación se volviera perfecto como Hombre por su propia voluntad y por medio del sufrimiento y que alcanzara la gloria a causa de la muerte que padeció.

     ¡Oh! acaso no es muerte saber morir para todo lo que es seducción? ¿No es una muerte continua para todo lo que es concupiscencia a fin de vivir eternamente en el Cielo? Yo empecé a consumir mi sacrificio para vencer a Satanás y al mundo y a la carne - que conseguían vencer desde hacía mucho tiempo - contra el primer acto de voluntad contra las voces de la carne y el mundo y las de su rey tenebroso. He muerto para Mí mismo afín de  vivir. He muerto en la Cruz para daros la Vida.

     [...] Decidme, oh vosotros que os escandalicéis al leer que Yo padecí esa tentación, ¿acaso herí mi perfección Divina y Humana porque se me acercó el Tentador? ¿Qué se alteró en Mí? ¿Qué se corrompió? No se alteró nada, ni siquiera el pensamiento más fugaz.

       




miércoles, 30 de octubre de 2013

YO SOY EL QUE SOY: RESUMEN DETALLADO SOBRE LA NATURALEZA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD




Aquí, en este dictado de Jesús a María Valtorta, que transcribimos a continuación, queda perfectamente retratado lo que predica la Iglesia Católica, desde el principio de su fundación hasta la hora actual, esta perspectiva solo puede ser definida y explicada por el mismo Dios, el cual, ve con meridiana claridad todos los acontecimientos pasados, presentes y futuros, porque para Dios no existe nada oculto, ni pasado, ni presente ni futuro, todo es conocido, y para Él, ya ha ocurrido.


CURIOSIDADES MATEMÁTICAS SOBRE
LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Dios está en todas partes, y su poder es infinito, si se puede explicar matemáticamente, habría que aplicar la teoría de la relatividad de Dios que sería una fórmula muy sencilla, que explica que Dios está en toda la Creación infinita intergaláctica:
                                 
                                                                   
                                                 V= e/T

Siendo V, la velocidad
eel espacio
Tel tiempo.

Es una regla  elemental, que dice que  la velocidad es la distancia recorrida dividida por el tiempo, pero si para Dios, el tiempo es nulo ya que dijo textualmente: "Yo soy el que soy", lo que quiere decir, que para Él no existe el tiempo, entonces T=0, y por consiguiente la velocidad V es infinita, ya que sabemos que un número dividido por cero, da un resultado infinito.

Se argumentará que la distancia también es nula ya que en el Cielo, no hay distancias y Dios no tiene tamaño alguno, y las leyes matemáticas dicen que el número 0, dividido 0, da un número indeterminado, por eso se puede decir igualmente que no se puede afirmar que Dios tenga una velocidad infinita, sino que está en todos los sitios del Universo visible e invisible, en la cual las reglas matemáticas, aún que de cierta manera pueden aclararlo, son impropias para el mundo espiritual, que sin embargo también está regido por Leyes puestas por ese Ser Fabuloso que es infinito, y que por eso está en todas partes.

Lo que sí se puede saber, para demostrar esa teoría, es que muchos Santos, han tenido el don de la bilocación, que es estar en varios sitios a la vez, es decir que se han sustraído a las leyes de la naturaleza, y Dios les ha permitido aplicar unas leyes espirituales que nada tienen que ver con las leyes naturales. Por esa razón aludida, Dios puede estar en todas partes, y Satanás que también es un Espíritu puede encontrarse en todas partes, si Dios se lo permite.

Otra ley matemática que explica de cierta manera el poder infinito de Dios es la fórmula de la energía:

                                               E = 1/2. m. v2

Siendo E la energía cinética; m la masa  y v la velocidad.

Pero como v = (2.g.h) 0,5

Tenemos pues:                       E = m. g. h

    Y por eso, a Dios a quien se le denomina en la Biblia el Altísimo, por ser más alto en todos sus atributos que todo lo creado, por esa razón el término h, que es la altura en la fórmula matemática, tiene un valor infinito; la masa espiritual m que representa la suma de todas sus virtudes y perfecciones; y la fuerza de la gravedad g, que espiritualmente hablando es el Amor o sea el Espíritu Santo,  la energía E, o sea la Fuerza de Dios, también es infinita por tres razones que simbolizan las tres personas de la Santísima Trinidad: El Padre: la altura h; el Hijo la masa m, que es su infinita perfección, y la gravedad g que simboliza la fuerza infinita de atracción del Amor, que es el que mueve todas las cosas creadas por Dios.

   Este relato da igualmente una explicación precisa y contundente sobre la recreación del alma, que es el volver a nacer por la Gracia de Dios, para poder entrar en su Reino, según así lo explicó Jesús a Nicodemo.


     Y aquí quiero subrayar una falsa doctrina, inspirada por Satanás, que se está predicando insistentemente: "todos somos hijos de Dios", habría que precisar que hay que considerar a todos los hombres como Hijos de Dios, porque no se puede juzgar a nadie por la sencilla razón de que un gran pecador puede arrepentirse, y un gran religioso puede llegar a volverse un gran pecador y renegar de su Fe, por eso habría que decir en vez de todos somos Hijos de Dios, todos estamos llamados a ser Hijos de Dios. 

Error grave que anula toda la tradición Cristiana, le quita el significado al Nacimiento, Vida, Doctrina, Pasión, Muerte y gloriosa Resurrección de Jesucristo; favorece el quietismo y la muerte por inanición del alma, que se está desarrollando y deificando en su vida mortal, y que es necesario que se regenere de las secuelas del pecado Original, renaciendo a la Vida Nueva, el Reino, como lo explica Jesús más arriba. 



De los cuadernos de María Valtorta
(De Septiembre a Octubre de 1.950)

     Dice Jesús:
     Apocalipsis. (Ap 1, 4)


    "Aquel que es" es el antiguo Nombre de Dios, el nombre con el que Dios se presentó a Moisés en el monte, el nombre que Moisés le enseñó a su pueblo para que de ese modo pudiera invocar a Dios. En ese nombre se refleja toda la eternidad, la potencia, la sabiduría de Dios.

     Aquel que es: la eternidad. 

     Dios no tuvo un pasado. No tendrá un futuro. El es: el presente eterno. [...] Y entonces, nace la humildad, nace la adoración adecuada al Ser Divino que debe de ser adorado, nace la confianza, porque el hombre, la nada, el granito de polvo respeto al Todo y a todo lo creado por el Todo, se siente bajo el rayo de la protección del que, perteneciendo a la eternidad, quiso que los hombres existieran para darles su infinito amor.

     Aquel que es: la Potencia infinita.

     ¿Cuál es la persona o cosa que podría existir por sí misma? Ninguna: sin combustiones o fusión de partículas esparcidas por el firmamento no se forma un nuevo astro. [...]
Él existe por Sí mismo. No debe su existencia a cosa o persona alguna. Él existe. No tuvo necesidad de otro ser para existir [...] y si todo lo que existe - en el Cielo espiritual, en la Creación sensible, en los Infiernos - ya es testimonio de su inmenso poder, su ser que no tuvo principio de otro ser o cosa, es el inmenso testimonio de su inmenso poder.

     Aquel que es: la Sabiduría perfectísima.

     No creada, es decir, no tuvo necesidad de autoformacion ni de la formación de los maestros. Es esa Sabiduría que, cuando creó el todo, que no existía, no cometió ni siquiera un error, creando y queriendo hacerlo perfectamente. (...)

Más El que es, y que es la Sabiduría perfectísima, no cometió errores ni los comete y no debe decirse nunca que el mal y el dolor que han vuelto imperfecto lo que fue creado de modo perfecto proviene del Omnisciente, sino de los que quisieron y quieren salir de esa Ley de orden que Dios les dio a todas las cosas y a los seres vivientes. Es un orden perfecto espiritual, moral y físico, y que, si hubiera sido respetado, habría mantenido en la Tierra el estado de Paraíso terrestre y habría mantenido a los hombres que la habitan en la feliz condición de Adán y Eva antes de la culpa.

      Aquel que es:

     (...) Y para aquel que sabe leer y comprender, hay un eco de ese nombre en el nombre del Hijo de Dios hecho Hombre, en el nombre que Dios mismo impuso a su Hijo encarnado, y que el Ángel del anuncio feliz había comunicado a la Virgen Inmaculada. Y la Palabra que llevó ese Nombre a los suyos, enseñó de nuevo la Palabra verdadera: Jehová, para nombrar a Dios, para nombrar a su Santísimo Padre del cual es generado el Hijo y de los cuales procede el Espíritu Santo, que procede para generar, en el momento debido, al Cristo Salvador en el seno de la Virgen.

     Es Jesús el hijo de Dios y de la Mujer; El que, además de ser el Mesías prometido, el Redentor, es el testimonio más verdadero del Padre y de su voluntad, el testimonio de la Verdad, de la Caridad, del Reino de Dios. (...)

     El Hijo por su parte, revela al Padre; se lo revela al mundo que lo ignora y también al pequeño mundo de Israel que, aunque no le ignoraba, no conocía la verdad de amor, de misericordia, de Justicia mitigada por la caridad, que constituía su Naturaleza. Quien me ve a Mí, ve al Padre, mi Doctrina no es Mía sino del que me ha enviado, no conocéis su Palabra, más la conozco Yo, porque me ha generado. El Padre que me ha enviado no ha dejado solo a su Hijo; Él está Conmigo. Yo y el Padre somos una sola cosa".

El Hijo revela también al Espíritu Santo, mutuo Amor, beso y abrazo eterno del Padre y del Hijo, Espíritu del Espíritu de Dios. Espíritu de Verdad, Espíritu de Consuelo, Espíritu de Sabiduría, que confirmará en la fe a los creyentes y les enseñará la Sabiduría porque Él es el Teólogo de los teólogos, la Luz de los místicos, el Ojo de los contempladores, el Fuego de los que aman a Dios.

   Todas las enseñanzas y todas las obras de Cristo son testimonios del Padre y revelación del incomprensible Misterio de la Santísima Trinidad, de esa Santísima Trinidad, que hizo posible la Creación, la Redención, la Santificación del hombre, de esa Santísima Trinidad por la cual fue posible - sin destruir la primera creación, que se había corrompido - lograr recreación o nueva creación de una pareja sin mancha, de una nueva Eva, de un nuevo Adán, como medio para recrear para la Gracia y para restablecer por lo tanto, el orden violado y el fin último entre los hombres y para los hombres provenientes de Adán.

     Por voluntad del Padre, en consideración de los méritos del Hijo, y por obra del Espíritu Santo, el Hijo pudo asumir una carne humana en la Mujer Inmaculada, nueva y fiel Eva, pues el Espíritu de Dios cubrió con su sombra el Arca no realizada por manos humanas, y así se tuvo el nuevo Adán, el Vencedor, el Redentor, el Rey del Reino de los Cielos, el Reino al que son llamados los que merecen convertirse en Hijos de Dios y Co-herederos del Cielo, por haberle acogido con amor y haberle seguido en la Doctrina.










jueves, 17 de octubre de 2013

SUBLIME DICTADO DE SAN PABLO SOBRE LA REENCARNACIÓN QUE ESTÁ TAN DE MODA EN NUESTROS DÍAS

LA SATÁNICA TEORÍA DE LA REENCARNACIÓN
REFUTADA POR SAN PABLO.


LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO, UNO DE LOS DOS PILARES
DE LA IGLESIA CON SAN PEDRO


     Este testimonio del Apóstol San Pablo, una de las dos personas, con Moisés, que según San Juan de la Cruz, entrevieron la Esencia de Dios, auxiliadas por el "Brazo izquierdo de Dios", para poder entrever su "fulgor", ante el cual, los ángeles más subidos, que son los Serafines y los Querubines, tiemblan al contemplar la grandeza del "Altísimo", viene a reafirmar de una manera más contundente aún lo declarado en el escrito posterior por el Apóstol San Juan.

      Se trata de la teoría de la Reencarnación, tan presente no solo en las religiones orientales, pero también en mucha gente de nuestra civilización Cristiana, que creen firmemente en ese hecho.

    Es uno de los más importantes triunfos de Satanás, ya que el que cree en ello, refuta todas las creencias Cristianas, incluido el Evangelio, la tradición de los Santos Padres, y los Mandamientos de la Iglesia Católica.




    Dice el Apóstol San Pablo a María Valtorta:
     (11 de Enero de 1.944):

       Hasta tal punto está encarnada y enraizada en vuestra mente la teoría de la reencarnación - y más que nunca hoy, tras veinte siglos de predicación Evangélica - que parece que los antiguos paganos, a quienes yo partía el pan de la Fe, están aún vivos, o mejor, han vuelto a reencarnarse, según vuestra creencia y sus antiguas teorías sobre la resurrección y la segunda vida.

       Lo único que se reencarna en esa teoría vuestra que aparece como la herrumbre, en periodos alternados de oscuridad espiritual, pues este es el signo de un crepúsculo y no de una aurora del espiritu. ¡Sabedlo, oh vosotros que creéis ser los de espíritu más evolucionado! Tanto más baja el sol de Dios en vuestro espíritu y tanto más en la sombra que aumenta se forman larvas, se estancan las fiebres, pululan los portadores de muerte y germinan las esporas que mellan, corroen, absorben, destruyen la vida de vuestro espíritu, así como en los bosques impenetrables, densos de vida vegetal y animal, la larga noche, que dura seis meses, convierte la espesura en zonas muertas, semejantes a las de un mundo extinguido.

          ¡Necios! los muertos no regresan. Ni siquiera con un nuevo cuerpo. Hay una sola resurrección: la final.

              Vosotros, los que estáis hechos a imagen y semejanza de Dios, no sois semillas que en ciclos alternados germina y se convierte en tallo, flor, fruto, semilla, para que ésta, a su vez, se haga de nuevo tallo, flor, fruto. Vosotros sois hombres, no hierba del campo. Vosotros estáis destinados al Cielo, no al establo donde se cobija el jumento. Vosotros poseéis el Espíritu de Dios, ese Espíritu que Dios os infunde por medio de una continua generación espiritual, que corresponde a la generación humana, de una nueva carne.

           ¿Qué creéis? ¿Que tiene límites el poder generador que posee Dios, el Omnipotente, Ilimitado, Eterno  Dios nuestro? ¿Creéis que ese límite le obliga a crear no más de un determinado número de espíritus de modo que, para que tenga que continuar la vida de los hombres sobre la Tierra, tenga que obrar como el dependiente de un gran almacén, que busca entre los espíritus apiñados en los estantes el que puede volver a usar como determinada mercancía? O, mejor aún, ¿creéis que Él es como un escriba que, si debe hacer conocer un acontecimiento, saca a relucir un determinado expediente y busca un determinado rótulo, porque ha llegado la hora de volver a usar dicho material? 

             ¡Oh, necios, necios, necios! Vosotros no sois mercancía, ni pergaminos, ni semillas. Vosotros sois hombres.

              Cual semilla, el cuerpo cae en la putrefacción de la fosa, cuando su ciclo ha terminado. El espíritu vuelve a su Fuente para que se juzgue si está vivo o podrido como la carne y, de acuerdo con ello, cumpla su destino. Y de él no nacerá otro, sino para llamar a una única resurrección lo que ya le había pertenecido; y en esa resurrección, el que condujo una vida depravada, será depravado por la eternidad, con el espíritu corrompido y la corrompida carne que tuvo en su única, sola e irrepetible vida. Y el que en su vida fue "justo" resurgirá glorioso e incorruptible, elevará su carne a la gloria de su espíritu glorioso, la espiritualizará, la divinizará, pues con ella y por ella logró vencer y es justo que con ella celebre el triunfo.

                 Aquí el espíritu que poseéis os hace animales con uso de razón y obtiene la vida también para la carne que él logra vencer. En la otra vida seréis espíritus que vivificarán la carne, que ha salido victoriosa por haber permanecido sujeta al espíritu. Antes, prevalece siempre la índole animal y esta es la verdadera evolución. Más es la única. Después, de la naturaleza animal, que por la triple virtud ha sabido elevarse, se pasa a la naturaleza espiritual.

              Según como viváis en esta vida, viviréis en la segunda. Si en la primera prevaleció en vosotros la celestial, advertiréis en vosotros mismos la naturaleza de Dios, poseeréis dicha naturaleza, pues Dios será vuestro eterno Patrimonio.

       Si, en cambio, predominó el terreno, tras la muerte conoceréis la oscuridad, la desolación, el hielo, el horror, las tinieblas, todo lo que recibe el cuerpo que desciende en la fosa; con esta diferencia: que esta segunda y verdadera muerte, dura por toda la eternidad.


           ¡Oh, hermanos, herederos de Dios por voluntad de Dios! no hagáis que se pierda esta herencia por seguir la carne y la sangre y el error de vuestras mentes.

              También yo erré y fui contrario a la Verdad, perseguí a Cristo, tengo siempre presente mi pecado, aún en la gloria de este Reino, cuyas puertas abrieron mi arrepentimiento, mi fe, el martirio que sufrí por profesar mi fe en Cristo y en la vida inmortal. Más, cuando la Luz me rindió, al darse a conocer, abandoné el error para seguir la Luz.

          La Luz se dio a conocer a vosotros a través de veinte siglos de prodigios, que ni siquiera el más feroz opositor o el más obstinado podrían negar. Entonces, ¿Por qué, vosotros, los afortunados que tenéis como testimonio de esa Luz veinte siglos de manifestaciones divinas, queréis permanecer en el error?

              Yo, testigo de Cristo, os lo juro: Ni la carne ni la sangre pueden heredar el Reino de Dios; solo el espíritu lo puede heredar. Y como está escrito en el Evangelio de Jesús, nuestro Señor, los destinados a volver a casarse porque tienen una segunda vida terrena, son los hijos de este siglo (considerad, hermanos que aquí "siglo" define los que están en el mundo, es decir a los terrestres).

         Resurgirán solo los que son dignos del segundo siglo, el eterno, o sea los que, dado que ya han vivido, no pueden volver a morir y que, además, no anhelan nupcias humanas porque han obtenido la vida espiritual y se han hecho semejantes a los ángeles e hijos del Altísimo, y  para su espíritu desean un solo connubio: con Dios-Amor; un solo patrimonio: Dios; una sola morada: el Cielo; una sola vida: la Vida.

    ¡Amén, amén, amén!
    Os digo: creed para obtenerla"

           Y así pues ha venido también S. Pablo. ¡Oh, que huracán! ¡No me sorprende que con la vehemencia de su palabra haya arroyado hasta a los atenienses, ya acostumbrados a sus oradores! Si Juan es un soplo de viento perfumado de cielo. Pablo es un ciclón de todos los elementos aptos para doblegar las cumbres más altivas.


          Creo que el Cielo está cerrado. Y si todo este concierto de notas no logra penetrar en ellos (...), no sé que es lo que podría lograrlo. Desde hace muchos meses deseaba un dictado acerca de este tema. Esperé. Y me llegaron siete; si yo estuviera en el lugar de algunas personas, me sentiría como un ratón en la trampa o un pájaro en la red. Me acosaría la evidencia por todas partes.

             No esperaba que justo fuera a hablar S. Pablo.

         Ahora siento los hombros doloridos y descanso mirando con los ojos del alma la Divina Paloma de oro y sintiendo a mi lado a María. Su palabra matutina sigue cantando en mi corazón.